martes, 3 de mayo de 2016

La fragua literaria leonesa: Paz Brasas

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La Fragua Literaria Leonesa

Paz Brasas: "La infancia se parece a los posos de una botella de zumo"

Manuel Cuenya | 03/05/2016 - 11:16h.

La Maestra y narradora Paz Brasas, autora de 'Teófilo y las Bestias de la catedral', está trabajando en dos libros de relatos con un hilo conductor muy diferente para cada uno de ellos. También se ha puesto con una novela, orientada en este caso a un público juvenil.

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Paz Brasas
Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de León y Diplomada en Profesorado de EGB, Paz Brasas lleva treinta años trabajando como maestra o 'Maestra', según ella, en colegios de la provincia leonesa. Si bien, durante los últimos catorce años, a raíz de su nueva especialización en Tratamiento de los Problemas del Lenguaje, ejerce como docente en el colegio público 'Gumersindo de Azcárate' así como en el Instituto 'Antonio García Bellido', de Armunia, centros que abogan por el bienestar emocional del alumnado. "Los niños son lo mejor que tenemos. Intento infundirles la idea de que nunca debemos dejar de aprender y de enseñar, de que todos somos válidos. Cuando noto que les brillan los ojos recibo la señal de que algo estoy consiguiendo", puntualiza Paz, gran lectora y aficionada al arte en general: la música, el teatro, el cine. Una entusiasta, asimismo, de la literatura infantil, "aquella que también les gusta a los niños, según C.S. Lewis", cuya "afición por la ficción" le viene, en su opinión, de los muchísimos cuentos, sobre todo de Andersen y de los Hermanos Grimm, que le contaba o leía su madre cuando era pequeña como recurso para que comiera, porque no recuerda haber tenido hambre hasta bien entrada la edad adulta. "Mi inapetencia por la comida, algo que con los años y las tapas que dan en los bares de León se ha solucionado definitivamente, llegaba a extremos de caer con frecuencia en episodios de anemia que atemorizaban a mi familia", apostilla esta narradora, que comenzara a inventar y escribir de un modo creativo, "pequeñas narraciones y poemas", a resultas de escuchar historias. Pero fue sobre todo, cuando se encontró en el instituto con profesores de Literatura como Pedro Blanco o Venancio Iglesias, cuando empezó a disfrutar con la belleza de la palabra escrita. A partir de esa etapa, aprendió a leer los silencios y a percibir los ritmos; a reconocer el poder emotivo y evocador de las palabras. "Estos profesores fueron los que orientaron mis preferencias lectoras hacia las obras que marcarían una estética de vida, a la vez que dieron con el resorte que yo necesitaba para decidirme a escribir, a sumergirme en el universo literario", recuerda Paz, para quien la buena literatura es aquella que sorprende mientras uno lee, y que produce marcas como las que deja la marea al retirarse, "huellas formadas por emociones, por pensamientos, por sensaciones que se quedan ahí, rezagadas, hasta la nueva pleamar. Entonces brotan con toda su intensidad ayudándote a discurrir por la vida", precisa esta pedagoga o 'Maestra' ("persona a la vez universal y, al mismo tiempo, cercana al niño"), como le gusta decir, quien, desde que comenzara a trabajar, ha utilizado la literatura como elemento motivador en sus clases, partiendo casi siempre de los autores considerados clásicos, pero también intentando mantener vivas las producciones tradicionales, orales y escritas,  de la zona geográfica en la que se encontraba su colegio.
"Pedro Blanco y Venancio Iglesias fueron los profesores que orientaron mis preferencias lectoras hacia las obras que marcarían una estética de vida, a la vez que dieron con el resorte que yo necesitaba para decidirme a escribir, a sumergirme en el universo literario"
"Los microrrelatos, por ejemplo, funcionan muy bien a la hora de trabajar con alumnos los distintos aspectos del lenguaje, incluyendo el creativo. Es importante que los estudiantes se descubran creando belleza con las palabras. El truco está en transmitirles la emoción por algo y en enseñarles estrategias para que lo desarrollen de forma autónoma", señala esta narradora leonesa, que naciera en un mes de noviembre tapado por la nieve, cuya infancia fue feliz, "entre los botones desparejados y los retales del taller de costura de mis tías, donde acudía todas las tardes al salir de la escuela", lo que marcaría su carácter extrovertido y su tendencia a procurar que los niños y las niñas sean felices. "Pienso que la infancia se parece a los posos de una botella de zumo. La infancia pesa, está ahí abajo, en el fondo de nuestra mente. Cuando la vida se agita, cosa que suele ocurrir a diario, los posos invaden el resto del recipiente  y se hacen notar", especifica Paz, quien siempre ha vivido en la ciudad de León, a los pies de la catedral, escenario principal (al que incluso se podría considerar un personaje más) de su libro 'Teófilo y las Bestias de la Catedral',  que podría ser utilizado, según ella, para trabajar las características del arte gótico en todas sus manifestaciones, habida cuenta de que su protagonista, Teófilo, es un niño que vive sus aventuras en una catedral gótica, donde trabaja su abuelo como sacristán, que transforma en su universo mágico. "Tanto el personaje de Teófilo como los de sus amigas de piedra, las Bestias, son un reflejo de las emociones características de la niñez como es el miedo, el desamparo (de niño uno se siente de vez en cuando desamparado aunque no lo esté en absoluto), la turbación tras una travesura, la soledad... Valores como la amistad, el cariño, la empatía, la honestidad, se mueven,  siempre de manera implícita, por el texto", apostilla su creadora, cuyo texto ha sido ilustrado por Raquel Ordóñez Lanza, "una de las personas que más saben acerca de la aplicación de las Artes Plásticas a la Educación, que ha hecho un trabajo lleno de delicadeza y expresividad", con quien Paz Brasas comparte profesión y aficiones musicales.

Puedes seguir leyendo esta fragua en el enlace de ileon, donde está inicialmente publicada, como todas las fraguas literarias leonesas: 
 

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