martes, 24 de noviembre de 2009

De nuevo Wenders



El alemán Wenders es uno de los cineastas, en busca de una mirada propia, más singulares de las últimas décadas. Después de estudiar algunos cursos de medicina y de filosofía, y haber visto más de dos mil películas en la Cinemateca de Chaillot, decide matricularse, tras haber sido suspendido en la Escuela de Cine de París, en la Escuela Superior de Cine de Munich, donde sí es admitido, para gloria del cine universal. 
Wenders forma parte, en un principio, del llamado Nuevo Cine Alemán, en el que jóvenes cortometrajistas alemanes se dan cita, en 1962, en Oberhausen, ciudad de la cuenca del Ruhr, que convoca anualmente un Festival de Cortos, donde por medio de un manifiesto van a proclamar el fracaso del cine comercial. 

 
En su cine, calificado por los críticos como posmoderno, los personajes están en una constante búsqueda de la identidad mediante el viaje. Son extranjeros, emigrantes potenciales, incluso en su país, esforzados por encontrar su lugar en el mundo. Casi todos son profesionales de la mirada: fotógrafos, escritores-viajeros, técnicos de cine, pintores, cineastas, detectives, inventores de aparatos de visión. Es como si estos personajes, a través de la mirada, quisieran recuperar la inocencia perdida, viendo o filmando las cosas en su desnudez, como los ángeles de Cielo sobre Berlín, mediante una mirada inmediata, no mediatizada, aunque Wenders reconoce que “Los americanos han colonizado nuestro subconsciente”. Estamos mediatizados hasta la médula. Y estos personajes son auténticos consumidores de la cultura americana: el rock, las máquinas de chicle y tabaco, los flipper, la Coca-Cola, etc.



Los personajes wendersianos están dispuestos a cambiar. Por eso se ponen en movimiento y utilizan todos los medios de traslación. Y por este motivo Wenders emplea a menudo el travelling como elemento expresivo. Y su estilo se caracteriza por planos de larga duración y el recurso de una ficción reducida al mínimo, con referencias al cine negro.
Casi todas sus películas tienen la estructura narrativa del viaje, o sea, son road movies. El viaje como ideal de exploración territorial y recorrido que expresa la separación entre el individuo y una realidad que se experimenta como extraña y repetitiva en un universo alienante. Son el movimiento y la incertidumbre del desplazamiento los que crean el relato.



Su cine está lleno de referencias a Peter Handke y Rilke, la pintura de Paul Cézanne y Edward Hopper, la fotografía de Walker Evans y el cine de Ozu, Antonioni (con quien filma Más allá de las nubes) y Ford, entre otros maestros del cine americano, del que toma tanto su lenguaje fílmico como su cultura. Sus películas tratan sobre la incomunicación humana, los conflictos personales, familiares y los viajes iniciáticos. Véanse sobre todo París, Texas, que es una película de encuentros y desencuentros familiares y amorosos. Y Cielo sobre Berlín acerca de la incomunicación humana.

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