jueves, 6 de noviembre de 2014

Guantanamera




‘Guantanamera’, que toma el título de una conocida canción cubana, es una coproducción hispano-cubana-alemana, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea, alias Titón y codirigida por el escritor y guionista Juan Carlos Tabío*, en la que intervienen algunos de los mejores técnicos españoles: José Nieto (música), Hans Burman (fotografía) y Carmen Frías (montaje).
*Conocido por su estupenda peli, ‘Lista de espera’.
Es la última película que dirigió Titón, porque se murió relativamente joven debido a un cáncer.
Tanto Titón como Julio García Espinosa (además de Birri y el Nobel de Literatura García Márquez), todos ellos formados en el Centro Experimental de Roma, y por tanto hijos del neorrealismo italiano, sientan las bases del Nuevo Cine Latinoamericano y crean la Escuela de Cine de San Antonio de Los Baños en Cuba, en cuyo exterior se les ve inmortalizados a través de una escultura.
Titón y Julio García Espinosa producen ‘El Mégano’ en 1955, un documental que denuncia las condiciones de los carboneros en la costa sur de Cuba. Considerado como precursor del llamado cine revolucionario.
Avalado por varios premios y distinciones, Titón es uno de los mejores directores del cine cubano con películas como ‘La muerte de un burócrata’ (1966), que tanta influencia ejerce en ‘Guantanamera’; Memorias del subdesarrollo (1968) o la exitosa ‘Fresa y chocolate’, “la película que sintetiza con más veracidad el espíritu crítico que caracteriza al cine de Alea al abordar un tema tan complejo como la homofobia” en la sociedad cubana.
El Malecón de La Habana

Guantanamera, que también recibió algunos premios, es una ‘road movie’ con una trama de amor y muerte en una Cuba llena de paradojas. De Guantánamo a La Habana, su director nos conduce por una carretera increíble, en la que, como espectadores, nos vamos encontrando con situaciones verdaderamente surreales o reales como la vida misma, la que acontece en la Isla castrista. Asistimos a un recorrido ‘funeral’ hasta llegar a la monumental y bella Necrópolis de Colón de la capital cubana.
El guión lo firman Eliseo Alberto, Premio Alfaguara 1998 con la novela ‘Caracol Beach’, además de Gutiérrez Alea y Tabío.
Se trata de un viaje delirante, a través del cual podemos ver la situación económica de la Cuba de esa época, que por lo demás sigue siendo casi igual, en penuria y falta de medios. Sin embargo, su director llegó a confesar en alguna entrevista que el cine no consiste en retratar la realidad simplemente, sino en crear nuevos significados. Y ‘Guantanamera’ no sólo retrata la realidad de un país sino que nos ayuda a penetrar en un mundo que se me antoja difícil de entender, aunque uno viaje allá como turista, porque Cuba, por sus circunstancias políticas, es un país peculiar.
La película es arriesgada, porque hace una dura crítica social, sin embargó pasó la censura, tal vez porque Titón era, a pesar de todo, simpatizante del sistema revolucionario. En todo caso, tanto Alea como Tabío abordan la película con extraordinarias dosis de humor negro, desde la burocracia  o la misma muerte (representada a través del personaje de Yoyita y una niñita rubia de rizos) a temas como el exilio, la situación de la mujer cubana o las circunstancias económicas de Cuba.
La burocracia está representada por Adolfo, un ‘comemierda’, un tipo sin escrúpulos, capaz de vender a su madre (o de cambiar de vehículo  para ahorrar dinero y combustible) para seguir enganchado al sistema. Cuenta Andrés Fernández Rubio, en El País 29/8-1995, que  “Gutiérrez Alea parodia la burocracia cubana”.
Gina (interpretada por Mirtha Ibarra, la mujer de Titón, con quien tuve la ocasión de coincidir en un avión de La Habana a Madrid) representa la ambivalente situación de la mujer en Cuba. Por un lado, es profesora de Universidad pero no ejerce su profesión porque su marido Adolfo prefiere que sea ama de casa. Un personaje con ideas propias pero que no puede ponerlas en valor por falta de libertad, esclavizada como está a su burócrata. Aunque el amor de su exalumno Mariano le dará fuerza para rebelarse.
Mariano (Jorge Perugorría) es un seductor que estudió ingeniería pero trabaja como camionero porque le da más dinero. Se enamoró de Gina cuando ella era su profe.
Alea, Birri, García Márquez y Espinosa en la Escuela de San Antonio de Los Baños-Cuba

Ramón. Es el compañero de trabajo de Mariano. Pero su vida es un poco más discreta.
Cándido. Es un músico anciano que vive solo con sus recuerdos y a la espera de la llegada de su amada Yoyita quien dejó Cuba hace cincuenta años. Reflexiona mucho sobre la muerte y está muy afligido por la forma como está siendo transportado el cadáver de su amada.
Estos son algunos de los más representativos, aunque hay algunos otros que resultan verdaderamente interesantes. Como el personaje que encarna el gran actor Luis Alberto García.
Incluso en la actualidad no resulta fácil para un cubano o cubana abandonar la isla, salvo que les otorguen un permiso especial, algo que suelen concederles a los artistas, siempre que sean afines al sistema, o al menos no incomoden mucho. Y tampoco se lo ponen nada fácil a quienes viven en Estados Unidos, cuando desean regresar a su tierra. Los Comités de la Defensa de la Revolución y aun la policía siempre están al acecho. Y un mínimo desliz les puede costar muy caro a quienes se salgan de las veredas.
La peli está contada de forma lineal, con un uso magnífico de símbolos, desde la niña rubiecita que representa la muerte, pasando por la lluvia, que es símbolo de limpieza y una nueva vida, entre algún otro.
El detonante e hilo conductor es el entierro, si bien se narran dos historias paralelas: la de los camioneros y la del cortejo fúnebre, ambos en una misma dirección. Tanto unos como otros se cruzan con frecuencia originando situaciones cómicas y aventuras divertidas, a pesar de las adversidades. La música, consustancial al ritmo cubano, sirve para enfatizar los estados anímicos de los personajes, con sus relaciones amorosas, sus penurias económicas y su inserción en un sistema ideológico contradictorio. Asimismo, la peli hace referencia a la santería propia de la isla.

El final se me antoja abierto y tal vez esperanzador porque el burócrata se queda sólo en el cementerio, sólo con la Muerte, a la vez que comienza a llover, y Gina lo abandona para encontrarse con Mariano, quien la sube en su bici para alejarse ambos, acaso por el camino de la felicidad.

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