Cuando emprendas tu viaje a Ítaca/ pide que el camino sea largo,/ lleno de aventuras, lleno de experiencias… (Kavafis).
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| Con Paula Belenda en la Casa de la Cultura de Ponferrada |
El pasado 3 de diciembre la berciana Paula Belenda, que es una joven aventurera, presentaba su libro Expedición en solitario al corazón del mundo en la Casa de la Cultura de Ponferrada. Y este menda tuvo el enorme placer de acompañarla en la mesa de presentación, porque conocer a una persona como Paula resulta realmente instructivo, estimulante, porque sus viajes nos enseñan que hay que tener una fuerza mental extraordinaria, amén de estar en buena forma física, para viajar en solitario (el buen viajero, la buena viajera viaja sola, aunque luego uno se vaya encontrando con gente con la que pude simpatizar), como ella, que es una intrépida, por el mundo adelante, para recorrer en moto tantos países durante tantos meses, un auténtico viaje, como hace asimismo Miquel Silvestre, al que hemos visto, a través de su programa televisivo documental Diario de un nómada, recorrer diversos países del mundo, entre ellos los de Asia central, como ha hecho Paula Belenda, adentrándose en las estepas, siguiendo la carretera del Pamir (a casi cinco mil metros de altura), que debe ser algo increíble, sólo apta para viajaros y viajeras que no generan miedos, ni angustia, que mantienen la serenidad, que son capaces de aceptar la incertidumbre, el azar, como una forma de vida, ya sabemos que el azar es más importante en nuestras vidas de lo que creíamos.
La presentación de este bonito libro (gracias por la dedicatoria), que incluye mapas e ilustraciones en acuarela (por ahí andan también los derviches giróvagos, que tanto me flipan) realizados por la propia autora, fue el pretexto perfecto para que Paula nos contará algunas claves acerca de cómo viaja ella, quien reconoce que se deja llevar por sus gustos, por su sexto sentido (con una bien desarrollada percepción de la realidad, lo que se da en llamar intuición), de cara a sortear posibles obstáculos y adversidades que pueden presentarse y se presentan a lo largo del camino. Asimismo, reconoce que la logística (visados, papeleo en general...) también es importante, si las zonas que vas a visitar son seguras o son zonas en conflicto, incluso países como Turkmenistán, que ella llegó a visitar pero a través de una agencia de viajes, porque es un "país raro", considerado como uno de los más represivos y dictatoriales del mundo, con muchas restricciones y prohibiciones. En todo caso, recuerda Paula que uno nunca está totalmente preparado para viajar, y aun así, hay que viajar porque es una genuina escuela de aprendizaje, un modo real, creo, de confrontarse consigo mismo, de leer los libros de los paisajes y paisanajes en vivo y en directo, con sus olores y sabores, con su textura y su sonoridad, también con su estética visual.
“Cuando finalizas un viaje, ya no eres la misma persona”, asegura ella, que en sus recorridos por el mundo ha ejercido como conductora de caminos que no siempre salían en el mapa, enfermera improvisada, guía turística, pintora de postales, GPS humano, intérprete de gestos, planificadora de rutas, canceladora de planes, fotógrafa, solucionadora de imprevistos, montadora de tienda de campañas y catadora de helados, acaso porque todo viaje es un viaje al interior de uno mismo, un viaje de autodescubrimiento.
En su libro Expedición en solitario al corazón del mundo nos cuenta sus viajes por la arteria mediterránea de Italia (su primer país de su aventura en moto), Grecia (su país favorito del mundo, al decir esto, me viene a la mente El coloso de Marusi, de Henry Miller, que habla de Grecia como un paisaje de lo más maravilloso que puede ofrecer nuestra Tierra) y Turquía; por la arteria caucásica de Armenia y Rusia; y por lo que ella llama el corazón del mundo, que conforman Kazajistán (una gran estepa en medio de la nada, el noveno país más grande el mundo), Kirguistán (un país de nómadas), Tayikistán (una tierra de nadie), Uzbekistán (conocido por la ruta de la seda y ciudades como Samarcanda, donde nos sentiremos como en un cuento oriental, o Bujará, un lugar que abraza con su espiritualidad), Turkmenistán, y por la arteria persa: Irán, que es en su opinión el país más bonito del mundo. ¿Y por qué te parece el más bonito, Paula? Por su arte (poesía, música, cerámica...) y porque es un pueblo fuerte, noble, artístico. En realidad, querida Paula, creo que (casi) todos los pueblos del mundo son fuertes (no sé si (casi) todos nobles y artísticos), el problema reside a menudo en sus mandatarios, en quienes pretenden mater en vereda a toda costa a su ciudadanía. Ya sé, ya, que también entre el pueblo, los pueblos, hay cabrones y cabronas, lo sé, pero por lo general los pueblos son lo que son, de lo contrario el mundo sería invivible. Y ni siquiera podría salirse a la calle. En cambio, la gente suele ser hospitalaria con los viajeros, aquí y allá, con sus semejantes, porque nada de lo humano, ni lo animal, nos es ajeno, y nuestras emociones básicas o primarias (alegría, tristeza, miedo, ira; asco, sorpresa) son igual en todos los sitios de la Tierra. Como a ti te gusta el pueblo iraní (que no conozco, bueno, a algún iraní sí recuerdo), a mí me gusta el pueblo bereber o tamazight, su arte y su cultura, su música.
Te deseo, querida Paula, lo mejor en tu nueva aventura, que ya has emprendido por América del Sur. Buen camino.





















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