Tras las colinas se intuye un mundo fabuloso, poblado por duendes y trasgos, sierpes y hechiceras capaces de leer el pasado como se leen los recuerdos en los posos de un café.
Tras las colinas, perfiladas con la textura de la miel de brezo, se percibe un mapa pintado de sueños.
En este mundo de fábula, los duendes y los trasgos, cual habilidosos artistas, pueden pintar los sueños con lápices de colores. Incluso pueden escribirlos con la tinta de la sangre. La sangre milenaria de los robles, los negrillos y los castaños.
Tras las colinas, aromatizadas con la savia de los sauces, se avistan urogallos, que lucen vistosos prestos para una gala, como novios enamorados.
Tras las colinas, con regusto a zumo de arándano, corre la sangre-vida por el río Boeza, que se abre como un acordeón en una danza sensual. Bailemos pues en este espacio tejido en la rueca de los afectos.
Después de este baile-festín, nos dejamos arrullar por el agua, que discurre como un verbo bíblico por su cauce. De repente, sentimos el mundo bajo un firmamento tachonado de estrellas, cuyos guiños luminosos nos acarician la mirada.
Trepamos las colinas en busca de la campa de Santiago de donde brota la lírica del río Boeza. La campa o campo de Santiago, con su ermita, nos hipnotiza, inyectándonos la historia en vena. En estos instantes, se despliega una panorámica glacial. Una belleza redonda.
La sonoridad de Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, un nombre con solera primigenia, nos lleva de la mano por entre un bosque tupido hacia un Bierzo alto, remoto, agreste, donde los osos también danzan a ritmo de flauta y tamboril como fantasmas de un tiempo que fue.
Colinas, con sus casas antiguas, con sus tejados y chimeneas de pizarra, con sus calles empedradas, nos devuelve a una infancia de cuento. Y la belleza de su entorno nos eleva hasta el pico Catoute, que se revela como un singular balcón a la comarca del Bierzo.
Qué bonitas palabras bordadas de olores, sabores e inspiraciones, Manuel, visitando a Colinas: ese lugar tan bello. Qué envidia me das desde la distancia de la metrópoli. Qué sigas disfrutando mucho de viajero por estos lugares de la matria berciana y nos lo sigas contando para disfrutarlo también. Un abrazo!
ResponderEliminarQué bonito daría gusto visitarlo ahora que no podemos lo tuve a mano y no lo hice pero siempre os llevaré en el corazón
ResponderEliminarQué pintoresco! Un escenario ideal para un cuento.
ResponderEliminarPoetico y sensorial. Un texto precioso sobre un pueblo y un paisaje que ha enriquecido mi vida.
ResponderEliminarSe respira lo que escribes al leerte.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestras palabras. Me alegra, Ángeles, que el texto tenga, en tu opinión, vida. Y que pueda ser el escenario ideal para un cuento, Ana. Ambienté un relato de mi libro Trasmundo en Colinas.
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