Ahora es la profesora y escritora María José Prieto, buena amiga, quien me sacude las entrañas con esta reseña, que para mí es maravillosa. Mil gracias, María José, por todo. Por estar siempre ahí, tan generosa, a ti y a tu marido Julian, que siempre os habéis portado tan bien conmigo.
Esta obra poética y miscelánea del excelente escritor Manuel Cuenya, periodista, literato, dedicado
al cine y a la enseñanza universitaria, es profunda y emotiva por estar
inspirada en sus experiencias, sentimientos e inquietudes en diversos campos, y
ser, sobre todo, algo que le ha emergido del alma, hondamente sentida. Lo que
pretende con ella es encontrarse a sí mismo, buscar un significado a la vida.
Los
demás libros que ha escrito han surgido de su campo de intereses, de lo que le
apasiona. Sus artículos son buenísimos, divertidos, entretenidos y con un alto
nivel de erudición, por la cantidad de datos, muy razonados y vinculados al
tema central que trata.
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María José Prieto y su marido Julián en Noceda |
Particularmente
su poesía nace de esa sensibilidad especial que encierra su alma, y que lo
lleva a plasmar un rico mundo interior en estos bellos versículos y pequeños
ensayos en prosa poética, alternados en
el libro, que encierran maduras consideraciones referidas a estos
dos géneros literarios, sobre lo que
piensa, siente y cree , todas ellas en una línea existencialista y de búsqueda
de la esencia del ser humano, con una variada gama de connotaciones expresivas, de acuerdo con el
tono de los contenidos. En ellos hace alusión a autores, lo cual corrobora su
amplia formación intelectual.
Como
seres contingentes que somos, continuamente nos estamos haciendo preguntas,
puesto que para nosotros vivir es como transitar por una habitación oscura,
solo iluminada parcialmente, cuya relación entre los diferentes tramos de la
misma permanece inconexa.
El
proceso del paso del tiempo es una realidad que
nos condiciona, nos limita y nos provoca angustia, hasta encontrar la
auténtica razón de nuestra existencia en el mundo. Este es uno de los temas muy
manidos en su obra.
Como el
arte de la expresión creativa nos sitúa por encima de la realidad cotidiana,
muchas veces falsa, incoherente y absurda, el mundo de las ideas y de la
espiritualidad es el que nos va a traer mayor satisfacción y donde
encontraremos la armonía anímica.
Los
ensayos y poemas aquí incluidos tratan sobre temas filosóficos, bellos y
prácticos: el amor, la muerte, el paso del tiempo, la vida en general. Abundan
en ellos los vocablos abstractos y adjetivos sustantivados en relación íntima con
la temática tratada, en los cuales a través de detalles y de cosas con las que
el autor disfrutó en su niñez, intenta reflejar el paso del tiempo, al igual
que Azorín.
A través
de estas dos modalidades literarias el autor manifiesta que todo lo aprendido
de niño va a conformar su futuro
carácter. A esa Matria desea volver él de nuevo, a la que identifica con una
mujer, valiéndose de personificaciones expresivas.
Observamos en estos pequeños ensayos, semejantes a veces
a cuentos de hadas, donde, el color y la
magia se ponen de manifiesto, cómo a partir de que la tecnología se introdujo
en el mundo rural, todo se estropeó.
Destaca
en ellos la descripción de varios ríos: Balboa, Sil, Selmo, Boeza, et., con
bellas imágenes y metáforas sinestésicas, con connotaciones de belleza serena,
quietud, nostalgia y divina beatitud.
También es de notar
la influencia de los libros de viajes, los cuales impulsan al autor a
transitar por mundos ideales, pues nuestra vida se halla continuamente en
riesgo, y en un momento u otro se podría
disipar la belleza.
A la
muerte, el recuerdo la hace eterna y le quita el fatalismo del momento, y la
lucha y el refugio en los sueños es el remedio para todo. Nos alientan a
alcanzar nuestros objetivos en la vida, y nos desligan de la cruel
realidad, en la cual caemos de vez en
cuando, pero de la que tenemos que emerger a través de nuestras ensoñaciones,
fantasías y mundo espiritual.
Estamos
en un orbe oscuro, pero merece la pena
soñar para salir de él. El tiempo de la guerra también es oscuro, porque es
inútil, no sirve para nada, solo para el odio. A él le ha quedado una huella en
el subconsciente de esta época, aunque no la vivió.
Tratando
esta temática, las metáforas sinestésicas adquieren unas connotaciones
depresivas por sus ecos tristes. Se podría establecer un paralelismo con “Poeta
en Nueva York” de Lorca, pero aquí la expresión sigue una línea más templada que
en los poemas del citado escritor. Sus imágenes
son mucho menos duras.
En
cuanto al amor, mantiene una concepción sublime del mismo. Es un sueño, es
espiritual y corporal a la vez, toca lo sagrado. Nos lleva a los ensueños, a la
fantasía, a la eternidad. Es un dar y recibir recíprocamente. En este sentido
lo comparo con el poeta del 27 Salinas en “La voz a ti debida”.
Es un bálsamo que nos libera de las penalidades del
mundo, nos ayuda a afrontarlas cuando es verdadero, muy comparable en este
aspecto al contenido de algunos poemas de Blas de Otero.
El amor
se vincula a la mirada recíproca entre
los dos amantes, al igual que en las “Rimas” de Bécquer. Lo asocia con la paz,
la calidez, los ratos íntimos, la familia y todo lo entrañable.
Sin
embargo, y aunque en algunos momentos pueda tener su poesía algún parangón en
este punto con la de Neruda, estimo que es mucho más fina y espiritual, más
elevada, y más idealista que la del
citado autor. Se halla muy en la línea de los románticos, aunque no obvia el
componente carnal de esta emoción. Busca ese amor eterno, que es algo que lo
vincula con la trascendencia.
No
podían faltar en sus ensayos y poemas temas como los de la felicidad, la cual
no se puede alcanzar en este mundo, sino a través de los sueños vigiles, de la
fantasía y del arte. Podemos salir de ese ámbito oscuro y sin esperanza. Nos
levantamos. Cuando despertamos en ese entorno cruel y negro, cuando nos damos
cuenta de tantas mentiras que nos han dicho
relacionadas con la Navidad, pues observamos las duras guerras que se
han llevado a cabo y se están llevando en los lugares sagrados, debemos luchar, soñar, construir nuestro futuro mediante sueños. El mundo nos lo forjamos
nosotros mismos para cumplir nuestras metas a partir de la creatividad. Merece
la pena luchar. La vida es caerse y levantarse.
Partiendo de bellas metáforas
sinestésicas, basadas en la asociación de sensaciones que no se corresponden
semánticamente y del entrecruce de lo
concreto con lo abstracto, de bellas imágenes comparativas, de personificaciones, y de frases cortas e
intuitivas, que contienen matices y rasgos de suspense, el autor logra entramar
una obra estética, psicológica, y
filosófica, enriquecedora y útil en todos los sentidos por las enseñanzas que
se desprenden de ella.