lunes, 6 de febrero de 2012

Sidonie

Sidonie en La Vaca
Esta es la segunda vez que veo/escucho en directo a los muchachos de Sidonie, una de las mejores bandas, al menos en su estilo, de los últimos tiempos del panorama español, porque sobre gustos y estilos hay mucho escrito, incluso múltiples tratados de estética, y ya se sabe que cada cual tiene los suyos. Hasta ahí podríamos llegar. 


La banda Sidonie 
Me encantó cuando los vi por primera vez en la sala Tararí de Ponferrada (uno de los sitios emblemáticos de la capital del Bierzo) hace ahora tal vez más de diez años, que el tiempo corre que vuela, cuando comenzaban estos rapaces catalanes, cuyos sonidos me devuelven a la psicodelia de  los Beatles tomados por el peyote de la sierra oaxaqueña y los Pink Floyd, dos grupos míticos por los que siento devoción, sobre todo por los Fluido Rosa, uno de mis bandas preferidas de todos los tiempos. Y por quienes sentía auténtica reverencia en mi adolescencia montaraz. 


Creo recordar que fue mi sobrino Pablo, músico él, quien me puso al corriente de este novedoso y engatusador grupo musical. Y para allá que nos fuimos, como lobos, en busca de los Sidonie, concierto memorable y en cierto modo transgresor. 


Marc Ros
El pasado sábado noche, hace unas horas nomás, volví a escucharlos en la sala La Vaca de la Ciudad de la Energía, en tiempos ciudad pimentera. Y me pareció otro acierto. El inicial trío se nos reveló cuarteto en La Vaca. Más serenos y comedidos que aquella primera vez, Sidonie, liderados por el simpático Marc Ros, nos deleitaron con temas de su último disco, Fluido García, que es como un regreso al fluido de partida. Si es que a estos chicos les entusiasma todo lo que fluye, como a uno mismo. Pues eso, amo la música de los Sidonie, y ayer disfruté mucho en su concierto. 


"Amo todo lo que fluye, dijo el gran Milton… Amo todo lo que fluye, lo que contiene el tiempo y el porvenir, que nos devuelve a un comienzo donde nunca hay fin… El gran deseo incestuoso es el de seguir fluyendo, unido al tiempo, el de fundir la gran imagen del más allá con el aquí y ahora. Un deseo fatuo, suicida, estreñido por las palabras y paralizado por el pensamiento” (Henry Miller, Trópico de Cáncer). 

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