sábado, 24 de septiembre de 2022

Verano inolvidable

Ahora, que ya hemos entrado en otoño, me da por rememorar el reciente verano, que se me antoja inolvidable, porque lo he disfrutado mucho, la verdad sea dicha, comenzando con un viaje, aun primaveral en el mes de junio, a tierras flamencas, y despidiéndolo a finales de agosto y aun inicios de septiembre con un viaje a las Asturies verdes de montes y negras de minerales, como reza la canción del bueno de Víctor Manuel, y la Cantabria infinita, lo que no está nada mal. 
Después de la pandemia, que ya parece que no existiera -ojalá fuera así, aunque las mascarillas en algunos sitios concretos aún nos la recuerdan-, me he permitido el lujo -que es todo un lujo, en todos los sentidos del término- de viajar, algo que me entusiasma, porque viajar es un auténtica escuela de aprendizaje. 
Incluso me atrevería a subrayar que se aprende más viajando que leyendo, que ya es decir, sobre todo si uno viaja con todos los sentidos en funcionamiento, si uno viaja abierto al mundo, con sensibilidad y percepción, dispuesto a empaparse de experiencias, de vivencias.
Ribadavia
Además, cuando uno viaja también puede estar leyendo sin parar los paisajes y por supuesto el paisanaje con los que uno se va encontrando. Por eso, una obra como el Quijote, que encima está magistralmente escrita con humor, es magnífica, colosal, porque Cervantes nos invita a leer, en su viaje por España y aun por la condición humana, los paisajes de nuestro país de paisitos, y por supuesto nos convida -qué sabroso convite- a hacer una lectura analítica del ser humano, con sus glorias y sus miserias. 
Don Quijote y Sancho como cara y cruz de una misma realidad. Luces y sombras como parte del ser humano. Capaces como somos de lo mejor y de lo peor. 
"El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho", nos dice Cervantes. Por tanto, viajemos y leamos, tanto como nos permita nuestro cuerpo-mente, que todo es uno. 
Víctor Manuel en Castrelo de Miño

Verano inolvidable, para enmarcar, con ese viaje por Bélgica y Países Bajos, que me entusiasmó (de este viaje di cuenta en varias entradas en este mismo blog). 
A principios de julio me encaminé a Galicia para asistir al concierto que ofreciera precisamente el cantautor astur Víctor Manuel, habida cuenta de que me encantan sus canciones, lo que dice y cómo lo dice. Además, me parece un tipo estupendo, buena gente, gran artista. 
Un bello descubrimiento, Ribadavia, en la provincia de Ourense, a orillas del río Avia, de ahí su nombre, y también surcada por el río Miño.
Plaza Mayor de Ribaadavia

Hasta aquí me he allegado para estar, dentro de un ratín, en el concierto que dará el gran Víctor Manuel, en concreto en el parque náutico de Castrelo de Miño. A unos pocos kilómetros de Ribadavia.
Un bello descubrimiento, Ribadavia, en la provincia de Ourense, a orillas del río Avia, de ahí su nombre, y también surcada por el río Miño.
Hasta aquí me he allegado para estar, dentro de un ratín, en el concierto que dará el gran Víctor Manuel, en concreto en el parque náutico de Castrelo de Miño. A unos pocos kilómetros de Ribadavia.El concierto, que me fascinó, fue en Castrelo de Miño, en la provincia de Ourense, donde nunca antes había estado, tierra de vino, el Ribeiro. Castrelo de Miño es conocido también por su embalse, el náutico. Mi viaje a Castrelo de Miño me permitió conocer asimismo Ribadavia (a orillas del río Avia), donde me alojé, en concreto en la plaza mayor del pueblo, que me pareció un sitio con mucho encanto y belleza.   
Un placer inmenso haber asistido al concierto del astur Víctor Manuel en el parque náutico de Castrelo de Miño, en un entorno natural hermoso. Qué tendrá el agua, los lagos y embalses, los ríos, el mar, que tanto hipnotiza.
Ribadavia

Un pueblo que me procuró muy buenas vibraciones, donde disfruté de su castillo, de su casco histórico, de su barrio judío, y también de su gastronomía. En esa época atizaba el sol de lo lindo. Aunque tengo la impresión de que en la capital de Ourense el calor era aún más asfixiante. En verano Ourense es una olla a presión. Lo bueno de este lugar es que en invierno puede haber días de buena temperatura y eso se agradece mucho. A decir verdad, a uno no le gusta el frío. Y mucho menos la falta de luminosidad. En esto creo que soy sureño, mediterráneo. 
Castillo de Ribadavia

Me contaba mi padre que un paisano y amigo suyo, el señor Otero, a quien llegué a conocer, se iba en bici, en sus tiempos mozos, claro, desde Noceda del Bierzo a Ourense, con una bici normalita, por una carretera tercermundista. Vaya proeza. Eso se me ha quedado grabado a fuego en la memoria. Aquel hombre era muy peculiar, todo hay que decirlo. Imagino que debía quedarse a pernoctar en Ourense. Y al día siguiente regresaría.

Ourense

En este viaje pude acercarme al cementerio donde yace el poeta Valente, por cuya poesía siento devoción. https://cuenya.blogspot.com/2012/10/ourense-capital-de-manantiales-y-aguas.html
Cabe recordar que Valente era amigo de otro grande, Juan Goytisolo. Y compartían querencia por Almería, donde uno tuvo la ocasión de vivir durante un tiempecito. 
Ourense y el Miño
Por fortuna, llegué por los pelos al camposanto de San Francisco de Ourense, donde también están enterrados Otero Pedrayo y Blanco Amor, porque el encargado estaba a punto de cerrarlo. 
Llegué sofocado, pero llegué para encontrarme con sus tumbas. Esta visita era imprescindible. Y hacía tiempo que tenía ganas de hacerla. Por lo demás, recorrí el casco histórico de la capital ourensana y me tomé una arepita, que es típica en países como Colombia, Bolivia o Venezuela,  y unos tequeños o deditos de queso, originarios de Venezuela.
A la amiga escritora Raquel, que ya es medio gallega, le encantan los tequeños. No olvides tomarte unos tequeños, me recuerda. A tu salud.
Se nota a la legua que las ciudades gallegas, sobre todo Coruña y Vigo, siguen mirando a Hispanoamérica, con afecto. No en vano, la emigración gallega a algunos países hispanos en otros tiempos, no tan lejanos, fue algo importante, tanto es así que en la ciudad y/o provincia de Buenos Aires (la quinta provincia gallega), a los españoles nos llaman gallegos. En general, en toda Argentina los españoles somos conocidos como gallegos. 

Me contaba Manuel Santos Bermúdez, en mi visita de hace ya más de quince años a Buenos Aires, que de sus 300.000 habitantes españoles que tenía en esa época la capital argentina, el 70% eran gallegos. Santos Bermúdez, que estaba escribiendo la Historia de la emigración española, era en aquel entonces el gerente del Club Español, ubicado en pleno centro, entre la Avenida 9 de Julio y la Avenida de mayo, en concreto en Bernardo de Irigoyen 172.  

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Compartido con: Público
Público

Compartido con: Público

La capital de las Burgas o manantiales de aguas termales, la ciudad del oro atrae al visitante con su puente viejo, incluso con sus otros puentes, como el del milenio, bajo ese río aurífero que es el Miño. La ciudad de Ourense es la cuna del enorme poeta Valente. Y también de Otero Pedrayo y Blanco Amor, que reposan en el cementerio de San Francisco. Me gustó volver a la capital de Ourense, aunque en esta ocasión no me fui hasta sus aguas termales, salvo las que manan en pleno centro de la ciudad. A pleno día, en el exterior, en el ambiente, se alcanzaban los cuarenta grados. 



El paseo a orillas de Miño me resultó refrescante y bucólico. Como si me hubiera adentrado en un cuadro impresionista. O en una película de Jean Renoir, que también es puro impresionismo pictórico y cinematográfico. 

A Rúa

De Ourense me encaminé a La Rúa, A Rúa de Valdeorras, que está al lado de Petín (por eso, algunas personas hablan de A Rúa de Petín, aunque esto no sea correcto). En todo caso, a mí me parece un nombre precioso A Rúa de Petín. 
https://osil.info/o-encontro-de-poetas-regresa-coa-34-edicion-os-dias-8-e-9-de-xullo-na-rua/ 
O Aguillón

En A Rúa me esperaba el Encontro de poetas, al que asisto -salvo en alguna ocasión en que hallábame fuera, viajando-, desde hace años. Y este año no quise perdérmelo. 
Un encuentro en el que nos damos cita diversos juntaletras, de la mano de la poeta galaico astur Carmen Gago y el poeta berciano y lacianiego Emilio Vega. 
Antes del encuentro aún me dio tiempo a darme una vuelta por el área recreativa de A Rúa llamada O Aguillón, que cuenta con un refrescante embalse, lo cual agradecí mucho, porque el calor era aplastante. 

Me gustó compartir palabra y posteriormente mesa y mantel con gente conocida y aun con otra, como la poeta Manoli o el músico Jose Luengo, con quienes nunca antes había conversado. Un gran placer. 
Simpáticos también los músicos de Cacabelos, que nos amenizaron la velada con sus tonadas. Uno siempre agradece la música, que resulta balsámica, tanto es así que el festival de Ortigueira, al que asisto desde años ha, me estaba esperando con los brazos abiertos. 

Continuaré, en una próxima entrada, con este festival y demás viajes y eventos musicales. 

3 comentarios:

  1. No sé si va a haber zapatillas para tanto viaje. Felicidades!

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  2. Viajemos y leamos, entonces, como tú dices, para ir más allá de nuestros límites. Un abrazo

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  3. Como siempre, tus viajes llevan un gran contenido de emociones y aprendizaje. Lo de los " juntaletras" me encanta.
    Un abrazo.

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