domingo, 31 de julio de 2022

A Mónica Domínguez, joven y talentosa periodista

 El fallecimiento de Mónica Domínguez me pilla como un jarro de agua fría, porque uno no se espera que alguien, con tanta vitalidad, se muera. 

Mónica Domínguez (izquierda)

Mónica era muy joven, con todo un futuro brillante por delante. Pero de repente se le truncó. Y eso me confronta, una vez más, con la realidad, con la finitud, con esta vida efímera que a menudo, casi siempre, siempre, se nos va como un suspiro, incluso viviendo más años que ha vivido Mónica. Esta noticia nos vuelve a recordar nuestra fragilidad, nuestra mortalidad. 

Mónica era joven, talentosa, siempre sonriente, cercana. Y una magnífica periodista y reportera, con el Bierzo en sus venas. 

Estuvo a punto de venir el pasado mes de mayo al campus universitario de Ponferrada a dar una charla a mi alumnado de la Experiencia pero al final no pudo ser.  Hace tiempo que la había invitado a participar en la semana cultural del campus de Ponferrada que acostumbro, como coordinador del programa interuniversitario de la Experiencia, a realizar. Pena, querida Mónica, que ya no puedas estar, aunque te recordaremos siempre con cariño. Con tu luminosidad. Con tu energía. 

Ahora escucho el último mensaje de voz que me enviaste y se me hiela la sangre al escucharlo, al escuchar tu voz, tan dulce, tan amable, con ganas de venir, en algún momento, al campus de Ponferrada a impartir tu conferencia, que a buen seguro le hubiera encantado a nuestro alumnado. Y a uno mismo, por supuesto. 

"Alguna vez será. Gracias por pensar en mí...", me dices.

Conservo asimismo esta foto tuya en Toreno, en aquella jornada inolvidable de Bercianos por el mundo. 

Siempre serás una gran berciana por el mundo adelante, una viajera intrépida. Y siempre te recordaremos con todo el cariño. 

Alguna vez será. Algún día volveremos a reencontrarnos. 


martes, 5 de julio de 2022

La vida de Adèle

 He vuelto a ver La vida de Adèle y me parece una película estupenda. Alabada y detestada al mismo tiempo por la crítica, a mí me parece un trabajo extraordinario, una obra de arte, sobre todo por sus protagonistas, que nos meten de lleno en una historia de pasiones y amores/desamores, la que viven y sufren dos chicas. 

Ya sabemos, ya tú sabes, que diría un cubano o cubana, que por cierto son de sangre bien caliente, que el amor/eros es uno de los grandes temas del cine, de la literatura, de la vida, en definitiva, porque el arte imita la vida, o eso creo. La mímesis aristotélica que aborda en su Poética. El arte, en todo caso, debería brotar de las entrañas de la vida. 

Y las actrices que encarnan los papeles principales están llenas de pasión y por ende de vida en la gran pantalla. Resultan realmente carnales y creíbles, con las emociones a flor de piel, con escenas de alto voltaje, no sólo eróticas sino de violencia. Y eso se me antoja maravilloso. Pues sabemos que interpretar así, que a los espectadores nos llegue tan de verdad, no es nada fácil. Y ellas lo consiguen con creces, imagino que gracias, también, a su director, el franco-tunecino Abdellatif Kechiche, aunque las actrices, al parecer, no se encontraron a gusto con él durante el rodaje. 

Sea como fuere, el resultado interpretativo es magistral. Y, una vez más, nos muestra los bajos fondos de la condición humana, esa dependencia que se crea entre los seres humanos cuando alguien, en este caso Adèle (interpretada de un modo portentoso por la actriz Adèle Exarchopoulos), se queda literalmente enganchada de Emma (Léa Seydoux), sufriendo todos los sinsabores de esa relación tóxica de la que tan difícil resulta salir, salvo que exista ayuda psicológica. Y aun así. O bien uno haga un poderoso trabajo introspectivo, siempre con ayuda de familiares, amigos, etc. 

La joven Adèle se nos muestra a pecho descubierto -salió así la frase, no quería hacer chiste-, con una mirada que nos hipnotiza, nos subyuga, mientras que Emma, algo mayor en la peli y también en la vida real que Adèle, es mucho más fría y calculadora, como veremos en su evolución a lo largo de la película, cuyo metraje, en opinión de algunos críticos, es excesivo para lo que se nos cuenta, lo cual es discutible. 

Podríamos aventurarnos a decir que Emma tiene una personalidad un tanto perversa, quizá una narcisista, que usa a Adèle a su antojo y luego, cuando la tiene bien enganchada, la arroja a la basura. Y aun así la mantiene con la llama encendida por si en algún momento deseara volver a utilizarla. 

Cuando uno se confronta con una película de esta envergadura -me entusiasman los primeros planos de estas actrices, lo que nos hace introducirnos en su alma-, acaba reflexionando sobre cómo nos comportamos los seres humanos en nuestras relaciones íntimas, amorosas, donde estoy convencido de que nunca existe una relación de igualdad (tanto que se habla de la igualdad). 

Igualdad, fraternidad y libertad: ideales de la Revolución francesa, principios de la República, la cosa pública, que no dejan de ser más que una aspiración, una utopía en un mundo distópico y vuelto del revés, donde prima la dominación y la sumisión, el cainismo, la censura y autocensura, la opresión y la represión. 

Otro gallo nos cantaría -por cierto, hoy, bien temprano, me despertó el gallo del vecino- si fuéramos iguales, fraternos y libres. 

Qué mundo de ficción. Un genuino mundo feliz, no como el que nos cuenta Huxley en su novela-ensayo, que también recomiendo su lectura y aun su relectura. 

La vida de Adèle, por tanto, nos ayuda a repensar las relaciones amorosas/sexuales entre los seres humanos, que pueden ser, por supuesto, entre dos mujeres, dos hombres, una mujer y un hombre, o lo que se tercie. Que ahora se habla mucho del poliamor, que antes se decía trío o ménage à trois, à quatre... à plusieurs. 

Cabe subrayar que el poliamor no es poligamia ni poliandria ni poliginia. 

Pues eso, volvamos a ver La vida de Adèle, o veámosla por vez primera con ojos de asombro, de fascinación, como la que siente la prota por Emma. 

lunes, 4 de julio de 2022

León y su salud literaria, por Ángeles Fernangómez

 Gracias a la poeta Ángeles Fernangómez por incluirme en esta reseña de León y su salud literaria, publicada ayer domingo en el periódico La Nueva Crónica, aunque uno no sea precisamente villafranquino sino de la franca villa de Noceda del Bierzo, del útero de Gistredo, como he dado en llamar a mi villa natal.

Ángeles Fernangómez, la segunda a la derecha en la fila de pie
Coincidí con Ángeles en un Encuentro literario en Busmayor, hace ya años, en concreto en el Sexto encuentro que habitualmente realiza la poeta Carmen Busmayor en este frondoso hayedo del Bierzo Bajo, casi galego.

Una delicia leer y recitar en la piedra de los poetas. Y un placer haber podido coincidir con Ángeles en aquella ocasión. A Ángeles, que es una devota de Pedro Páramo y del personaje del Quijote, tuve asimismo la ocasión de hacerle una entrevista para ileon, en concreto para la fragua literaria leonesa, también hace años, en 2014, de lo que doy cuenta con este enlace: https://ileon.eldiario.es/cultura/046669/angeles-fernangomez-lo-que-mas-me-gusta-es-sentirme-en-mi-tierra-y-con-los-mios

Y os dejo también lo que publicara Ángeles en La Nueva Crónica:

Salud y poesía, belleza y naturaleza, afecto y vida.

Un mapa coloreado de sueños

 Me alegra que La Nueva Crónica, en concreto su director David Rubio, haya publicado este texto viajero por el Bierzo Alto.

Gracias, David. Salud.
Manuel Cuenya | 04/07/2022AA
Imprimir
Un mapa coloreado de sueños: De Colinas del Campo a Campo
PROPÓN LEÓN Una propuesta de Manuel Cuenya
Tras las colinas se intuye un mundo fabuloso, poblado por duendes y trasgos, sierpes y hechiceras capaces de leer el pasado como se leen los recuerdos en los posos de un café. Tras las colinas, perfiladas con la textura de la miel de brezo, se percibe un mapa coloreado de sueños.
En este mundo de fábula, los duendes y los trasgos, cual habilidosos artistas, pueden pintar los sueños con lápices de colores. Incluso pueden escribirlos con la tinta de la sangre, esa sangre milenaria de los robles, negrillos y castaños.

Tras las colinas, aromatizadas con la savia de los sauces, se avistan urogallos, que lucen vistosos prestos para una gala, cual si fueran novios enamorados.

Tras las colinas, con regusto a zumo de arándano, corre la sangre-vida por el río Boeza, que se abre como un acordeón en una danza sensual. Bailemos pues en este espacio tejido en la rueca de los afectos.

Después de este baile-festín, el viajero y la viajera se dejan arrullar por el agua, que discurre como un verbo bíblico por su cauce. De repente, sienten el mundo bajo un firmamento tachonado de estrellas, cuyos guiños luminosos les acarician la mirada.

Trepan las colinas en busca del campo de Santiago, de donde brota la lírica del río Boeza. Campo, con su ermita, los deja hipnotizados, inyectándoles la historia en las venas. En estos instantes, se despliega una panorámica glacial. Una belleza redonda.

La sonoridad de Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, un nombre con solera primigenia, los lleva de la mano por entre un bosque tupido hacia un Bierzo alto, remoto, agreste, donde los osos también danzan a ritmo de flauta y tamboril como fantasmas de un tiempo que fue.
(Puedes seguir leyendo en este enlace de La Nueva Crónica)

domingo, 3 de julio de 2022

A Sendo, el gran artista maragato

 No llegué a tener trato con Sendo, sólo lo vi y lo saludé una vez, y eso fue en Albares de La Ribera en octubre del pasado año, antes de la presentación del libro sobre la minería de Cecilia Orueta. 

Sendo, foto Eloy Rubio

No lo conocía, pues, a Sendo, pero tanto me han hablado de él, que es como si lo conociera de toda la vida. 

Sólo lo vi en una ocasión pero me pareció que tenía cara de muy buena persona y a buen seguro lo era, por lo que me cuentan quienes lo conocieron y tuvieron amistad con él, empezando por la amiga Álida Ares, que siente mucho su fallecimiento. 

Recuerdo que Álida me habló de él estando con ella y su marido Jordi en el Trentino, en Italia, en el 2019, donde viven. Un viaje magnífico, gracias por supuesto a su proverbial hospitalidad. 

También Álida me dijo que Sendo había estado con su mujer en su casa de Italia. 

No en vano, a Álida le recordaban las pinturas de Sendo a algunas del Renacimiento italiano. 


Lamento que se haya muerto Sendo, porque, aunque sólo lo vi una vez, me quedé con su rostro de buena gente. Me quedo con la buena gente. Y, si además es un buen artista, mejor que mejor. La buena gente de verdad, creo, no abunda. Esa es al menos mi opinión. 

Sendo también era querido -seguirá siéndolo, además ahí queda su obra- por el amigo periodista y escritor Tomás Álvarez. Y también por la artista Cecilia Orueta y el gran escritor Julio Llamazares. Tanto es así que lo saludé a través de Julio Llamazares en Albares de la Ribera, la tierra del padre de mi madre, Antonio, alias el chulo, pues allí presentaba Cecilia, como ya había adelantado, su magnífico libro titulado The End. 

Recuerdo que el estupendo libro Cosas de la bucólica. La gastronomía en el Quijote, de Tomás Álvarez, está ilustrado por Sendo. 

Conservo una instantánea de ese día, del grupo en el que estaba Sendo, de personas como Avelino Fierro, Héctor Escobar o el propio Llamazares, en Albares, en concreto enfrente del edificio de Usos Múltiples de esta localidad berciana, donde en tiempos uno llegara a impartir un taller de teatro.

Ahora, que ya no podré entablar charla con Sendo, procuraré conocer a fondo su obra artística, en la que el gran artista maragato ha dejado impreso su espíritu, su alma. 


sábado, 2 de julio de 2022

De Molenbeek a Madrid

 El viajero, después de arribar a la ciudad de Madrid, en la que se siente como en casa, está convencido de que desde el barrio magrebí de Molenbeek Saint Jean en Bruselas al barrio multiculti de Lavapiés en  la capital del Reino hay un pasito, suave, suavecito. Incluso podría decirse que ambos barrios están hermanados. 

Aeropuerto de Bruselas

Es más, magrebíes y españoles somos hermanos de sangre, sin embargo, los muros fronterizos nos separan y nos enfrentan. Una pena. Tanta valla, tanta frontera, tanto desatino, acaban estremeciendo. Si los seres humanos tendríamos que venir al mundo a vivir lo mejor posible, a amarnos los unos con los otros (¿no lo dice el catolicismo?), que ya las circunstancias vitales nos van poniendo a cada uno en su sitio. Demasiadas distinciones, demasiadas diferencias, demasiadas zanjas y trincheras se establecen entre los seres humanos, como si unos fueran más humanos que otros. 

Lavapiés

El viajero, que se conmueve ante el dolor del mundo, es consciente de su desconsuelo por lo ocurrido recientemente en Nador, Nador dream, como alguna vez señalara, luego de viajar allí. El sueño de Nador se ha convertido en una pesadilla. El sueño de la sinrazón produce monstruos. Vivimos en un mundo podrido hasta la médula. 

El viajero no puede dejar de reflexionar acerca de la condición humana, de la crueldad, de la enfermedad y de la muerte. Ayer mismo el viajero se enteraba de la muerte de Antonio, que era oriundo del útero de Gistredo, vecino, buena gente, el tío carnal de buenos amigos, el cual vivía desde hace muchos años en Cantabria, en Torrelavega. Hoy es su funeral allí. 

El viajero no puede dejar de reflexionar sobre la invasión de Rusia a Ucrania, que es la guerra de Oriente a Occidente, y aun de otras muchas guerras que en el mundo son. 

El viajero, ahora en su patria chica, tiene tiempo de reflexionar y darle vueltas a asuntos varios, además de rememorar su reciente viaje a Bélgica y Países Bajos, o bien su breve estancia en Madrid al regreso. Pues Madrid siempre resulta estimulante, incluso con un calor bestial. Como me ocurriera. La verdad es que también tendemos a quejarnos si hace frío, si hace calor. 

Palacio de Oriente

El viajero prefiere el calorcito. Lo que lleva mal es el aire acondicionado. Por eso el Bierzo, sobre todo el Alto, y en concreto el útero de Gistredo, donde asoman su hocico los osos amorosos, es un lugar ideal para pasar el verano. Pero, como al viajero le gusta danzar, acaso la danza del oso, nomás por seguir oseando, a buen seguro querrá darse algún viaje. 

Castillo de Villaviciosa de Odón

En este aún reciente viaje al corazón magrebí de Europa y aun a otros espacios, como la arábiga, española y cosmopolita ciudad de Madrid, el viajero ha disfrutado de sus recorridos. Y en Madrid se ha encontrado muy a gusto visitando lugares de siempre como la plaza Mayor, para tomarse un bocadillo de calamares, plaza Jacinto Benavente, Sol.., o la plaza de Oriente, entre otros. Y viendo a Babel, gran amiga, que le mostró Villaviciosa de Odón, ella que vive allí, con su urbanización en medio de un bosque de pinos, el castillo y el palacio de Godoy. Gracias, Babel, por tu hospitalidad y tu cariño. O bien la comida en Lavapiés en un restaurante indio con su paisana y amiga Reveca (con uve). Gracias. Un bonito recuerdo. Incluso saludar brevemente a Eliza/Elisabeth en la Puerta de Alcalá. 

Villaviciosa de Odón-urbanización Babel

Al viajero le entusiasman todas estas vivencias, que ya forman parte del recuerdo. Y también le encantó toparse con el hombre que en tiempos regentara, con su mujer María, creo que así se llama, el hostal en que tantas veces se alojara el viajero en los años dos mil, pues viajaba con frecuencia a la capital del Reino, pues, entre otras razones, trabajaba en la Escuela de Cine de Ponferrada. Otros tiempos. El viajero se alojó justo enfrente  del hostal que llevara este buen hombre, que lo dejó fundamentalmente debido a la pandemia.

Edificio histórico en Vélez de  Guevara

Y coincidió con él en las escaleras del portal. Huelga decirlo, se trata de un edificio histórico, en la calle Luis Vélez de Guevara, calle próxima a Tirso de Molina y También Antón Martín. Por cierto, Vélez de Guevara es el autor de El diablo cojuelo, una obra fascinante. 

Al viajero le hizo mucha ilusión y al hombre, se llama Antonio, también. Es lo que tiene encontrarse con gente hospitalaria como Antonio Doldán, que se paró a charlar con el viajero durante un buen rato. Todo un placer.

Antonio Doldán

Antonio Doldán, que rondará los ochenta años (no resulta del todo fácil acertar con la edad, aunque podría habérsela preguntado), es oriundo de Betanzos, Galicia. Pero le contaba al viajero que vivió en diversos lugares de Hispanoamérica y viajó por varios lugares del mundo. A su mujer, por ejemplo, la conoció en Argentina, aunque ella también  es originaria de Betanzos. De Galicia -también del Bierzo, de León- salieron muchos migrantes en los años 50, 60, 70, incluso los 80 rumbo a América y la llamada Europa desarrollada. 

Puerta de Alcalá

Y Antonio Doldán, que trabajó en muchísimos y variopintos trabajos, es uno de tantos emigrantes que diera la terra galega.  Fascinante la charla con él. Y sobre todo al viajero le gustó mucho encontrarse con este buen hombre, siempre tan atento, cortés y hospitalario. Qué pena que ya no pueda alojarse, le dijo al viajero, que se sintió feliz de haber podido volver a ver a Antonio Doldán, el cual contaba asimismo que en estos últimos ha tenido varios achaques de salud, que él lleva con entereza, vitalidad y buen humor. 


Hasta un próximo viaje. Y nueva visita a los madriles.  

t
Lavapiés
Con el calor asfixiante de este Madrid ya metido en verano, siempre da como cierto alivio darse una vuelta por la plaza de Oriente (me encanta el nombre y el sitio). Recuerdo que aquí nos dimos cita con el cineasta Gonzalo Suárez, en el café Oriente, creo recordar, antes de que se incorporara como Director honorífico a la Escuela de Cine de Ponferrada. Otros tiempos, otras brisas.
La plaza de Oriente con su palacio y todas esas estatuas en lugar ajardinado, entre las que se hallan algunas de Reyes leones, que ya sabemos de la importancia que tuviera otrora el Reino Leonés.
Madrid nunca deja indiferente al visitante por más visitas que este realice. Resulta frecuente ver algún bolero mexicano, que así les dicen a los limpiabotas en aquel país de nuestros cuates, en la Gran Vía.
Y gracias a la amiga Babel me he dado un paseo por Villaviciosa de Odón, que cuenta con castillo y el llamado palacio de Godoy.
Villaviciosa está ubicada en una zona boscosa de pinos. Todo un descubrimiento.
Ah, también me hizo ilusión volver a la estación del Norte, ahora Príncipe Pío. Y algunos otros sitios...
De Molenbeek a Lavapiés solo hay un pasito. El mundo está globalizado y, a pesar de todo, se encuentran singularidades en cada lugar.
Molenbeek
Hay que viajar, creo, para darnos cuenta de que nada de lo humano nos es ajeno, acá y allá. Y a la vez hablamos el mismo o parecido lenguaje de las emociones. La comunicación fluye cuando uno lo desea.
Gracias, Reveca, por ese momento compartido. Y una gran ilusión encontrarme con Antonio Doldán, el buen señor que regentara, con su mujer, el hostal en el que tantas veces me alojara en una época, gloriosos años dos mil, en que viajara con frecuencia a Madrid.

A él le dedicaré algún texto, seguro.

Viva el aventurero Don Quijote, símbolo de libertad. Y también de su leal escudero Sancho. Monumental obra la de Cervantes. De la azotea del Riu al cielo de Madrid.