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sábado, 28 de septiembre de 2024

Castillo de Cornatel, escenario de película sobrecogedora


El castillo de Cornatel, que he vuelto a visitar hace unos días, es un monumento que me resulta sobrecogedor, como una de esas películas que procura escalofríos en todo el cuerpo. Y es que uno asocia este castillo -este cuerno de extraordinaria belleza-, a algo trágico, porque, aún lo recuerdo como si fuera hoy, una chica, jovencita profesora de instituto, a quien pude conocer algo en los años noventa, decidió elegir este escenario para arrojarse al vacío, quizá creyendo que podría sobrevolar el despeñadero que existe en uno de los flancos donde está construida esta fortaleza medieval. 

Siempre que visito este castillo me acuerdo de esta chica (Gloria-Chuna), lo que me estremece. Y me invita a reflexionar sobre la fragilidad del ser humano, la grandiosidad de la naturaleza, y el romanticismo que entraña un entorno como éste, donde se alza, sobre una abrupta peña, el castillo de Cornatel, que por lo demás es un mirador estupendo al valle del Sil, al lago de Carucedo, a tantos otros parajes de un Bierzo mágico rebosante de encanto, aunque algo abandonado a su suerte o desgracia. Un Bierzo que podría tener más proyección, aunque para ello, por ejemplo, debería estar mejor señalizado y comunicado entre sí y con el resto del mundo. 


Aparte del hecho trágico que acabo de contar, sigo percibiendo este castillo como una hermosa y simbólica ruina romántica. No puedo evitar construir en mi cerebro esta poderosa imagen de un pasado legendario y los fantasmas de otro tiempo. Con el conde de Lemos (Lemus) como personaje principal. Si Gil y Carrasco levantara la cabeza a buen seguro volvería a centrar su atención en esta zona, en este castillo, como escenario de alguna de sus novelas, al igual que ya lo hiciera en El señor de Bembibre, donde nos deja pasajes certeros e ilustrativos acerca de este territorio donde se asienta el castillo de Cornatel.  

"Por fin, torciendo a la izquierda y entrando en una encañada profunda y barrancosa por cuyo fondo corría un riachuelo, se le presentó en la cresta de la montaña la mole del castillo iluminada ya por los rayos del sol, mientras los precipicios de alrededor estaban todavía oscuros y cubiertos de vapores. Paseábase un centinela por entre las almenas, y sus armas despedían a cada paso vivos resplandores. Difícilmente se puede imaginar mudanza más repentina que la que experimenta el viajero entrando en esta profunda garganta: la naturaleza de este sitio es áspera y montaraz, y el castillo mismo cuyas murallas se recortan sobre el fondo del cielo parece una estrecha atalaya entre los enormes peñascos que le cercan y al lado de los cerros que le dominan. Aunque el foso se ha cegado y los aposentos interiores se han desplomado con el peso de los años, el esqueleto del castillo todavía se mantienen en pie y ofrece el mismo espectáculo que entonces ofrecía visto de lejos...

Lago de Carucedo desde Lago

... soberbio punto de vista que ofrecía aquel alcázar reducido y estrecho, pero que semejante al nido de las águilas, dominaba la llanura. Por la parte de oriente y norte le cercaban los precipicios y derrumbaderos horribles, por cuyo fondo corría el riachuelo que acababa de pasar don Álvaro, con un ruido sordo y lejano, que parecía un continuo gemido. Entre norte y ocaso se divisaba un trozo de la cercana ribera del Sil lleno de árboles y verdura, más allá del cual se extendía el gran llano del Bierzo poblado entonces de monte y dehesas, y terminado por las montañas que forman aquel hermoso y feraz anfiteatro. El Cúa, encubierto por las interminables arboledas y sotos de sus orillas, corría por la izquierda al pie de la cordillera, besando la falda del antiguo Berdigum, y bañando el monasterio de Carracedo. Y hacia el poniente, por fin, el lago azul y transparente de Carucedo, harto más extendido que en el día, parecía servir de espejo a los lugares que adornan sus orillas y a los montes de suavísimo declive que le encierran. Crecían al borde mismo del agua encinas corpulentas y de ramas pendientes parecidas a los sauces que aún hoy se conservan, chopos altos y doblegadizos como mimbres que se mecían al menor soplo del viento, y castaños robustos y de redonda copa.


De cuando en cuando una bandada de lavancos y gallinetas de agua revolaba por encima describiendo espaciosos círculos, y luego se precipitaba en los espadañales de la orilla o levantando el vuelo desaparecía detrás de los encarnados picachos de las Médulas".

Después de leer y aun releer al romántico Gil, cuyo viaje por Europa en misión diplomática hasta Berlín me sigue fascinando, y visitar de nuevo el castillo de Cornatel, siento emociones y sentimientos, incluso contrapuestos, de tristeza y felicidad, que me sacuden las entrañas con intensidad. 

viernes, 27 de septiembre de 2024

Asturias en el alma

Playa de Espasa
A medida que transcurren los años, uno se da cuenta de que Asturias, las Asturies, es como si fuera mi propia tierra, que lo es, porque incluso mi apellido Cuenya -ya lo he contado en más de una ocasión- es originario de esta verde y hermosa tierra, habida cuenta de que existe una aldea, en el concejo de Nava, cuyo nombre es Cuenya.

Sea como fuere, en Asturias pasé cinco cursos en la Universidad de Oviedo. Y eso también marca. Cinco cursos como cinco soles (esto me ha quedado algo cursilondio, excusez-moi) en los que se comienza a explorar el mundo (en realidad, uno mismo), porque nada de lo humano nos es ajeno, como bien sabemos.

Cabo de Vidio
El asunto es que, cada vez que visito el Principado (un sitio de príncipes, princesas y hadas buenas como en un cuento de fantasía y emoción), se me estremece el alma ante tamaña belleza. Y es que Asturias tiene todo y de todo, ríos (no en vano ástur o astura significa río), montañas, mar, verdes prados... reservas de la biosfera y/o parques naturales... una gastronomía excelente (fabada, cachopos, quesos...), gente cercana, que habla y entona como hablaban mis ancestros en el útero de Gistredo, porque Gistredo es un algo astur, además de berciano-leonés. No en vano, también los osos bajan desde las altas cumbres de Somiedo a Gistredo. Si es que en línea recta estamos cerquita unos de otros. Sería estupendo poder cruzar la sierra de Gistredo en helicóptero hasta Asturias. Creo que en poco más diez minutos podría realizarse este viaje.
Desde el mirador del Fito

Para despedir el verano, coincidiendo con la Encina ponferradina, viajé a Asturias. Y pude visitar y disfrutar de lugares que no conocía en absoluto, como el cabo de Vidio, las playas de Salinas y de Espasa o el mirador del Fito. Todos estos paisajes me entusiasmaron pero he de confesar que los que más me impactaron fueron el cabo de Vidio y el mirador del Fito.

La belleza de la costa occidental


La costa occidental del cabo de Vidio, que se halla en la parroquia de Oviñana, próxima al singular pueblo de Cudillero, se me antoja realmente espectacular.

https://cuenya.blogspot.com/2023/07/de-ortigueira-las-asturies-de-los-mios.html

Me fascinó asomarme a la belleza de estos acantilados grandiosos. Incluso tuve la oportunidad de saborear los sones de un grupo de música al aire libre. Lástima que el aire soplara algo frío.

En la aldea de Soto de Luiña, perteneciente al municipio de Cudillero, cuya historia está vinculada al Camino de Santiago, tienen casa Ángela y Robert, que son buenos amigos de la amiga Raque. Ángela fue alumna del escritor Suárez-Roca (natural de Busdongo, la tierra de Amancio Ortega, y autor de República de almendros). Y Robert es compañero de instituto del paisano, profesor de inglés y poeta José Yebra, con quien coincidí hace unos dos años en Llanes. Algo que cuento en El verde aroma del Noroeste.

https://cuenya.blogspot.com/2023/09/viajar-nos-abre-otros-horizontes.html

https://cuenya.blogspot.com/2023/10/acaso-el-viaje-no-es-vuelo-en-libertad.html

Salinas
Curiosamente, en este viaje también pude visitar Salinas, considerada una de las mejores playas en el norte para la práctica de surf. Cabe recordar que, como una prolongación de Salinas, se halla la playa del Espartal, singular por sus dunas, catalogadas como Monumento Natural. El Espartal ocupa el tramo costero que va desde el área de servicios del puerto de Avilés, situado sobre la margen izquierda de la ría, al área urbana de Salinas. Digo curiosamente porque tantas veces en las Asturies y nunca antes había estado en este sitio. Pero siempre hay una primera vez.

En Avilés, una ciudad ahora conocida por el centro cultural Niemeyer -un lugar para la educación, la cultura y la paz-, vive desde hace un tiempo mi sobrino Rodrigo.

Playa de Espasa

El Oriente astur o la fantasía hecha realidad

Si el Occidente astur tiene un gran encanto, el Oriente resulta magnífico. El Oriente siempre invita a fantasear. Con sus valles profundos, sus cumbres elevadas y sus playas paradisíacas, como la de Espasa, entre otras muchas, el Oriente despierta todos los sentidos del visitante, incluso la extrasensorialidad propia de quien se adentra en un territorio de fabulación. Una belleza comestible, como me gusta decir, porque la belleza será comestible o no será, como la suculenta gastronomía astur.


Habida cuenta de que soy un devoto de la sidra, tal vez la mejor bebida del mundo, en todo caso una delicia (disculpad mi osadía, es probable que me esté viniendo arriba), me pareció oportuno darme un voltión por la capital de esta bebida de diosas y dioses (a saber, primarios, secundarios y terciarios, como diría a buen seguro el maestro Gustavo Bueno desde el materialismo filosófico en El animal divino), o mejor dicho la capital de la manzana con la que se elabora. Hablo, cómo no, de Villaviciosa -curioso nombre-, que cuenta asimismo con la mayor ría del Principado.

Y atesora un gran patrimonio románico y prerrománico, además de una escultura,
Exaltación de la manzana, realizada por el artista vasco-astur Úrculo dedicada a las manzanas que salen de un sombrero.
Sidra el Gaitero, cuántos recuerdos de infancia.
Esta visita a Villaviciosa coincide con el Festival Internacional de la Gaita.

El Fito, un mirador al mundo

En plena sierra del Sueve, a pocos kilómetros de Arriondas (de ahí eran Víctor y Celestino, mis compañeros de piso en Oviedo en época de estudiante universitario) y Colunga, se halla el mirador del Fito.

Sólo por la visita a este mirador (Fito o Fitu) ya estaría justificado un viaje a Asturias, porque se trata de un lugar que se te queda clavado para siempre en la retina de la memoria emocional.


Un espacio, a más de mil metros sobre el nivel del mar, desde el que uno logra tocar el cielo. Se trata de un paisaje sublime, cuya belleza extrema te sobrecoge, te eriza todos los vellos del alma.
Desde aquí es posible alcanzar la tan ansiada espiritualidad, fusionarse con la esplendorosa naturaleza, con esas montañas sagradas, inmensas. Y también con el mar Cantábrico, que se muestra como una alucinación visual.

Un paraje único, imprescindible, para enmarcar en un cuadro, aunque también para disfrutarlo en movimiento, en panorámica fílmica, una visión de 360 grados que te permiten arrojar la vista a la Reserva natural del Sueve, el parque natural de Ponga y los picos de Europa, que se elevan majestuosos.
A esta altura los sentidos se agudizan. Y acabas convirtiéndote tú mismo en un mirador al mundo.
Me encantan los miradores. Y este en especial.

Oviedo y Xixón

La Paloma en Oviedo

El viaje también me permitió, por supuesto, dar una vuelta por Oviedo, que por lo general suele procurarme nostalgia. Esta vez estuve tomando algo en La Paloma, un bar con solera donde es típico el vermú y las gambas a la gabardina. Y puede adentrarme en el colorido barrio de Cimadevilla, donde late el alma de Xixón, y caminar por su largo y precioso paseo marítimo, donde, por azar, me encontré con el amigo Pablo Huerga, lo que me hizo mucha ilusión.

Paseo marítimo en Xixón

Ahora Pablo, que es un gran filósofo y profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad ovetense, ha organizado unas jornadas en torno a la figura del maestro y filósofo Gustavo Bueno, que no quiero perderme por nada del mundo. Así que Asturias sigue llamándome. Y tendré que acudir a su llamada en octubre, que es cuando se celebrarán estas jornadas filosóficas en homenaje al gran Bueno, profesor en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, al que siempre recordaré con cariño porque él me enseñó a desarrollar un espíritu crítico.
Puerto Pajares
Asturias, las Asturies, siempre en el alma.

El regreso por el puerto de Pajares me procuró un chute de dopamina porque es este puerto otro mirador a lo sublime.


lunes, 23 de septiembre de 2024

Xuasús González

Os dejo esta colaboración que hiciera para la revista Losada (en su reciente número 22 de este 2024), que dirige Xuasús González, 


Conozco a Xuasús González desde hace años habida cuenta de que él es paisano, nacido en León, aunque descendiente de Losada, a la que me siento arraigado porque una de mis hermanas, Cini, está casada con Paulino, que es originario de esta población perteneciente al Ayuntamiento de Bembibre, en el Bierzo Alto. Y Losada es asimismo el nombre de la publicación que dirige el amigo Xuasús desde hace más de veinte años. Qué ya son años –aunque el cantante argentino Carlos Gardel nos dijera aquello de que veinte años no es nada–, lo cual siento como motivo de celebración (lo celebraremos a buen seguro con un vaso de vino en la bodega, como antaño), porque uno, como editor de la revista La Curuja de Noceda del Bierzo, sabe lo que cuesta, en todos los sentidos, sacar adelante una publicación. Así que vayan por delante mis felicitaciones para ti, Xuasús, por tu capacidad para hacer que, cada año, en el mes de agosto, aparezca puntualmente la revista Losada (en tono sepia, ilustrada con entrañables fotos de gente), que es un modo ilustre de proyectar a tu pueblo, del que fuiste nombrado «hijo adoptivo», porque en tus páginas firman prestigiosos narradores y poetas, entre los cuales podríamos mencionar al académico y estupendo narrador José María Merino, al premio Cervantes Gamoneda, al premio Nacional de poesía Juan Carlos Mestre o al ya fallecido César Gavela, que llegó a dedicarte un emotivo artículo en el periódico La Nueva Crónica, con el que tú mismo colaboras, y en el que otros muchos también tenemos el privilegio de colaborar. 

Por tanto, nos unen las revistas, Losada y La Curuja, La Nueva Crónica, y por supuesto nuestra tierra del Bierzo Alto. Además, tú también tienes familia en el pueblo de Noceda del Bierzo, al que llamo «El útero de Gistredo», que es mi lugar de nacimiento y un territorio mítico como Comala, Macondo o Región, donde suceden cosas extraordinarias. Incluso tú has colaborado con la revista La Curuja y has podido participar en el Encuentro literario que tengo a bien organizar en el mes de agosto con el apoyo de la Asociación colectivo cultural La Iguiada y el Ayuntamiento de Noceda del Bierzo. Así que seguiremos dándonos aliento en las iniciativas que ambos emprendamos. 


Contaba el gran fabulador César Gavela de ti que casi no hace falta decir tu apellido porque Xuasús es suficiente, «Xuasús es leonés. Comprometido con el idioma lleunés… Xuasús… es un leonesista de fondo, de naturalidad y lucha cultural», añade el autor de El puente de hierro, esa novela ambienta en una Ponferrada brumosa, dedicada a la memoria de sus padres. La verdad es que ese nombre ya te identifica. Y te ha permitido dar a conocer la cultura y la identidad de nuestra provincia de León porque también has sido pregonero de la Semana Santa en diversas poblaciones, entre ellas Mansilla de las Mulas, Olleros de Sabero, Villafranca del Bierzo o la propia ciudad de León (declarada de Interés Turístico Internacional). No en vano, eres el coordinador del suplemento La Nueva Crónica Cofrade.

Ojalá abundaran las personas como tú en nuestra provincia.

 

sábado, 21 de septiembre de 2024

Viaje al fin del mundo

Finisterre
Ahora, que ha transcurrido algún tiempo, me apetece darle vida a través de las palabras y las imágenes a mi viaje de finales del pasado mes de agosto, que se me hizo extraordinario, un viaje al Finis Terrae o extremo del mundo conocido hasta entonces, porque es un lugar mágico, con el brillo azulado de un mar de leyenda.

"Un lugar en que las tribus celtas erigieron el Ara Solis o Altar del Sol. Allí donde termina el mundo conocido y puede contemplarse el enigma del mar inmenso e incógnito", señala Pérez Reverte en un reciente artículo. Para quien también es uno de sus lugares favoritos, un sitio indomable, preñado de Historia: "un mito que desde hace miles de años fascina la imaginación de los seres humanos". 

Finis Terrae

Cuenta el periodista y escritor que, cada vez que se asoma al acantilado del monte Facho, piensa que allí termina realmente el Camino de Santiago. "En realidad Finisterre no es el extremo real, la punta más occidental de Europa -aclara Pérez Reverte-. Los antiguos geógrafos tardaron algún tiempo en establecer que ese lugar lo ocupa el cabo Roca, en Portugal, que penetra casi nueve millas más allá en el océano". 

Sea como fuere, Finisterre (con su bello y sugerente nombre) eriza los vellos del alma con los innumerables barcos que durante siglos se perdieron en sus rocas (de ahí que la hayan nombrado la Costa da Morte) y los muchos visitantes que han contemplado “sobrecogidos cómo el sol poniente, con una llamarada que parecía incendiar las aguas, se hundía en el mar camino de las siniestras


Regiones Oscuras, pobladas de tinieblas y monstruos marinos".

Finisterre, un lugar mágico y único en el mundo

Hay lugares mágicos, únicos en el mundo, y Finisterre, "donde la tierra acaba y la mar, que no acaba jamás, comienza a herir y a enamorar”, como dijera el Nobel Cela, es uno de ellos. Por más veces que se visite (lo he podido visitar en varias ocasiones, y aparece además en El verde aroma del Noroeste), uno seguirá sintiendo la admiración de la primera vez. Es como cuando se ve una película sobrecogedora muchas veces (eso ocurre por ejemplo con el cine de Hitchcock), y siempre que vuelves a verla te produce esa conmoción. Estoy pensando en Psicosis o en Vértigo... Y en tantas otras películas, que no sólo filmara el mago del suspense, porque existen otros magos y otras magas (ahora me viene a la mente la Maga de Rayuela, la monumental novela de Cortázar). Y esto ocurre con Finisterre. Sigo sintiendo una emoción intensa en este entorno simbólico y fascinante a la vez. Además, esta vez he podido asistir, a través de la bota del peregrino, al espectáculo del solpor, que así se le dice en gallego a la puesta de sol, al que asisten otros muchos visitantes, porque tanto la salida del sol como su ocaso son espectáculos grandiosos que nos ofrece la madre Naturaleza en este rincón de la Tierra.

Playa Mar de Fóra


Y sólo por estos instantes de eternidad ya merece la pena (la alegría) la vida. En este viaje también he disfrutado de la playa de Mar de Fóra, contemplando, en éxtasis, un arenal salvaje que mira a poniente, al océano abierto, con sus olas grandiosas. Una recomendación de Isabel, la chica del alojamiento, a la que le agradezco su hospitalidad, su agarimo. En todo caso, ahora recuerdo que estuve por primera vez en la playa Mar de Fóra hace unos quince años.

Es maravilloso cuando uno encuentra gente afín, que está en la misma onda, que siente y respira de igual o parecida manera, porque, aparte del paisaje, que procura vibraciones, es muy importante el paisanaje con el que uno se encuentra.

Por su parte, el faro del fin del mundo, que es todo un personaje en escena, sigue iluminando la senda de los vivos y de los muertos en su peregrinación hacia un más allá ensoñado. Mientras, los vivos que somos y los muertos que seremos, procuramos disfrutar de cada momento como si fuera el último. Carpe diem.


Cascada de Ézaro, única en Europa

En este viaje de finales de agosto gocé de buena temperatura ambiental y pude visitar, por primera vez, la cascada de Ézaro. Y eso me entusiasmó porque fue todo un descubrimiento. 


He de reconocer que me gustan las cascadas. No en vano, nací en la tierra de la cascada de La Gualta (o Agualta, de agua alta). Y en el Bierzo también está El Gualtón (en Carracedo de Compludo), entre otras, que también he tenido el gusto de visitar.

Respecto a Ézaro, con su fervenza -donde parece hervir el agua, es un decir-, me traslada de un modo inevitable a mi útero de Gistredo. Y también a las cascadas del valle del Ourika (Urika) marroquí. Un paisaje memorable.

Se dice que la cascada de Ézaro -a unos veinte kilómetros de Finis Terrae- es peculiar en Europa, porque es la única de todo nuestro continente que desemboca en el mar. Resulta espectacular verla y escuchar el sonido del agua cayendo sobre una pared de unos cien metros de altura en un entorno realmente bello, como toda la Costa da Morte. 

La morte y la vida como cara y cruz de una misma realidad.

 La bella estampa de Corcubión

Ría de Corcubión

Apenas a doce kilómetros del legendario Finis Terrae se halla, también en la Costa da Morte (aunque haya quienes digan que no forma parte de la Costa da Morte), la villa marinera de Corcubión, de bella estampa arquitectónica, con sus casas de indianos, sus casas solariegas, sus pazos y sus calles empedradas. No en vano su casco antiguo está declarado conjunto histórico artístico. 

Playa de Quenxe

Corcubión (ensenada curviforme) se abre como un sueño en semicírculo frente a la ría (la más septentrional de las Rías Baixas), seduciendo al viajero, que se siente en la gloria. 

Me atrevería a decir que de la ría de Corcubión brotan los sueños, esos con los que tejemos nuestras vidas.

Una caminata por el paseo marítimo, con vistas a la ría, y la playa de Quenxe, de arena blanca y aguas transparentes, colman de placer al visitante.

viernes, 20 de septiembre de 2024

La belleza de un paisaje primigenio: Peñalba de Santiago

 


Desde el mirador del Alto de la Cruz, a más de mil metros de altitud, el viajero puede contemplar el mundo, la belleza de un paisaje primigenio, agreste, a través de la puerta de Peñalba de Santiago.

Los montes Aquilianos y los montes de Valdueza y al fondo Peñalba en el valle del Oza, la tierra de San Genadio (benedictino, fundador de varios monasterios) y el arte mozárabe, un edén de casas de piedra, con corredores en voladizo y tejados de pizarra, y callejuelas empedradas donde el tiempo parece haberse detenido, tal vez en época medieval, un espacio idílico con aroma de Tebaida (en referencia al Antiguo Egipto), considerado uno de los pueblos más bonitos de España. En el corazón eremítico de la singular comarca del Bierzo.


«Ninguno mejor puede competir con la Tebayda y con los más Santos Desiertos de Palestina. La multitud de sus Santuarios».

Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, latido universal

 Colinas del Campo de Martín Moro Toledano sigue resonando como un latido universal, con la solera ancestral de un tiempo amoroso.

Colinas, como se le conoce a esta aldea en la zona, me lleva de la mano por entre un bosque de seres mitológicos hacia un Bierzo alto y remoto donde los osos también danzan a ritmo de flauta y tamboril en una farra interminable.

Colinas es un espacio familiar, un sitio legendario, literario, donde uno encuentra su temperatura emocional y la inspiración para dejarse fluir río abajo por el Boeza, que nace en el campo de Santiago, escenario fílmico, lugar para soñar y fabular.

Colinas es como un cuento de seres dichosos, que uno lee encantado mientras descifra los arcanos de la condición humana.

Colinas es el pueblo donde vive Camino con sus perros y también Luis y su hermana Mari Cruz, quienes fueran alumnos de la maestra y paisana Venancia (Nanci), que ahora anda paseando por Albania y me cuenta, a través del WhatsApp, que el abuelo de estos chicos (estupendos, según ella, eso me parecieron), un tal Anastasio, fue pastor en la Patagonia y hacía unos corderos asados al espeto... Imagino que de chuparse hasta los dedos de las manos.


Vuelvo a Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, que tal vez sea el nombre más largo de un pueblo en España, en esta época aún estival, y me sigue fascinando con su belleza natural y sus casas de éste y también de otro tiempo.

sábado, 14 de septiembre de 2024

La ciudad de cristal, una de las más hermosas de España

 Hacía ya días que no me asomaba a este blog, y lo hago ahora para rememorar mi viaje de principios de agosto a una de mis ciudades preferidas. Hasta creo que podría ser una de las más hermosas de España, lo cual es mucho decir, porque sobre gustos hay mucho escrito, incluso tratados de estética, de modo que esto que digo es una impresión absolutamente subjetiva, claro está.

Una buena amiga, Raque, me dijo en su momento que quizá es San Sebastián la ciudad más guapa de nuestro país de paisitos, y le respondí que Coruña, A Coruña, le gana por goleada. Qué atrevido soy. Será porque estoy pensando en el estadio de Riazor. Sólo por Riazor, Orzán y la zona de la torre de Hércules, con el faro, la caracola y los menhires, Coruña, que es una península en sí misma, ya tendría y tiene la belleza suficiente para subyugar a cualquier visitante.


Me fascina la ciudad del faro milenario, la ciudad de cristal, como se le dice también por sus galerías acristaladas. En todo caso, estoy muy a gusto en esta tierra, que siento como propia, como hermana, y es que algo gallego sí soy o lo parezco, incluso en mi acento. Tal vez podría pasar por coruñés. Eso me llegó a decir también una persona hace años.

Ya lo he contado en más de una ocasión, en el mes de agosto Coruña se convierte en un gran escenario musical, en una fiesta continua. Coruña es por tanto una fiesta, como también dijera Hemingway de París. Así que la danza está asegurada. Hay conciertos, encima gratis, por doquier, en diversos lugares, entre otros, en la plaza de María Pita, el parque de Santa Margarita o en la playa de Riazor, lo cual es todo un lujo. Y, como en anteriores ocasiones, me he alojado al lado de Riazor, otra maravilla. Tengo la grata impresión de estar en casa en el alojamiento que regentan Fina y Antonio.

Ayuntamiento y plaza de María Pita

Entre los varios conciertos, a los que pude asistir, me gustaría destacar al grupo Los Planetas. Y es que quizá me he vuelto indie, indie rockero. En realidad, cuando era adolescente escuchaba a grupos como Deep Purple, Led Zeppelin, ACDC... Y por supuesto el rock sinfónico de mi preferido, Pink Floyd (sigo escuchando su música como si fuera la primera vez, con escalofríos en el alma).

Respecto a Los Planetas, hace años que los vi en concierto -creo que también en Riazor- y me enganchó ese sonido suyo cañero y a la vez hipnótico. Por cierto, Los Planetas y Lagartija Nick le hicieron un homenaje al gran Enrique Morente, y eso me entusiasma.
Los Planetas, que son granadinos, en la ciudad herculina.
Granada y Coruña, dos ciudades que me encantan, religadas por la música.
Obelisco
Norte (el faro y el obelisco) y sur (la Alhambra y el Sacromonte) unidas a través de un arte sublime que toca directamente las entrañas.
Seguiré disfrutando de la música, de la belleza luminosa (valga la redundancia).
Cabe señalar que si Coruña está hermanada por la música con Granada, como he dicho a propósito de la actuación del grupo de indie rock Los Planetas en María Pita, también la ciudad del faro (el más antiguo del mundo) está hermanada con Málaga gracias al genio Picasso, que vivió en esta capital gallega siendo un rapacín, de los nueve a los trece años, desde 1891 a 1895, años importantes, donde comenzó a dibujar. Con lo cual en Coruña se halla la casa museo del creador del Guernica, que visitara hace años. Y que volví a visitar con gran satisfacción en un día gris y lluvioso de este pasado agosto en Coruña, cuyo clima suele ser de lo más agradable, habida cuenta de las calorinas y sofoquinas que la gente vive en verano sobre todo en el centro y el sur de España. Creo que el clima de Coruña, siempre con su brisa marina y una temperatura de veintipocos grados, es otro de los alicientes para disfrutar de esta urbe gallega.

Casa museo Picasso

Decía que el niño Picasso se trasladó con su familia a Coruña porque su padre impartía clases en la Escuela de Bellas Artes (en la actualidad, instituto da Guarda, en la céntrica plaza de Pontevedra). Y fue en esta misma escuela donde el joven Picasso perfeccionó su extraordinaria habilidad como dibujante, iniciándose como pintor y realizando su primera exposición en el número 20 de la céntrica e histórica Rúa Real. También en Coruña vivió su primer amor y sufrió la muerte de su hermana pequeña Conchita, un suceso que marcó su vida para siempre.

Cabe recordar que su hermana pequeña está enterrada en el cementerio de San Amaro. De lo que daré cuenta luego.
Para quienes sientan curiosidad por el artista Picasso en Coruña, les sugiero que se acerquen al edificio (segunda planta) situado en la calle Payo Gómez, 14, próxima a la plaza de Pontevedra, donde residió a finales del XIX. Aquí se encuentran muebles y objetos originales, incluso reproducciones de su obra coruñesa y de un grabado original suyo. Una visita estupenda y recomendable para los seguidores de este gran artista del siglo XX.

Como ya adelanté, Conchita, la hermana pequeña de Picasso está enterrada en el cementerio de San Amaro, en una zona ajardinada para infantes, aunque nadie sabe a ciencia cierta dónde se halla.
Era la primera vez que visitaba este cementerio coruñés.

Siempre hay una primera vez, aunque haya estado tantas veces en esta ciudad del faro. En este camposanto se encuentran varios ilustres e ilustrados gallegos, entre otros muchos difuntos, como Manuel Murguía, el esposo de Rosalía de Castro, o bien el escritor Fernández Flórez, que tanto fantaseó con la santa compaña. Con Fiz de Cotovelo. Excelente su libro El bosque animado, del que hay una película magnífica del siempre genial director Cuerda.
Aparte del cementerio, existe el club de San Amaro y la playa del mismo nombre.
En la tradición gallega, San Amaro se asocia al más allá. Por eso el más allá, en el más acá, del camposanto.
Se dice que Amaro fue un abad y navegante que, según la tradición, realizó un viaje por mar hasta el Paraíso Terrenal, en el que, atravesando el océano, protagonizó con sus compañeros de viaje innumerables aventuras. Pues qué prosiga la aventura. El viaje. La vida en este más acá terrenal, que sin duda procura estimulantes experiencias. Dicho lo cual, continúo recordando mis días felices en Coruña bajo el influjo de la música, que es un excelente nutriente espiritual.
San Amaro

Noches locas con la música

Aparte de Los Planetas, tuve la ocasión de asistir a una noche loca con la música, la de grupos como Los toreros muertos, liderados por el hombre espectáculo Pablo Carbonell; Amistades peligrosas (el gallego Alberto Comesaña y la astur Cristina del Valle, que sorprendieron con su puesta en escena, aún recuerdo a Comesaña en su etapa con Semen Up en el castillo de Ponferrada); Modestia Aparte, que interpretaron La chica de ayer; OBK (a quienes también vi en concierto en Madrid, en Sol, en el mes de mayo de este mismo año) o el grupo liderado por Bunbury, sin Bunbury (Hechizo) que le hizo un homenaje a Héroes del silencio, y algunos más como Un pingüino en mi ascensor.

La música en concierto, sea del tipo que sea, me late extraordinaria. Y en el parque anfiteatro de Santa Margarita también tuve la ocasión de disfrutar de la música de Caamaño & Ameixeiras conformado por el dúo gallego Sabela Caamaño (al acordeón) y Antía Ameixeiras (a la voz y el violín), que con su lenguaje particular lograron emocionarme. Un auténtica delicia escuchar a estas chicas.  Asimismo, saboreé la música portuguesa caboverdiana de Lura, los ritmos de Malí de Salif Keita, que tiene una banda portentosa, y la divertida puesta en escena de Terrae, con danza contemporánea incluida, además de Chambao (con su flamenco chill, que mezcla sonidos y palos del flamenco con música electrónica chill out y otras influencias) o Bcuc (un grupo procedente del Soweto de Johannesburgo, que atrae con sus sonidos tradicionales sudafricanos mezclados con el funk o el soul, incluso con el rock o el hip hop).
A Salif Keita, ya se le nota mayor, lo vi en concierto hace unos treinta años -me lo recuerda el amigo Jose- en la playa de La Arena, en Somorrostro (País Vasco, adonde solía ir a menudo porque además de buenos amigos, como los hermanos Arias Nogaledo, vivían dos de mis hermanas mayores allí).
Me encanta la música africana, ese latir universal que está en todos nuestros corazones.
Y en la playa de Riazor asistí a los conciertos de las Fillas de Cassandra, que había podido escuchar en el reciente festival de Ortigueira, y me encantaron.

Un puntazo la letra de su canción: ...Sácate, sácate, sácate, sácate/ Bru-bru-bruxa/ Lus do candil, fío nas mans/ Sombras de orballo tecen no serán/ Donas da morte e do espertar/ Danzan coa existencia de aquí pra-lá... Un grupo que, además de sus melodías tradicionales y letras ingeniosas con influencias del pop, la música electrónica y clásica, ofrecen un espectáculo teatral.
Me sorprendió el coruñés Xoel López, al que había escuchado hacía varios años precisamente en esta playa de Riazor, con su pop y su rock alternativo.

Me encantó. Su canción A serea e o mariñeiro es estupenda.
Por su parte, la banda madrileña Vetusta Morla (Vetusta mola) me cautivó con su potente directo. Una de las mejores bandas actuales del indie rock. Los conciertos en Riazor, a los que pude asistir, se cerraron con la banda inglesa-española de indie rock Crystal Fighters y el grupo de indie y Garage gallego The rapants. nuestro buen rollo Casa museo de María Pita
En esta ocasión, entre mis paseos por la ciudad y visitas a algunos sitios, se me apareció como un milagro, es un decir, la heroína coruñesa María Pita, que da nombre a la plaza del Ayuntamiento, estatua incluida, donde se celebran conciertos varios, al menos en agosto.
Como ya había dicho. Se trata de una plaza bella y animada, con muchos bares y restaurantes, en uno de los cuales se sirven los singulares tequeños, que son una delicia para el paladar.
En esta ocasión pude visitar la casa museo de esta mujer aguerrida que luchó en el siglo XVI contra el corsario inglés Drake. Se trata de un pequeño museo en el casco histórico, que repasa la historia de los siglos XVI y XVII de esta ciudad gallega.
Entre concierto y concierto, caminatas a lo largo y ancho de esta península-ciudad, también tuve tiempo para acercarme a dos sitios singulares, a saber, Caión y a Betanzos.

Caión


Se me antojó una agradable sorpresa la visita de la parroquia -me gusta este término- de Caión, en el concello de A Laracha, a mitad de camino entre A Coruña y Malpica. En la Costa da Morte.
Caión es un sitio singular, una minúscula península, una aldea marinera que en tiempos llegó a ser harto importante.
Con una hermosa playa en la que uno puede perderse a gusto, un largo arenal de fina arena blanca.
"Fue uno de los grandes puertos balleneros de la costa Atlántica, junto con Malpica", me dijo el periodista y escritor Manuel Félix, que es un viajero intrépido al final de los mundos.
Caión es conocida también entre los surfistas por sus estupendas olas y sus aguas azul turquesa. Un lugar paradisíaco, "el último paraíso de la Costa da Morte", me susurró una meiga.

Betanzos

Esta es la segunda vez que visito Betanzos, en las Rías Altas, asentada sobre una colina, para protegerla otrora de posibles ataques, con dos ríos que se unen en la ciudad formando la ría.
Betanzos es conocida no sólo por su rica historia, que se remonta a la época del Imperio romano (Brigantium), y su arquitectura gótica, sus murallas y sus puertas de acceso, sino por su afamada tortilla de patata, que la sirven como un manjar de textura jugosa (muy poco hecha, o sea), que también lo es.
Vaya esta visita por la tortilla y sobre todo por Antonio Doldán, originario de esta villa y responsable en otros tiempos de un hostal en Madrid adonde solía alojarme siempre que visitaba la capital.

He de confesar que sentía aquella casa como familiar porque Antonio y su mujer María eran seres extraordinarios. Quizá aún vivan. Ojalá. A Antonio hará unos tres años que llegué a verlo en el portal de su edificio, ya algo achacoso, porque le había dado un infarto. Nos saludamos con cariño.

Mapa de los afectos

Después de varios días en tierras gallegas llega la hora de despedirse, a sabiendas de que en algún momento, no tardando, regresaré a este mapa de los afectos, en cuyo mar, que es a la vez universal, hay algo especial, una energía única, misteriosa, insondable. Siento la fuerza de sus olas y esa brisa que me invita a volar.

Hay algo especial en la pureza de este cielo, que es a vez universal, haciéndome temblar.
Aquí y ahora, mientras me dejo arrullar por sus sones, contemplo el horizonte como un sueño, que me hace levitar. En busca de algo trascendente. De una belleza sagrada. De un mundo amable.
Hay algo especial, sí, en esta tierra de meigas, en este útero marino, del que brotan los deseos, que me permiten seguir en el camino, como quien redescubriera el mundo con el asombro de alguien enamorado de la belleza y la luz. De todo aquello que procura saludables vibraciones.
Hay una energía especial en este mar y en este cielo que me hacen creer por instantes en un estado de felicidad. Siempre breve e intensa como la propia vida. Siempre única e irrepetible. Acaso espiritual.
Aquí, sentado a la orilla del mar, la caracola marina se alza como un tesoro del océano, un canto del tiempo presente, donde las olas susurran secretos de historias, de tempestades y de días luminosos.
Cada ola nos habla de nuestras vidas, de nuestro amanecer y nuestro oscurecer.

El mar y el cielo se fusionan en un universo curvado, donde la caracola se erige en diosa, símbolo de sosiego, un
hogar reconfortante para los sueños que vienen y van, como las marolas que acarician con sentimiento.
En tu corporeidad encuentro, ¡concha marina!, inspiración para sentirme en conexión directa con el mar, la tierra y el alma.
En tu belleza encuentro un canto eterno, que siempre permanece, un mundo ancestral y sagrado.
Aquí, en la orilla del mar, siento tu canto del tiempo presente y pasado.

Hasta la próxima visita.