Esta tarde de jueves 14 tendremos la proyección y análisis de la película Suite Habana, en el campus de Ponferrada a las 16 horas.
Suite Habana (Fernando Pérez, 2003) es una de las películas más significativas de la cinematografía cubana contemporánea.
Un ejercicio formal y estéticamente audaz, entre el documental y la ficción, con ausencia de diálogos y una importante banda sonora, tanto en los sonidos de la ciudad de La Habana, que provienen de las calles, las casas o los televisores... como en la música compuesta por Edesio Alejandro y Ernesto Cisneros.
Una banda sonora que pareciera estar influida por las extraordinarias partituras musicales que el compositor Philip Glass compone para los documentales Koyaanisqatsi (1982) y Powaqqatsi (1988), cuyas imágenes, hipnóticas, producen en el espectador un choque visual y emocional.
En este sentido, Suite Habana es una película tan musical como silenciosa, tan coral como unitaria, que nos propone la construcción de la "cubanidad" de un modo novedoso, desde el silencio, desde lo introspectivo, en una línea que la emparenta, por ejemplo, con Memorias del subdesarrollo de Gutiérrez Alea (1968), pero también con la obra anterior y posterior del propio Fernando Pérez, con películas como Madagascar (1994), La vida es silbar (1998), Madrigal (2006) y La pared de las palabras (2014).
Según el propio director -al que pude conocer en la Mostra de cine de Lleida de hace años-, Suite Habana reflexiona sobre el ser humano -la Humanidad-, su cotidianeidad, su perseverancia, sus sueños. Y lo hace sólo a través de imágenes y sonidos. De este modo, Fernando Pérez consigue que los espectadores nos identifiquemos de un modo emocional con los personajes: un joven bailarín, un niño con síndrome de Down, una viejecita vendedora de maní...
Deudora asimismo de películas como Berlín, sinfonía de una ciudad (1927), en Suite Habana los personajes -que son reales y por tanto se representan a sí mismos, con su manera de vivir, su lucha cotidiana, sus anhelos, también con sus decepciones-, no hablan, mostrándose a través de sus comportamientos, de sus acciones.Tampoco en esta película documental hay situaciones narrativas convencionales, sino que asistimos a una narración de lo cotidiano como si la cámara estuviera registrando la genuina realidad, aunque el punto de vista, la elección de planos y el montaje de los mismos, incluida la banda sonora, nos indican que estamos ante una puesta en escena especialmente trabajada, con elementos del lenguaje de ficción sin llegar, creo, a traicionar la realidad.
En Suite Habana asistimos como espectadores a ese día intenso en una capital única, llena de contrastes, desde que amanece hasta que anochece, con el agua como elemento esencial desbordando el mar e inundando el mítico Malecón, o bien la lluvia que cae sobre los edificios derruidos, ya que gran parte de la capital cubana sufre un gran deterioro.
Universidad de La Habana |
Vemos a los personajes con sus rutinas, obligaciones, escuela, trabajo, compras... Y durante la noche con sus sueños, sus momentos de realización personal (están quienes bailan, quienes tocan instrumentos musicales, quienes pintan, quienes aprovechan para pasar tiempo con sus familias), y un epílogo en el que conocemos un poco más de cada uno de ellos, incluso sus sueños a través de breves comentarios gráficos.
Con el cineasta cubano Fernando Pérez |
Resulta característico a la vez que atrevido el empleo de primeros planos y planos detalle, que nos muestran a los personajes con tanta cercanía que nos meten de lleno en las arrugas de sus rostros, las marcas en su piel, las líneas de sus manos... como parte de sus acciones cotidianas (vemos por ejemplo una mano que corta una cebolla, dedos que separan granos de arroz..., el vapor que se escapa de una cafetera, o la presencia de John Lennon, el cual cuenta con una estatua a tamaño natural en un parque situado en el barrio del Vedado).
Como dije al inicio, Fernando Pérez apuesta por hacer cine en estado puro, con el ritmo propio de lo cotidiano, mostrando también las cosas pequeñas, que consiguen por lo demás mantenernos enganchados como espectadores porque nos invitan a reflexionar acerca de nuestras propias vidas, de nuestro tiempo presente.
Una obra esencial, en mi opinión, para entender la ciudad de La Habana.
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