miércoles, 19 de octubre de 2016

El cielo ajedrez, de Antonio Agudelo

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RESEÑA LITERARIA

'El cielo ajedrez', un poemario reflexivo, existencialista y escéptico

Manuel Cuenya | 19/10/2016 - 17:00h.

Manuel Cuenya reseña la última obra del andaluz Antonio Agudelo, que presentará este viernes en León.

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'El cielo ajedrez' es el título del nuevo poemario de Antonio Agudelo, que presentará en la ciudad de León el viernes 21 de octubre. No es la primera vez que nos visita este poeta andaluz, cuya poesía entronca con la lírica del maestro Gamoneda y aun con la del artista villafranquino Juan Carlos Mestre, quien por cierto ilustra este libro.
'El cielo ajedrez' -ese "cielo-Aldea de Estrellas", que es como una prolongación de su anterior obra, 'El mundo líquido'-, nos invita a repensar el silencio, incluso el Gran Silencio: "El silencio son las víctimas inocentes en los campos de/ Auschwitz y Mauthausen" o "la noche es el silencio perfecto para morir", ese silencio que se extiende sobre la mesa del mar, como nos dice el poeta cordobés, que a su vez se interroga por el vacío y la muerte: "¿La muerte es la madre de la vida? ¿Hay vida después de la muerte?"... "Morir es volver/ al vientre de la madre o despertar en el olvido?". Y aun se cuestiona qué es la vida, vida y muerte como anverso y reverso de una misma moneda. "¿Y esto era la vida, morir tantas veces?", se plantea Agudelo, "cansado de morir solo" en este poemario reflexivo, existencialista, escéptico, por instantes, que nos ofrece imágenes surreales, poderosas: "Desperté envuelto en sábanas mortales, con la herida sexual del enigma, de una mujer universal, bebí hidras y pájaros sangrientos en la oscuridad"... "Bajo la luz agónica, bebí el estambre del diluvio como la curvatura del silencio sobre la tumba de Dios".
Así se nos muestra Agudelo en la primera parte de su poemario, que escribe, como él mismo señala, con su sangre, como también quisiera el propio Nietzsche o bien el greguerístico Ramón. No en vano, el autor de 'Automoribundia" también está de algún modo presente en la primera y segunda parte de este libro: 'La central térmica (haikus)', donde el creador andaluz poetiza la realidad, la naturaleza, con sensorialidad: "Crece tu pelo/ En los ojos de mayo. /Y lo acaricio", "Días de sol negro./Abro los ojos y.../Arden los límites" o bien "Fosforescencia./Entre lagos de púrpura./ La Central Térmica", entre otros y sustanciosos haikus.
Y cierra su 'Cielo ajedrez' con una tercera parte dedicada al sueño y al tiempo: "¿Cuánto tiempo cabe en los ojos de un niño/ Cuánto tiempo cabe en los ojos de Dios?", al amor y a la infancia, con la reivindicación de Dante como el Padre de la Poesía y Pastor del Universo (un dios, o sea), porque "el amor mueve el sol y las estrellas". Un canto al amor, a la esperanza, en definitiva, porque "tal vez morir, si he de morir, no sea más/ que abrir los ojos en brazos del Amor". Como ya señalara en otra ocasión, en su caso poesía y vida están fundidas, como también lo están el amor y la muerte.

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