Sabios Paisajes, cuyo subtítulo es Naturaleza y cultura campesina del Bierzo a través de sus estaciones, me ha cautivado desde el principio hasta el final.
Se me antoja un libro bellísimo, esa es la palabra, creo, visualmente muy atractivo gracias a sus imágenes, sus "santos", como se decía antaño en mi pueblo. Y es que los "santos y santas" que ilustran esta obra corresponden, en su mayoría, a Isidro Canóniga, que es un excelente fotógrafo de paisajes, también humanos, porque también figuran imágenes de otras personas. De estos paisajes, sabios, que nos hacen amar la comarca del Bierzo, tan singular y mágica, sobre todo para quienes hemos nacido y crecido en la misma, para quienes en definitiva hemos aprendido a leer a través de sus paisajes y también de su paisanaje, porque este libro, ya desde las primeras líneas, nos alerta de que: "Aquella Naturaleza que siempre nos gustó era ciertamente más Cultura que Naturaleza. Aquellos paisajes que tanto hemos apreciado no eran en realidad paisajes sino paisanajes. Los árboles y los bosques que tanto amamos son también fruto del ancestral uso humano". Somos nosotros, en verdad, quienes modelamos la Naturaleza, los paisajes de nuestra memoria, con nuestra forma de ser y hacer. Y los paisajes del Bierzo, nuestros paisajes, "fueron creados y tutelados a partir de un inmenso elenco de conocimientos y prácticas concebidas a partir de la adaptación al entorno local y compartidos en comunidad", como bien resalta uno de sus autores, Alfonso Fernández-Manso, que me obsequió con este libro hace unos meses, lo cual le agradezco porque lo he disfrutado mucho. Y por supuesto me ha ayudado a conocer más y mejor nuestro entorno, nuestra biodiversidad, nuestra riqueza patrimonial.
Valle del silencio-Isidro Canóniga |
Es el profesor universitario y escritor Alfonso Fernández-Manso, junto con otros autores como Toño Nespral y Carlos Martínez, entre algunos más, uno de los artífices de este libro que no sólo es atractivo en lo visual, como decía, sino en otros sentidos, nunca mejor dicho, como el olfativo, el gustativo, y también el táctil y auditivo. Estamos, pues, ante una gran belleza comestible.
A través de la Asociación A Morteira, que trabaja en el estudio, conservación y divulgación de la biodiversidad, Alfonso, Toño y Carlos se erigen en los editores de esta obra imprescindible, que nos adentra por la puerta grande a través de las cuatro estaciones del año -la estructura del mismo-, en nuestras tradiciones, costumbres, nuestros preciados productos como el vino, las castañas o las cerezas... “Imprescindible, no solo para los que habitamos la comarca berciana, sino para todo aquel amante de las tradiciones y los paisajes naturales, con textos de una pléyade de autores, amantes y profundamente conocedores de nuestra comarca”.
Lago Cheiroso-Isidro Canóniga |
Este gran libro, en todos los sentidos, pretende, como ya se ha señalado, dar testimonio de toda esta inmensa cultura campesina y sus valores, pero también aspira a ir más allá analizando lo que fue (con una economía moral que sirvió para mantener vivas las aldeas con la búsqueda del bienestar colectivo mediante el concejo abierto) y lo que es en la actualidad el Bierzo. Con la esperanza de que se puedan emprender nuevos caminos verdes, sostenibles, para esta comarca que, a día de hoy, no luce su mejor rostro debido al abandono en que ha caído, tanto por parte de unos como de otras. Y encima con la implantación abusiva de complejos de aerogeneradores en lugares que hace tiempo hubieran debido preservarse como santuarios naturales, como reservas de la biosfera.
Almendros-Isidro Canóniga |
La idea básica es que el ser humano se integre en su entorno, logrando de este modo equilibrio, armonía.
A través de las estaciones podemos disfrutar en todo su esplendor del esa cuna llamada Bierzo, cual si estuviéramos rítmicamente mecidos como bebés mientras escuchamos una nana, porque en esta comarca leonesa aún podemos degustar las cuatro estaciones, a saber, la primavera de sinfonías afrutadas de almendros, cerezos y moreras, pintada por urces y savias; el verano de las mil celebraciones y romerías, una estación de calechos y de siega, de huerta, centeno y pozas ribereñas, con el terebinto o cornicabra, la encina o xardón (emblemático el Peruchín hasta su derrumbe en 2019), los zofrerales o alcornocales (como el de Cobrana), los bosques de ribera (sauces o salgueiros, alisos o humeiros...), sebes, negrillos característicos (en el Acebo, Borrenes, Cacabelos, Columbrianos, Ferradillo, Narayola...) y las brañas; el otoño, que es tiempo de plenitud y humedad, de braseros y brumas, de migraciones, de sanmartinos, el otoño como síntesis de todas las estaciones, con el castaño, que es un tótem, los magostos, las setas, el asado de pimientos, los robles y nogales y la cultura de la vid y el vino (Denominación de Origen); y por último el invierno de nieve (la memoria de la nieve, según Julio Llamazares, en La Guiana, la Sierra de Gistredo...) y lareira, al calor de la lumbre, con los filandones. el ramo de Navidad, el Carnaval o entroido (los maranfallos de Burbia...), "ese invierno de lunas anchas y pequeños días", según el poeta Ángel González, una estación de tejos (como el milenario de San Cristóbal de Valdueza) y hayedos (como el Faxeiral de Busmayor, donde se celebra un encuentro literario). "Un tiempo estacional en el que anclar y encajar la sucesión de tareas agrarias y ganaderas, en la que marcar ritos y celebraciones".
Bodega del Niño-Isidro Canóniga |
Este libro contiene, asimismo, espacios dedicados a la fauna en el paisaje agrario tradicional, con urogallos, osos y el lobo como un superviviente nato, entre otros animales.... el ciclo del pan y sus paisajes, los hórreos, los molinos (consustanciales a casi todas las localidades del Bierzo), los hornos comunales... las fuentes y lavaderos públicos, las ferrerías y fraguas (la Herrería de Compludo, la fragua de Furil en Noceda -aunque no aparezca en el libro-...), los pueblos abandonados o semiabandonados, los palomares, como también me recuerda la amiga Irma Basarte, aldeas como Labaniego y ecoaldeas como Matavenero; las cantinas y bodegones (La cantina de Teixeira o La bodega del Niño en Cacabelos, por ejemplo).
Con un glosario y referencias bibliográficas se da fin a esta obra en la que han colaborado varios autores y autoras: Ignacio Abella, Fernando Arias, Roberto Arias, Marisa Cela, Toño Criado, Dolores Fernández, Carlos Fernández, Xavier García, Félix J. González, Raquel González, Carlos Martínez, Bernabé Moya, Ana I. Nespral, Toño Nespral, Roberto Núñez, José A. Rodríguez, Héctor M. Silveiro, Luz Valbuena, Miguel A. Vizcay y el propio Alfonso Fernández-Manso.
Aparte de las acuarelas, de Fernando Fueyo, petrografías, de Luis R. Díaz, cartografía, de Óscar y Alfonso Fernández-Manso, y maquetación, de Javier Nespral.
Canedo-Isidro Canóniga |
Mis felicitaciones a todos ellos, a todas ella, por ofrecernos esta maravilla. Y en especial al colega Alfonso Fernández-Manso, ciudadano del mundo, capaz de ver más allá, de comprender una comarca como el Bierzo, cuya labor resulta extraordinaria.
Un Bierzo con gran potencial.
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