Mientras escucho a Manu Chao, cuya música tiene algo que me hipnotiza (sus letras también me resultan reveladoras: la vida es una tómbola), me da por rememorar el fútbol, ahora que estamos viviendo época de Eurocopa. Si bien el fútbol tiene mucho de opio (además, existe mucho tejemaneje en torno al negocio futbolero), se me antoja en verdad entretenido, sobre todo ver partidos internacionales, y por supuesto seguir los pasos de la Roja, que este año, sin ser pitoniso ni futurólogo de medio pelo (que nada creo en estos especímenes), me da la impresión de que puede ganar esta Euro. Creo que lo tiene en todo caso relativamente fácil, pues a Suiza se la meterá en el bote (luego si pierde, que a nadie se le ocurra arrojar mi cuerpo a los leones o a las calderas de Pedro Botero. Queda dicho). No será fácil, claro, pero confiamos en que la Roja se imponga a la selección helvética, que, curiosamente, dejó fuera de la Euro a la poderosa selección gala con los Mbappe, Griezmann o Benzema. Equipo del Noceda de los 70
Me atrevo a decir, acaso desde mi incredulidad, que la selección española de fútbol llegará a semifinales, incluso a la final, y hasta puede que gane la copa, lo que nos daría mucha alegría. Estos rapaces tienen talento, como han demostrado en sus últimos partidos, aunque alguna gente ya quería defenestrarlos hace un tiempecito. Así somos por lo general los españolitos, que un día estamos poniendo una pica en Flandes (por cierto, Países Bajos también nos ha dicho adiós, aunque sigue en pie la Bélgica de Roberto Martínez, otra de las firmes candidatas a coronarse de gloria) y al siguiente estamos descendiendo a los infiernos. Extremistas que somos. Aunque cabe recordar que no conviene generalizar.
El fútbol, que es una pasión infantil, se ha mantenido a lo largo del tiempo, si bien sólo sigo Mundiales, Eurocopas o algunos partidos internacionales, al resto ni caso le hago. El legendario César, originario de Noceda
Y como el fútbol es tal vez un estado de ánimo, como dijera al parecer Valdano, los jugadores españoles, después de las recientes victorias por goleada, deben estar con el ánimo subido a la azotea de las ilusiones, lo que les dará el impulso definitivo para alzarse con los laureles ansiados. Lo veremos el viernes. Qué se vaya preparando Suiza, ese país relojero, de hermosas montañas y románticos lagos, al que fueran a parar muchos emigrantes españoles en los sesenta del pasado siglo.
Confiemos en el buen juego de la Roja y que el azar nos ayude también, porque la casualidad también es determinante en el fútbol.
La vida (y por ende el fútbol) es una tómbola.