martes, 2 de noviembre de 2021

Personalidades narcisistas

Si te topas con un narciso o narcisa, que de todo hay en la viña del señor y de la señora, date por jodido, así de claro, sobre todo si llegas a establecer algún vínculo estrecho, cercano, amoroso. Con lo cual lo mejor es alejarte cuanto antes, en cuanto descubras su juego perverso, su falsedad, su crueldad (su teatro de la crueldad), porque, tras una máscara de sonrisas y seducciones (suelen mostrarse muy amorosos en un inicio, cuando quieren llevarte a su terreno, a su huerto), se esconde una bestia parda, alguien sin escrúpulos, sin compasión, que acabará de un modo irremediable lanzándote al vacío, al precipicio, sin sentir ningún tipo de remordimiento. Es más, parecen regodearse en el sufrimiento del Otro, lo que es indicativo de una psicopatía considerable. 

Conocido es el mito griego en el que Narciso se enamora de su propia imagen reflejada en el agua, que al final se ahoga intentando besar su propia imagen. Tanto se quiso que terminó yéndose al traste. Una persona, que a mí me resulta entrañable, me recuerda que a Narciso lo atan y lo condenan a estar mirándose de un modo permanente, que esta sí que es una gran condena.

El Narciso o la Narcisa de turno se camuflan bien entre la población tras una aparente normalidad hasta que acaban explosionando y dinamitando literalmente a su presa. Él o Ella buscan sólo y exclusivamente su propio beneficio, su propio bienestar, y cuando lo logran, entonces ya no les sirves para su juego, su juego en verdad diabólico. 

El narcisismo, que a veces entronca con la esquizofrenia o escisión, con un desdoblamiento de personalidad, puede resultar demoledor, tanto para quien lo padece como para quienes caen en sus redes, en su trampa. Una trampa en ocasiones letal. 

En el fondo, se trata de una patología que actúa como un mecanismo defensivo, de supervivencia, porque a menudo se origina a partir de un trauma, de una herida sufrida en la infancia a través  de un entorno familiar desestructurado, falto de afectos reales y saludables. En el fondo tienen la autoestima por los suelos, aunque aparenten otra cosa. Y en determinados periodos pueden caer en un pozo sin fondo, alternando periodos de euforia extrema con otros de depresión (en una bipolaridad sobrecogedora). 

A menudo viven en su mundo de fantasía, en una perpetua ensoñación, buscando ideales imposibles, siempre en busca de un amor idealizado, que, incluso cuando llegan a encontrar algo que se le asemeja, acaban pulverizándolo, haciéndolo añicos, porque no lo soportan. No soportan que alguien los ame de verdad, porque ellos y ellas no saben amar de verdad. Se creen tan especiales que no existe nadie a su altura, incluso llegan a descalificar a sus propias parejas delante de otras personas. 

A menudo se muestran explotadores, vampirizadores de energía, aprovechándose de la bondad o el amor que les procuran quienes han caído rendidos ante su hipnotismo. Son encantadores de serpientes que prometen el oro y el moro a sus parejas, a su gente más próxima, aunque sus hechos los acaben delatando, sobre todo a medida que transcurre la relación, cada vez más tóxica. Porque necesitan constantemente de gente que esté dándoles manija, como dicen en Argentina, haciéndoles la cohorte. Necesitan de los Otros, de varias personas a la vez, que estén procurándoles lo que desean.  Y si no se lo procuran, entonces se descolocan, porque tampoco soportan la más mínima crítica, sólo desean admiración, y si a alguien se le ocurre ponerlos en cuestionamiento, es entonces cuando muestran su verdadero yo, el rostro de lo horrible, la cara visible de la ferocidad. Hasta les cambia el rostro, como si realmente hubieran sufrido no sólo una transformación física sino psíquica. 

Decirle a un Narciso o Narcisa que no es la persona que creías, que te ha decepcionado, es algo que no soportan. Se sienten heridos de muerte. Y arremeten contra quien creen (en su delirante puesta en escena) que les está atacando, convirtiéndose automáticamente en tus enemigos. 

Si te topas con alguno de estos especímenes, apártate, aléjate cuanto antes, si no quieres sufrir las consecuencias, que podrían ser nefastas para tu salud mental. 

Habría que preguntarse -me sugiere esta persona entrañable, buen conocedor de la psique humana-, si no habría una terapia que al menos les ayudara a reconocer su ceguera existencial, que no son genios sino sus propias víctimas, condenados a una enfermedad que son incapaces de reconocer, salvo que sufran una crisis de identidad brutal.

2 comentarios:

  1. Un tema por demás interesante y que a cobrado relevancia en los últimos años, ya que el concepto de narcisista hasta hace algún tiempo no era mucho del uso o dominio popular, era un concepto casi exclusivo de los profesionales de la salud, pero debido a que cada vez, afortunadamente, es menos estigmatizado este tipo de atención médica y de la salud mental, cada vez perfiles como este son más identificados.
    Sin embargo me pregunto, habrá niveles de narcisismo?? Será solo el "otro" el que se ama excesivamente, enfermizamente? o todos tendremos esa tendencia no consciente? Qué tanto vemos la paja en el ojo ajeno y no logramos ver la nuestra?
    Y si existen grados de narcisismo, qué pasa cuando se encuentran y relacionan un par de incipientes narcisistas o narcisistas ya consolidados??

    Para seguir reflexionando.

    Muchas gracias por ponerlo en la mesa Manuel querido, muchos saludos!!

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  2. Todos podemos tener cierto grado de narcisismo. Claro que sí, el problema se plantea cuando el narcisismo adquiere grado de patología y destroza una relación. Cuando el narcisismo se vuelve perverso. La verdad, no sé qué ocurre si se juntan dos narcisistas. Muchas gracias a ti por tus apreciaciones.

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