martes, 15 de octubre de 2013

Cuento de otoño berciano

07/10/2002 Diario de León

EL MOLÍN AMPUERO MANUEL CUENYA

Cuento de otoño berciano

Aquí os dejo este artículo, publicado en Diario de León, bajo el encabezamiento de El molín de Ampuro, legendario molino a orillas del río Noceda, a su paso por el barrio de Vega, mi barrio de infancia soñada y ensoñadora, correteando por las praderas en busca de nuevas ilusiones y horizontes. 

El comienzo del otoño en el Bierzo se me antoja desconcertante. Uno nunca sabe cómo entrarle a esta estación, que en su alargamiento acaba tornándose sombría, mortecina, sobrecogedora, quizá. La pequeñez de los días, unida a la falta de luminosidad diurna, nos vuelve a todos un poco chiflados. ¿Cómo estarán los suecos a estas alturas? «El otoño siempre hiere», según Guerra Garrido. «Otoño. Astenia -escribe el gigantesco y lírico Umbral en Mortal y rosa-. Demasiado bien estoy, teniendo en cuenta que solamente soy un espectador fantasmal del mundo, una cara blanca asomada a las tapias del cementerio del vivir, mirando hacia adentro, hacia el corral de los muertos». Nunca sabemos si el inicio del otoño nos caerá encima como un jarrón de agua fría o por en contrario nos invitará a salir a la terraza a tomar el sol como las lagartijas panza arriba, mientras esperamos, eso sí, la caída de la tan ansiada manzana. La caída de la fruta prohibida. La caída de la manzana bíblica en nuestro jardín de las delicias, en nuestro patio particular. Y de esta forma comprobamos, aun otra vez, que se cumple a rajatabla la ley de la gravitación universal en nuestra sesera de animales cósmicos, adoradores, abstraídos. Al parecer, hemos entrado con buen pie y mejor ánimo en esta estación de las delicias frutales. Luce un sol espléndido. O lucía. 


Lagar el Alvarico de Noceda
El cielo es de un azul radiante, protector, maternal. Como en el mejor de los mundos posibles. Vivimos en un cuento de otoño, cual si fuéramos personajes inventados y filmados por Eric Rohmer. Un cuento en el que las viñas del Bierzo Alto ya han desaparecido de nuestro horizonte. Sólo queda el recuerdo de la vendimia y la destripa de las uvas en el mítico lagar del tío Teresín. Qué tiempos aquellos. Y qué verdes eran los campos de mi infancia. La infancia como única patria (o matria) verdadera. 
"En la infancia se vive -nos dice el poeta Leopoldo María Panero en El desencanto-. Pasada la infancia, sólo sobrevivimos". 
Las alimañas, que también tienen derecho a la vida, se adueñan de lo que en tiempos no muy lejanos fueran viñedos. Se mueren las viñas del Bierzo Alto. Se enferman los castaños de chancro. Se pudre la vida. Nos pudrimos todos un poco. Así es el otoño. Una estación en la que se oscurece el sentido de la vida. Esperamos que la moda de este otoño, con Nicole Kidman como costurera de ceremonias, nos alegre la vista y la vida. Nicole, tan primaveral, elegante y seductora ella, logrará que el otoño berciano florezca en nuestro subconsciente soñador. Y que la vida tenga, al fin, un gran sentido.

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