martes, 6 de julio de 2010

Viva la Pepa


(Diario de León,13/09/2004)

http://www.diariodeleon.es/noticias/bierzo/que-viva-pepa_156030.html 

 En cuanto llega el buen tiempo, aquí nos la den todas. A tirarse a la bartola. España es una fiesta. El verano es una fiesta. Y el Bierzo se convierte en una gran romería. Incluso en las aldeas fantasma del Bierzo Alto, donde no habitan ni los gatos, se celebran romerías llegado el tiempo. Como ocurre en Urdiales de Colinas. Por ejemplo. Aquel lugar rulfiano al que íbamos unos cuantos cuates cuando éramos unos guajines. 
Cualquier pretexto es bueno para montar un chiringuito y echarse un cántaro al gorgüelo. O lo que se tercie. Que puestos a trasegar, en acto social, no hay quien nos gane.
En el fondo, la fiesta es un medio de socialización y comunicación, que permite al personal reunirse en torno a un acto público. Aunque se nos da bien el chupe, los ingleses y los alemanes también le pegan duro. Sus fiestas están bañadas en alcohol. Y los mejicanos, qué güeyes, cuando celebran alguna ceremonia, se ponen hasta las chanclas, como arañas panteoneras. Y acaban la farra a guamazo limpio o sucio. Como en una ocasión que jamás olvidaré. 
En otro momento quizá cuente cómo fue una de aquellas veladas, un día en el que me dio por irme a la cama, a sabiendas de que se estaba preparando una pachanga a toda madre en la urbanización en la que viviera allá por el año de 1995 en Méjico lindo y chingado. Arriba Méjico, pendejos. 
A los bercianos nos ponen un vinín y unos chorizos escaldaos, o bien unas sardinas y unas patatas con jabalí, cordero o xata, como en la localidad de Losada, siempre a ritmo de flautina y tamboril, y ya tenemos la fiesta preparada. Somos de buena conformidad. 
Ahora todos los días son fiesta, aseguran algunos vecinos. “Antes teníamos que trabajar de sol a sol para salir adelante”. Entonces la fiesta tenía un sentido claro. Ahora, en cambio, la juerga está asegurada un día tras otro. Y alguna gente acaba empachada de festividad. 
Nuestra sociedad, aunque esté hipotecada hasta las cejas, no deja por ello de consumir en fiestas y aun en otros asuntos. Me perdí la Templarina de Ponsferrata. En qué estaría pensando. "Onde andaría", que dicen ahora. “Mientras haya o haiga salud o salú–dicen otros- que no falte la fiestina”. 
Se cuenta que ningún país del mundo tiene tantas fiestas como el nuestro. Y debe ser verdad, a tenor de lo visto y vivido. Entre fiestas comarcales, véase encinas, cristos y aun otros santos, carnavales fuera y dentro de temporada, verbenas de aldea, corridas de cabestros, carrozas de cuento chino, sardinadas, chorizadas y saraos para no dormir, el nuestro es un mundo bien jaranero. Es probable que utilice el disfraz de la fiesta para ocultar su sentimiento trágico de la vida. Pero esto no se dice. Bueno, Lorca sí lo llegó a sentir y decir aunque de un modo poético, que queda como transfigurado.
Fiesta de la poesía también la tuvimos el pasado viernes en Veguellina de Órbigo, con la presencia de nuestros estimados Miguel Ángel Curiel, poeta capaz de sumergirse en las aguas históricas e historiadas del Tíber y salir a flote por la gatera de la surrealidad, y Tomás Néstor como maestro de ceremonias. Felicidades, Tomás, por tu Cum laude (y esa tesis dedicada al maestro Diego Jesús Jiménez). 

Tras esta pausa, prosigo con la verbena "cultural" española, porque lo importante, en nuestro sacrosanto país de países, es dar imagen de alegría. Aquí todo o casi todo se resuelve por la vía del viva la Pepa. Es por esto que muchos turistas se acercan a nuestro país esperando encontrar la nata montada del despiporre. Los extranjeros que nos visitan se creen que todo el monte es orgasmo en esta piel de vaca tendida al sol y bocabajo. Mas la realidad cotidiana, aunque fiestera, requiere de un análisis más y mejor entamado. Mucha fiesta y despelote pero la procesión va por dentro.

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