viernes, 14 de diciembre de 2012

Soledad y depresión


Introducción

Los términos soledad-depresión están estrechamente ligados e interrelacionados porque la soledad puede llevar a la depresión, y ésta conduce irremediablemente a una situación de aislamiento, de soledad. En realidad, en la depresión puede que exista una búsqueda inconsciente de la soledad, del aislamiento.

Puesto que los humanos somos, por lo general, seres sociales, salvo casos específicos, a resultas casi siempre de disfunciones o  trastornos psicológicos, la soledad prolongada durante largos períodos, ya sea por reclusión o aislamiento forzoso, puede desembocar en cuadros depresivos, con síntomas frecuentes de
ansiedad (sensación de ahogo, taquicardia, sudores, náuseas, insomnio…), incluso con delirios y alucinaciones (propios de otras patologías como la psicosis o la esquizofrenia). 

*Delirios, que son creencias e ideas disparatadas, sin ningún fundamento lógico (por ejemplo, delirios persecutorios, de grandeza, celotípicos, etc.)

*Alucinaciones o pseudo-percepciones debidas al alcoholismo, determinadas drogas, la privación del sueño, trastornos neurológicos. También existen las alucinaciones acústicas o auditivas. Se sabe que la dopamina (que es una hormona y neurotransmisor) cumple una función definitiva en las alucinaciones.

Otro asunto, bien diferente, es cuando uno decide estar solo por conveniencia, porque necesita pensar, descansar, trabajar en algo concreto (por ejemplo los artistas, entre ellos los escritores), incluso como forma de meditación (véase al menos determinados monjes, sobre todo los budistas, y monjas que, de motu proprio, deciden aislarse, retirarse), aunque, en su caso, su supuesta soledad es querida y aun religada a alguna divinidad. 

Por tanto, convendría hacer una diferencia entre la soledad querida y la sobrevenida (la que finalmente se sufre, acaso por falta de estimulación), que puede desencadenar en depresión y aun en otros trastornos de la psique.

Breve historia

La depresión -o mejor dicho la melancolía-, figura en los tratados médicos hipocráticos, si bien el término como tal surge en el siglo XVIII. En un inicio, antes de que apareciera la psicología y psiquiatría modernas, los tratamientos empleados, en casos de depresión, consistían en procurar a los pacientes algunos estímulos y actividades placenteras como escuchar música, pasear, incluso tener una dieta saludable.

No en balde, la medicina actual sugiere que las deficiencias nutricionales, por carencia y aun por exceso de determinadas vitaminas como B1 o tiamina (carne de cerdo y vacuno, legumbres, cereales integrales, frutos secos, maíz, huevos,  hígado, corazón, riñón, patatas, arroz, arroz,  harina de trigo, garbanzos, nueces, etc.), B6 (carne, huevos, pescado y verduras, legumbres, nueces, panes y cereales) o B12 (huevos, leche y sus derivados, mariscos, carne de ave, etc.), entre otros minerales como hierro, magnesio, zinc, etc., pueden dar lugar a depresión. Lo mejor, en todo caso, siempre es una alimentación equilibrada. 

El término “depresión” hace referencia a un estado, que puede ir de lo transitorio a lo permanente, desde la tristeza profunda, con la consiguiente falta de ganas por hacer cosas -incluso las que más gustaban-, hasta por vivir. De ahí que una fuerte depresión pueda conducir al suicidio. 

En toda depresión, asociada en ocasiones a la angustia o la ansiedad, hay un trastorno del estado del ánimo, del humor.

Causas múltiples y complejas

Entre las causas que pueden llevar a la depresión son múltiples y complejas (y no siempre bien identificables, al menos en un primer diagnóstico), pero sí se sabe que intervienen
factores genéticos, biológicos y psicosociales, que, en definitiva, obedecen a sucesos traumáticos: accidentes, asesinatos, muertes de seres queridos (vividos y no asimilados), estrés por problemas económicos o por malas relaciones interpersonales, de pareja, experiencias cercanas con enfermedades como el cáncer, determinados trastornos hormonales, Parkinson, accidentes cerebro-vasculares, malas noticias en general.

Asimismo, la depresión también podría tener una base educativa (a resultas de un mal aprendizaje o aprendizaje des-adaptativo, tal como propone la psicología conductual) y bioquímica, en la que intervienen determinados neurotransmisores (que en esencia son drogas endógenas), como la disminución de la serotonina (y aun de la dopamina y la noradrenalina), y aun por la ingesta de alcohol así como otras sustancias psicotrópicas. Por eso, en caso de una depresión grave en términos clínicos (y aun una depresión psicótica) se recetan *antidepresivos (que veremos más adelante), puesto que son muy efectivos, aunque se recomienda combinarlos con psicoterapia para problemas relacionados con la depresión: aislamiento (soledad), falta de apoyo, carencia en habilidades sociales, etc., para que no haya una recaída a los pocos días del tratamiento.

*Serotonina: Aparte de un neurotransmisor o droga endógena, también se encuentra en varias setas y plantas, incluyendo frutas y vegetales. La serotonina regula el apetito, interviene en el deseo sexual, controla la temperatura corporal, actúa como un reloj interno regulando los ciclos del sueño y la vigilia. Y sabemos que disminuye al atardecer. Los hombres, frente a las mujeres, producen un 50% más de serotonina. A través de determinadas actividades podemos aumentar la serotonina: con técnicas de relajación, yoga, meditación, ejercicio regular, vida al aire libre, pasear, bailar, hacer cosas nuevas, emprender nuevos proyectos, viajar.

Dopamina: Como hormona y neurotransmisor o droga endógena, que se encuentra en una amplia variedad de animales y en todos los seres humanos, regula el sueño, el humor, la atención, y el aprendizaje. Y está asociada a la motivación y el placer. La cocaína, las anfetaminas y la nicotina serían sus homólogos como drogas exógenas, pues potencian e incrementan la dopamina. La dopamina es a su vez precursora de la noradrenalina o norepinefrina.

Noradrenalina: Se biosentetiza a partir de la dopamina.
Es asimismo neurotransmisor y hormona, conocida como la hormona del estrés, incrementando la presión sanguínea y la frecuencia cardíaca en su respuesta lucha-huida ante situaciones de alarma. Cumple una importante función en la atención y concentración. Y está implicada en trastornos por déficit de atención, hiperactividad y depresión.

A grandes rasgos, existen varios tipos de depresión.

Se puede hablar de depresión mayor, cuando se diagnostican, durante varios días, semanas e incluso meses, estos síntomas: estado de ánimo de tristeza e irritabilidad durante todo el día, falta de interés por actividades que antes sí eran placenteras, disminución o aumento del peso y el apetito, insomnio o hipersomnio, sensación de debilidad, sentimiento de culpa, pensamientos recurrentes de muerte. 

También se puede hablar de distimia, cuando la tristeza se prolonga de forma ininterrumpida, a lo largo de los días, durante uno o dos años, y se observan trastornos alimentarios, insomnio o hipersomnio, astenia, baja autoestima, pérdida de concentración y desesperanza.

Resultan habituales los casos de un estado depresivo y ansioso a la vez. O depresiones debidas a un estado psicótico.

La depresión en la infancia y en la juventud

Aunque no es habitual la depresión en la infancia, sí se dan algunos casos, cuyos síntomas se traducen en falta de interés por jugar, ir a la escuela, desprenderse de sus padres, con los consiguientes trastornos alimenticios, enuresis y somatizaciones varias. 

En la adolescencia, en cambio, se incrementan los casos de depresión, también a resultas del consumo de alcohol, sustancias tóxicas, la exposición abusiva a pantallas de ordenador y televisión, incluso a la contaminación lumínica de las grandes urbes, que acaban alterando el ciclo luz-oscuridad. A este respecto, cabe destacar que las personas que viven en los países nórdicos, donde la tasa de suicidio es muy elevada por depresión, están expuestas a inviernos donde casi no ven la luz solar, porque siempre es de noche, y veranos en los que siempre es de día, lo cual provoca graves alteraciones en el estado anímico. 

Se recomienda la luminoterapia, que tiene una eficacia probada sobre todo en trastornos afectivos estacionales (otoño e invierno), así como en depresiones provocadas por un cambio estacional.

La depresión en los adultos

En la actualidad, la depresión entre la población adulta está causando estragos, sobre todo en nuestro país debido a la situación de paro, pérdida de empleo y, en estos últimos tiempos, los desahucios, un auténtico drama humano. Se calcula que en España puede haber entre cuatro y seis millones de personas que sufren depresión (10-15% de la población), la mitad de ellos sin diagnosticar. Y, a partir de ahora, con la situación de crisis, esta elevada cifra podría incrementarse de forma notoria. Se trata de una de las dolencias (junto con la ansiedad, con la que se presenta muy a menudo) más comunes de la humanidad, que afecta sobre todo al mundo occidental.
Se calcula que en el mundo hay unas 350 millones de personas depresivas.


La depresión en personas mayores


Es muy habitual la depresión entre las personas mayores. En ocasiones se confunden los síntomas con una demencia senil, porque también se da una alteración de la memoria, ansiedad, irascibilidad, insomnio, entre otros. 

La psicoterapia con los mayores resulta eficaz a través de charlas con un o una terapeuta que les ayude a continuar con sus relaciones habituales, a combatir sus pensamientos negativos y distorsionados.

Según recientes estudios, lo que sí parece evidente es que las personas mayores resisten peor la soledad que las jóvenes. Y, entre las personas mayores, suelen ser las mujeres quienes mejor se adaptan a la soledad. Sin embargo, la frecuencia de la depresión es casi el doble en las mujeres que en los hombres. 

*¿Por qué se da con más frecuencia en la mujer que en el hombre?

Debido fundamentalmente a factores hormonales, en concreto a menores niveles de estrógenos (hormonas sexuales), y a cambios del ciclo menstrual... embarazos, postparto, abortos, menopausia...
Y, por otro lado, a resultas del sexismo, que procura estrés, desencadenante en la depresión.

Antropológicamente, la mujer ha permanecido, a lo largo de la historia, en su hogar, que ha sido su mundo, y esto acaba por resultar asfixiante. En cambio, los hombres (cazadores) han salido fuera de su hogar en busca de trabajo, nuevos horizontes, etc. 

Si bien, en la actualidad, ha cambiado por fortuna la situación de las mujeres, un buen porcentaje siguen aún “esclavizadas” a su hogar, a sus hijos. Y los hombres, por su parte, cuando se jubilan o pierden su empleo, no saben qué hacer con sus vidas, y acaban cayendo en un estado profundo de tristeza (véase depresión).

Sin embargo, la tasa de suicidio consumado, por depresión, sobre todo  a partir de 80 años, es muy superior en hombres que en mujeres. Y, en ambos casos, esta patología está asociada a un alto riesgo de padecer una enfermedad coronaria. 


*Antidepresivos como tratamiento

Los Antidepresivos, adecuados para tratar la ansiedad así como los dolores crónicos, son los psicofármacos utilizados para tratar sobre todo las depresiones "de caballo".

Grosso modo hay tres tipos: 

*Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO)
*Tricíclicos
*Antidepresivos de segunda generación, que son los más empleados, porque actúan sobre los neurotransmisores implicados en la depresión, a saber, la serotonina, la dopamina y la noradrenalina. De ahí que también existan algunos otros Antidepre como los Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, de dopamina y de Noradrenalina, entre otros "combinados", incluso los opioides (véase la buprenorfina).

Uno de los más conocidos es sin duda el prozac o fluoxetina, que algunos consideran como estimulante de acción lenta y anorexígeno. La fluoxetina es un Inhibidor Selectivo de la Recaptación de Serotonina, que se usa para tratar la depresión y la bulimia nerviosa, aunque también se emplea en otro tipo de trastornos. Se sabe que el prozac aumenta los niveles de dopamina y noradrenalina.

Quienes toman este tipo de antidepresivos pueden desarrollar osteoporosis.

La mayoría de antidepresivos, salvo los IMAO (que estimulan la Acetilcolina) producen disfunciones sexuales. Y casi todos suprimen la fase REM del sueño, provocando pesadillas. Los IMAO, por ejemplo, suprimen por completo esta fase del sueño, y además producen hipertensión, incluso letal, si se toman con alimentos que contengan altos niveles de tiramina, tales como los quesos fermentados, habas, carne de caza…

Algunos siguen prefiriendo los remedios naturales caseros (la homeopatía) con hierbas e infusiones  para tratar la depre, o bien la acupuntura, que pongan en funcionamiento nuestras endorfinas, las drogas de la felicidad.

*Endorfinas: Son opioides endógenos que funcionan como neurotransmisoresSon propios de los vertebrados. Se producen durante el ejercicio, la excitación sexual, el enamoramiento, el dolor, el consumo de alimentos picantes o el consumo de chocolate. Son homólogos de las drogas exógenas llamadas opiáceos (véase la morfina) porque tienen el mismo efecto analgésico y procuran una sensación de bienestar.



Psicoterapias

Hay muchos tipos de psicoterapia, que van desde terapias a corto plazo (de 10 a 20 semanas) e incluyen tareas que el paciente debe realizar, según los casos, entre ellas la psicoanalítica (el o la especialista ayuda al paciente a que verbalice su malestar y de este modo que tome consciencia de su situación para que salga de ella), interpersonal (basada en diálogos con el terapeuta), la cognitiva (basada en la reestructuración cognitiva o mental del paciente, en la que el/la terapeuta ayuda al paciente a analizar los errores de su pensamiento negativo) y la conductual (el terapeuta ayuda al paciente a programar actividades gratificantes y a organizar su tiempo. También le ayuda a ser más asertivo y más sociable, utilizando para ello el juego de rol, ayudándole a exponerse a situaciones sociales que suele evitar por miedos diversos).

El mayor enemigo del ser humano es la depresión que anula toda posibilidad de esperanza, y una vida sin esperanza carece de sentido y está amortizada anticipadamente" (Rojas Marcos).

Por eso, debemos buscar nuevos horizontes, viajar (una buena forma de aprender, de superar miedos y fobias sociales y de conectarnos con la diversidad del mundo y nuestros compañeros de vida), salir del entorno, buscar y hacer nuevas cosas, relacionarnos con la gente, practicar sexo, bailar, cantar, escuchar música, ver cine, hacer teatro, ser optimistas y alegres… realizar todo aquello que nos procura bienestar.



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