miércoles, 8 de mayo de 2013

Magistral, la charla de Varela

Pues sí, la charla de ayer tarde del amigo Varela -director del teatro Bergidum de Ponferrada- en la Casa de las Culturas de Bembibre resultó magistral, o al menos eso me pareció, y creo que también se lo pareció a los y las asistentes al acto. Un broche de oro perfecto para estas Tardes Literarias, en las que por primera vez se pone en escena el teatro.

Miguel comenzó introduciendo su conferencia sobre teatro (Escenarios de aquí) con una cita al gran Peter Brook y su espacio vacío, en el sentido de que para que se produzca teatro sólo se necesita a un actor (actriz) frente a un espectador (espectadora). Y ya está. Un libro imprescindible, se me antoja El espacio vacío, sobre todo para quienes amamos el teatro. A partir de ahí, Varela construyó un discurso bien "entamado", desde el principio hasta el final. Una hora y media intensa, amena, intructiva, que ilustró con imágenes.  


Su punto de partida fue el romanticismo en su sentido teatral, movimiento en el que se genera el concepto del artista como tal, el yo, y se usa el gas como iluminación de la escena... Ahí está el Don Juan Tenorio o Don Álvaro o la fuerza del sino. No obstante, Miguel se centró (y centraría toda su charla sobre todo en el Bierzo), rescatando del olvido a personajes y hombres de teatro como Mateo Garza, nacido en San Pedro de Montes, quien fuera asimismo alcalde de Ponferrada y farmacéutico, el cual llegó a escribir en verso el legendario Señor de Bembibre. Y colaboró de un modo activo con la llamada Sociedad de Teatro ponferradina, un estupendo caldo de cultivo para el teatro venidero en el Bierzo. A Mateo Garza podría considerársele como el primer dramaturgo del Bierzo, señaló el ponente. 

Aún dentro del romanticismo, habló de otro desconocido hombre de teatro ponferradino, Alfredo Agosti, que escribió una obra titulada Por un beso, para a continuación acercarse al realismo de la segunda mitad del siglo XIX, y aun al naturalismo (que exacerba el realismo), los cuales muestran otro concepto de teatro basado fundamentalmente en la verosimilitud de argumentos y personajes. Un teatro que asimismo busca a otro público, el proletariado. El realismo de Ibsen, Chejov o T. Williams. Y en lo respecta al Bierzo, Varela resaltó a dos dramaturgos: Ubaldo Romero Quiñones, un ponferradino que además fue político, militar, ensayista, novelista y periodista, que escribió El pactum: entremés tragi-bufo sïnalagmáticamente conmutativo al porvenir tomado del natural (título con sabor daliniano), y el enorme Ángel Pestaña (nacido en Santo Tomás de las Ollas, al lado mismo de Ponferrada), que tuvo una infancia dickensiana y se hizo a sí mismo. Secretario general de la CNT. Un anarcosindicalista y defensor de la libertad que llegó a cuestionar al mismísimo Lenin y a Trotsky (con quienes (y hasta mantuvo peleas dialécticas). Un hombre comprometido con la realidad de su tiempo, que llegó a conocer a Einstein en Barcelona, que trabajó en el teatro Arriaga de Bilbao, que vivió durante un tiempo en Argel haciendo de relojero y que viajó a Moscú como representante de la CNT. Escribió una obra de teatro titulada La ciudad, que en palabras de Varela tiene cierta similitud con Surcos, la peli que haría años más tarde Nieves Conde. 

Ya en el siglo XX nos adentramos en las vanguardias. Definitivo resulta Alfred Jarry y su Ubu Rey (de finales del XIX y precursora del teatro del absurdo)... y la palabra "mierda". En ese mismo contexto creativo surgen grandes figuras de las artes escénicas como Max Reinhardt, Meyerhold, Brecht o el colosal Antonin Artaud, que revoluciona el teatro con su teatro de la crueldad (El teatro y su doble, que desde mi punto de vista es el germen de tantos y tantos teatros contemporáneos: véase por ejemplo La fura del Baus). Sin olvidarnos (Varela tampoco se olvidó) del Teatro pobre de Grotowski o el teatro de la muerte de Kantor (que en nuestro país pasaron casi desapercibidos durante años, y quizá no hayan sido reconocidos incluso hoy como se debiera). Grotowski y Kantor, dicho sea de paso, son dos de mis preferidos. 

En cuanto a España, Varela hizo mención especial a otros dos colosos del teatro como fueran Lorca y Valle, y aun (menos conocidos que los anteriores) Cipriano Rivas y Martínez Sierra. Y, en el ámbito berciano, rescató del olvido a Alberto de Paz y Mateos, que en Venezuela está considerado como el padre del teatro moderno de ese país, incluso hay un teatro en Caracas que lleva su nombre. O bien el caso de Ramón González Alegre, un villafranquino que vivió una corta pero intensa vida dedicado a la poesía y el teatro. Amigo de Garciasol, Cela o Celaya, hizo una Antología gallega en la que incluyó a Méndez Ferrín, hoy un prócer de las letras galegas. 

Ya a finales de los 60 surge en el Bierzo el teatro independiente Conde Gatón de la mano de Cruz Vega, que llega a realizar hasta trece montajes en tan sólo cinco años, hasta que Cruz Vega deja paso a Ovidio Lucio Blanco, que toma las riendas de este grupo de teatro ponferradino, montando por ejemplo Nocturnos con niebla, escrita por Ovidio y basada en Gil y Carrasco. 

En la Ponferrada actual surgen compañías como la del Canal, comandada por el genial Álex, Skené Teatro (que dirigiera Carlos, con un montaje inolvidable, Moros en la costa, en el que tuve a bien colaborar como actor) o el fenómeno Carlos García Ruiz, que ahora anda en Bogotá representando obras suyas y dirigiendo varios e interesantes proyectos. 

Varela también hizo una mención especial a Paco González, el clown, a Mapi Galán y Álvarez Novoa, entre otros, a Pilar Blanco, a Danat Danza  y la ponferradina compañía Inquedanza, en el que están dos bercianas, Beatriz y Susana, y a la postdramaturgia de Heiner Müller o Pina Bausch (Wenders la llegó a filmar en su peli Pina), y aun figuras de la escena como Angélica Lidell (Premiada con el Nacional de Literatura dramática), Rodrigo García (de origen argentino aunque afincado en España), Juan Mayorga (Premio Nacional de Teatro) o Juan Cavestany, sin olvidarse claro está de La Zaranda, Animalario (con Alberto San Juan, Guillermo Toledo...) o el teatro Corsario. Una maravilla. 

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