Cuadro: Cristina Masa Texto: M. Cuenya |
Caminamos por la senda de los castaños, pisando las
hojas caídas, en busca de soledad, sin prisas, con la sensación de camuflarnos
con el paisaje, con ese colorido festivo, pintado con amarillos y verdes y
ocres, y el azulado del cielo, que nos invita a danzar, incluso a levitar. Al fondo, se atisba una montaña poderosa, un refugio
acaso eremítico, donde podremos meditar acerca de la belleza del mundo.
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