Viaje a través del pasado y también del presente en un día neblinoso. No me atrevo a decir regreso al futuro, porque eso suena a peliculero.
Con la escuela de mi infancia reconvertida en albergue de peregrinos.
La escuela, ay, cuántos recuerdos. De repente me asalta La clase muerta, del Tadeusz Kantor, una obra de teatro sobrecogedora en la que el director teatral polaco da vida a un maestro que preside una clase de personajes aparentemente muertos y al mismo tiempo desdoblados en unos maniquíes cuando eran jóvenes.
La escuela de mi infancia me traslada a esa época de ilusiones, de Reyes Magos de Oriente, a quienes sigo esperando, como si estuviera Esperando a Godot.
Molín de Ampuero |
Esperando, siempre esperando a que arriben a estos pagos del Noroeste, mientras me acerco a los molinos de la matria y a la vez recupero este texto con un homenaje al molín de Ampuero, que en tiempos me sirviera como encabezamiento de una serie de columnas y/o artículos de opinión en el periódico Diario de León. Y que ahora, desde hace algún tiempo, está por fortuna restaurado.
https://cuenya.blogspot.com/2013/02/ampuero-y-otros-molinos.html
Vuelvo a estos molinos, que forman parte de mi paisaje de los afectos. Y con ello celebro de este modo los Reyes.
Me entusiasman los molinos de agua y de viento, que no los eólicos, sobre todo en lugares con gran valor ecológico, como es la Sierra de Gistredo.
Os dejo este molín de Ampuero y otros molinos.
Salud.
À la vôtre.