Mientras me quedo parado contemplando el monasterio de Santa María Carracedo, siento la llamada de Memorial de las piedras, el poemario del entrañable Fermín López Costero, que nos dejó hace ya unos años.
Las piedras de este monasterio me hablan, me susurran notas de amistad.Sigo escuchando tu voz poética, amigo Fermín, ahora en este espacio histórico. Me dejo embargar por tu lírica, que me lleva de la mano, a través de tus versículos, acaso en un viaje imaginario, fabulado, por la monumentalidad de este sitio sagrado.
Tu poesía, la poesía en estado puro, resulta reveladora de los arcanos de un mundo que fue, y acaso de los códigos secretos de una vida aún por vivir.
Tu poesía, la poesía en estado puro, resulta reveladora de los arcanos de un mundo que fue, y acaso de los códigos secretos de una vida aún por vivir.
Algún día volveremos a encontrarnos en este lugar. Y entonces espero que las piedras nos sigan hablando con la poética de lo eterno.
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