miércoles, 29 de enero de 2020

La fragua literaria leonesa: Mariano Calvo Haya

LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Mariano Calvo Haya: "Miraba las imágenes y los dibujos incluso antes de aprender a leer e inventaba mis propias historias"

El narrador, poeta y fotógrafo Mariano Calvo Haya, autor de 'La madera que arde', editado por el sello leonés Eolas, tiene en mente escribir algún trabajo de investigación relacionado con su actividad actual en una asociación de memoria colectiva e histórica en Cantabria que se llama 'Desmemoriados'.

Mariano Calvo Haya
Mariano Calvo Haya
Manuel Cuenya | 29/01/2020 - 11:11h.
Si bien es originario de Cantabria, el escritor Mariano Calvo Haya visitó por primera vez, con veintitrés años, el pueblo de su compañera, "hija de emigrantes leoneses en Santander", y desde entonces está enamorado de La Mata de la Bérbula (La Matica), que es también tierra del escritor Julio Llamazares, al que Mariano conoce personalmente y a quien ha leído. A este respecto, cree que el "río del olvido... el solitario y verde río que atraviesa en vertical el corazón de la montaña leonesa" es un nombre más que acertado, con su "inevitable aire literario", que el autor de 'Las rosas del sur' diera al Curueño.
"Me he perdido en sus orillas en una inmensidad de ocasiones. Es medicina para el alma. Parece una tontería, pero muchas veces cuando piensas en la muerte, es el paisaje que odiarías abandonar... 'El río del olvido' se convirtió en un documento de incalculable valor para conocer la comarca de León que yo visitaba ya por entonces asiduamente", señala Mariano, cuya primera impresión de La Matica fue la de un lugar conocido y reconocible.

(Puedes seguir leyendo este enlace en ileon.com: https://www.ileon.com/cultura/104866/mariano-calvo-haya-miraba-las-imagenes-y-los-dibujos-incluso-antes-de-aprender-a-leer-e-inventaba-mis-propias-historias)

Trotamundeando por la Tunisia

20/12/2019

Prosigo trotamundeando [parece que estuviera tartamudeando] por Túnez, Tunisia, Tunes, Tunis, con buen ánimo y la sonrisa en el rostro. Quería luz y estoy sorbiendo luz, bañándome en luz, bebiendo luz cual si fuera birra, bière. Es un decir. Una cervesita fresquita, por favor. Con algo de granadina, para que le de color y otro saborcito o saborsito.

Quería algo de calor ambiental, tampoco hace tanta temperatura, habida cuenta de que estamos en invierno, en el "ivierno", y tengo una temperatura agradable, incluso ahora que ya es de noche, con la hora local igualita que en las Españas matrias y patrias queridas de los míos amores. Quería mar y playas y costa y medinas. Y lo tengo todo en abundancia. Así que debería estar feliz, felice y contento, a mi aire, con la libertad que me otorga mi propio cuerpo espíritu, que todo es uno.


Con la libertad de un pajarito, me gustaría ser pajarito, surcando el cielo, sobrevolando mares y tierra, por entre bosques milenarios. Lástima que Túnez no sea precisamente un lugar de bosques milenarios, porque antes se me antoja desértico, y verdoso, relativamente verdoso en la costa, por donde ando de pata de perro, que dirían en México lindo. Al parecer, en Túnez también hay bosques, pero uno, la verdad, no se ha adentrado en los mismos. Unos diecisiete parques nacionales. Más o menos.
Espero que no se me vaya la chola a la vez que voy diciendo, contando, acaso un cuentito de las mil y una noches, como una Sherezade de las de otrora.
El Magreb resulta siempre inspirador, estimulante, para un españolito con sangre árabe también.

Por mis venas corre a buen seguro sangre árabe, morisca, andalusí. Aunque sea berciano del útero, con orígenes asimismo, por vía paterna, en Mansilla de las Mulas, de donde también eran las tías de Paco Umbral, y en La Vega, Vega de los Árboles, a un pasito nomás de San Miguel de la Escalada, monumental y bello, con su belleza dorada y ancestral.
Prosigo el camino, en el camino, on the road, aunque hoy pensaba tirarme a la bartola, reposar mis cuitas, pero ya reposaré eternamente cuando esté muerto, como dijera el cineasta alemán Fassbinder, que murió joven y con las botas puestas, las de hacer cine, supongo.
Hasta Fassbinder parece que tuvo amoríos con un brillante poeta del Bierzo, ya fallecido. Se me va el santito a los cielos. Lo siento.

Pero retomo, aplicando ojalá, insha allah, la dialéctica platónica tamizada por el gran maestro Gustavo Bueno, mi profe en Oviedo, la Vetusta de Clarín.
Ay, uno lo que quería contaros es que hoy también salí de safari por la sabana africana de Túnez. Y me allegué hasta Kélibia, que parece una Libia que no acaba de querer serlo. Ahora me sale la vena a lo Coll, gran humorista. O bien la vena a lo Gómez de la Serna/Sorna. Un genio, Don Ramón. Que alguien pare mi logorrea, por fa. 

Pues sí, me fui hasta la mismísima Kélibia desde Yasmine Hammamet. Toda una excursión. Tomando o cogiendo [coger no queda del todo bien], un bus, agarrando una guagua, d
igamos, que cuesta una miseria [cuánta miseria en la Tierra, mientras unos pocos ricos campan a sus anchas], aunque para los tunecinos y tunecinas sea una pasta, no gansa, pero guita al fin y al cabo. Un bus que me llevó a Nabeul, ciudad que intuía pequeña y sin interés. Pero que tiene un zoco grande y pintoresco.

Los zocos árabes son un auténtico espectáculo.
Nuestro Rastro madrileño se queda pobre al lado de cualquier zoco, de cualquier souk moruno, árabe.
Ahora recuerdo que Don Ramón de la Serna escribió un interesante libro titulado El Rastro. Y Elías Canetti escribió su maravillosa obra Las voces de Marrakech, donde habla sobre los zocos marroquíes, amén de otras voces y sonidos árabes.
Y desde Nabeul [me gusta este término] agarré [también me agrada este palabro, tan empleado por hispanos] un "louage" hasta Kélibia.


El louage es como ese invento llamado Blablacar, que tanto gusta ahora a los europeos. Y que los tunecinos llevan utilizando desde tiempos ha, al igual que los marroquíes hacen con sus taxis colectivos. A ver si ponemos en valor el louage en el Bierzo, que falta le hace. Tan incomunicado entre sí. Y tan aislado del mundo. Por cierto, siempre lo digo [y lo compruebo una vez más] León como tal no existe para la gente tunecina. No existe en el mapa. Nadie sabe qué es León, ni dónde se halla, y menos aún El Bierzo. Qué pena que nadie/naide conozca (ni siquiera le suene) nuestra bella e inspiradora comarca.
Así que pónganse las pilas los políticos y promotores de la provincia leonesa. Y hagan llegar nuestras esencias al Magreb, y también a la Europa desarrollada, que no nos conoce ni dios bendito.
Cuando digo León, rápido me toman [ahora sí, tomar] por un lyonés de Lyon de la mismísima France. Y además me confunden con italiano. Digo que soy mexicano, para despistar. O para chingar tantito y merito.
Que sí, que el louage funciona molto bene. Y se viaja confortable y rápido, todo lo rápido que permite la carretera que va de Nabeul a Kélibia, que está de aquella manera, ¿de qué manera? Pues con muchísimo tráfico y en exceso estrecha a su paso por varias poblaciones. 

Ahora andan con obras para agrandarla y lograr que fluya el tráfico. Fluir, ese es mi deseo. No tardando, también en Madrid, los colapsos, los atascos de entrada y salida serán descomunales. Ya lo están siendo.
Me habían recomendado Kélibia, situada en la península del Cap Bon, del Cabo Bueno [Wiem me lo dijo, creo recordar, la chavalina que estudia Derecho en Sfax, y con quien coincidiera en el tren, desde Sousse a Bir Bou] pero Kélibia no me ofreció mayor interés que su mar.
Me encanta el mar, lo confieso cual buen feligrés, eso sí descreído, habida cuenta de que uno es de secano [bueno, no del todo, ya que soy de la matria de las fuentes medicinales y las regueras y reguerinas y del río Noceda]. 
Y siempre que puedo tiro al mar, como la cabra tira al monte o pal monte.
El mar como espacio amniótico, fascinante, fabuloso, del que surgen y brotan los monstruos y los tesoros escondidos. Veinte mil leguas de viaje submarino. Con Julio Verne como maestro de ceremonias y guía marino.
Me hubiera gustado ser marino, como a Torrente Ballester, el de la saga fuga, cuasi inventor del realismo mágico [Cunqueiro a la cabeza, y Valle Inclán como impulsor de este mágico realismo aderezado con sus santas compañas]. Pero como soy miope [Ballester decía que también era enclenque] no me hice marino. Marino como el gran Ramon San Pedro, pero sin tetraplejia por fa.
Mar adentro, soñando con castros y tesoros escondidos en el fondo marino.
Kélibia, aparte de su costa, llena de plástico [gran problema este en todo el orbe] muestra un fuerte o fortaleza próxima al mar. A la que no se puede acceder. Eso creo. O eso me pareció. O sí se puede, quién sabe.
Me encantan los miradores. Con lo cual me perdí sus vistas.
Regresé a Nabeul. Me di un voltio nuevamente por su zoco. Me dejé inundar por las voces de los mercaderes, incluso piqué en un anzuelo ex profeso [supongo que mi jugada de ajedrez no quedó mal plantada]. Aunque no vine a Túnez a comprar nada. Tampoco a venderme. Tan seguro de uno mismo, que casi da miedo. 

Y comí unos dátiles que me supieron a gloria bendita, mi comida hoy, por fortuna me esperaba la suculenta cena del Lella Baya (mi refugio hotel), cervezas incluidas, y en eso sigo. Tomando algunas birritas. A vuestra salud. 
Salud y amor. Qué ambas palabras están interrelacionadas. Va por Ustedes.
Y ahorita les dejo estas fotinas, hechas con mi móvil mierduno, para ilustrar los hechos. Que una imagen, si es de Storaro, por ejemplo, vale más que mil palabras de este humilde penitente.

Sousse y Monastir

19/12/2019

Hoy tocó Sousse y Monastir, que a veces toca la lotería, el Gordo navideño, aun sin jugar. Cosas del misterio. De ese que tiembla. Y para ser más exacto hoy ha tocado la lotería de Doña Manolita [vaya colas se forman en la madrileña urbe para comprar la lotería de mi toca yo, mi toca toca]. Pero cómo somos tan gregarios los humanos, a pesar de que el lúcido filósofo Nietzsche [rebuznancia al canto] nos hablara de la moral de rebaño. Pero qué "bogueguitos semos", mesdames o mis damas y messieurs monseñores de la corte [¿se dice così? ¿O cosâ]. Lo dicho, un dos por uno. Se puede pedir mas.

Si ya parezco todo un turista de esos a los que les planchan un día el culo en Bruselas, mismamente, en la cervecería Le Cercueil, el Ataúd, por ejemplo. Y al día siguiente están comprando alfombras y lámparas baratas y aladinescas en la medina de Sousse. Pongamos por caso.

Huelga decir que la Medina de Sousse es, sin moco de pavo ni de pava, Patrimonio de la Humanidad, de esta Humanidad deshumanizada, y vuelta de revés, aunque en Túnez, Tunisia, como en todos los sitios del planeta, no nos engañemos, lo mismo te encuentras con un gilipollas que pretende hacerse pasar por tu colega, con cara de muy pocos amigos -se ve a la legua, a poco ojo clínico que uno haya desarrollado en sus sesiones psicoanalíticas-, que con una rapacina con cara de buena, sonriente y habladora. 



Dice llarmarse Wiem y estudia Leyes en la ciudad de Sfax, que visitara en mi anterior viaje. Hablo de abril de este año. Wiem también aspira a ser Juez o Jueza. A Wiem me la encontré -en realidad ella se dirigió a mí-, en el trayecto de vuelta en tren desde Sousse a Bir Bouregba, que queda a pocos kilómetros de Baraket el Sahel, a medio camino entre Hammamet centro y Yasmine Hammamet, donde he plantado, en vez de un pino navideño, mi tienda de campaña. Un decir, o sea.

Monastir [o sea el monasterio musulmán o Ribat] es un sitio tranquilo y cálido, con un cielo azul comestible, como un postre almendrado, que procura muy buenas vibraciones.
Yo también te amo Monastir. I love Monastir. Amor a primera vez. Luego queda saber a qué sabe [valga otra vez la rebuznancia de burro desbocado], a qué huele, con su mar universal y sus palacios cuasi indios. Y eso que nunca he pisado la India. No vayáis a creeros.


Monastir amerita de unas vacaciones enteras. Y Sousse, que está a unos quince kilómetros de Monastir, casi casi como de Noceda a Bembibre, también luce espléndida con su cielo azul comestible, con su belleza comestible, y su hermosa Medina, la Midina, ¿del Campo? No, la Medina de la mar. Incluida su torre del Oro sevillana.


Ciudad costera y pesquera, con sus barquitos, con sus veleros a la antigua usanza, para regocijo de visitantes, con su rostro de ciudad antigua y a la vez moderna, incluso posmoderna, como una Europa desarrollada.
Me encanta sentir, con todos los sentidos, incluso con el propioceptivo. Y dejarme acunar por las olas que vienen y van, les vagues irresolues, como en la canción de Gainsbourg, 
que descansa en el cementerio parisino de Montparnasse, je t'aime moi non plus.

Túnez también tiene ese toque afrancesado incluso en el nombre de su red ferroviaria. Y el francés, como lengua, se habla casi tanto como el árabe, bueno, no tanto, pero se habla. Pues sigamos hablando de tú a tú. ¿O lo hacemos con el Vous? Con el Vos, con ese tono o entonación a la argentina. Che, viste, vos sos un pelutudo

Vos, toi et moi. A ver si me sigue tocando la lotería, sin jugar, claro. Que ese sí que es un mérito y un gran misterio de la física cuántica, con su principio de incertidumbre cual bandera de barco pirata. Mi barco y mi libertad. Espronceda navegando el bergatín por los mares azulados de la Tunisia. 

Las fotinas de Sousse y Monastir están mezcladas, barajadas, para que podáis jugar más y mejor.

miércoles, 22 de enero de 2020

La fragua literaria leonesa: Juan Manuel Garrido

LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Juan Manuel Garrido: "La escritura es una especie de medicina natural, que me sirve para gritar o desahogar"

El narrador Juan Manuel Garrido, autor de varios libros dedicados a su nieto Yeray, fallecido por cáncer en 2015, está ahora con la promoción de su reciente obra, 'El silencio del otro lado'. Y tiene en mente algunas ideas para hilvanar el que será ya su siguiente volumen.

Juan Manuel Garrido
Juan Manuel Garrido. Foto: M. Cuenya
Manuel Cuenya | 22/01/2020 - 11:27h.
"Los sueños fantásticos de la niñez, atrapados entre los escombros de una vida frenética, a veces insoportable, y de una canícula que en ocasiones se podría palpar, se despiertan por un amor inquebrantable que invita al reconocimiento impasible de aliviar el dolor de la vida. ¿Qué puedo hacer a medida que transcurre y se consume el tiempo de mi existencia? Pues parece que más bien corre en lugar de velar por un sueño más armónico y duradero, más acorde con la edad..."
(Juan Manuel Garrido, De su libro 'El silencio del otro lado')
Natural de la localidad de Santa Marina de Torre, en el Bierzo Alto, otrora Bierzo minero, Juan Manuel Garrido o Juan Garrido comenzó su andadura como autor a raíz del fallecimiento de su nieto Yeray, que sufrió un cáncer -en concreto un tumor cerebral-, enfermedad que sigue matando a muchísima gente a pesar de los avances que ha logrado la Humanidad en los últimos años. Y a pesar de que en España contamos con algunos de los mejores médicos/as y enfermeros/as de todo el Planeta. Un lujazo nuestra sanidad, que debemos poner en valor, aunque a veces tengamos que hacer largas colas de espera para que nos atiendan.
Ante las adversidades, hay quienes luchan con toda su dignidad y toda su energía. Y este es el caso de Juan Garrido, quien, además, sacó su vena más creativa para plasmarla sobre el papel. Y de este modo, la escritura le ha permitido, en cierto modo, sublimar su dolor, el sufrimiento ante la pérdida de un ser querido, en este caso su nietín Yeray. Lo que, de un modo inevitable, me hace rememorar el caso de Umbral con su hijo Pincho, que también falleció de leucemia con seis años. Y eso le hizo al coloso Umbral replantearse la vida y la muerte en un libro imprescindible, en una obra extraordinaria titulada 'Mortal y rosa', donde vuelca toda su mejor prosa poética, todos sus pensamientos acerca de los grandes temas. Un ejercicio atrevido, que le sirvió sin duda para sobrellevar el terrible peso de la precoz muerte de un hijo. Algo que se me antoja anti-biológico. Y de lo que muy poca gente logra sobreponerse. Por eso mismo, porque va contra natura. Que se te muera un padre o una madre es duro. Pero que se te muera un hijo o una hija debe ser cuasi insoportable.
Y Juan Garrido, con sus libros, con su música (pues también canta y compone música, reconociendo al profesor y ex alcalde de Torre del Bierzo Melchor Moreno como a su maestro, incluso llegó a acercarse al televisivo programa 'Got Talent' con su 'Balada para Yeray') ha canalizado, canaliza su dolor, porque la herida sigue abierta, a pesar del paso del tiempo. Y los recuerdos permanecen intactos.
En realidad, a Juan siempre le gustó escribir. Y en cierto sentido está siguiendo las huellas que sembraran su padre y también su tío Manuel Garrido (autor, según él, de veintitantos libros, además de colaborador de diferentes medios de comunicación).

jueves, 16 de enero de 2020

Desde la Plaza del Grano

Desde este sitio emblemático, que es la Plaza del Grano de la ciudad de León, os deseo un próspero Año 2020.
Que se cumplan todos vuestros sueños. Que la vida os sonría.
Que el tiempo os cunda.
Que améis y os sintáis amados.
Amar y ser amados. Lo mejor que nos puede ocurrir.
Que viajéis al interior y exterior del magma universal.
Que los Reyes Magos y las Reinas Magas os obsequien con aguinaldos de tiempo y espíritu.
Que logréis alcanzar las estrellas. Que podáis tocar la Vía Láctea.


Que la salud os acompañe, nos acompañe, en esta senda/caja de sorpresas que es la vida en estado puro.
Seguid soñando y viviendo como cuando erais niños y niñas, con ojos de asombro, con la sensación de volver a contemplar un amanecer [y aun un atardecer] como si fuera la primera vez.
Que la armonía y la ataraxia sean con todos vosotros, con todas vosotras.
Por un mundo mejor, más igualitario, más fraterno, más libre.
Sigamos buscando y encontrando belleza, esa que engendra amor, ternura, cariño, afecto: claves líricas para encarar este nuevo 2020.

Preguntadle a las diosas

Preguntadle a las diosas por la estrella de Oriente. Las estrellas, que también son diosas, os guiarán a través de la Vía Láctea hasta el mismísimo portal de Belén, la Tierra prometida, convertida desde hace tiempo en un polvorín, que no en un polvorón de Navidad.
Preguntadle a las diosas por Jesús de Nazaret, y de paso decidles que la historia de la infamia, el teatro de la crueldad se repite en este universo finito e ilimitado, pues no linda [de lindar, de lindes, no de hermoso] ni con Cristo bendito hecho hombre.


Preguntadle a las diosas si el universo es finito o infinito, si seguirá en expansión hasta reventar como una granada, como revientan en la Tierra prometida y encarnizada. Y entonces el espacio tiempo se diluirá, incluso desaparecerá.
Preguntadle a las diosas, oh Reyes de Oriente, si el sol seguirá poniéndose por el Poniente [valga la redundancia], en ese Occidente hiper-capitalizado, donde los dioses comercian y hasta trafican con el dinero, con los seres humanos, con las armas, con todo lo habido y por haber bajo la capa de las estrellas, mientras los pobres mueren como moscas en medio de la barbarie y la hambruna, en mitad de la nada y el vacío más absoluto.
Preguntadle a las diosas, queridos Reyes, si el mundo logrará alcanzar algún día el fantasma de la libertad, la quimera de la igualdad, la empatía de poder ponerse en la piel del Otro.
Y por último preguntadle a las diosas si este año podremos seguir en paz y en armonía con el yo y con el tú, con la salud rebosante de las cascadas de miel y dátiles en los oasis que aún existen en los desiertos de la Tierra Santa.

Preguntadle a las diosas, ay, preguntadle a las diosas. 

miércoles, 15 de enero de 2020

La fragua literaria leonesa: Emilio Silva

LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Emilio Silva: “El Bierzo ha sido el espacio de los veranos de mi infancia”

El periodista, escritor y Presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (A.R.M.H.), autor/coautor de 'Las fosas de Franco' o 'La memoria de los olvidados', está en estos momentos trabajando en un libro que recopila los artículos que ha publicado en prensa a lo largo de estos años, así como en una novela gráfica que cuenta la historia de su abuelo y la exhumación de 'Los Trece de Priaranza'. Y en algún momento le gustaría reeditar 'Las fosas de Franco'.

Emilio Silva, periodista, escritor y presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica
Emilio Silva, periodista, escritor y presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
Manuel Cuenya | 15/01/2020 - 11:54h.
Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas, Emilio Silva es asimismo el Presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (A.R.M.H.), una asociación constituida en diciembre del año 2000, cuyo objetivo principal es la localización de víctimas de la represión durante la Guerra Incivil y la dictadura franquista.
"La memoria histórica en nuestro caso es un concepto que explica que llegamos a lugares donde ocurrieron hechos históricos como con las fosas comunes, a través de la memoria de algún testigo, porque los enterramientos en las cunetas no están registrados en ningún archivo", explica Emilio Silva.
Por su parte, el escritor Julio Llamazares dice que la Memoria Histórica de un país es su literatura. En este sentido, Silva aclara que la memoria se construye desde muchos lugares y una de sus voces es la literatura, "de hecho a veces la ficción literaria o cinematográfica puede ser una de las mejores puertas para acceder al conocimiento del pasado".
Cabe recordar que el origen de la A.R.M.H., con la que he tenido el honor de participar en diversas ocasiones, fue la exhumación de una fosa en octubre del año 2000 en Priaranza del Bierzo, donde se hallaron los restos de trece personas asesinadas por falangistas en 1936, entre ellos el abuelo de Emilio Silva.
Entre los fundadores de esta Asociación está también el escritor ponferradino Santiago Macías, otrora vicepresidente de la A.R.M.H, quien recientemente ha presentado la cuarta edición de 'El monte o la muerte' sobre el guerrillero antifranquista Girón. En la actualidad, el vicepresidente es Marco Antonio González.
Emilio Silva, que ejerce como periodista en diversos medios y es autor/coautor de libros como 'Las fosas de Franco', destaca la labor ejercida por la A.R.M.H., con sede en el campus de Ponferrada, como han sido las exhumaciones, "en las que hemos ayudado a cientos de familias a dar una sepultura digna a un ser querido".
También resalta que, además de las exhumaciones, han abierto un debate acerca del pasado, "un debate necesario y categórico, porque profundiza en la cultura de los Derechos Humanos y en el fortalecimiento de la democracia", de la impunidad de los crímenes de la dictadura. Y de lo benevolente que ha sido la democracia con los franquistas.

domingo, 12 de enero de 2020

Hammamet

18/12/2019

Acabo de escribir una parrafada en este muro del face (que ahora trasplanto al blog, a este diario de bitácora). Y, cuando la tenía lista y migada, en el tazón de la leche recién ordeñada de la vaca (es un modo de hablar, nomás) para publicar, se me ha ido todo a la mierda. Como le ocurre al Darín de El hijo de la novia (película que me sigue conmoviendo hasta hacerme saltar las lágrimas, por más veces que la vea), uno también desearía irse a la mierda, en el sentido de cumplir el sueño de ser libre, sin ataduras ni compromisos, que nadie me joda, como dice él.
Sabia reflexión la de este personaje/actor, grande entre los más grandes. 

Pues eso, que sigo en Yassmine o Yasmine Hammamet. Y hoy, con un día grisáceo, ha dado lo que ha dado de sí. Aunque he madrugado. O sea, que Allah me ha ayudado. Pues aquí madrugar es algo que me gusta mucho. Y he estado dando un voltión por la medina de Hammamet, la medina antigua. Y he conversado con los tenderos, ávidos por vender sus mercancías a los turistas, a turistas despistados tal vez. Vendedores avispados que también ganan el pan con el sudor de su frente. Y pretenden, como no, enjaretarte sus baratijas y enseres. No olvides el regateo. Te dirán un valor cuatro o cinco veces superior a su valor real. Algo así nos cuenta Canetti en sus Voces de Marrakech. ¿Cual es su valor real? Acertijo. Con vuestro permiso publico este mensaje y luego continúo ruta. No vaya a perder otra vez lo que he escrito, que casi vuelvo a perderlo. Y eso empieza a resquebrajar mi equilibro.

Retomo el escrito. Con mi puño y letra de escolar de la República del útero de Gistredo [Alto Bierzo] desde esta costa mediterránea, tunecina. 
Hoy también me siento tunecino. Y árabe. Y berciano leonés y español y ciudadano del universo, aunque esto ultimo resulte manido, trillado, gastado. 
Conviene regenerar el lenguaje, acaso con el noble fin de articular el pensamiento. Hagamos del lenguaje pensamiento. Como desea la filosofía del Lenguaje. El Círculo de Viena, con Wittgenstein a la cabeza. 
Este también (cuánto también estoy poniendo, madre santa) está siendo un viaje al interior de uno mismo. Un modo de sentir y pensar o repensar la realidad o irrealidad o ficción. Y a la vez poder fabularla.


La vida no es fácil. Aunque a veces pudiera parecer que uno está en una nube. O en una burbuja. La vida no me late fácil ni acá ni acullá, salvo que uno sea rey o reina o pertenezca a esa aristocracia sin sentido, que no debería existir en el siglo XXI. Pues todos nacemos con los mismos cueros y todos morimos de igual modo. Por fortuna, la muerte nos iguala.
Aunque unos seamos mas iguales que otros. Como nos dijera el bueno de Orwell en aquella fábula, tan real como la vida misma, que se titula Rebelión en la granja
La igualdad, al igual que la libertad, es una quimera. El fantasma de la libertad. Véase el cine del enorme Buñuel. 
Deseo ser libre, ya lo había verbalizado. Disculpad mi sentimiento trágico de la vida, mi sentimiento unamuniano [ahora que el pensador vasco salmantino se ha puesto de moda a raíz de la peli de Amenábar, que aún no he visto].
El asunto es que esta mañana, con amenaza de lluvia, he podido medinear, como le gustara al inolvidable Juan Goytisolo, que conocía el dariya, el árabe marroquí, y sabía que en nuestro idioma español hay unos cuatro mil vocablos de origen árabe, como Jazmín, Yassmine o Yasmine, el barrio donde me hallo ahora, al borde de la mar, con una inmensa playa, para perderse a gusto y gana.
También algún tendero de la medina sabe que el español está impregnado de árabe. Toda nuestra lengua y cultura están rayadas de árabe. Y los comerciantes de la medina intentan venderme, y tal vez comprarme. A un módico precio. Se vende, señora, señor, se vende. 

Todo se vende y se compra en esta sociedad mercantilizada, hipercapitalizada, porque todo lo manda el Dios Don Dinero, que es significante que pudre todo significado. El dinero no deja de ser mierda, con todos los respetos. Y algunos, muchos ricachones, se lo acaban llevando a la tumba. O mejor dicho, se lo acaban pulverizando sus herederos en un santiamén. 
Cropofágicos y escatológicos que somos, incluso en el sentido metafísico del término escatológico. Aunque nos creamos divinos... Divinos de la muerte. Si no somos más que mierda, podredumbre, polvo. Disculpad mi atrevimiento, sobre todo con quienes os creáis divinos, divinas y eternos. 
Asomado a la terraza mirador de la medina contemplo el cementerio, que semeja un jardín y el mar al fondo. Que me arrulla y me sabe a libertad y salitre.
La buena de Fatma, con su mirada profunda y quizá sincera, intenta venderme sus enseres, sus productos cosméticos, sus aceites de jazmín y argana, porque necesita guita para continuar sus estudios en Túnez capital. Es joven y tiene todo su futuro por delante. Aunque el futuro sea incierto. Y Túnez, a pesar de la revolución, no ha cambiado sustancialmente, me aseguran los oriundos y las nativas, salvo que todo es el doble de caro, con salarios medios que no superan los doscientos cincuenta euros al mes. "Aunque haya democracia, esta no nos da de comer", señala Fatma con su mirar inteligente y triste.
Todos necesitamos sobrevivir en esta jungla.
Excelentes vendedores, uno acaba sucumbiendo, aunque el fin no sea comprar nada. Y sólo sentir, empaparse de vida, de estimulaciones varias.
Acabo de descubrir que en Yassmine Hammamet hay vida, con sus hoteles, como el Lella Baya, donde estoy alojado, y sus comercios y sus bares y restaurantes de estilo europeo y sus parques temáticos como el Carthage Land, donde muestran sus colmillos elefantes de ficción y hasta un King Kong de cartón piedra. Un Cartago a imagen y semejanza del antiguo, situado a pocos kilómetros de Tunis, Túnez Capital, en dirección a la maravillosa Sidi Bou Saïd. 

Me fascina la figura de King Kong. El salvaje que sólo desea amor, afecto, como todos y todas, en verdad. Como el propio Frankenstein, que ideara Mery Shelley. Y todos esos monstruos que afloran de nuestro subconsciente, del poder de nuestro Ello, según el psicoanálisis. 
Hoy deseo auto-analizarme, psicoanalizarme, aparcar el auto-engaño, aunque éste sea en verdad un mecanismo defensivo, una forma de adaptación a esta vida llena de farsa e infamia. Con su belleza, a pesar de los pesares. Como nos recordara José Agustín Goytisolo, el hermano suicida de Juan, en ese bellísimo poema titulado Palabras para Julia. 
Ensoñando castillos y fuertes y medinas en un mundo de cuento, cuya realidad me late cruda para sus habitantes. Pero por el momento, seguiremos soñando y fantaseando, acaso con un mundo mejor.