lunes, 15 de diciembre de 2025

Diario de una nómada berciana, Paula Belenda

 Cuando emprendas tu viaje a Ítaca/ pide que el camino sea largo,/ lleno de aventuras, lleno de experiencias… (Kavafis). 

Con Paula Belenda en la Casa de la Cultura de Ponferrada

El pasado 3 de diciembre la berciana Paula Belenda, que es una joven aventurera, presentaba su libro Expedición en solitario al corazón del mundo en la Casa de la Cultura de Ponferrada. Y este menda tuvo el enorme placer de acompañarla en la mesa de presentación, porque conocer a una persona como Paula resulta realmente instructivo, estimulante, porque sus viajes nos enseñan que hay que tener una fuerza mental extraordinaria, amén de estar en buena forma física, para viajar en solitario (el buen viajero, la buena viajera viaja sola, aunque luego uno se vaya encontrando con gente con la que pude simpatizar), como ella, que es una intrépida, por el mundo adelante, para recorrer en moto tantos países durante tantos meses, un auténtico viaje, como hace asimismo Miquel Silvestre, al que hemos visto, a través de su programa televisivo documental Diario de un nómada, recorrer diversos países del mundo, entre ellos los de Asia central, como ha hecho Paula Belenda, adentrándose en las estepas, siguiendo la carretera del Pamir (a casi cinco mil metros de altura), que debe ser algo increíble, sólo apta para viajaros y viajeras que no generan miedos, ni angustia, que mantienen la serenidad, que son capaces de aceptar la incertidumbre, el azar, como una forma de vida, ya sabemos que el azar es más importante en nuestras vidas de lo que creíamos. 


La presentación de este bonito libro (gracias por la dedicatoria), que incluye mapas e ilustraciones en acuarela (por ahí andan también los derviches giróvagos, que tanto me flipan) realizados por la propia autora, fue el pretexto perfecto para que Paula nos contará algunas claves acerca de cómo viaja ella, quien reconoce que se deja llevar por sus gustos, por su sexto sentido (con una bien desarrollada percepción de la realidad, lo que se da en llamar intuición), de cara a sortear posibles obstáculos y adversidades que pueden presentarse y se presentan a lo largo del camino. Asimismo, reconoce que la logística (visados, papeleo en general...) también es importante,  si las zonas que vas a visitar son seguras o son zonas en conflicto, incluso países como Turkmenistán, que ella llegó a visitar pero a través de una agencia de viajes, porque es un "país raro", considerado como uno de los más represivos y dictatoriales del mundo, con muchas restricciones y prohibiciones. En todo caso, recuerda Paula que uno nunca está totalmente preparado para viajar, y aun así, hay que viajar porque es una genuina escuela de aprendizaje, un modo real, creo, de confrontarse consigo mismo, de leer los libros de los paisajes y paisanajes en vivo y en directo, con sus olores y sabores, con su textura y su sonoridad, también con su estética visual. 

“Cuando finalizas un viaje, ya no eres la misma persona”, asegura ella, que en sus recorridos por el mundo ha ejercido como conductora de caminos que no siempre salían en el mapa, enfermera improvisada, guía turística, pintora de postales, GPS humano, intérprete de gestos, planificadora de rutas, canceladora de planes, fotógrafa, solucionadora de imprevistos, montadora de tienda de campañas y catadora de helados, acaso porque todo viaje es un viaje al interior de uno mismo, un viaje de autodescubrimiento.

En su libro Expedición en solitario al corazón del mundo nos cuenta sus viajes por la arteria mediterránea de Italia (su primer país de su aventura en moto), Grecia (su país favorito del mundo, al decir esto, me viene a la mente El coloso de Marusi, de Henry Miller, que habla de Grecia como un paisaje de lo más maravilloso que puede ofrecer nuestra Tierra) y Turquía; por la arteria caucásica de Armenia y Rusia; y por lo que ella llama el corazón del mundo, que conforman Kazajistán (una gran estepa en medio de la nada, el noveno país más grande el mundo), Kirguistán (un país de nómadas), Tayikistán (una tierra de nadie), Uzbekistán (conocido por la ruta de la seda y ciudades como Samarcanda, donde nos sentiremos como en un cuento oriental, o Bujará, un lugar que abraza con su espiritualidad), Turkmenistán, y por la arteria persa: Irán, que es en su opinión el país más bonito del mundo. ¿Y por qué te parece el más bonito, Paula? Por su arte (poesía, música, cerámica...) y porque es un pueblo fuerte, noble, artístico. En realidad, querida Paula, creo que (casi) todos los pueblos del mundo son fuertes (no sé si (casi) todos nobles y artísticos), el problema reside a menudo en sus mandatarios, en quienes pretenden mater en vereda a toda costa a su ciudadanía. Ya sé, ya, que también entre el pueblo, los pueblos, hay cabrones y cabronas, lo sé, pero por lo general los pueblos son lo que son, de lo contrario el mundo sería invivible. Y ni siquiera podría salirse a la calle. En cambio, la gente suele ser hospitalaria con los viajeros, aquí y allá, con sus semejantes, porque nada de lo humano, ni lo animal, nos es ajeno, y nuestras emociones básicas o primarias (alegría, tristeza, miedo, ira; asco, sorpresa) son igual en todos los sitios de la Tierra. Como a ti te gusta el pueblo iraní (que no conozco, bueno, a algún iraní sí recuerdo), a mí me gusta el pueblo bereber o tamazight, su arte y su cultura, su música.

Te deseo, querida Paula, lo mejor en tu nueva aventura, que ya has emprendido por América del Sur. Buen camino. 

https://www.elbierzodigital.com/diez-meses-once-paises-y-una-moto-la-aventura-de-paula-belenda-llega-a-ponferrada/

Zamora, tan eterna como el agua del río Duero


Zamora no se hizo en una hora, ni en dos, ni siquiera en tres, como reza el refranero popular. Zamora nació hace siglos, tal vez milenios, dicen que data de la Edad del Bronce. Y comenzó su crecimiento en época romana como parte de la Vía de la Plata, de cuando Viriato, el personaje lusitano, se enfrentó al Imperio romano. 

Sea como fuere, a mí se me hace cuento que empezó, como diría Borges, Zamora, porque también la juzgo tan eterna como el agua del Duero y el aire. En realidad, se me hace que Zamora es un bella muchacha con los ojos del color de la miel y la mirada de las ninfas o náyades acariciadoras que se bañan dos veces en el mismo río, el río dorado, ese que cantara el poeta zamorano Claudio Rodríguez, "tú, a quien estoy oyendo igual que entonces,/ tú, río de mi tierra, tú, río Duradero". 

Puente de piedra sobre el Duero

A finales del mes de noviembre, que es un mes de catarros y difuntos, decidí darme un voltio por esta "perla del Duero", la Muy noble y leal ciudad, disputada por moros y cristianos, asentada sobre grandes peñas tajadas, "Zamora la bien cercada; de una parte la cerca el Duero, de otra peña tajada; del otro la morería", como se dice en el Romance de Doña Urraca. 

Me encantó pasear por esta ciudad catedralicia, con su cúpula cubierta de escamas, asomada desde sus peñas al Duero, que por sí mismo ya merecería una visita, el río que va a morir al Océano Atlántico en la ciudad portuguesa de Oporto/Porto, que se me antoja pura ensoñación. 

Catedral

La llegada a Zamora no resulta nada apetecible porque el viajero se topa, sin querer, con un tanatorio (ya había dicho que noviembre es mes de difuntos) pero pronto el viajero se repondrá, después de tomar su desayuno, y lanzarse en busca de las esencias de esta tierra, entre las cuales está, cómo no, su gastronomía, sus callos, son deliciosos, y también sus pinchos morunos en el bar Tupinamba (si es que Zamora se me hace mora). 

En mi recorrido por esta ciudad medieval no puede faltar el entorno de la catedral, que ya justificaría por sí misma una visita, al igual que dijera acerca de su río.  En la zona de la catedral se hallan quizá los rincones más bellos de la ciudad, como la calle de Troncoso, con su estrechez y sus altos muros de piedra, y por supuesto el mirador del Troncoso, el balcón al Duero, con su puente de piedra. Una estampa inolvidable sobre todo si luce un día radiante, algo que no resulta habitual en el mes de noviembre, pero el viajero es un suertudo y tiene la suerte de su parte. 

Castillo

Otro punto imprescindible es el castillo, desde donde también se tienen buenas vistas a la catedral con su cúpula de estilo bizantino -una de las pocas que existen en España- y su torre de San Salvador. En el entorno del castillo existe un parque con esculturas de Baltasar Lobo, que no hay que confundir con el bar El Lobo, que en esta ocasión está cerrado. Recuerdos inolvidables me trae el bar de El Lobo en Bembibre, un hombre entrañable que nos dijo adiós hace ya unos años. 

Balborraz

Un paseo por la llamada rúa de los Francos ya te mete directo en el románico, con sus iglesias. Y otro paseo por la calle de Santa Clara te introduce en la arquitectura modernista, con edificios emblemáticos. Así que el viajero se siente entre el pasado y el presente. Asimismo, el vagamundo se da una vuelta por la famosa calle de Balborraz, que le resulta pintoresca, como una calle lisboeta aunque sin tranvía, donde se encuentran las casas modernistas de Faustina (no me refiero a la mujer del Herrador, en tiempos la fragua de Furil) y la casa de Mariano López. 


Siguiendo calle abajo el viajero llega al puente románico, que cruza encantado, no sin antes tomar alguna fotica del fluir del Duero y también de la ciudad que se eleva sobre una gran roca. Ya desde la margen izquierda del río el viajero disfruta de su caminata bajo un sol radiante y el discurrir del río que va a dar a la mar (se imagina entonces que lo navega hasta su desembocadura). 

Ayuntamiento viejo
San Juan Bautista con el Merlú

De vuelta a la margen derecha del Duero el viajero se dirige a la plaza de Viriato, con su estatua, dedicada al ilustre lusitano, y, a continuación, continúa camino de la plaza Mayor, que es el nexo entre la zona monumental, histórica, y la zona comercial, donde puede apreciarse la diferencia del que fuera antiguo Ayuntamiento de Zamora de estilo plateresco, que data del siglo XV, con su fachada porticada de piedra, y el nuevo, que no resulta reseñable. 

En la propia plaza Mayor, en el costado occidental, se erige la iglesia de San Juan Bautista o San Juan de Puerta Nueva, del siglo XII, con un rosetón del románico en su fachada meridional. Y también llama la atención en una de sus esquinas, en el exterior, la moderna escultura dedicada al Merlú, que es una de las figuras representativas de la Semana Santa, fiesta de interés turístico internacional en Zamora (la procesión de las Capas Pardas es impresionante). 

Calle Troncoso

Ahora que me da por recordar, me viene a la mente que Zamora, con una población similar a Ponferrada, aunque no se parezca en lo arquitectónico, sirvió como escenario de rodaje (la estación de buses, la plaza Mayor, entre otras localizaciones, para la película Soy Nevenka (2014), de Icíar Bollaín, que en algún momento, con tiempo, podría reseñar.   

Hasta la próxima visita a Zamora. 

Valor sentimental, de Joachim Trier


Este pasado viernes veía, con el alumnado de la Universidad de la Experiencia en los cines Van Gogh de León, Valor sentimental (2025), la reciente película de Joachim Trier, un director noruego del que sólo he podido ver por el momento esta obra, que me ha resultado impactante, como si estuviera visionando una película del cineasta sueco Bergman en lo referente al guion y la construcción de personajes
, y hasta me atrevería a decir que por momentos tuve la impresión de estar delante de la película Persona, https://cuenya.blogspot.com/2023/03/fanny-y-alexander-de-bergman.html, lo que en absoluto, quede claro, le resta valor (valga la redundancia) a este Valor sentimental, que también remite a la obra del dramaturgo Ibsen. 
Premiada por el jurado en el festival de Cannes, optará, junto con la española Sirât -otro peliculón que tuve a bien reseñar en este mismo blog-, a los premios Óscar como mejor película en lengua no inglesa.

Respecto a Joachim Trier (pariente lejano del cineasta danés Lars von Trier, uno de los creadores del cine Dogma 95), cabe decir que, aunque nacido en Copenhague-Dinamarca, Joachim Trier es uno de los cineastas noruegos con más proyección internacional, el cual volvió a contar para Valor sentimental con su musa Reinsve, y su guionista Eskil Vogt, además de la música del compositor noruego Ola Fløttum, que contribuye a crear una atmósfera de hondura psicológica, habida cuenta de que esta película explora (ahondando en las emociones, en el pasado) los traumas de la infancia, la depresión, las complejas relaciones familiares entre un padre, Gustav Borg (encarnado con matices interpretativos por el actor Stellan Skarsgård, que podría ser un alter ego del cineasta Ingmar Bergman) y sus dos hijas, Nora (con nombre de actriz teatral, encarnada por la portentosa artista noruega Renate Reinsve) y Agnes (la deslumbrante Inga Ibsdotter Lilleaas, me ha encantado la actuación de esta actriz). 

Salvando las distancias, Valor sentimental también me ha recordado a Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa, en su exploración de las complejas relaciones familiares. https://cuenya.blogspot.com/2025/11/los-domingos-de-alauda-ruiz-de-azua.html 


Valor sentimental, filmada buena parte de la misma en primeros planos (esa es la impresión al menos), acaso para que nos introduzcamos en el mundo interior de sus personajes, los cuales nos cautivan, adentrándonos en su pasado y su presente, una historia (narrada en tiempo presente) que nos habla de las ausencias, heridas emocionales y dolores de estos personajes que  establecen sus vínculos afectivos en función de esas heridas emocionales, un drama familiar, en definitiva, que se nos muestra a través del recurso del metacine, del cine dentro del cine, como pretexto para hablar de estas heridas familiares, de los traumas del pasado, porque el padre de familia, Borg, es un famoso director de cine al que curiosamente no le gusta el teatro (por tanto, no va a ver las funciones de su hija Nora), un personaje complejo, controlador obsesivo, que decide emprender un nuevo proyecto cinematográfico sobre su pasado familiar (un drama autobiográfico) con el fin de recuperar a sus hijas, con quienes apenas ha tenido contacto durante años, tras el fallecimiento de su mujer, ofreciéndole un papel protagónico a su hija mayor Nora (actriz de teatro en la película), acaso como búsqueda del perdón por parte de ella, aunque Nora rechazará en un inicio indignada esta oferta, que llevará a su padre a dárselo a una joven y emergente estrella del cine americano llamada Rachel Kemp (interpretada por la sorprendente actriz y modelo estadounidense Elle Fanning, que aporta brillo, una suave ironía sobre la fama, la industria del cine como foco de neurosis), lo que intensificará las heridas familiares, porque sí acepta en un principio este papel -que por cierto no encaja en su estilo interpretativo hollywoodiense, el cual resulta extrovertido en comparación con el estilo introspectivo nórdico-, para finalmente dejarlo en manos de Nora, la auténtica protagonista de la historia. 

El personaje de Kemp, cuya presencia en el cartel animará a productores y distribuidores de cine, Netflix incluida, le sirve a Trier y su coguionista Vogt para hacer una crítica a los criterios que imperan en la producción cinematográfica y también a determinados medios de comunicación, que no ponen el interés en el propio cine. 

La idea de Borg es rodar su película en la casa familiar, "la casa de los fantasmas", o sea, la casa Usher (por decirlo a lo Allan Poe), la casa roja que vemos al inicio mediante una secuencia magnífica, mientras una voz en off nos la describe (haciendo asimismo uso de un montaje frenético), la vieja casa de la familia de Gustav Borg, que en apariencia es hermosa, aunque con las fisuras emocionales de la familia que la ha habitado, donde se criaron sus hijas, junto a su madre, incluso después de que él las abandonara, y que fue escenario de tragedias como el suicidio de la madre del propio Borg cuando él era un niño.  


“Las casas siempre están ahí, permanentes e inmóviles, observando cómo la gente que las habita va cambiando; y por eso nos recuerdan qué fugaces son nuestras vidas y que, por tanto, es muy importante reparar el daño que nos causamos los unos a los otros antes de que sea demasiado tarde”, cuenta Joachim Trier acerca del espacio físico donde transcurre buena parte de su película Valor sentimental, que por lo demás se sirve de la técnica del reencuadre usando elementos dentro del plano (ventanas, puertas, marcos) para crear un cuadro dentro del cuadro, enfocando nuestra atención, revelando información, enmarcando al personaje o personajes para enfatizar su aislamiento o dar la sensación de opresión, para componer imágenes ricas, etc. 

Una casa que le sirve como escenario para religar el pasado y el presente, la realidad y la ficción cinematográfica, donde desea rodar este cineasta adicto al alcohol, con sus fantasmas, los conflictos con sus hijas, sobre todo con Nora, que es una chica depresiva, con muchos miedos, entre ellos el pánico escénico, y rabia contenida (en cierto sentido parecida en lo psíquico a su padre, tal vez por eso siente una mayor hostilidad hacia él), porque la hermana pequeña de Nora, Agnes (encarnada por Inga Ibsdotter Lilleaas, con su mirada temblorosa, con sus ojos luminosos) pisa tierra (ella que también actuó siendo niña para una película de su padre), es el ancla que mantiene a flote la familia. 

Resulta realmente emocionante cómo Agnes se vuelve esencial en el entramado emocional, hacia el final de la película, y nos fascina con su extraordinaria interpretación a través de una secuencia genuina, verdadera, de silencios y la conversación que mantiene con su hermana Nora. Pura magia cinematográfica. 


Me apetece señalar que esta joven actriz noruega, Inga Ibsdotter, nominada a mejor interpretación de reparto en los Premios Gotham 2025, se formó en el prestigioso Instituto de teatro y cine Lee Strasberg de Nueva York. 

Lee Strasberg, a quien vemos como actor en el Padrino II en su papel como Roth https://cuenya.blogspot.com/2025/03/el-padrino-ii-de-coppola.html, fue el director del Actors Studio (el método, con la inspiración del sistema Stanislavski y su memoria emocional), considerada como una de las escuelas más importantes de interpretación del mundo, donde se han formado grandes actores y actrices como Marilyn Monroe, Jane Fonda, Paul Newman, Al Pacino, Dustin Hoffman, entre otros muchos. 

Recordemos grandes obras del cine dentro del cine, como Ocho y medio, de Fellini https://cuenya.blogspot.com/2010/06/fellini-quien-llore-cuando-se-murio.html, Cinema Paradiso, de Tornatore https://cuenya.blogspot.com/2020/07/cinema-paradiso.html, o bien La noche americana, de Truffaut y El crepúsculo de los dioses, de Wilder, entre otras. A las que se suma ahora Valor sentimental, una película ambientada en una Noruega primaveral pero que nos duele, porque mete el dedo en la llaga, aunque también contenga algunos pasajes aderezados con un fino humor, con referencias a la silla de Ikea o bien a Netflix. 

Estamos ante una obra excelente, aclamada por el público y con grandes posibilidades de conseguir el Óscar a la mejor película extranjera, aunque mi apuesta también es por Sirât, el peliculón de Oliver Laxe https://cuenya.blogspot.com/2025/09/sirat-de-laxe.html, que además está rodada en Marruecos, donde espero viajar bien pronto. 


domingo, 14 de diciembre de 2025

Los colores del tiempo, de Cédric Klapisch


 Los colores del tiempo, como se ha traducido al español, o bien La venue de l’avenir (2025)/La llegada del futuro, es una película deliciosa, que he podido ver con motivo del ciclo de cine que he tenido a bien presentar en los cines Van Gogh de León (esta película hace ahora poco más de dos semanas). 


La manía de cambiar los títulos de las películas en las traducciones de un idioma a otro no me hace gracia, tampoco ver las películas dobladas porque se pierde parte de su esencia, pero qué se le va a hacer, en España estamos habituados a los doblajes, que nunca podrán ser mejores que la versión original, queda dicho.

Se trata de una película dirigida por Cédric Klapisch, al que recordamos por su Una casa de locos (2002), en realidad L’auberge espagnole, que cuenta la historia de un joven estudiante francés, gracias a una beca Erasmus (qué tantos recuerdos me trae porque también uno estuvo como Erasmus en Francia), se va un curso a Barcelona, donde comparte piso con otros jóvenes estudiantes de diferentes nacionalidades. 

El guion de Los colores del tiempo/La venue de l'avenir, película que se estrenó en el festival de Cannes, está escrito por el propio Klapisch y su habitual colaborador Santiago Amigorena, de origen argentino nacionalizado francés. Esta obra me ha parecido un delicioso viaje en el tiempo y en el espacio a través del arte interpretado por la actriz y guionista francesa Suzanne Lindon, que le da vida a Adèle, una joven de finales del XIX cuya historia se entrelaza con la de sus familiares contemporáneos, unos primos suyos lejanos. 
Los colores del tiempo se mueve en dos líneas temporales, la de Adèle, que deja su preciosa Normandía natal en busca de su madre en la deslumbrante París de la Belle Époque; y la de sus descendientes, los cuales se reencuentran en torno a la casa familiar un siglo y pico después, en la época actual.

¿Qué tiene que ver el París de la Belle Époque con el París actual? Tal vez más de lo que a priori podríamos creer, porque el París de finales del XIX ya se nos muestra como una ciudad moderna, aunque a buen seguro no tan apresurada como la de nuestra época.

En todo caso, su director Cédric Klapisch, el cual ha dicho que todo cambia siempre, pero en realidad nada cambia nunca, transita por ambas dimensiones temporales con cierto humor, lo cual hace me recordar al cine de Woody Allen (algunos críticos han llegado a señalar cierto parecido con Midnight in Paris), del que es un estudioso y apasionado, como podemos ver cuando, a través de una experiencia psicodélica/psicotrópica con la ayahuasca, los personajes del presente viajan al pasado. De este modo, se logra que pasado y presente se tejan con un mismo hilo, que nos habla de los familiares de una joven Adèle (un personaje bien construido) que descubre la Ciudad de la Luz en una época esplendorosa en la que surge el cine, comienza a ser conocida de forma popular la fotografía y los pintores abandonan el realismo de la pintura (porque no pueden competir con una cámara fotográfica) y se centran en la luz, el movimiento y los colores, como hacen los impresionistas, entre ellos, los nenúfares de Monet en el museo de L'Orangerie (la estética impresionista impregna todos los cuadros fílmicos en la parte del pasado). Sobresale la fotografía de esta película con el uso expresivo de la luz, con su significado simbólico, que nos muestra los momentos clave de la vida de la protagonista. Resulta emotiva la escena del reencuentro entre Adèle y su madre Odette cuando la hija descubre la vida que lleva su madre en París. 

Me fascina la puesta en escena de esta comedia impresionista, artística, donde son tan importantes los pintores, los fotógrafos, los cineastas, quienes, a través de su arte, han logrado transmitirnos sus emociones, sus reflexiones, su modo de entender el mundo. 

En realidad, Klapisch, a través de esta trama coral, está rindiendo homenaje a los artistas, a quienes pintaron, fotografiaron o filmaron en otra época, esenciales para entender el arte de nuestros días. Y a la vez nos hace reflexionar sobre el arte y las nuevas tecnologías a través de los jóvenes personajes de Anatole (pintor) y Lucien (fotógrafo), que confrontan la longevidad de sus respectivas profesiones. Lucien está convencido de la desaparición de la pintura en aras de la fotografía; en cambio, Anatole cree que la pintura pervivirá y/o convivirá con la fotografía, al igual que el cine aprenderá a buen seguro a convivir con otras tecnologías.

En el trayecto en barco por el Sena Adèle conoce a los jóvenes Anatole y Lucien, con quienes entablará amistad. Este triángulo tiene similitudes con lo que vivió la madre de Adèle, que conoció al fotógrafo pionero Félix Nadar y el pintor Monet, cuyo célebre cuadro Impresión, sol naciente, que da nombre al impresionismo, tiene un papel relevante en la trama. Como personajes secundarios vemos a otras figuras históricas de la época como Víctor Hugo, Sarah Bernhardt y Auguste-Pierre Renoir. 

En términos cinematográficos me quedo con la recreación artística, poética, del pasado de la película, si bien los personajes del presente resultan curiosos en su intento por desentrañar el legado familiar de Adèle. 

Impresión, sol naciente, de Monet

Resulta harto difícil mirar hacia adelante si no se mira al pasado, porque somos lo que somos gracias a la memoria, a lo que recordamos, tal vez porque la vida no es la que uno vivió, como nos dijera García Márquez, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Y contar es vivir dos veces. O como dice Klapisch: el pasado es importante para el mundo de la cultura y la vida de cada uno porque "nutre las creaciones presentes y actuales para poder avanzar... es absolutamente necesario recordarlo”, asegura el director de Los colores del tiempo, que se plantea la "necesidad de sentir, de crear lazos y de reinventar la mirada sobre el mundo" (como hace también el cine de Wenders), en este caso a través de un viaje familiar que es asimismo una metáfora de la propia Francia, “producto de siglos de historia, de oscilaciones entre el respeto a la tradición y la obsesión por la modernidad”.

sábado, 13 de diciembre de 2025

Los chicos del coro, de Barratier

  • Los chicos del coro, como se tradujo en España, o bien Les choristes, su título original, es una producción francesa de 2004, coescrita y dirigida por el productor, guionista, actor, guitarrista y letrista parisino Barratier, que obtuvo un gran éxito de crítica y público en su país y fuera del mismo. 
  • Una joya de la cinematografía que fue nominada al Óscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa y también como canción original. Asimismo, consiguió el César a la mejor música escrita para una película, debida al compositor francés Bruno Coulais (conocido por sus composiciones para bandas sonoras de cine), el César al mejor sonido y una nominación en la categoría de mejor película europea en los premios Goya de 2006, que no ganó, porque el premio fue para Match point, de Woody Allen.  https://cuenya.blogspot.com/2009/12/proposito-de-match-point-y-el-azar.html

  • El propio Barratier se inspiró en su infancia, en el divorcio de sus padres y la ausencia de éstos (por su profesión de actores), para realizar esta ópera prima ambientada en la Francia de finales de la década de los cuarenta, que está basada en La cage aux rossignols (La jaula de los ruiseñores), de Dréville, y nos hace rememorar Au revoir les enfants, de Louis Malle 
  • El director de Los chicos del coro dijo que en cada uno de los personajes de esta película hay algo de él mismo como niño, habida cuenta de que la infancia es un tema universal.
  • Al igual que ocurre en Au revoir les enfants (Adiós, muchachos, 1987), una película autobiográfica basada en la experiencia del cineasta francés Malle (autor de la también impactante película Damage/Herida), que fue alumno de un internado católico en Francia durante la Segunda Guerra Mundial,  Los chicos del coro también está ambientada a finales de los cuarenta, tras la Segunda Guerra Mundial, porque en esa época se crearon los centros de reinserción, como el terrible internado, en medio de la campiña francesa, donde se desarrolla la acción de esta película.
  • En aquella época, tanto en Francia como en España, la letra con sangre entraba; incluso en épocas posteriores -hablo de los cincuenta, los sesenta y aun los setenta-, la enseñanza se basaba en la rigidez y en el castigo. Y es en este ambiente, recreado de un modo extraordinario, en el que se desarrolla esta película cuyo tema central es la educación a través del arte de la música (como vínculo para la amistad y solidaridad entre los estudiantes), en concreto del coro/coral que forma el protagonista, Clément Mathieu (interpretado por el actor Gérard Jugnot como educador empático), capaz de acoger y valorar con cariño a cada uno de sus alumnos, un coro conformado por estudiantes como Pierre Morhange (interpretado por Jean-Baptiste Maunier), que es un estudiante rebelde, problemático, pero con una voz prodigiosa, o Pépinot (interpretado por Maxence Perrin), un niño huérfano -clave en la trama- que espera la llegada de su padre todos los sábados, aunque nunca aparece, y establece una relación tan cercana con Mathieu, que al final éste ejerce de padre. 
  • Los personajes
  • Los personajes de la película, en especial Morhange y Pépinot, a través de su participación en el coro, con el apoyo de su educador Mathieu, aprenden a superar sus obstáculos y desarrollar su potencial creativo.

  • Entre los personajes principales también está Rachin (interpretado por Berléand como antagonista), el autoritario director del internado, que aplica su principio de "acción y reacción", con el que mantiene a raya, bajo un control estricto a los alumnos, y a la vez se muestra escéptico sobre los beneficios del coro, oponiéndose al educador Mathieu; Violette Morhange (interpretada por Marie Bunel), que es la madre soltera de Morhange, de la que se enamora Mathieu, que quiere de un modo altruista lo mejor para ella y su hijo. 
  • Aparte de los personajes principales, están los  secundarios, que forman parte del coro, como Mondain (interpretado por Grégory Gatignol), un estudiante con antecedentes de delincuencia, cuyo papel es decisivo en el desarrollo de la trama, porque su conflicto con el director del internado acaba provocando un incendio en el internado; Chabert (interpretado por Kad Merad), un profesor que procura mantener la paz entre los estudiantes y la administración; Langlois (interpretado por el actor Du Jenerand), otro profesor del internado que, al igual que Chabert, intenta batallar con los estudiantes y el director Rachin... O bien Carole Weiss, la actriz que interpreta a la condesa, que se queda fascinada con Pierre Morhange, el joven talentoso para la música. 
  • Se nos presenta a modo de flashback narrativo la historia de Clément Mathieu (Gérard Jugnot), un músico fracasado que acaba ocupando el puesto de vigilante del internado Fondo del estanque, cuyo nombre es ya el preludio de lo que le espera. Nada más entrar en el internado, Mathieu conocerá al director del colegio, Rachin (Berléand), que se muestra como un personaje severo. En lo alto de las escaleras, con un fondo gris, nos hace presagiar un tiparraco terrible. Esta película está contada desde el punto de vista de la infancia. A modo de recuerdo, a través del diario de Mathieu, nos cuentan la historia Morhange (Maunier-niño)/Jacques Perrin-adulto-conocido también por su actuación en Cinema Paradiso, y Pépinot (Maxence Perrin-niño-hijo en la vida real de Jacques Perrin/Didier Flámand-adulto). 
  • Mathieu se nos presenta como un tipo bonachón, humano, a veces cómico, que huye de los elogios y la vanidad, y es capaz de cambiar la vida de los chicos cuando descubre que algunos alumnos tienen talento musical. Entonces, les enseña a apreciar la belleza de música y la verdad del canto, con lo cual logra remover la afectividad de los chicos, haciendo que perciban la música como algo fuera de lo común y no como una obligación. De este modo comienzan a cambiar su comportamiento y a superar sus problemas personales, gracias a la capacidad transformadora de la música y la importancia de la educación y el apoyo emocional en su desarrollo. Pero se encontrarán con los obstáculos que les pone el cruel Rachin, cuyo sistema de disciplina resulta ineficaz. 
  • Después del incendio que sufre el internado, Rachin despide a Mathieu. Y el propio director acaba expulsado. Antes de partir del internado, Mathieu le regala a Pierre Morhange una partitura de una canción que compuso para él y le augura un futuro brillante como músico. A pesar de la partida de Mathieu, la influencia del coro perdurará en la vida de los estudiantes. A través de un salto temporal, vemos a Morhange ya adulto convertido en un famoso director de orquesta, el cual recibe la triste noticia del fallecimiento de Mathieu. 

  • Morhange acaba encontrando el diario de Mathieu, donde relataba sus experiencias en el internado y el nacimiento del coro. A través de la lectura de este diario, Morhange se entera de que Mathieu había estado enamorado de su madre Violette y que había sido el impulsor del éxito del coro, así como de su propia carrera musical. Al final de la película, Pierre y Pépinot, ambos músicos profesionales, se reencuentran y le rinden homenaje a Mathieu. 

  • Los chicos del coro sobresale, aparte del trabajo actoral, fundamentalmente de Gérard Jugnot (reputado actor francés), por la excelente, inolvidable banda sonora, compuesta por Bruno Coulais, que logró gracias a los Petits chanteurs de Saint Marc, en Lyon, entre los que se halla la voz del joven Maunier, que resultó perfecto para interpretar el papel de solista.  En cuanto a la fotografía, cabe señalar los colores fríos empleados para el internado y los cálidos tonos para los exteriores y escenas más alegres. 

  • Se trata de una película entrañable, con ciertas dosis de humor, que  trata temas universales como la amistad, la educación, el amor, la realización personal y la superación de adversidades, que nos emociona y a la vez nos permite reflexionar acerca del papel esencial que juega la música en nuestras vidas, en este caso en la vida de estos chicos de internado.  

  • Cabe recordar que en el año de 2022 se estrenó en el Teatro de la Latina de Madrid una adaptación musical de esta película. 

martes, 9 de diciembre de 2025

Ciclo de cine y música en el Campus de Ponferrada

Como ya viene siendo habitual a lo largo de estos últimos años, para este curso 2025-26 he programado un ciclo de cine y música orientado al alumnado del Programa Interuniversitario de la Experiencia (PIEx) en el Campus de Ponferrada (ULE). 

En esta ocasión dedicaremos esta semana, desde hoy martes 9 a este viernes 12 de diciembre, este ciclo en el que proyectaremos cuatro películas que me parecen reseñables acerca de la fusión entre imagen y música. Como dice la intrépida periodista Mar Iglesias de La Nueva Crónica, "el ciclo propone un viaje por diferentes formas de entender la música en el cine, desde el biopic de un genio clásico hasta el musical frenético del siglo XXI, pasando por los coros infantiles y la psicodelia rock de Pink Floyd". 

Las películas que he tenido a bien seleccionar para este ciclo son las siguientes: Amadeus (1984), de Milos Forman, dedicada al genio Mozart https://cuenya.blogspot.com/2025/09/amadeus-de-milos-forman.htmlMoulin Rouge (2001), de Baz Luhrmann, sobre el París de la bohemia y el amor como algo esencial en la vida de los seres humanos https://cuenya.blogspot.com/2025/12/moulin-rouge-de-baz-luhrmann.htmlLos chicos del coro (2004), de Christophe Barratier, su ópera prima, que deslumbró al público no sólo francés sino al resto del mundo con su sublime banda sonora, la música como revulsivo y un arte que nos eleva como seres humanos y nos permite incluso ser mejores personas, y The Wall (1982), de Alan Parker, a partir del legendario disco del extraordinario grupo musical Pink Floyd https://cuenya.blogspot.com/2025/06/the-wall-de-alan-parkerroger-waters.html

"El ciclo... se presenta como una oportunidad para disfrutar del cine desde una perspectiva formativa y divulgativa. Desde biografías musicales hasta musicales pop, pasando por coros infantiles y rock psicodélico, la propuesta combina entretenimiento, aprendizaje y debate en un entorno universitario abierto a la cultura", apunta Mar Iglesias, gracias por hacerte eco, como suele decirse, de esta propuesta. Gracias a ti y por supuesto a otros medios, que también han dado difusión al mismo. Salud. 


https://www.lanuevacronica.com/el-bierzo/campus-ponferrada-celebra-ciclo-cine-musica-con-cuatro-peliculas-iconicas_187277_102.html


https://bembibredigital.com/mas-noticias/91684-ciclo-de-cine-y-musica-organizado-por-manuel-cuenya-en-el-campus-de-ponferrada

https://www.elbierzodigital.com/ciclo-cine-musica-campus-ponferrada/ 

Moulin Rouge, de Baz Luhrmann

Antes de adentrarme en Moulin Rouge (2001), la película del guionista, director y productor australiano Baz Luhrmann, me apetece hacer mención al Molino Rojo, mítico cabaret parisino,  fundado a finales del siglo XIX, en la Belle époque, por el español Oller y el francés Zidler, el cual aparece en la película como Harold, aunque su auténtico nombre era Charles. Conocido en el mundo entero, el Molino Rojo está ubicado en el bulevar de Clichy (me estoy acordando de Días tranquilos en Clichy, del fenómeno Henry Miller https://cuenya.blogspot.com/2011/07/henry-miller-un-coloso-de-la-literatura.html), bajo la colina de Montmartre, barrio de la bohemia por excelencia, con la famosa place du Tertre, donde el arte cobra vida, los artistas callejeros pintan y exponen sus obras al aire libre, y los músicos tocan sus piezas, incluso con un serrucho, como uno que me dejó impresionado. 

Cerca de esta plaza se halla el Espacio de Dalí, un museo dedicado a la obra de este genio del siglo XX, que compartió Residencia de Estudiantes en Madrid con otros dos genios, a saber, Luis Buñuel y Lorca. 

La colina de Montmartre, que ofrece bellas vistas a la ciudad de París, fue la cuna del impresionismo (recientemente he visto Los colores del tiempo, de Klapisch, que habla entre otros asuntos del impresionismo pictórico; espero reseñarla) y sigue ofreciendo, incluso en la actualidad, un aspecto bucólico. Otrora la colina de Montmartre contaba con varios molinos de viento, localizados en su mayoría en la rue Lepic. En la actualidad, se conserva al menos un molino de viento del siglo XIX, el famoso Le Moulin de la Galette, que fue pintado por Van Gogh, Toulouse-Lautrec (pintor que hace su aparición en la película de Baz Luhrmann como un amigo del protagonista y es el personaje principal en la película filmada por Huston en 1952, de la que luego diré algo) y Auguste Renoir (el padre del cineasta Jean Renoir, que llevó al cine el impresionismo pictórico de su padre en películas como Una salida al campo). 

Foto: Manuel Cuenya

Respecto a la película Moulin Rouge (1952), dirigida por John Huston, podría decirse que se centra en la vida bohemia de París y la de Toulouse-Lautrec (pintor y cartelista francés postimpresionista, que representa la vida nocturna parisina de finales del siglo XIX), con una estética y un tono más realista que esta película de 2001. Curiosamente, la película de Huston, al igual que esta de Luhrmann, ganó dos Óscar a la mejor dirección de arte y al mejor diseño de vestuario. https://cuenya.blogspot.com/2015/11/je-suis-paris.html

Cabe recordar que en la rue Lepic, aparte de hallarse el molino de la Galette, vivieron Van Gogh y su hermano Theo, también en esta calle vivió el escritor Céline (Viaje al final de la noche), el cantante y actor italo-francés Yves Montand le dedicó una canción a esta rúa y existe un café en la misma (Café des 2 moulins) donde se rodó alguna secuencia de la película Amélie, cuya música, inolvidable, corresponde al compositor Yan Tiersen https://cuenya.blogspot.com/2009/11/yann-tiersen.html 

Moulin rouge. Foto: Manuel Cuenya

La historia de París, que en tiempos fue capital del mundo -en realidad lo sigue siendo-, da para más de una misa de doce, la ciudad de la luz bien vale una misa. A vuestro antojo. 

París y el Moulin Rouge

París (una ciudad recreada en estudio) es donde se ambienta a principios del siglo XX Moulin Rouge (2001), una película musical dirigida por Luhrmann y protagonizada por la diva Nicole Kidman (Satine), que luce como la estrella -pues es una estrella, cuyo papel en Eyes wide shut de Kubrick se me antoja extraordinario también-, y el actor escocés Ewan McGregor (Christian), conocido asimismo por su interpretación en Trainspotting (1996), una película de culto británica, que cuenta la historia de unos jóvenes heroinómanos de los suburbios de Edimburgo.  https://cuenya.blogspot.com/2015/01/paris-arabe.html

Moulin Rouge (2001), que fue un éxito comercial, con ocho nominaciones a los premios Óscar (entre ellos a la mejor película y la mejor actriz para Nicole Kidman, consiguiendo asimismo estatuillas  al mejor diseño de vestuario y la mejor dirección artística que nos muestran una estética determinada, la de esa época), está inspirada en la ópera La traviata de Verdi, que a su vez se basó en la novela La dama de las camelias, de Alejandro Dumas. Y al igual que La traviata, esta película nos muestra una historia de amor romántico, el clásico triángulo amoroso del melodrama. Un joven escritor bohemio (Christian) llega desde Londres a París en busca de inspiración para su nueva obra, y acaba enamorándose de Satine, que trabaja como cortesana en el Moulin Rouge (cual si fuera un personaje más), pero ella, que está enferma de tuberculosis (una de las grandes epidemias del siglo XIX), se debate entre el amor que siente hacia Christian y el interés por un rico pero villano duque, el personaje antagónico (Richard Roxburgh), que podría convertirla en una gran actriz financiando su espectáculo teatral. Spectacular, Spectacular. El amor, ay, el amor. 

Desde la colina de Montmartre. Foto: M. Cuenya

“Lo más grande que te puede suceder es que ames y seas amado”, dice Christian, porque la película es un musical romántico, atípico y visualmente impactante, que rescata canciones de la música pop de bandas como The Beatles (All you need is love), The Police (Roxanne), Nirvana (Smells like teen Spirit), Queen (The show must go on)... David Bowie (Nature boy), Madona (Like a Virgin) o Elton John (Your song), acaso para conectar con el público de hoy en día.

Personajes

Aparte de los papeles protagonistas de Christian, interpretado por McGregor (que es como Armando de La dama de las camelias y  Alfredo de La Traviata, un joven romántico, apasionado, que cree en el amor como algo esencial en la vida) y la estrella o "diamante reluciente" Satine (interpretada por Nicole Kidman, que se parece a Violetta de La traviata y a Margarita de La dama de las camelias. Al final de la película, le pide a Christian que escriba su historia de amor), el reparto lo conforman Harold Zidler (interpretado por el actor británico Jim Broadbent), que es el director del Moulin Rouge y obliga a Satine a que seduzca al personaje del duque para que éste financie el nuevo espectáculo; el duque (interpretado por el actor australiano Richard Roxburgh), que también aparece en La traviata y La dama de las camelias. El duque es utilizado en la película por Zidler, Satine, los bohemios y Christian para que financie la obra que mantenga vivo el Moulin Rouge. A cambio de financiar la obra teatral que vemos en la película, el duque, que está enfermo de celos, pide que Satine mantengas relaciones amorosas sólo con él. A ellos se suma la figura de Toulouse-Lautrec (interpretado por el actor y productor de origen colombiano John Leguizamo), que ejerce como Celestina o Celestino para que se encuentren Satine y Christian, y así se enamoren; Absinthe o el Hada Verde (interpretada por la cantante y actriz australiana Kylie Minogue), que canta The sound of music, y Marie (interpretada por la actriz australiana Kerry Walker), que se parece al personaje de Julie de La dama de las camelias, y se ocupa de cuidar de las bailarinas del Moulin Rouge, en especial a Satine. 

Puesta en escena

La puesta en escena, teatral y barroca, nos guía a través de la historia, creando emociones y sensaciones visuales, con ricos decorados, múltiples escenarios, juego de luces y muchísimos bailarines, con movimientos de cámara hipnóticos, el uso de una estética colorida, llamativa, con colores vibrantes y contrastantes para evocar las emociones y el ambiente de los cabarets, al tiempo que se utilizan tonos más oscuros para enfatizar el drama amorosocon una fotografía que mezcla tonos saturados para expresar emociones, con un ritmo vertiginoso (propio de un videoclip que conectara lo clásico con lo vanguardista) y un montaje frenético mediante la fragmentación de las secuencias, con encuadres oblicuos, asimétricos, picados y contrapicados. Un montaje dinámico de planos cortos, con transiciones entre escenas a través de rápidos barridos, que nos seduce como espectadores, llevándonos al trance de principio a fin. 

A través de la música y la imagen, con elementos de la Belle époque y el París bohemio, asistimos a un espectáculo psicodélico, sinestésico, porque llegamos a escuchar la imagen y ver la música. En este sentido, los cambios en la música (tono, registro, timbre) se reflejan en los colores, en la fotografía. A través de su estilo visual, su banda sonora ecléctica, su estructura rítmica, su narrativa, la película se ha convertido en todo un clásico del cine contemporáneo, aunque se trate de una película posmoderna que rompe con la narrativa clásica.  

Espectáculo

Desde el inicio asistimos a un espectáculo, vemos cómo se abre el telón y se nos ofrecen los títulos de crédito, parece que nos adentráramos también en un cuento en blanco y negro: 

"Había una vez un muchacho muy extraño y encantado... Dicen que viajó muy lejos... Por tierra y por mar... Y entonces un buen día, un día mágico... Y se cruzó en mi camino... 

...Uno aprende que lo más importante en la vida es amar y ser amado... La mujer que amaba está muerta", así de contundente. 

La película por tanto comienza por el final (como tantas buenas obras en el cine, véase American beauty, y en la literatura, léase El túnel, de Sábato, La lluvia amarilla, de Llamazares, o Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez, entre otras), un final contado desde la voz en primera persona de Christian como el recuerdo triste de un amor muerto, una historia construida a través de saltos temporales hacia el pasado, una historia de amor escrita por el propio protagonista. 


Cuando se nos presenta el Moulin Rouge, como si fuera un personaje más, se introduce el color. A partir de entonces, la pantalla se llena de principio a fin de color, haciendo un uso simbolista a la par que expresivo del color con el objetivo de llamar nuestra atención, empleando tonos brillantes y cálidos, donde sobresale el rojo pasional. 

Cuando Christian llega al Moulin Rouge, unos artistas bohemios que trabajan en el cabaret, liderados por el pintor Toulouse-Lautrec, lo acompañan en la aventura de crear un nuevo espectáculo financiado por el duque y del que Satine será la protagonista. Un espectáculo que promete ser vanguardista. A través de estos personajes, la película se convierte en una reflexión sobre el propio mundo del espectáculo, "los de los bajos fondos no podemos permitirnos el lujo del amor", le dice más o menos Zidler, el duelo del cabaret, a Satine. Como espectadores, asistimos a una representación dentro de otra representación. 

El telón se cierra pero el espectáculo debe continuar, the show must go on, con esta maravillosa película, que nos habla de la verdad y la libertad, de la belleza y del amor.