viernes, 22 de agosto de 2014

Y tu mamá también



Hoy toca cine, una peli de hace años, sobre la que escribiera, en su día, estas palabras, acaso algo bestias, como la vida misma, en estado puro. Espero que os guste, sobre todo la peli. 

No estuvo en la Seminci de Valladolid, mas a mí se me antoja fascinante. Estoy hablando de la película Y tu mamá también del mejicano Alfonso Cuarón. Luego de verla me he quedado flipado. “No mames güey”, se les oye decir casi constantemente a Gael García y a Diego Luna, protagonistas de la historia. Una historia que me ayuda a sumergirme en las cálidas aguas de las playas mexicas, y me hace recordar mis tiempos, tal vez gloriosos, en México lindo y a veces chingado, como a mí me gusta decir. 

“En Méjico se respira vida por todos los lados”, nos dice Maribel Verdú, una Maribel que está más carnal y atrevida que nunca, espléndida en su hacer cinematográfico. 
“Hazte una paja, una puñeta”, le dice la Verdú a Diego Luna, que se queda apijotado, con la toalla cubriéndole las partes bajas, los güevos, nomás. “¿Quieres que te ayude yo a hacértela”. “Acércate, ven, venga”. “Vente”. “¿Quieres que te enseñe las tetas para que te vengas?”. Se lo pone a huevo al güevón adolescente. 
Es una película divertida y en cierto modo bestial, tan bestial como lo es, o puede llegar a serlo, ese país colorido  y pintoresco llamado México, donde vida y muerte parecen y hasta son lesbianas. Vida y muerte son lesbianas, como en la canción de Javier Corcobado.

Gael y Diego también acabarán reconciliándose luego de lanzarse los trastos por haberse tirado a sus respectivas novias. Se reconcilian luego de un ménage à trois y después de chupar unos cuantos chupes de tequilita. 
Maribel está que se sale de puro salida. En el fondo, Maribel se desata después de romper con su esposo, infiel y mamón, y saber que tiene cáncer y pronto se morirá.  Cuando uno sabe que se acerca la muerte, y es consciente de ella, puede arrojarse al vacío,  no hay nada que perder, o mandar a tomar por el culo la moral y las sanas costumbres. Ni moral ni pollas en vinagre. Cuando uno se sabe cercano a la muerte, no hay mojigaterías que valgan, y follar puede ser una escapatoria. Acaso no les importa con quien, lo que importa es el placer en sí mismo, sus propios placeres. Maribel, una vez que rompe con su bendito y pulcro esposo, se lanza a la aventura.  
“Sabía de antemano que lo que queríais era follarme”, les dice a los pollitos de marras. 
¿Mamacita, qué es lo que buscan y comen los pollitos. “Pues por eso decidí irme con vosotros”, les espeta Maribel Verdú como quien se siente segura y decidida a todo, a comerse el mundo de una vez por todas.  
Maribel, como buena mujer, acabará marcándoles a los jovencitos las normas a seguir. Y en ese recorrido ocurren situaciones extraordinarias. 
Una road movie a la mejicana, realmente linda, hermosísima.

            Lo más simpático de la peli es, tal vez, cuando los adolescentes güevones están tumbados a la orilla de una piscina, y se les oye resollar  mientras dicen en quiénes están pensando: Salma Hayek... y de seguro alguna que otra primita. Me hace recordar a los escolares que aparecen en la película “Amarcord” del grandioso Fellini. 
Y tu mamá también tiene momentos excitantes y muy brillantes. No se la pierdan. Y sumérjanse, ustedes también, en los cenotes sagrados del amor y la pasión, la  pasión convulsa de la vida. 
La vida será bella o no será. He ahí el meollo del asunto.

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