miércoles, 13 de mayo de 2020

Introspección

Conócete a ti mismo y tal vez conocerás a los demás, porque nada de lo humano te es ajeno. Ni de lo humano ni de lo animal. Pues tú, como el resto de tus congéneres, eres también un ser irracional, emocional. El Hombre (y la Mujer) es un animal racional, parece ser que dijo (al menos a él se le atribuye) el filósofo Aristóteles, el de la Escuela peripatética, ¿os acordáis? 
El propio Aristóteles también nos habló del hombre como animal político (de la polis, lo cierto es que animales políticos hay en abundancia en este nuestro mundo). Y ahora, más que nunca, están en el punto de mira de la sociedad. Políticos y políticas que son reflejo, acaso deformado (como un esperpento valleinclanesco de la madrileña calle del Gato) de nuestra sociedad.
Ni más ni menos. Pues los políticos no son extraterrestres, aunque a veces, a tenor de lo que nos venden, tal parecieran. Y hasta la Ayuso parece un virgencita en éxtasis místico a punto de hacer la primera comunión. Una madonna rafaelina, o algo tal que así. Mucho cachondeíto se ha montado a resultas de las imágenes en posado modélico que esta chica ha hecho para la prensa nacional. Y a fe que ha quedado mona, aunque la procesión vaya por dentro, como ya sabemos o intuimos. Pero es que vivimos en el mundo de lo apariencial. Y ya se sabe que la mujer del César (eso se dice) además de serlo, debe parecerlo. La verdad sea dicha, no tenía intenciones de sacar a relucir a ninguna santa Inmaculada Concepción de los Remedios.
Sólo deseaba (quizá aún lo desee) acercarme a la introspección, que es término latino referido a la mirada al interior. Prohibido asomarse al interior, así pensaba el surrealista Buñuel titular su cortometraje Un perro andaluz (en clara alusión a su amigo Lorca). 

Asomarse al interior conlleva ciertos riesgos, sin duda, porque asomarse a la ventana de uno mismo es un ejercicio introspectivo, ese conócete a ti mismo, que se le atribuye a Sócrates, y que figuraba inscrito en el templo de Apolo en Delfos (lamento no haber reparado en esto en mi visita a las ruinas de este templo griego, entonces uno era extremadamente joven). 
Conócete a ti mismo y quizá puedas conocer a tus semejantes. Conoce tu aldea (la aldea global) y conocerás el universo. Otra frase lapidaria, llena de sabiduría, que se le atribuye a Tolstoi, quien escribiera, entre otras grandes obras, una dedicada a ¿Qué es el arte? El arte verdadero, vine a decirnos el intelectual ruso, es la capacidad del artista/hacedor de contagiar sus sentimientos y emociones a quien contempla tal obra de arte. Sano contagio, suponemos, este de las emociones y sentimientos. Sobre todo ahora, en este tiempo de contagios víricos, que a todos nos pone los pelos erizados. 
Ahora, más que nunca, convendría hacer introspección. Tomarse el tiempo necesario para reflexionar, para entender dónde estamos parados. Quiénes somos. Adónde caminamos. Las grandes preguntas. El tiempo lo es todo. Porque sin tiempo no hay vida. Y la introspección nos viene como anillo al dedo, porque es en estos momentos cuando más con nosotros debemos estar. Y si uno no está bien consigo mismo, malamente podrá estar bien con los demás. 
Por eso, es conveniente mirar hacia dentro, a nuestro interior, que siempre será exterior para quien quiera mirarlo y aun sepa verlo. El auto-conocimiento como vía de conocimiento. La capacidad de autoanalizarse como nos analiza el psicoanalista en el diván, que no hace más (lo cual es todo un mundo) que ayudarnos a darnos cuenta, a verbalizar lo que nos está ocurriendo, a ponerle voz a la realidad, al menos a nuestra realidad, con sus fantasmas y sus obsesiones. Con toda la proyección e introyección a la que nos sometemos. 
No en balde, esta situación coronavírica nos está llevando por el camino de la introspección, que es una reflexión acerca de nuestro yo, a la vez que un análisis de nuestro superyo (lo moral) y aun de nuestro ello (lo instintual). La introspección como un modo de aprehensión de la realidad. Que los budistas (y otros) realizan a través de la meditación... la meditación trascendental, el mindfulness (conciencia plena), que se dice ahora, adecuada para situaciones de estrés, estrés postraumático, ansiedad y depresión, tan habituales ahora, a resultas de la pandemia. 
Lo más importante, sin duda, es estar bien con nosotros mismos, como me sugiere el bueno de Sotuela, que está tan ricamente en su caverna, en su cabaña, como ya he señalado en otro texto. 

La meditación, las meditaciones es tema enjundioso de la filosofía (el budismo también se revela como una suerte de filosofía). Ahí están las Meditaciones de Descartes, quien nos dijera aquella frase tan relumbrante: pienso, luego existo o pienso, por lo tanto soy (cogito ergo sum; Je pense, donc je suis). Se trata de uno de los principios de la filosofía moderna. Que podríamos rebatir o bien invertir, así a bote pronto, diciendo: Existo, por lo tanto pienso. Porque la existencia debería ser previa al pensamiento. 
En todo caso, lo mejor, por sistema (acaso filosófico), es dudar, dudar de todo. La duda metódica como punto de partida para arribar al buen puerto del conocimiento. Sólo sé que no sé nada (Sócrates). Ignorantes que somos, pobrecitos mortales. Que tenemos que creernos lo que nos dicen. Más vale creerlo que ir a averiguarlo, decía el refranero popular. La ignorancia y el miedo como factores claves para tenernos bajo control. Eso mismo nos muestra el antropólogo americano Marvin Harris desde su materialismo cultural, el cual nos ofrece lúcidos ensayos, como Vacas, cerdos, guerras y brujas: https://antroporecursos.files.wordpress.com/2009/03/harris-m-1975-vacas-cerdos-guerras-y-brujas.pdf
Básicamente, la vida social humana (en función de la infraestructura, la estructura y la super-estructura) responde a los problemas prácticos de la existencia. Infraestructura (producción y reproducción), estructura (organización doméstica y política) y superestructura (ámbito cultural) se retroalimentan. 

Curioso, la introspección, la duda metódica, me han llevado al materialismo cultural, que está emparentado con el materialismo dialéctico de Marx y Engels, quienes retoman el pensamiento dialéctico de Hegel. Y de ahí al materialismo gnoseológico del maestro Gustavo Bueno hay un pasito, el cual pondría/pone en cuestionamiento la introspección, porque, siguiendo el positivismo de Comte, uno no puede ser a la vez observador y observado. Se requiere de un desdoblamiento... acaso de personalidad. 
Lo interior, como decía, sí puede volverse exterior para quien quiera, pueda y sepa observarlo.  
El propio Comte es un precursor del conductismo de Watson y Skinner, para quienes todo se resuelve por la vía de los comportamientos. Sólo podemos saber lo que piensa alguien por lo que nos transmite a través de su lenguaje corporal. Y por supuesto mediante su lenguaje verbal. No hay otro modo. El resto se quedaría en puro subjetivismo. Incluso la psicología cognitiva hace uso de las verbalizaciones, de los pensamientos en voz alta. Y también es cierto que a veces nos conocemos más, no tanto por la introspección, incluso retrospectiva (yéndonos hacia el pasado, los recuerdos), que hagamos de nosotros mismos, sino por lo que los demás dicen de nosotros. Dime qué lees, qué escribes, cómo vives... y te diré quien eres. Al igual que los políticos son reflejo del humus de la sociedad, nosotros somos reflejo de lo que hacemos. Nuestro lenguaje, tanto el verbal como el gestual, nos ayudan a saber quienes somos. 
Pues eso, conócete más y mejor, lo que te ayudará a conocer mejor a tus congéneres. Porque nada de lo humano me es ajeno. Como nos dijera Terencio. 


4 comentarios:

  1. Ojalá este periodo nos induzca a la introspección, a ese encuentro del YO que muchas personas confunden con el encuentro con lo MÍO. Un buen recorrido filosófico. Gracias, amigo

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  2. ¡Qué gran reflexión! Qué difícil conocerse a uno mismo. Es verdad que de lo que leemos, escribimos, hacemos... se deduce cómo somos. De lo que decimos de nosotros y también de lo que dicen de nosotros, porque a nosotros se nos escapará alguna perspectiva. Alguna vez escribí que somos palabras... Y con frecuencia se ve en tus palabras al maestro Gustavo Bueno, que compartimos. Seguimos apuntándonos al "nosce te ipsum", porque la tarea es larga.

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  3. Un buen y amplio recorrido por los distintos caminos del tú y del yo para llegar a la reflexión sobre quiénes somos y a dónde vamos, aúnque la vida es muy complicada y es muy difícil remar y navegar en un mar tan inmenso con aguar revueltas y lleno de utopías, incongruencias y mediascertezas. Todo será dependiendo del color con que se mire. Pero si hubiera estudio, la lectura y reflexión, en definitiva conocimiento, el camino estaría más allanado.

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  4. Interesante recorrido filosófico por las teorías del yo. La introspección y el conocimiento de uno mismo es una tarea muy difícil de llevar a cabo con éxito. Requiere desdoblamiento, un dejar de sentirnos sujetos para convertirnos en objeto de observación y de estudio a nosotros mismos. Además de ello juntar piezas o pistas que nos indican nuestras acciones, las opiniones de los otros, el modo cómo reaccionamos ante diversas situaciones y el modo como concebimos la vida misma. El "yo" es algo que está escondido detrás de nuestro sistema de creencias, de nuestros miedos, de nuestros prejuicios y de nuestras acciones. A mis tantos abrirles a mi me resulta imposible realizar esta tarea con éxito. Y dudo si siquiera alguno de los pensadores que mencionas llegaron a conocerse. Somos animales racionales, pero el mismo Aristoteles en la retórica habla de los componentes emocional, ético o del ethos y lógico o discursivo. Así la cosa, el yo se compone de lo que pensamos, lo que decimos, lo que sentimos y lo que hacemos.

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