miércoles, 5 de junio de 2024

Bendita inocencia (La infancia recobrada)

Comparto este breve texto que escribiera para un libro colectivo titulado Bendita inocencia, en el que participan varios autores, autoras, que se presentó en el mes de marzo en la ciudad de León. 

Os dejo asimismo esta reseña del periodista y escritor Eduardo Aguirre acerca de Bendita inocencia

https://www.diariodeleon.es/opinion/240322/1516458/siempre-buen.html

El escritor y dinamizador cultural Gregorio Fernández Castañón me pidió mi colaboración para un volumen en que se daba una foto para escribir algo acerca de ella, un ejercicio que uno también suele hacer con su alumnado de los cursos de escritura. A este respecto me apetece destacar un libro del periodista y escritor Carlos del Amor cuyo título es Emocionarte, en el que el autor escribe sobre sus cuadros pictóricos preferidos. Se trata de un viaje escrito con singularidad y belleza a través del arte, que procura emoción y reflexión, donde cada cuadro nos invita a fantasear con un cuento y/o relato. Y ahora vaya aquí ese mío incluido en Bendita inocencia

La infancia como matria y/o patria de la felicidad y los sueños, acaso el sueño de conocer el mundo.

En sus ojos se intuye, se percibe bienestar, salud, incluso un punto de humor tras esa sonrisa iluminada que a su vez nos ilumina como espectadores en este teatro universal de la vida.

Uno quisiera volverse niño, o niña, como en la imagen, a buen seguro para seguir manteniendo vivas las ilusiones -¡la ilusión, ay, es lo último que se pierde!-. Para seguir volando alto en un cielo azul como una cigüeña.  

Uno quisiera regresar a la infancia para poder contemplar de nuevo la realidad con ojos de asombro, como los que intuimos en la imagen. Y adentrarnos su subconsciente, donde brotan los sueños, para averiguar qué sueña, qué piensa, qué siente.

La infancia como territorio de los juegos y las sonrisas, de las creencias y las ganas de vivir, con su traje infantil y esa su mano señalándonos tal vez un horizonte lírico, acaso infinito y rosa, refulgente y misterioso, con ese su gesto burlón, que nos invita a repensar dónde estamos y quizá quiénes somos, aunque esto resulte harto atrevido.

En el fondo, cada uno de nosotros se siente reflejado en esta imagen de infancia, porque todos tuvimos alguna vez infancia, aunque algunos niños, algunas niñas, más de los que quisiéramos en todo caso, no hayan tenido ni tengan una infancia feliz, porque están sufriendo la historia universal de la infamia, de la crueldad, en el campo de batalla. Por eso esta imagen nos resulta tan hermosa, porque en ella está contenida la vida, la felicidad, los sueños y las ilusiones.

“En la infancia se vive, luego sólo se sobrevive”, como nos dijera el poeta Leopoldo María Panero.


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