martes, 26 de octubre de 2021

Depresión, bipolaridad y otros trastornos

 Que vivimos en una sociedad desquiciada es un hecho palpable. Y la pandemia, que aún arrastramos, seguirá causando estragos entre nuestra población. Una modernidad líquida, como apuntara el sociólogo Bauman. O una sociedad incluso evaporada, como nos sugiere el bueno de Ramiro Pinto. 

El propio Erich Fromm nos habló, ya en los 50 del pasado siglo, de que la sociedad occidental estaba perturbada, y que este desequilibrio amenazaba a la supervivencia de la especie humana, humana-animal, me atrevería a subrayar.  

En cualquier caso, nos movemos entre el capitalismo, que es todopoderoso y pulveriza cualquier significado, y la esquizofrenia. Como ya pronosticaran los pensadores Deleuze y Guattari. En esas andamos. 

La esquizofrenia como escisión, como herida. Y una forma de interpretar la realidad a través de delirios (con pensamientos confusos y creencias irracionales) y alucinaciones (con falsas percepciones de los acontecimientos en ausencia de estímulos externos). Conviene aclarar lo de la ausencia de estímulos externos para no confundirlas con las ilusiones ópticas. 

Los delirios, de todo tipo, y las alucinaciones, en sus diversas apariciones, a veces terroríficas, nos presiden, incluso en situaciones de duelo. 

Esta misma semana me tocará hablar, a mi alumnado, de temas psicológicos. Y este es un buen tema para tratar habida cuenta de la encrucijada que llevamos viviendo a raíz de la pandemia, que tanto miedo e incertidumbre ha desatado entre nosotros, pobrecitos mortales. 

Aparte de la esquizofrenia, la depresión, que está íntimamente ligada a la ansiedad, es otro de los trastornos más frecuentes, que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo. Y obedece a múltiples factores, entre ellos, personales, sociales y genéticos, aunque también interviene poderosamente la bioquímica de los neurotransmisores y hormonas (todo un capítulo apasionante).


La depresión, otrora conocida como melancolía, también resulta demoledora. Con su tristeza patológica. Y todos los síntomas asociados a la ansiedad. El vértigo de la angustia. 

Lo curioso y hasta sorprendente es que la depresión en ocasiones, cuando se trata de un trastorno depresivo mayor, se muestra asociada a síntomas psicóticos. Y ahí que entronca de lleno con un trastorno afectivo bipolar, antiguamente conocido como psicosis maníaco-depresiva, que se caracteriza por fluctuaciones notorias en el humor, en el estado de ánimo, el pensamiento y el comportamiento. Una bomba de relojería, o sea. 

La bipolaridad resulta brutal, no sólo en quien la padece sino en  quienes tienen un contacto directo y estrecho con quien la sufre, porque a menudo, salvo que a la persona afectada se le procure un tratamiento psicológico y aun farmacológico, no es consciente de ello y actúa como si nada ocurriera. A menudo, este tipo de psicopatías pasan desapercibidas, o permanecen enmascaradas, llevando vidas en apariencia normales, aunque sepamos que las apariencias a veces más ocultan que desvelan esencias. Se trata de una psicopatía que se ha dado en llamar integrada. Incluso este tipo de personas, tras su egolatría y narcisismo, podrían resultar encantadoras. 

No siempre es lo que parece. Por eso, conviene analizar una y otra vez la realidad, incluso la irrealidad o la ficción, con el fin de desentrañar lo que se esconde, lo que se oculta, lo que puede revelarse como algo horrible. ¡El horror, el horror!, del que nos hablaba Conrad en su El corazón de las tinieblas, a través de la voz del coronel Kurtz, que luego adaptaría a la gran pantalla Coppola bajo el título de Apocalipsis Now. 

El tema del doble en la literatura (además de en el cine) es abundante, desde Jeckyll y Hyde de Stevenson o El retrato de Dorian Grey, de Wilde, pasando por William Wilson de Poe hasta El Horla, de Maupassant o Aura, de Carlos Fuentes, entre otros muchos. O bien Vértigo, de Hitchcock, donde la protagonista es transformada en un doble de sí misma. 

Según Freud, el doble es uno de los grandes ejemplos de lo siniestro en la vida cotidiana. Y tema recurrente en la psique. Lo siniestro como algo que no logramos descifrar porque nos resulta incomprensible, fuera de toda lógica y racionalidad. 

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