jueves, 27 de septiembre de 2018

Relatos de una adoratriz



Hoy jueves 27 a las 19h tendrá lugar, en la casa de la cultura de Ponferrada (Biblioteca Pública), la presentación de Relatos de una adoratriz, cuya autora es Raquel Villanueva (a quien entrevistara para la fragua literaria leonesa en  ileon.com en 2014: https://www.ileon.com/cultura/043729/raquel-villanueva-lo-que-somos-esta-en-lo-que-escribimos-en-lo-que-contamos-y-en-las-personas-que-amamos). Y allí estaremos para arropar el acto, junto con la gente que desee asistir, además del Club Petronio, al que pertenece Raquel. 

He tenido el placer de escribir el prólogo de esta obra, digamos de corte erótico, un género que me late difícil, habida cuenta de que uno debe poner sus cinco sentidos (y aun más) en lo que escribe, para que los lectoras/lectrices saboreen lo que cuenta su autor (autora, en este caso). Y Raquel ha puesto sus sentidos y esa sensualidad marina con que están escritos estos relatos. No es la primera vez que se acerca a la literatura erótica (ahí está también La decisión de Elsa, su ópera prima). Por tanto, está entrenada en este tipo de género. 
Raquel Villanueva
La literatura erótica (no confundir con la porno, aunque las lindes sean difusas y a veces confusas) suele atraer mucho a los seres humanos, porque nada de lo humano nos es ajeno. Eros y Thánatos (Tánatos) son en realidad los grandes pilares (los pilares de la Tierra, del universo) en que se sustentan nuestras vidas/muertes. Eros y Tánatos como cara y cruz de una misma moneda. En realidad, sólo hay tres temas, según Rulfo, el amor, la muerte y la vida. Pues que triunfe el amor, el deseo sobre el Tánatos. Ojalá fuera así. Al menos que esta tarde predomine el Eros. 
La literatura erótica, desde El arte de amar, de Ovidio, o El Satiricón, de Petronio (hagamos homenaje al club ponferradino/berciano), pasando por El Decamerón o los Cuentos de Canterbury (Pasolini hizo versiones fílmicas de las mismas), La lozana andaluza, incluso pasajes de La Celestina y aun El Quijote, hasta llegar al prerrevolucionario divino marqués de Sade, que es filosófico, léase Justine, por ejemplo, y brutalísimo en sus 120 jornadas de Sodoma. No nos olvidemos tampoco de Historia del ojo, de Bataille o Lolita, de Nabokov (con adaptaciones fílmicas incluidas). Y por supuesto la obra de Anaïs Nin (a quien Raquel cita) y Henry Miller. Dos colosos de la literatura con mayúsculas. O bien la más reciente Valérie Tasso con su Diario de una ninfómana, cuyo libro no he leído aunque sí he podido ver la película homónima. 


Estas son sólo algunas pinceladas acerca de lo que ha dado de sí la literatura erótica. 
Lástima que esta presentación coincida en día y hora con la del escritor zamorano, afincado en León desde hace años, Tomás Sánchez Santiago, que será en la sala del Museo de la radio. 
Os dejo el prólogo que tuviera a bien componer para Relatos de una adoratriz, de Raquel Villanueva, a quien felicitamos por atreverse con este género, tan difícil.Y a la vez apasionante cuando resulta creíble. 
https://www.lanuevacronica.com/relatos-de-una-adoratriz-se-bautiza-en-la-biblioteca-de-ponferrada

Introducidos con una cita de la escritora Anaïs Nin, quien por cierto era hija del pianista cubano-español Joaquín Nin, Raquel Villanueva, que ya había hecho su incursión en la literatura erótica con La decisión de Elsa (finalista del VI Premio Hontanar de narrativa breve)nos ofrece ahora estos Relatos de una adoratriz, con el mar de fondo y esas olas que vienen y van, con sensualidad, que nos acarician e hipnotizan, con melódico sentido orgásmico, como en la canción de Serge Gainsbourg, el autor de Je t’aime… moi non plus.
Se nota que Raquel, que es una lectora infatigable, ha leído a Anaïs Nin, la amante de Henry Miller, el coloso literario con quien mantuviera una relación extraordinaria, no sólo desde un punto de vista amoroso sino intelectual, legándonos ambos su maravillosa correspondencia, sus cartas, convertidas en pura literatura, porque tanto Anaïs como Henry devolvieron vida a la literatura y aun hicieron de sus vidas un sustancioso y gran libro.
Raquel ha bebido en sus páginas, con avidez, con gozo, y se ha quedado impregnada de erotismo, que ella, con imaginación desbordante, logra plasmar en sus relatos.
La imaginación, ay, como personaje invisible y siempre activo, del que nos hablara el Nobel mexicano Octavio Paz, a quien también cita la creadora de este volumen ilustrado con sugerentes imágenes.
A través de la figura de una adoratriz (precioso nombre y fascinante figura), Raquel nos introduce en un universo sensorial (con sabores, olores, sonidos, sensaciones táctiles, visuales, por supuesto), que, como lectores, amerita de ser apreciado, catado como un buen vino del Bierzo, un universo húmedo, azul marino, en el que nos sentimos a gusto.
Incluso sentimos a sus personajes, perfilados con la textura de lo verosímil, con la belleza de lo comestible, porque la belleza será comestible o no será, como nos dijera el genio Dalí, cuya prosa, al igual que su pintura, se me antoja nutricia y convulsa.
Aparte de la relación literaria entre Anaïs Nin y Henry Miller, en esta obra podemos acercarnos a la relación entre Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós en su relato A la espera. O bien a la relación digamos tormentosa (o de amistad peligrosa, por decirlo a lo Choderlos de Laclos) que mantuvieran Diego (en clara referencia al pintor mexicano Diego Rivera) y Frida (en evidente alusión a la pintora azteca Kahlo), que son los protagonistas de dos estupendos relatos titulados De elefantes y palomas El entomólogo.
En un mundo donde el Thánatos preside todo, como un dios malvado y perverso, se agradece que una autora, en este caso natural de Ponferrada, o sea, berciana, apueste por el dios Eros, el sexo. Y nos deleite con la lectura de estos relatos que nos invitan, dicho sea de paso, a sumergirnos, al menos durante un tiempecito, en el océano del que brotan no sólo monstruos marinos y seres fabulosos sino personajes con deseos y sueños. 
Leer a Raquel Villanueva es, en su opinión, como acercarse al ojo de la cerradura para observar lo que hay detrás de la puerta, cual si estuviéramos asistiendo al visionado de No amarás, del cineasta polaco Kieślowski, donde vemos al joven Tomek espiando, mediante un telescopio, la vida sexual de la adulta Magda. Adentrarnos en esa intimidad, en ese espacio privado, es lo que torna atractivos estos relatos.

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