martes, 27 de septiembre de 2011

Lluís Llach

Me pide una seguidora y amiga, Sonia, que el texto sobre Llach se me ha quedado escasito. Y tiene razón. Luego me apresto a darle algo más de aire y vida, pues se lo merece. Y gracias, José Luis Moreno-Ruiz, por tu comentario.



Sabía de la existencia de este fenómeno, Lluís Llach, pero en realidad no había reparado en su fuerza, en su singularidad, en su sentida y emocionante forma de interpretar y cantar. Me dejó impresionado al escucharlo este día, en un programa televisivo. Se trata éste de un espléndido documental que me puso los pelos de punta y me estremeció el alma al verlo en un concierto que diera en 2006 en memoria de los trabajadores asesinados en la ciudad de Vitoria/Gazteiz por la represión gubernamental del momento. Conviene recordar que entonces estaban al frente de los frentes un  tal Fraga y otro cual Martín Villa. 



Un Fraga que llegó a decirnos que en Navidad sidra antes que cava porque hay que apretarnos el cinturón, qué jeta, el tío.  Al parecer, en ese preciso momento -cuando se produjo la matanza- se hallaba en Alemania.



Asesinos de razones y de vidas,/ que nunca tengáis reposo a lo largo de vuestros días/ y que en la muerte os persigan nuestras memorias.


Eso ocurrió en 1976, ya muerto Paquito el "chocolatero", y forma parte de nuestra historia sangrienta, cabestril, zarrapastrosa, de la que uno se avergüenza, aunque no podemos ni debemos silenciarla, sino sacarla a la luz, acaso para no volver a repetirla. La memoria histórica, sí. Recuperémosla.


Resulta curioso que la gente comprometida, que en su época luchó contra el régimen franquista, no tenga mucha trascendencia, incluso se desconozca. Y eso ocurre con Llach. Bueno, a lo mejor es excesivo lo que estoy diciendo, pero algo de verdad hay en el asunto. Mejor enterrar, incluso en vida y con vida, a quienes molestan al poder, se dirían los tipitos que en tiempos llevaban las riendas de este país de países.



Pero vayámos a lo que nos interesa, la música, las letras y el poderío de Llach, considerado por algunos como el Jacques Brel de la Nueva Canción catalana, y reconocido por grandes de la música, antes fuera del país que dentro. Algo a lo que ya estamos habituados. Pura envidia y rechazo a los mejores de verdad.  Considerado sobre todo en Francia (donde estuvo exiliado) y en Alemania. No se extraña uno que éstas sean las locomotoras de Europa.






Llach, uno de nuestros grandes... músicos. Catalán universal enamorado de su tierra y de su lengua. Un referente. Un tipo comprometido con las nobles causas (incluso tiene una Fundación: http://www.lluisllach.cat/). Un defensor de la libertad (acaso el bien más preciado de un ser humano).


Como testimonio, vayan aquí estas canciones emblemáticas, como L'Estaca (símbolo de la lucha por la libertad e himno de un club de rugby de Perpiñán) o Campanades a morts, cuya música y letra se me hacen demoledoras, definitivas, sobre todo esta última. Siempre la memoria, esa fuente de dolor... a veces fuente de placer.



Campanadas a muertos (Lluís Llach)



I



Campanadas a muerto



lanzan un grito para la guerra



de los tres hijos que han perdido



las tres campanas negras.



Y el pueblo se recoge



cuando se acerca el lamento;



son ya tres penas más



para nuestra memoria.



Campanadas a muerto



por las tres bocas cerradas;



¿ay de aquel trovador



que olvidara las tres notas!



¿Quién segó el aliento



de aquellos cuerpos tan jóvenes



sin otro tesoro



que la razón de los que lloran?



Asesinos de razones y de vidas,



que nunca tengáis reposo a lo largo de vuestros días



y que en la muerte os persigan nuestras memorias.



Campanadas a muerto



lanzan un grito para la guerra



de los tres hijos que han perdido



las tres campanas negras.



II



Abridme el vientre



para su reposo,



de mis jardines



traed las mejores flores.



Para estos hombres



cavadme hondo



y en mi cuerpo



grabad sus nombres.



Que ningún viento



perturbe el sueño



de quienes han muerto



sin humillar la cabeza.



III



Diecisiete años, solo,



y tú tan viejo;



celoso de la luz de sus ojos



has querido cerrar sus párpados



pero no podrás, porque todos guardamos esta luz



y nuestros ojos serán relámpagos para tus noches.



Diecisiete años, solo,



y tú tan viejo;



envidioso de una belleza tan joven



has querido desgarrar sus miembros



pero no podrás, porque recordamos su cuerpo



y cada noche aprenderemos a amarlo.



Diecisiete años, solo,



y tú tan viejo;



impotente para el amor que él tenía



le has dado la muerte por compañera



pero no podrás, porque por todo aquello que él amó



nuestro cuerpo estará siempre en primavera.



Diecisiete años, solo,



y tú tan viejo;



envidioso de una belleza tan joven



has querido desgarrar sus miembros



pero no podrás, porque todos guardamos esta luz



y nuestros ojos serán relámpagos para tus noches.



IV



La miseria se hizo poeta



y escribió en los campos



en forma de trincheras



y los hombres marcharon hacia ellas.



Cada uno fue una palabra



del victorioso poema.






1 comentario:

  1. Enorme Llach.
    Vi ese excelente documental del que hablas y no paraban de venirme a las mientes cosas y más cosas. Mejor no olvidar, por supuesto.
    No sé si será bueno o no que Llach decidiera retirarse hace tiempo, pero creo que su obra sigue creciendo imparablemente.
    Saludos,
    JL

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