jueves, 15 de septiembre de 2011

Cristín versus Grecia

En mi afán por recordar viejos tiempos  salamanqueses, prosigo rescatando del arcón algunos textos, como éste, que publicara en el Diario de León allá por el mes de septiembre de 1999, y que ahora hago aparecer, algo retocado, en este espacio bloguero. Un artículo que quizá tenga actualidad, pasados tantos años, porque también figura la Grecia arruinada y la fiesta del Cristo (y el Cristín) en Bembibre, donde curiosamente vuelven a actuar Los Suaves, a quienes dicho sea de paso vi/escuché en concierto el pasado mes de agosto en la playa Riazor de A Coruña, con un directo muy potente, aunque el cantante ya delire un tantito. Quizá merezca la pena ver de nuevo a este mítico grupo del rock gallego en la villa del Benevívere el próximo viernes. Sin más dilación, paso a rememorar aquel Cristín en Salamanca. 

                                 Los Suaves en Coruña

La Encina (hablo cómo no de la fiesta ponferradina) se fue. Pero qué superguay, aún cuenyas/cuentas con tu carnalita. Y como eres descreído y enredador (no lo digas muy alto, no vaya a ser que te entrullen), antes que mocho persignado o beatón de sacristía, no te entristece que se haya ido. Ni te entró gorrión, ni siquiera se te cayó una lagrimina porque se te fuera la Patroncita del Bierzo, la Morenica. Ya volverá, cual radiante y apasionada golondrina, si ha de volver... Como eres disidente (qué es eso), no te enceraste el oído con Juan Petardo Pardo, ni te diste cita con el guajerío, adolescencia rapada y pija (fresita nomás), que se traen entre las piernas las rapazonas de Ella baila sola. Te hubiera gustado, empero, bailar con Ella, con la Otra o con ambas a la vez. Qué acaparador. 

Lástima que no se te hiciera el baile "arrejuntadito", la danza macabra a tres bandas, el menage à trois, que pronuncian los franchutes con su boca de ternera ávida de nutrientes. En cuanto a los Suaves y el II Festival Bierzo rock (este mismo año también se festeja el Bembirock el próximo sábado) se te pasaron de rosca... esto es de día y de hora. ¿En qué andarías pensando so cabeza de alcornoquín?  

Ante tal panorama (la orquesta Panorama estará tocándola hoy hasta altas horas en la Plaza Santa Bárbara bembibrense) preferiste largarte a Salamanca, a ejercer quizá de charro, como mejicano que montara a su jaca en una charreada o jaripeo, que dicen los gueyes mexicas, ay, mis cuates nomás.  

Salamanca, quien te ha visto y quien te ve, es noble ciudad poblada por pícaros y estudiantines y estudiantinas que gustaste, siendo tú licenciado o lisensiado Cabra... Domine, de la apacibilidad de su vivienda.

Te fuiste, pues, a la ciudad charra a adorar a Elefthería Arvanitaki, tú, que no crees en pamplinas aunque sí en diosas y en doncellas. 
La música de esta griega hizo que te sintieras El coloso de Marusi, casi ná, en compañía del señor Henry Miller, los hermanos Durrell, Lawrence y Gerald, y Christina Hristodoulaki, tu musa de transpiración (esta narración queda para otro momento).

Elefthería actuaba en la Plaza Mayor, transformada para la ocasión en ágora, Acrópolis y Teatro de Dionisos. Elefthería, que en castellano significa libertad, generosidad, incluso desenfreno, te hipnotizó con la belleza de su música, con su propia belleza/verdad exterior (y su verdad/belleza interna). Vestida como una sirenita elegante y guapetona, te trasladó a Grecia, ahora resquebrajada. No obstante, este país tocado por la luz mediterránea continúa siendo un recinto sagrado... 


Entonces, recuerdas que una vez, incluso en dos ocasiones, estuviste en Grecia: en Kérkira (Corfú), en Atenas, en la estación de Levadeia esperando un tren fastasma, después de haber visitado la ciudad de Delfos. Una odisea Inter-Raíl que jamás olvidarás. Con tanto vaivén y traqueteo se te fue el Santo Ecce Homo al cielo, y el Cristo (y aun el Cristín) a sus tentaciones (las últimas, tal como nos muestra Scorsese). ¡La última no, por dios! 



Ahora regresas a la realidad y das cuenta de lo sucedido. Sólo tuviste que agarrar (coger no se dice) la Escalera al cielo (Stairway to heaven) de los Led Zeppelin, que es como montarse en el coche de línea, y te fuiste estoupando metralla y fuegos artificiales al Cristín. Este año los fuegos de artificio estuvieron lindos, con el santuario del Santo Ecce Homo envuelto en llamas, ficticias, claro está. Qué chuli... Te fuiste, cual niño, a hacer cabriolas con los gigantes (gilantes, decía este ñajín) y cabezudos, a montarte en los caballitos, como cuando tu padre te llevaba de la mano (qué entrañable). Y te dejaste mecer en noche de sones célticos, en medio de un aquelarre de meigas y chivos. Y quemaste diantres o demois a ritmo de Abraxas, Aira da Pedra (el grupo, no la aldeíca ancaresa) -que tocaron una de la Penguin Cafe Orchestra. Y bailaste como poseído al son de Cristina Pato, cuá-cuá-bomboncito, que toca la gaita como ángela o bruxina. A vuestro antojín. 

El próximo Cristo (y Cristín) que lo amenicen Camerata Meiga, Luar na Lubre y los dublineses Kila. Hasta la siguiente.  




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