miércoles, 31 de julio de 2024

Una isla cautivadora, Gran Canaria



La eterna primavera en Las Palmas

Las Canteras, Las Palmas
La isla de Gran Canaria me cautivó en mi primer viaje a la misma. Y ahora, en mi segundo viaje, donde he puesto pies y alma, me he sentido igualmente enganchado, no sólo por su agradable temperatura ambiental -la eterna primavera, como dicen los mejicanos de Cuernavaca, otro paraíso, que recuerdo con afecto-, sino por su temperatura afectiva. 

Se respira un aire sereno (sobre todo en comparación con el aeropuerto de Madrid, que es una locura, donde todo el mundo anda estresado y malhumorado). 

En Gran Canaria se vive a otro ritmo, más humano, y la gente resulta por lo general cercana, hospitalaria, dulce. Con esa dulzura que te hace el día más llevadero. Qué tengas buen día, eso suelen decirte. Me lo llegó a decir también el responsable de El buen jamón, un sitio al que iba encantado a desayunar un bocadillo de jamón, que me sabía a gloria bendita. Un hombre que resultó ser de un pueblo de Salamanca.
Mercado de Vegueta
¡Ya decía que el jamón estaba exquisito! Jose, creo recordar que se llama este casi paisano, pues Salamanca es para mí tierra familiar, donde pasé algún tiempo extraordinario, y adonde sigo yendo, cada vez que puedo, con devoción.
"El día que decidí venir a Las Palmas fue lo mejor de mi vida, recordó él, porque aquí -añadió- la gente es diferente a mi tierra, aquí la gente es más abierta, con otra mentalidad". Eso creo también. Al menos tengo la sensación de que se trata de una tierra acogedora, donde las personas no te miran por encima del hombro.
Como destino vacacional, en todo caso, es magnífico. 

Sólo su capital, Las Palmas, que es sin duda una gran ciudad, además de una ciudad grande -la más poblada del Atlántico-, ya merece al menos una visita. Como me dejó muy buen sabor de boca en la primera visita, pues por eso me he animado a volver, porque creo que sí hay que regresar a aquellos sitios que te han procurado buenas vibraciones. Y este es el caso.

Puerto de Las Palmas

Hay que visitar en verano lo que se vio en invierno, y de noche lo que se visitó de día, como nos dijo el premio Nobel portugués Saramago, cuyo libro Viaje a Portugal es fantástico, además de Ensayo sobre la ceguera, que me dejó huella.

Como anécdota me apetece recordar que en la bahía de la ciudad de Las Palmas se rodaron algunas secuencias de la película Moby Dick, de Huston, basada en la novela de Melville. 

Sólo su playa kilométrica Las Canteras ya resulta fascinante, recorrerla de punta a cabo dejándose empapar por los efluvios marinos. Recorrerla literalmente desde La Puntilla, a los pies del barrio de pescadores de la Isleta, hasta el auditorio Alfredo Kraus, que es todo un faro de luminosidad, también musical. Incluso caminar desde La Puntilla hasta el Confital, que es un espacio natural con una playa salvaje. 

Un paseo a lo largo de Las Canteras se me antoja realmente animado, porque te vas encontrando con un variopinto paisanaje. Abundan los bares y los restaurantes, en los que te ofrecen todo tipo de comidas. 

Y luego sus barrios, como el de Triana (en referencia a los trianeros provenientes de Sevilla, se trata del corazón comercial y cultural de la ciudad, donde se encuentran, entre otros, el Gabinete literario o la casa-museo Galdós, en concreto en el número 6 de la calle Cano, con el legado de este canario ilustre, pintado por Sorolla, que llegó a ser elegido diputado en las cortes por Las Palmas, incluso el propio teatro Pérez Galdós, en la desembocadura del barranco del Guiniguada), o la Vegueta, con su colorido y su exotismo, con sus colores azules y amarillos, que traslada al viajero a una Hispanoamérica ensoñada y ensoñadora.

Hay algo en Vegueta que me hace rememorar La Habana Vieja. 
Con un acento dulzón y danzón bastante similar.

Barranco de las madres en Firgas

La Vegueta, con su mercado, y también con su catedral, de fachada neoclásica de piedra negra y dos torres gemelas, aunque éste no sea el único estilo que nos muestra, porque también es gótica y renacentista. Desde una de las torres se tienen maravillosas vistas de la ciudad. Con las casas consistoriales y la solariega plaza de Santa Ana enfrente. 

Me ha gustado volver a Las Palmas y recorrer otros sitios que no llegué a ver en mi primera visita. Y por supuesto me gustó volver a ver a la simpática y amable Blanca, la chica de la recepción del CoolivingC, donde me alojé también en esta ocasión. Incluso en verano el clima resulta estupendo, sobre todo en Las Palmas, otra cosa es si uno se adentra en el interior de la isla, como en Tejeda, por ejemplo, donde la temperatura puede superar y supera los treinta grados centígrados. O bien cuando a uno le toca una ola de calor. Luego hablaré sobre mi experiencia en Tejeda. Mas he de reconocer que no pasé realmente calor, salvo en algún momento puntual. Y en el alojamiento estuve de maravilla sin necesidad de aire acondicionado, que no me gusta nada, porque suele destrozarme la garganta. 

A pie, en guagua, como se tercie, es un placer recorrer la capital insular marcada por el espíritu de Galdós, Negrín (presidente del Gobierno durante la Segunda República) y Alfredo Kraus, entre otros, en la que Cristóbal Colón (quién también cuenta con una casa en Las Palmas) hizo sus oraciones (es un decir) antes del llamado Descubrimiento de las Américas. 

Paseo de Gran Canaria en Firgas

Pues sí, aquí vivió Cristóbal Colón antes de poner rumbo a las Indias. En la casa de Colón (que visité en mi primer viaje a la isla) se documentan los viajes de este gran almirante y el papel estratégico del archipiélago canario en la navegación transatlántica. Y hasta existe una réplica de la Niña. La Niña fue una de las dos carabelas (Santa María era una nao) que usó Colón en su primer viaje al Nuevo Mundo en 1492, junto a la Pinta y la Santa María

Es un placer recorrer la isla, re-descubrirla, adentrarse en sus secretos, saborear su gastronomía de puchero, ropa vieja, papas arrugás con mojo picón y pata de cochino, entre otros manjares. Lástima que al final no probara el potaje de berros. Lo que me ha dejado aún regusto es el mousse de gofio. Una auténtica exquisitez. Ojalá pudiera conseguirlo en la península. 

Catedral de Arucas

En cuanto a gastronomía, también recuerdo con mucho agrado las tapas con arte (carne de cabra, garbanzos con pulpo...) que preparaba el bueno del bar Domínguez, que además me quedaba al lado del hospedaje. Y el descubrimiento, al lado de la plaza de Santa Catalina, de la casa bar Leo, especializado en platos colombianos, como el sancocho de costilla, entre otros, donde conocí a la canario-colombiana Yaritza, una joven camarera despierta, con mucha luz en la mirada y en la palabra, a la que le entusiasma Galicia. Y además vende hornos gallegos, según me aclara ella. 

El vuelo desde Madrid en Iberia Express fue bien, tanto a la ida como a la vuelta. He de decir que cada vez me gustan menos los aeropuertos, sobre todo el de Madrid, donde te tratan como a perro sarnoso. En el aeropuerto somos rebaño apriscado. Toda una odisea que convendría relatar de modo detallado. 

Telde

Aunque llegara de madrugada a la isla. Eso tiene la ventaja de aprovechar luego el día después de dormir unas pocas horas de mañana. Por fortuna, Blanca ya me había preparado los códigos de la entrada al edificio, al piso y a la habitación. Y funcionaron correctamente. Y también pude coger una guagua que me llevó desde el aeropuerto, que queda a unos veinte kilómetros de Las Palmas, hasta el centro, en concreto hasta la estación de San Telmo. Y desde ahí al alojamiento un paseíto nomás por nomás, coser y cantar, o sea. 


Con Blanca
Al día siguiente de mi llegada, después de dormir unas horas (con la ventaja de una hora menos respecto a la península), como había adelantado, ya estaba Blanca en la recepción, que me recibió sonriente, lo que agradezco mucho. Charlamos y me recomendó algunos sitios para visitar en esta ocasión. Y lo tomé casi al pie de la letra, porque ella es oriunda y conoce bien la isla. Cuando uno encuentra alguien así, es toda una bendición. Mi gratitud para ti, Blanca. 

Ahora, después de mi estancia en la isla, siento que aún me quedaran muchas cosas por hacer, por visitar  (entre otras muchas Moya, Artenara...), pero es que la isla no se agota, aunque haya gente que insista, pesadamente, en que ya en una primera visita la conoció. Yo me atrevería a decir que pasó por allí. Nomás. Conocer, conocer, sólo se conoce cuando se vive allí y se adentra uno una y otra vez en la misma. Sea como fuere, procuré descubrir y redescubrir esta isla visitando lugares del norte, del este y del sur. 

Gáldar y su cueva pintada

Creo que el norte de Gran Canaria ofrece un paisaje de poblaciones con encanto, entre ellas Gáldar, que es por cierto la localidad en la que vive Blanca. Situada en el noroeste grancanario, llegó a ser capital de la isla en tiempos prehistóricos. Es conocida sobre todo por su Museo y Parque Arqueológico, con su Cueva Pintada (decorada con formas geométricas por los aborígenes canarios; lástima que no dejen hacerle fotos a la misma, acristalada que se mantiene, para que no se deteriore), la cual viene a ocupar en la mitología canaria el lugar de Altamira (Santilla del Mar) en la Península.

Este Parque Arqueológico es uno de los yacimientos prehispánicos más importantes, si no el más (antes de la llegada de los españoles a las islas a principios del siglo XV) relevante presente en Canarias.
Por lo demás, Gáldar me lució engalanada porque celebraban la fiesta en honor a Santiago, de ahí su plaza e iglesia de Santiago de los Caballeros.

Arucas o Arehucas y el ron

Otro sitio, que me recomendó Blanca, es Arucas. Se encuentra a poca distancia de la capital insular, en el norte. Arucas -o Arehucas, si nos remontamos al topónimo aborigen-, tiene un bonito casco histórico, donde sobresalen, en mi opinión, la catedral (San Juan Bautista, una auténtica joya y todo un símbolo, con sus elevadas torres, visibles en la distancia) y la exótica casa Gourié del siglo XVI (actual Museo Municipal).
La pequeña y coqueta Arucas conserva un aire de ciudad hispanoamericana, caribeña, según una buena amiga, después de ver algunas foticas.
Arehucas es asimismo el nombre de su famosa fábrica de ron, donde el visitante, previo pago de entrada, puede recorrerla con una guía magnífica, y por supuesto degustar algunos tipos de rones, todos ellos buenísimos, la verdad sea dicha. Una linda experiencia, con sabores y aromas inolvidables.
Museo del ron


Firgas, villa del agua

Otra de las poblaciones que más me gustó fue Firgas porque me procuró buenas vibras. Y eso lo noté en cuanto puse los pies -supongo que también el alma- en la misma. A unos quinientos metros sobre el nivel del mar, en el norte de la isla, Firgas es un auténtico mirador, con bellas panorámicas al entorno, como el barranco de las madres, la villa de Moya (lástima que al final no la visitara, el tiempo siempre se queda corto), la montaña de Arucas o la bahía de Las Palmas.
Lugar abundante en agua, Firgas es una población conocida por sus manantiales de agua mineral, su embotelladora, su antigua acequia real, cerca de la plaza de San Roque, y su molino de gofio del siglo XVI. Cerca de Firgas también se hallan los baños de Azuaje.

Singulares se me antojaron el Paseo de Canarias, que tiene esculpido en el suelo las siete islas principales del archipiélago, así como sus escudos heráldicos, y su prolongación en el Paseo de Gran Canaria, donde antaño se ubicaba la calle Real de Firgas. Una belleza es la cascada de unos treinta metros de largo realizada con piedra de cantería donde corre con fuerza el agua, rematada con un curioso monumento que representa la riqueza del agua. En uno de los laterales pueden verse los escudos heráldicos que representan a todos los municipios de la isla Grancanariona, además del escudo propio de la isla, pintados sobre azulejos.

La caldera volcánica de Bandama

Caldera de Bandama

El recorrido de la isla continuó por Bandama, situada en el noreste. A poca distancia de Las Palmas, aunque da la impresión de adentrarse en otro territorio. En realidad, esta isla, redonda como una galleta, es bastante más pequeña que la comarca del Bierzo, que sigo descubriendo cada día.
Me impresionó la caldera volcánica de Bandama. Se calcula que esta caldera, junto con el pico del mismo nombre, que forman un monumento natural, se originó hace 4.000 o 5.000 años durante una gran erupción explosiva.
El nombre de Bandama proviene de Van Damme, un comerciante flamenco de Amberes que compró el terreno en el siglo XVI para destinarlo al cultivo de la vid.
Se sabe que esta caldera ya estaba poblada por los antiguos aborígenes de la isla durante su última erupción. Y el último habitante fue un tal Agustinito, que permaneció en la misma hasta el 2020.
Se puede caminar a través de un sendero de 3'5 kilómetros que rodea toda la caldera y que parte desde un campo de golf. Asimismo, es posible acceder por un sendero hasta el fondo de la misma.
Las vistas a la caldera son inolvidables.

Vivir cada instante con intensidad es uno de los mejores regalos de la vida. Aquí y ahora. En la caldera de Tejeda, en el centro de Gran Canaria.

Los roques de Tejeda

Hipnótico me resultó el escarpado interior de la isla a través de una carretera tortuosa llena de curvas. Con la impresión de subir al cielo hasta alcanzar el pueblo de Tejeda, situado a más de mil metros sobre el nivel del mar. Apenas separan cuarenta y tantos kilómetros Las Palmas de Tejeda pero uno tiene la impresión de viajar a otro mundo. Al interior de una caldera volcánica, entre barrancos y formaciones geológicas de gran belleza paisajística, con la montaña sagrada del roque Bentayga, que fuera lugar de adoración de los antiguos pobladores e importante alcázar defensivo, de 70 metros de alto a 1.414 sobre el nivel del mar. Detrás, se halla el roque Nublo, de 80 metros de alto a 1.813 sobre el nivel del mar, al que no llegué (en otra ocasión, tal vez), que es todo un símbolo pétreo de Gran Canaria.
roque Bentayga

Un día memorable disfrutando de la gran vista panorámica de la formación volcánica de la caldera de Tejeda. Un lugar espiritual para practicar la meditación trascendental. Lástima que no pasara la noche porque cuentan que el firmamento sobrecoge. El cielo nocturno está calificado entre los tres mejores del mundo. La verdad sea dicha, mis experiencias con firmamentos sólidos, protectores, han sido en el Sáhara y también en mi pueblo de Noceda del Bierzo.
No sé si, a resultas del paisaje volcánico, o bien por la charla y las cervezas con una pareja de chilenos, entré en trance como un derviche o santón. Literalmente, me tomé un carro de cervezas con Tsering y Erik, quienes me dijeron que vivían en el sur de la isla, creo que entre Maspalomas y Puerto Mogán (sitios ambos que puede visitar en mi primer viaje).
Erik y Tsering

Confieso que aun gustándome la birra, no soy dado al trinque, que luego a uno lo califican de briago. Lo cierto es que a Tsering (actriz que trabaja en hostelería) y Erik (músico apasionado del sur portugués) se les veía habituados a trasegar cerveza. Fue divertido conocer a esta pareja de bohemios chilenos, los cuales se habían tomado el día para visitar esta zona. Un genuino
viaje al centro de la tierra. En plan -ahora se dice mucho esto- Julio Verne.
Tejeda
Esta cuenca de Tejeda, que parece una tempestad petrificada, según el filósofo Unamuno, una tempestad de fuego, de lava, con sus totémicos roques y sus abruptos barrancos resultó espectacular para el viajero. Y hasta me atrevería a subrayar que para cualquiera. Pero, como decía, lo mejor fue entablar contacto con estos seres fenoménicos, con quienes no sólo me divertí sino que aprendí un montón. Al final, lo que llena al viajero es el paisanaje, o este tipo de personas.
Telde

También me habían hablado de Telde como un lugar chulo. O a lo mejor me lo imaginé. Pero, por lo que sea, no me pareció con tanto encanto, que a buen seguro lo tendrá. Qué se le va a hacer. No obstante, sí hice alguna fotica como recuerdo de mi paso por este lugar, donde entablé conversa con un paisano enrollado, que hasta me ofreció agua fresca, que en esta tierra, salvo en Firgas, no suelen verse fuentes por las plazas, como ocurre en muchos pueblos y ciudades de la península. Al menos agua potable. El agua es oro. Y en un futuro no tan lejano será oro puro. Pura vida. El agua es la vida. Eso ya lo sabíamos. Pero a menudo nos hacemos los mensitos, los pelotudos.

En cambio, el visitante -parece que fuera un visitador médico, dicho así- sí percibió y sintió la belleza de Agüimes, localidad que se encuentra en el sureste de Gran Canaria, en un entorno con magia, donde sobresale el exuberante barranco de Guayadeque, que se abre en medio de un despliegue de crestas escarpadas. Cuentan los lugareños que es en primavera cuando la belleza de los almendros en plena floración rosa y blanca hacen las delicias de los visitantes.

Agüimes

Un gran placer pasear -aunque ataque la solana, aquí el clima se puso pelón- por el casco histórico de esta villa, uno de los más antiguos del archipiélago canario y de los que mejor conservan el estilo tradicional, que parece un decorado de cine con sus casas color pastel, por su entramado de calles, callejones y plazas de cuento, con diversas esculturas, entre ellas, la de un camello o de un burro, incluso las de algún músico y danzarín. Voglio vederti danzare, come le zingare del deserto.

El dromedario y el viajero -que en verdad es algo nómada, tal vez descendiente de arrieros maragatos (como fabulación, en todo caso, es hermosa)- se funden en una danza ancestral, en una simbiosis eterna en la vastedad de la Tierra.

La del camello invita a soñar con el Sáhara. Y con esas caravanas interminables hacia algún oasis. Siempre soñando con oasis. Pues seguiré soñando.
También llama la atención ese faro catedralicio, que orienta y atrae a los viajeros como un imán.
El sur grancanario, Maspalomas

Si bien ya había estado en mi primera visita a la isla de Gran Canaria, he querido volver a Maspalomas, en el sur, este pequeño desierto junto al mar, que resulta sorprendente.

Después de todo, Gran Canaria, aun siendo una isla española, está africanizada, por decirlo de algún modo.
Sólo debes dejarte envolver por las dunas y las olas del mar con un faro enclavado en la punta de Maspalomas, que data de 1861. El faro más popular de Canarias, símbolo de Gran Canaria. Bien de Interés Cultural. Desde la terraza de este faro se tienen lindas vistas. Reconozco que me entusiasman los faros.

Una tierra, Maspalomas, en la que también estuvo Colón en su cuarto viaje a América y algunos ilustres piratas.
Desde hace décadas es una zona realmente turística, aunque protegida, pues se trata de una Reserva Natural Especial, un lugar en el que hay tres ecosistemas diferentes: las dunas, el palmeral u oasis y la charca, donde las aves migratorias hacen parada en sus viajes anuales, además de las playas, entre ellas la playa del Inglés (considerada como una de las más bonitas de la isla), que hacen las delicias de los visitantes. Se llamará del Inglés por los muchos ingleses o guiris que la frecuentan, supongo.
Este viaje ha llegado a su fin. Y es que todo tiene un comienzo y un fin. También el universo. Y hemos de aceptarlo. Qué sería de nuestras vidas sin un fin? Tal vez el tedio más absoluto. Aunque he de reconocer que, además de ésta, quizá estaría bien otra vida.

Para seguir viajando. Así que desde el faro de Maspalomas he decidido lanzar un grito profundo, melodioso, un canto de luz.
Por los seres que atesoran la belleza de la luz y encima son capaces de irradiarla.
Por la isla de Gran Canaria, que tan buena energía me ha procurado.
Con nostalgia, espero volver a esta isla algún día.

 

lunes, 15 de julio de 2024

Ortigueira, un año más

Puerto de Ortigueira



Un año más, ya son bastantes, aunque nunca suficientes, Ortigueira recibe al viajero, que es un entusiasta de la música, tal vez el arte más sublime de las bellas artes existentes, con los brazos abiertos. Y lo hace con bandas y grupos musicales excepcionales, como la Bagad Brieg, de la Bretaña francesa, que está emparentada con Galicia. Bagad significa tropa o grupo en lengua bretona. Y resulta literalmente flipante escuchar a esta banda, que ha ganado diferentes galardones, entre ellos el Campeonato del Mundo en segundo grado como Pipe Band en 2014. Un espectáculo asegurado que eriza todos los vellos de la alegría.

Aunque el pasado jueves (comienzo del festival) arreció la lluvia durante una gran parte de la noche, este devoto del festival de Ortigueira aguantó como un león con estoicismo hasta altas horas de la noche, bueno, hasta el final de la finalización de los conciertos. El viernes por fortuna amaneció nublado pero sin lluvia. La verdad es que se agradece que la temperatura sea suavecita, como de primavera, algo habitual en esta zona del Ortegal, en la costa atlántica.
Cabe recordar que el cabo de Ortegal es el segundo cabo más septentrional de la península ibérica, sólo superado por el cabo de Estaca de Bares, de gran belleza paisajística ambos.

Ortigueira es en sí misma pura musicalidad marina, una caricia de verde aroma al centro del corazón, que a uno le permite seguir danzando a ritmo folk. Pues Ortigueira desprende mucha energía. Muy buenas vibras, sobre todo en época de festival, como es el caso.
La música contagia esa energía, que invita a sentirse como levitando, cual si el viajero fuera un derviche giróvago, en este caso a ritmo sufí. Y en Ortigueira a ritmo de música céltica. O como quiera llamarse esta música que encuentra en Galicia, Asturias, el Bierzo (por ahí anda la banda de Vega de Espinareda, también el resto de la provincia leonesa), Escocia, Irlanda y la Bretaña francesa un territorio común, único, maravilloso. Hermanados por la música.

Qué lindo. Por tanto, sólo queda dejarse ir, fluir con la música.
También me ha alegrado volver a Río Sor, un restaurante que se ha convertido en la casa de uno durante esta época festivalera. Y saludar a Diego -el hijo de Mari Luz y Orlando (que estarán contentos en algún cielo viendo cómo su hijo continúa con el negocio)- y a Nina, una camarera extraordinaria, la cual es prácticamente la responsable del restaurante.

Las comidas en Río Sor son pura delicia. Con lo cual el viajero se nutre no sólo de la gastronomía gallega sino del alimento espiritual que es la música. Por fortuna, existe la música en esta vida que se revela tan breve y efímera, como una estrella fugaz, que alumbra el firmamento como un relámpago. La vida, que a veces complicamos o simplemente se nos complica por razones diversas, tendría que ser una gran fiesta, y no un valle de lágrimas, como nos dice la religión católico-apostólica romana. De lágrimas tatuadas en la retina de la mirada, me atrevo a decir. Cuántas retinas y cuántas miradas. Por no decir cuántas lágrimas derramadas por nuestros difuntos. La religión siempre enfangando. A sabiendas, ya lo he dicho en más de una ocasión, de que uno se siente espiritual y ansía la espiritualidad en este mundo convulso. Digo todo esto porque acabo de enterarme, a través de su hija Lucía, del fallecimiento de María Jesús, descendiente de Noceda del Bierzo por la rama de los Nogaledo y también por la de los De Paz. Vivía en Vigo. Era una mujer magnífica, muy agradecida, además de socia de la revista la Curuja. Todo hay que decirlo.

Por eso es tan importante disfrutar de la gran fiesta de Ortigueira, de un festival internacional que congrega a bandas y grupos estupendos. Que congrega asimismo a una ingente población visitante, con ganas precisamente de fiesta, proveniente de todos los lugares del mundo.
A lo largo de estos pasados días he podido disfrutar de lo lindo de diversos grupos y bandas. Me ha entusiasmado sobre todo la banda bretona Bagad Brieg, como dijera al inicio, y el espectáculo de los galeses NoGood Boyo, que no conocía.

También ha sido de mi agrado la legendaria banda escocesa Capercaillie, que escuchaba en los ochenta en aquel mítico programa de Radio 3, Diálogos 3, que presentaba el bueno de Ramón Trecet. Entonces, era muy aficionado a esta radio. A Carpercaillie no es la primera vez que los escucho en concierto. Ya actuaron algún año anterior en este festival de Ortigueira.
Y me sorprendieron los grupos gallegos Fillas de Cassandra, Ailá y la histórica banda de gaitas de Ortigueira (que actúan cada año), o bien de los irlandeses Dervish (entre otros), a quienes creo haber escuchado en este festival céltico hace un tiempo.
Qué continúe la fiesta. Seguiremos danzando, como dice la amiga vasco-malagueña Olga.

miércoles, 10 de julio de 2024

En un universo en expansión

 A mi musa. 


En la noche de un universo en expansión1,

el amor y la belleza se fundirán

en un abrazo lleno de misterio, 

como dos amantes

destinados a encontrarse 

en el luminoso umbral de la eternidad.

Nuestro amor florecerá intenso, 

como una adormidera

en un jardín

donde los húmedos senderos convergerán, 

hasta alcanzar un tiempo circular.



El amor nos sobrevivirá 

más allá del futuro,

más allá del olvido

como un latido eterno 

donde nuestras raíces

se hundirán en la tierra.


El amor florecido se volverá poema, 

y el tiempo presente

será nuestra canción

en un oasis2

donde los senderos hayan convergido,

donde el amor y la belleza

se fundirán

en un abrazo lleno de misterio,

en una caricia cósmica.


Tú y yo en la noche

de un universo en expansión,

como dos amantes destinados a encontrarse

en el luminoso umbral de la eternidad.

1. Poema entregado a los poetas Emilio Vega y Carmen Gago en el reciente Encontro de poetas en la localidad ourensana de A Rúa 

2. Siempre nuestro oasis.


 

 

 

martes, 9 de julio de 2024

36 Encuentro de poetas en A Rúa (Ourense)

 Un placer volver un año más a A Rúa de Valdeorras (también conocida como A Rúa de Petín, aunque Petín sea una población aledaña). 

El asunto es que, desde hace treinta y seis años, se lleva a cabo un Encuentro/Encontro de poetas en esta localidad gallega (conocida por su embalse O Aguillón), gracias al tesón del poeta berciano y lacianiego Emilio Vega (quien hizo una introducción acerca de la etimología de poesía y su importancia en nuestras vidas) y gracias a la poeta galaico-astur Carmen Gago (que condujo el acto). 

Con Manuel Fuentes, Mónica Balboa, Amador Fonfría, Ruy Vega, Edith Fernández, Nidia Beltramo, Elba Casado









La verdad es que uno ya lleva varios asistiendo a este Encontro poético. Aunque en el 2023 no pudiera estar. 

Este pasado sábado nos dimos cita en A Rúa, en concreto en el cine de esta población, un buen puñado de poetas y narradores, tanto del Bierzo (Emilio Vega, Mónica Balboa, Roberto Arias Alba, Nidia Beltramo, Edith Fernández, Antonio Esteban, Hernán Alonso, Ruy Vega, Amador Fonfría) como de Galicia (Carmen Gago, Pepy -que recibió un homenaje- Clavijo, Estrella Velasco-Elfa, Carmen Álvaro, Manuel Fuentes González, Manuela Vicente, Xesús Trashorras...).


Fue magnífico compartir versos, palabras, impresiones y emociones con colegas y amigos varios. En esta foto aparecemos todos. Eso creo. 

Con una velada divertida amenizada por el músico Jose Luengo (el cual interpretó de forma estupenda Palabras para Julia, el poema de José Agustín Goytisolo), que también estuvo en el Encuentro literario de Noceda hace un par de años, y los componentes de la rondalla de Cacabelos, que ya son unos históricos en este evento. Y nos deleitaron con sus sones. 

Como siempre me encantó compartir con todos ellos, con todas ellas, la palabra poética y la cena de hermandad. 

Ahora ya estoy pensando en viajar al festival de Ortigueira porque la música, como la poesía (ambas están emparentadas) es un bálsamo que necesitamos para sobrevivir en este mundo convulso. 

https://www.youtube.com/watch?v=kpL7N6J76t4 

https://www.youtube.com/watch?v=QleLTKq7itk

Vaya aquí este poema dedicado a Costa da Morte, que tuve a bien leer en este 36 Encuentro/Encontro de poetas en este municipio de la comarca gallega de Valdeorras, que es tierra hermana. 

https://osil.info/o-36o-encontro-de-poetas-despidese-coa-homenaxe-a-pepy-g-clavijo-e-a-cea-de-confraternizacion/


En la Costa da Morte


En la Costa da Morte, donde el viento ruge con la fuerza de una gaita,

el mar te abraza con su amarillo olor a azufre,

envolviéndote en su bruma,

con el encanto de una historia milenaria.

La espuma de sus frías olas,

bajo la sensación de una luz nutricia,

guarda secretos de naufragios y leyendas de meigas,

sumergiéndote en un tiempo de misterio.

De repente, ese tiempo se detiene,

queda suspendido entre nada y el todo

en un instante de eternidad,

donde pasado y futuro se encuentran

flotando en un susurro sereno,

mientras tú te fundes con la infinitud,

como lo hacen el mar y la tierra

en un único destino.

Al fondo, allá en el horizonte difuminado,

se alza el sol de Poniente

como una sonrisa que llegara del otro lado del multiverso.

En este confín, la belleza salvaje ilumina tú sendero,

sintiéndote tocado por los ecos de la espiritualidad

y el faro del origen del mundo.  

En la Costa da Morte, donde el océano se funde con la tierra,

las almas erráticas bailan una danza ancestral

desafiando al tiempo,

ese tiempo suspendido, en calma,

como un vuelo de gaviota,

entre la nada y el todo,

ese espacio mitológico

en el que sientes el abismo de la vida y de la muerte.