sábado, 2 de febrero de 2019

Tomás Nogaledo, siempre en nuestro recuerdo

Recuerdo y siempre recordaré a Tomás Nogaledo con cariño. Un hombre inteligente y trabajador, capaz como fuera, junto a su mujer Antonina, de sacar adelante a seis hijos/as como seis soles: Neli, Toño, José Manuel, Elena, Javi y Carlos. Por este orden en edad. Espero que no me confunda. Bueno, Javi y Carlos son mellizos, esto es, de la misma añada. 

Se me hace harto complicado sacar adelante (me gusta mucho esta expresión, que otrora se utilizara con frecuencia) a toda una familia numerosa, sobre todo en una época de carestía, un tiempo difícil como fuera la posguerra incivil, llena de hambrunas y racionamientos. Aunque creo que hoy sería aún más complicado criar a tantos hijos, darles unos estudios, un porvenir. 
Y Tomás Nogaledo, que hoy mismo nos ha dicho adiós (tenía 97 años, creo recordar), logró, gracias a su esfuerzo, su trabajo, su tesón, darles un porvenir a sus hijos e hijas. 
No hace tanto tiempo (creo que en 2016, el año en que falleciera mi padre), su mujer Antonina (una mujer realmente guapa incluso con edad avanzada) nos abandonó también a resultas de una de esas enfermedades que te dejan fuera de la realidad.
A veces uno piensa si no será mejor morirse cuando uno ya está en otra dimensión, que irse con los cinco sentidos, como Tomás, que tenía una lucidez envidiable (y hasta hace bien poco un físico magnífico, con su porte elegante subido en su bici, estampa en verdad entrañable). 
Me apena que se haya muerto. Y me apena que no estuviera por la labor de dejarse entrevistar como tal para la revista La Curuja, acaso porque creía que él no tendría tanto que aportar, lo cual no es cierto, porque la vida de Tomás (estoy seguro) daría no sólo para una sino para muchas entrevistas, todas ellas sustanciosas. 

Aún así, tuve la ocasión de charlar con él, menos de lo que hubiera deseado, y que me contara algunas cosas de su vida. Una vida, insisto, que dio mucho juego. ¿Qué es la vida sino un juego, a veces sin sentido, absurdo? 
"Se me ha pasado la vida como un suspiro", me llegó a decir más o menos en una ocasión en su casa, no hace tanto tiempo, una casa que él mismo construyera con sus manos en el barrio de Vega de Noceda del Bierzo, de donde era oriundo. 
Un suspiro, rumié. Si es que la vida es un suspiro para todo el mundo, aunque uno viva un siglo (él estuvo a punto de alcanzarlo, aunque me temo que tampoco tenía ya ninguna intención de llegar a los cien años). 
La vida es algo que pasa mientras uno está entretenido haciendo otras cosas, llegó a decirnos el beatle John Lennon, que murió joven, con cuarenta años y las ilusiones intactas, con todo un futuro por delante. 

Sea como fuere la vida pasa rápido, muy rápido, y cuando uno quiere darse cuenta ya es demasiado tarde para casi todo, para todo. Por eso, debemos sentir y vivir cada instante con devoción, sobre todo cuando aún tenemos salud (esencial, pues sin salud no somos nadie). 
Creo que la última vez que vi a Tomás debió ser precisamente en el cementerio de Noceda, en el funeral de alguna persona que ahora no recuerdo, tal vez fuera en el entierro de la madre de Maika (no estoy seguro). 
Lo que sí recuerdo es saludar a Tomás (iba en compañía de su hijo Carlos, que se dedica al mundo del teatro en Toulouse), al que vi afectado por la reciente muerte de su mujer (eso sí lo recuerdo), muerte que lo dejó absolutamente tocado y hasta estocado. 
Tomás, junto a su inseparable mujer Antonina, luchó mucho, trabajó duro, incluso en la mina, siendo joven, hasta que decidiera emigrar a Francia en busca del futuro que no encontrara en España. Cuántos nocendenses, cuántas nocedenses por el mundo adelante en una época, ya lo he dicho, nada fácil. 

En el país galo se labró su futuro, el de él y el de su familia, hasta que retornara, ya jubilado, a su Noceda del alma para vivir en la casa que comenzara a construir, con sus propias manos, de arriba a abajo, ya en sus periodos vacacionales de verano en el útero de Gistredo. 
Una casa extraordinaria, con vistas precisamente a la sierra de Gistredo, que ahora se queda vacía, al menos de momento, porque sus hijos y sus hijas viven fuera, fuera de la provincia (Toño en Baleares), incluso fuera de España (José Manuel en Pau (Francia), Elena en México, Javi en Burundi y Carlos en Toulouse (Francia), salvo Neli, la mayor, que vive en el Bierzo). 
Desde este rincón del útero gistredense, hoy bajo la nieve, la memoria de la nieve, deseo enviarle, donde quiera que se halle el espíritu de Tomás Nogaledo, un cálido abrazo. Y otro para sus hijos e hijas, a quienes siento como si fueran de mi propia familia. 
Siempre en nuestro recuerdo, Tomás. 

5 comentarios:

  1. Hola Manuel. Soy Damián Nogaledo Tous, hijo de Toño y nieto de Tomás Nogaledo Álvarez. Quería darte las gracias por estas bonitas palabras que me han emocionado, al mismo tiempo que me han hecho sentir aún más orgulloso de mi abuelo Tomás y mi abuela Antonina. Y también de Noceda del Bierzo.
    Es cierto que vivió una vida larga, y aunque muy dura, creo que fue un hombre feliz. Como tu bien has dicho la historia de su vida hubiera dado para más de una entrevista; creo que incluso para una novela.
    Un abrazo y gracias,
    Damián Nogaledo

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  2. Gracias a ti, Damián. Siento mucho el fallecimiento de tu abuelo Tomás. Te mando mucho ánimo, para ti y toda toda la familia. Un abrazo.

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    1. Buenos días, dando vueltas por la red he encontrado este blog y me ha regocijado ver tan lindas palabras en memoria de este hombre, que en paz descanse, por las vueltas de la vida tenemos el mismo apellido y se que mi abuelo era originario de vuestra ciudad, Noceda.
      Muchas veces traté de encontrar parientes allí y nunca lo logré, mi abuelo falleció cuando yo era muy chico y nunca pude hablar de esto con el, su nombre era José Nogaledo y el apellido de su mamá Cabezas, ambos de Noceda del Bierzo. Tal vez alguien lea esto y pueda decirme si conoce algunos parientes que puedan quedar allí.
      Muchas gracias y felicitaciones por tan lindas palabras que usted ha escrito.
      nogaledomarcelo@gmail.com

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  3. Sin duda un hombre extraordinario. Con una ternura y una humildad que no parecian de este mundo. "A este hombre todo se le da bien" dijo no hace mucho mi prima Nina viendo como entresacaba pacientemente las manzanas de los arboles de su finca para que tuvieran sitio de crecer.
    Tenia un gran sentido del humor, algo envidiable a conservar para alguien que las tuvo que ver de todos los colores. Agradecido de todos los ratos que pase en su casa, donde siempre se me ofrecio una cerveza o un bocadillo de nocilla (segun la epoca).
    Descanse en paz.

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  4. Yo sí recuerdo cuándo fue la última vez que le vi: este verano, en la residencia donde vivía. Tenía una lucidez increíble, me reconoció enseguida, no hizo falta presentarme. Me dijo que estaba bien, pero algo cansado ya (intuí que la vida se le hacía ya cuesta arriba). Nunca olvidaré su Peugeot de matrícula francesa, con el que iba pueblo arriba, pueblo abajo. Y su eterna sonrisa. Un gran hombre, sin duda.
    Desde aquí mando un abrazo muy fuerte a la familia. Han tenido a un gran padre y un gran abuelo.

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