miércoles, 30 de diciembre de 2009

La Nochevieja de 2009: delirio filosófico


Se acaba un año, aunque hoy es 30 de diciembre, que a uno se le antoja movidito, alegre y triste. Resulta difícil hacer un balance en toda regla, porque la memoria tiende a olvidar, incluso los malos momentos, como la muerte de un ser querido, que me impresionó, aunque conviene levantarse, porque la vida sigue, al menos por ahora. Movida, crisis y confusión. Desconcierto e incertidumbre. Libros publicados. Días hermosos en Cuenca, con los poetas. Día inolvidable en Busmayor, en un agosto de hayedos y nieblas "inspiratrices". Todos los años llegan a su fin. Ha habido olla, cebolla y sardinas en escabeche. Empanada y penas compartidas. Cine y sardina. Poesía y farra. Lírica y pulpo a feira. Viajes a Galicia, en busca de literatura y mar, música céltica y diversión. Tiempo de esperanza. Sangre de neón. Cuchillos carnívoros. Puñaladas traperas. Política de gestora. Socialismo y marisco para algunos. Casi siempre los mismos. Crisis para los pobres. Bacalao o bakalao y merluza para los caníbales y reyes. Es bueno ser rey, y príncipe, incluso infante de corte menor. Dicen los tiburones que hay dios -recuerda mi padre, a quien le mando muchos cariños, porque anda pachuchín, él que tanto trabajó y dio a sus hijos-, no hay dios, no, dios es el dinero, que todo lo puede, como nos recordó Valle en Luces de Bohemia, Luces de la ciudad, el año de las luces apagadas. Visitas al centro de la tierra. Volcanes en erupción. “Bailemos los vivos en el borde del cráter, una última danza agónica” (H. Miller). Alakranas y piratas del Caribe. Corsarios en ayuntamientos varios. Viaje al Canadá mítico, en el Oeste dorado. Encuentros en la tercera fase con sirenitas y musas atropínicas. Campanadas a media tarde. Canales por los que fluye cerveza, ginebra y whisky. Cada día menos alcohol y casi ninguna fumeta. “Amo todo lo que fluye”, dijo el gran Milton. “Amo todo lo que fluye, todo lo que contiene el tiempo y el porvenir, que nos devuelve al comienzo donde nunca hay fin” (Trópico de Cáncer). Viajes a baixas rías y playas. Viajes al final de la noche. Noches salvajes. Las mil y una noches en el horizonte circular y sagrado del desierto. Visiones alucinantes. Cielos protectores. Cielo sobre Berlín. Cielo de plata que se desvanece. Noche cielo luna, encarnada, color del antojo. Las alas del deseo. La vuelta al día en ochenta mundos. Amores imposibles. Amores perros. Historias extraordinarias. Músicas posibles. Acordeones líricos. Alguna película conmovedora, quizá, tal vez. Lugares comunes. Diálogos excitantes, pasionales, platónicos. Para aprender hay que ser humilde. No lo olvides, estimado lector. Situaciones esperpénticas. Teatro de marionetas. Momentos inolvidables. Emociones perfumadas. El olor de la fruta cremosa. Aires corrompidos y aun viciosos. Basura por un tubo. El tubo catódico de la memez. Verbos carnositos. Como para degustarlos al amor de la lumbre. En la hoguera de las convulsiones. Magosto entrañable. A la luz del tambor caldeado por las brasas de la infancia. Un año puede dar mucho de sí, aunque a uno le resulte imposible recuperar todas esas imágenes que se nos presentan en la pantalla de la vida. Ahora sólo nos queda pendiente la Nochevieja, que no es ningún ángel caído/azul ni ninguna Madonna, sino la madre de los dioses -según Hesíodo- y las diosas. La caída de los dioses y las diosas en una noche de blanco satén. Nieve en lo alto de Gistredo y la Sierra de la Guiana. Fantasmas o pantamas asomando el hocico en lo alto de Gistreo. Ojalá se evaporen. Noche de copas en alto. Chín-Chín. Salud. Noche en blanco paloma y escarchado para aquellos que aún aspiran a redescubrir los amaneceres fluido rosa. Música psicodélica. Siempre Pink Floyd y el muro caído de la libertad, correteando por las serranías de Urdiales y los Montes. Subida al pico Catoute por el valle de Salentinos. Tardes de cine. Tardes de Autor en la villa del Benevívere. Amanece que no es poco. Mientras amanezca seguiremos estirando el espacio-tiempo. Qué poético se torna el verbo cuando la lengua acaricia otras lenguas coloridas y musicales. No te arrincones más a delirar, te susurra la voz de la conciencia. Seguiremos releyendo el Ulises de Joyce, en espera de encontrar la verdad o un universo en expansión, volveremos al ruido y la furia de Faulkner, y nos atreveremos a contar una historia cual si fuéramos retrasados mentales, que a lo mejor lo somos, y no nos hemos enterado; volveremos a Larra y al teatro de la muerte de Valle y Kantor, al teatro de la crueldad de Shakespeare y Artaud. Al teatro de la universidad de la experiencia, a las clases de la Uned, en la Bañeza... la bañera en la que hidratar mi piel y mis poros intraanímicos. Hasta siempre.

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