domingo, 24 de abril de 2022

Jaraiz de la Vera, capital del pimentón

 Conocida como la capital mundial del pimentón, Jaraiz de la Vera -existe un monumento que así lo corrobora- es sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen del Pimentón de la Vera y cuenta incluso con un museo del pimentón ubicado en el palacio del Obispo Manzano, en la Plaza Mayor de este pueblo-ciudad que sabe y huele a matanza de gocho, en realidad a embutido. 

Algo que me devuelve a la infancia y la adolescencia, cuando también en mi pueblo del Bierzo Alto hacíamos matanza y la aderezábamos con pimentón, que provenía, por lo general, de la comarca de la Vera en Extremadura. 

Aunque me recuerda mi madre cómo en otros tiempos, siendo ella una niña, en Bembibre había molinos donde se molía el pimentón. Vaya por delante que me fascinan tanto los molinos como el pimentón, ese oro rojo que me inunda de placer. Le echaría pimentón a cualquier comida. Me parece un invento extraordinario. Y además sabemos que ayuda a mejorar el sistema inmunológico. Asimismo, contiene enzimas antioxidantes y resulta analgésico y antibiótico. 

Guía en el museo del pimentón

Me gustó visitar el museo del pimentón en Jaraiz, de la mano de una joven guía oriunda, que resultó ser una buena conocedora de todo el proceso de elaboración del pimentón, ya que sus padres, según contara, también lo hacían en su casa. Desde el triturado de los pimientos secos hasta el ahumado y secado con leña de encina y de roble, tan abundante en la zona, aplicando el calor justo para conseguir la deshidratación adecuada. De forma que se obtengan un color y sabor y aroma intensos. 

Una chica con un excelente castellano hablado y un buen don de gentes, que cursó estudios en la Universidad de Salamanca. Curiosamente sin acento extremeño.  

María Jose, guía de la Oficina de Turismo

Sólo por esto ya merecería una visita a Jaraiz de la Vera, aunque la ciudad ofrece muchos rincones con encanto, así como algunos bares como la Coruja, cuyo nombre me hizo sonreír. 

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Con aroma a pimentón, que me devuelve a la infancia, ese territorio de sueños felices. Y la curiosidad de encontrarme con un bar llamado Coruja.


En un próximo número de
nuestra revista La Curuja (Coruja) haremos referencia a este bar, donde se toman buenas raciones de oreja de cerdo. De repente, me vi en algún bar del Bierzo. Y es que Jaraiz, que es el pueblo más grande de la comarca de la Vera, me hizo recordar mi tierra, que también lo es de pimientos (sobre todo el Bierzo Bajo) y de pimentón. También me gustó probar el tasajo, que es como una cecina de cerdo condimentada con pimentón de la Vera. En tiempos, se hacía con carne de cabra, que vendría a ser como la cecina de chivo leonesa. Ya no recordaba que también en México, donde viví en los años noventa, se come  tasajo. Por lo demás, Jaraiz es un sitio
tranquilo, que también tuve la ocasión de recorrer por mí mismo y gracias asimismo a una guía de la oficina de turismo de la localidad llamada María José, a la que agradezco sus explicaciones sobre el origen etimológico de esta villa de realengo y otras muchas hasta llegar a la visita del museo del pintor y músico jaraiceño Jaime de Jaraiz, cuya figura y obra merecen la pena ser conocidas: https://preparatuescapada.com/caceres/jaraiz-de-la-vera/museo-jaime-de-jaraiz


Desde el parque de los Bolos, donde se asienta la picota, que es símbolo de esta villa, se tienen vistas espectaculares a la sierra de Gredos, que parece que estuviera al ladito mismo. 

La Sierra de Gredos proporciona suficiente agua, en forma de arroyos y gargantas, a esta fértil comarca de La Vera, donde florecen los cerezos con la belleza explosiva de un cuadro impresionista.  Como por ejemplo El huerto en flor, del pintor Sisley.opintor Sisley. 


Entre estas gargantas se encuentra la de Pedro Chate, donde se ha creado el llamado lago de Jaraiz, lugar muy frecuentado por los bañistas en época estival. Eso me dice un buen hombre, con el que me topo, el cual, como cicerone, me adentra en la naturaleza exuberante de esta bella comarca. En medio de un bosque de robles, nogales y chopos se abre esta piscina natural, que en su parte alta se conoce como el lago y en su parte baja como Charco de las Tablas.

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El brote primaveral de la Vera mirando a Gredos.


En esta zona también existe un mesón construido en un antiguo molino.


Y en la parte del lago propiamente dicha hay un bar restaurante con una terraza, que tiene unas magníficas vistas. 

Mi visita a la ciudad coincide con una feria agroalimentaria, donde pueden encontrarse, en las diversas casetas, productos de calidad de la tierra. 

Jaraiz es un punto de partida estupendo para recorrer la zona: Cuacos de Yuste, que es Conjunto Histórico Artístico, y el propio monasterio de Yuste, entre otros lugares. 

Se cuenta que el rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico regresó a España, desde Flandes hasta Laredo (Cantabria), para curarse de una artritis y decidió asentarse en la comarca de la Vera por ser un lugar retirado y por su buen clima. Y mandó construir una casa palacio al lado del monasterio de Yuste, donde permaneció recluido hasta el final de sus días. 

Y para finalizar esta entrada he de decir que me gustó la hostería Verahouse, gracias a la amabilidad de Miriam. Y las tostadas con tomate y jamón del bar restaurante Fezur.

Por cierto, el rapaz que me sirviera, que creo era hijo de la familia responsable del negocio, había estado en Ponferrada porque, según él, llegó a tener una novieta en la capital del Bierzo. 

¿Y qué fue de la Serrana de la Vera? ¿Alguien la ha visto?

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