martes, 8 de marzo de 2011

Carnavalada

El Carnaval, que es época de samba, meneítos y tangazos en el vientre de los excesos, ha llegado al Bierzo, y sobre todo al Bierzo Alto, de la mano del botillo, su primo hermano. Y de este modo somos los primeros en entrarle a la fiesta de la chicha.
Es pues el botillo bembibrense (este año nos lo sirvieron con mimo y con vino Bembibre) quien nos mete en adobo, y nos “pimentea” los huesos carnositos.
Cuando llegue la Abstinencia ya estaremos bien cebados, y prestos para aguantar el rebaje charcutero.
Batuko Tabanka




El botillo y el carnaval (los carnavales o zarramacos, que dicen en mi pueblo) son como dos tortolitos que estuvieran a punto de celebrar sus esponsales. Y nosotros fuéramos los padrinos de boda o los invitados que lleváramos las arras. Y es que el Festival del Botillo de Bembibre, o la comparsa del botelo, es una ocasión extraordinaria para hacerse notar y mostrarse “enzarramacado”, es decir, hecho un carnaval, que así es como nos gusta andar vestidos en días de fiestorro y saraos varios. ¡Jo, tengo que ponerme un modelito chuli, que dé la impresión de que lo he comprado en Milán o en París! No quiero ir vestida como los demás, que para eso soy persona distinguida. ¡Ay, tengo que ponerme el traje a rayas para que parezca hecho un "pinsel"! Venga, todos y todas disfrazados de gala, que el botillo bien se merece ir bien emperifollado, ¿emperi qué? Eso, no te hagas el "xordo". Ah, vale. No te había entendido. En realidad, no me habías prestado atención. ¡Cómo eres!
Este Festival (el del botillo) es máscara para exhibirse ante una cuadrilla que va a su rollo. Todos quieren ver y ser vistos. Pasarela por la que desfila la fresa de nuestra nata montada.
Si bien este año disfruté de lo lindo con la compañía, con quienes tuve el placer de compartir mesa, mantel y viandas, regadas con el mejor vino de la comarca. Extraordinaria la compañía de los hermanos Merayo, Prácticos de puerto ambos, que llevan ya unas tres ediciones asistiendo, entusiasmados, al Festival del Botillo de la villa del Benevivere, y eso que vienen de lejos, Vicente de Málaga y Pedro de Barna. Me encantó conoceros, queridos amigos. Y tú, Vicente, me dejaste maravillado con tus viajes por el ancho mundo, y tus juegos de magia.  Hasta la próxima. 
También me encantó La Braña, interpretando una canción nocedense, que en su día tocaran las pandereteiras, Ángela y Ludivina, a quienes les mando un abrazo entrañable adonde quieran que se encuentren, a buen seguro en ese limbo, que algunos llaman cielo. 
El mantenedor o pregonero, Leo Harlem, no me sedujo, lo siento, y creo que debería haber contado algo acerca de nuestra gastronomía, aunque lo hiciera con humor, claro está. Además, no se le entendía nada bien, quizá porque el sonido no era del todo bueno, y el flamante edificio de Bembibre Arena necesita más potencia acústica, o más claridad y afine en el sonido.
Ahora que recuerdo, Leo Harlem es primo del novio de una paisana mía. Bueno, esto no creo que sea  importante, pero lo digo. Y lo que sí me parece esencial es que el mejor mantenedor hasta ahora ha sido sin duda el amigo Valentín Carrera, que arreó estopa con gran sentido del humor y del verbo, eso que algunos dan en llamar humor inteligente.
Y la semana cultural, previa al Botillo, también estuvo de rechuparse los deditos, con algunos conciertos memorables en el Benevivere, como el de los portugueses Arrefole o el de las mujeres caboverdianas  (Batuko Tabanka) que nos hicieron vibrar. Me recordaron, cómo no, a los gnaouas marroquís aporreando sus tambores hasta alcanzar el éxtasis, lo que daría para otro escrito. Pero prosigamos con nuestras zarramacadas.
Arrefole

Aunque no se monten bacanales y la cena no tenga nada de pantagruélica (está bien, tampoco hay que exagerar), el botillo merece ser degustado con sus cachelos, repollo y choricín. Y luego está el capítulo apariencial: ver y ser visto, llamar la atención y gastar pellejo de alterne, visón de alquiler, vestimenta traída de Venecia, o joyas prestadas de muchos quilates, aunque para ello algunos y algunas tengan que arrojar los cuartos por la ventana. Y al día siguiente les remuerda el resacón y sufran flojera de guita (que no es exactamente lo mismo que flojera de esfínter, perdón).
Los Carnavales continúan hoy (en la sala Tararí actúan los Popis) por todo el Bierzo, y mañana se celebra el entierro de la sardina en Cacabelos. Que chachi.

 
Con estas carnestolendas botilleras uno se hace histrión y acaba entrando definitivamente en el escenario de lo fenomenal. Lo fenomenal entendido en su sentido kantiano, apariencial. Nos encanta vivir de apariencias. Y nos divierte poner a parir al vecino y a bajar de un burro al resto.




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