martes, 31 de enero de 2017

La fragua literaria leonesa: José Álvarez González

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La Fragua Literaria Leonesa

José Álvarez González: "La vida sin poesía sin literatura o sin música sería muy aburrida"

Manuel Cuenya | 31/01/2017 - 10:48h.

El narrador del Bierzo Alto, José Álvarez González, autor de 'Tiempos extremos', que no dejará indiferente a sus lectores y lectoras -antes al contrario, les invitará a reflexionar acerca de la condición humana-, está ahora investigando cuestiones relativas acerca de la lengua leonesa.

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José Álvarez González en un acto literario en Noceda del Bierzo. Foto: Manuel Cuenya
"Desde esos pueblos vecinos los falangistas comenzaron a dar batidas frecuentes al pueblo de Quintana en busca de los "rojos", como eran llamados por los sublevados contra el gobierno. El grupo más temido en Quintana era el que formaban los falangistas de Noceda, dirigidos por un personaje sin escrúpulos apodado y conocido en toda la zona como "el Embustero", que sembraron el terror y el pánico entre las gentes de aquellos pueblos de la sierra de Gistredo. Este hombre conocido como "el Embustero de Noceda" había sido vecino del pueblo de Quintana durante unos cuantos meses del año anterior, en 1935, cuando se trasladó a vivir en el pueblo para buscar trabajo en las minas"
(José Álvarez González, 'Tiempos extremos', Marciano Sonoro ediciones, 2016).
José Álvarez González, Pepe, se muestra como un apasionado de la lengua leonesa. No es vano es autor del 'Diccionario de Leonés en el Alto Boeza y zonas limítrofes', un volumen fundamental para entender la lengua que hablaban nuestros ancestros, que le permitiera a su creador conocer, por ejemplo, a la Asociación Faceira, con la que sigue colaborando en aras de la puesta en valor de la lengua asturleonesa.
Para elaborar este Diccionario, Pepe, que se siente muy satisfecho con los resultados obtenidos, contó con la ayuda de muchas personas de su pueblo natal y de la zona.
Originario de Quintana de Fuseros, donde también naciera el actual Corresponsal de TVE española en Berlín, Pepe vive y trabaja en la capital de España, pero, siempre que puede, regresa a su pueblo, situado en el Bierzo Alto, donde reconoce que le resulta más fácil el reencuentro con las raíces, con lo más puro.
Es Quintana de Fuseros, por lo demás, un pueblo singular, que ha dado a gentes ilustres e ilustradas, tanto en el mundo de la cultura como en las finanzas (el propio Pepe Álvarez o bien el consejero delegado del Banco Santander, José Antonio Álvarez Álvarez), y aun en otros ámbitos como Manuel Fernández Ortega, exdirector de la multinacional Bayer en Langreo (Asturias), o algún catedrático de Derecho en la Universidad de Salamanca, entre otros.
Cuenta que su vocación por la literatura, por contar historias por escrito, surgió en la adolescencia, en el colegio. El hecho de que ganara algunos premios de redacción le hicieron darse cuenta de que le resultaba fácil escribir lo que pensaba. Y a quienes lo leían les parecían interesantes y atractivos sus escritos. Con lo cual se sintió estimulado a seguir escribiendo.
Cree que la memoria es el ropaje que da sentido a lo que se narra, tanto es así que su nuevo libro, 'Tiempos extremos', da cuenta de la historia del Bierzo Alto en un período tan brutal como fuera la Guerra Incivil, una historia sangrienta, bárbara, fratricida, después de la cual se me antoja (recuperando lo que dijera el filósofo Adorno acerca del Holocausto de Auschwitz) que no se puede escribir poemas. Quizá poemas no, pero sí cabe la reflexión, la filosofía, más que nunca, el ensayo para tratar de entender y evidenciar la crueldad humana, que puede llegar a límites insospechados.
"La vida sin poesía sin literatura o sin música sería muy aburrida", admite este hijo de un ex-combatiente nacional y ahijado de un represaliado por el franquismo, que escuchaba, cuando era un niño, aquellas historias de horror que sufrieran los españoles y españolas de esos tiempos extremos, que ahora vemos plasmados en un interesante libro, esencial para entender nuestra historia, la de esa Guerra Incivil que conformara el mundo virtual de su niñez, "que formaba parte de mis vivencias escuchando las historias que contaban los que habían tenido la desgracia de verse atrapados en aquella guerra infame que nunca debió de ocurrir", asegura.
"Vivir a cualquier precio era el objetivo de los soldados en el frente, de los perseguidos y encarcelados por ambos bandos en retaguardia, de todos en general".
Aquel niño, que se quedaba boquiabierto escuchando cada historia, cada detalle, con el fin de descubrir lo que había ocurrido, no lograba entender por qué se había llegado hasta aquella brutalidad. "Unamuno la definió como el suicidio colectivo de España, me parece una definición muy acertada. Parece que  todavía hoy seguimos sufriendo algunos de sus efectos", apostilla.
'Tiempos extremos', una obra emocionante
Escribe Miguel Ángel García Rodríguez (Corresponsal de TVE en Berlín), a propósito de 'Tiempos extremos', que le "ha emocionado como sólo puede hacerlo quien es capaz de remover tus posos más profundos", algo que le entusiasma a Pepe, "es un honor recibir una crítica de este nivel viniendo de una persona tan cualificada como Miguel Ángel, quien siente y vive en sus entrañas las mismas vivencias o parecidas a las que yo escuchaba de mis padres. Seguramente para él el mensaje no se queda en las meras palabras con las que se narran los hechos, hay mucho más detrás de ellas. Conocer personalmente a los que lo sufrieron da una visión mucha más sentida de las cosas", especifica este autor berciano, que ha realizado una buena labor de investigación antes de lanzarse a escribir este libro, publicado por Marciano Sonoro Ediciones: http://www.marcianosonoro.com/, un joven sello editorial surgido en la provincia de León, en concreto en San Román de la Vega, de la mano de los artistas Cristina Pimentel y Jesús Palmero, que han editado estupendas obras como 'Alboradas en los zurrones del pastor', del poeta Abel Aparicio, o el reciente libro disco '#HayQueSeguirCantando', de Carlos Huerta, 'El Solito Trovador'.
"He tenido suerte de dar con esta editorial para este libro. Ha sido muy fácil colaborar con ellos y han hecho un trabajo magnífico", conviene Pepe, en cuya obra se narran, en su opinión, las vicisitudes por las que tuvieron que atravesar miles de personas en este país durante aquellos años aciagos de nuestra historia, las adversidades que sufrieran en el Bierzo Alto, en concreto en la zona de Quintana de Fuseros, perteneciente al Ayuntamiento de Igüeña, y aun en localidades como San Justo de Cabanillas y Cabanillas de San Justo, correspondientes al municipio de Noceda del Bierzo.
"En ellos están representadas muchas otras personas en otros lugares que no pueden aparecer en esta obra pero que sufrieron igualmente. Como suele suceder en todos los conflictos hubo víctimas en los que se personaliza el sufrimiento de los perseguidos por sus ideas políticas o por sus creencias religiosas y también verdugos como 'El Embustero' o 'El Melucho', entre otros'.
En todo caso, se muestra impactado con las ganas de sobrevivir de todas esas personas que vivieran en sus carnes la Guerra Incivil. "Vivir a cualquier precio era el objetivo de los soldados en el frente, de los perseguidos y encarcelados por ambos bandos en retaguardia, de todos en general". Y está convencido de que "a las víctimas se les debe todo el respeto y consideración, sean del signo que sean. A los verdugos habría  que preguntarles el porqué de sus actos, ¿qué los movía a actuar de aquella manera?", manifiesta Pepe, que contó en su libro con el prólogo del historiador Alejandro Rodríguez, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, quien señala que "la obra de José viene a cubrir esas lagunas en la Historia, esas experiencias vividas pero no contadas, ocultas dentro de un manto de silencio y desmemoria que la sociedad española ha padecido desde 1936."
Tengo la impresión de que la Guerra Incivil, con su carnicería fratricida, y su posguerra de hambrunas y persecuciones, con miles de  enterrados y enterradas en cualquier lugar, en cunetas varias, en fosas comunes, nos han dejado heridos... de muerte, y nos resulta difícil sobreponernos a tanto salvajismo.
"España es un  país de cabestros... en España pesan mucho los muertos y la muerte", escribió el Nobel Cela en 'San Camilo 1936', novela escrita en defensa de quienes padecen la historia, narrada con una potencia lírica sobrecogedora.
En realidad, "los españoles vivimos en permanentes guerras civiles –detalla Cela-, todos contra todos... el español se avergüenza de su pasado pero teme a su presente y se desentiende de su porvenir".

(Puedes seguir leyendo esta fragua en ileon.com):

domingo, 29 de enero de 2017

Mapas afectivos en Turienzo Castañero

A partir de ahora la localidad berciana de Turienzo Castañero pasará a convertirse en un mapa afectivo porque mañana mismo (en realidad, hoy mismo, que ya es domingo) presentaré mi nuevo libro de viajes en este pueblo perteneciente al Ayuntamiento de Castropodame (cuyo nombre me hace viajar a algún castro habitado por mouros y xanas, esos seres fantásticos que la imaginación transforma en realidad). La fantasía, ay, me conduce por las veredas de la emoción llegando a alcanzar un estado zen, en modo flow, "sentido caminante". Como dice una amiga poeta. 
Qué maravillosa la emoción que procura el éxtasis, la belleza de la contemplación, que es un estado de felicidad. El trance como una forma saludable de tocar el séptimo cielo o velo. 
La fascinación por los mouros y las xanas, tan míticos ellos y ellas, me llevan de la mano por sendas inexploradas, y me invitan a adentrarme en otros mundos, acaso en un universo acariciador, condensado, hipnótico, con las estrellas guiándome. 

Pues sí, estas horas de la noche, tan intempestivas, tan brujiles, me llevan, en un arrebato místico o lírico, a imaginar leyendas, cuentos. Y es entonces cuando siento que puedo levitar, elevarme, trascender, viajar más allá, incluso más acá, viajar como bruxa o bruxo, encima de una escoba untada de atropina (joder, vaya estampona), recorriendo montes y valles, desde los que contemplo, extasiado, flipadín, la felicidad, la belleza del mundo, la belleza que engendra amor o el amor que engendra belleza, contemplando, como un aristotélico o platónico, el mundo. Somos aristotélicos o platónicos. O simplemente hijos de la tiznada. El mundo, ay, tan curvado, tan en expansión, tan agujereado, tan azaroso. ¿Qué ves, Max? El mundo, mujer, eso veo. ¿Y a mí me ves? Las cosas que puedo tocar para que quiero verlas. Algo así le dice el poeta y periodista ciego y viejo de Luces de Bohemia a su madame. No te pongas estupendo, Max, quiero decir, no delires Manolito. No flipes, güey, que aún es noche oscura... del alma... para que el gallo mañanero te entone un quiquiriquí espiritual. Sí, ansías en verdad esa espiritualidad, como un místico que adorara a San Juan y a Santa Teresa, esa mística salvaje y poética, que te ayuda a entrar en trance, porque la mística se vuelve lírica y la poiesis se transforma en mística, incluso aspiras, en el mejor de tus mundos, a ser un asceta, un eremita que comulgara con el sufismo y esa danza giróvaga que te hace alcanzar los cielos, esos cielos hechos con ternura, sabrosos, con regusto a frambuesa, esos cielos, que en el mundo son y están. Esos mundos que logras tocar con tus manos. 
En el fondo, te gustaría entrar en éxtasis como un derviche a ritmo de peonza, volar muy alto, volar adonde haya calor, como una cigüeña, como esas que ves en el campanario de tu ermita, de tu templo, en Las Chanas (¿serán las xanas, esas que te bailan una danza del vientre y te cosquillean el alma?), en verdad te gustaría fluir, dejarte llevar, corriente abajo, corriente alterna, por ese tiempo que se resuelve en un aquí y ahora, convertirte en gaucho y yegüero que trotara a lomos de una infancia feliz, tu infancia plena y juguetona, a orillas de un río truchero, pescando alguna anguila, también, un río-reguera poblado de molinos, donde muelen trigo y cebada tus ancestros, ese molino de Ampuero en el que te gusta exprimir el jugo limonero de las palabras, surcando tu valle, las Llamas del Valle, que te devuelven inevitablemente a un espacio afectivo, a un tiempo de manzanas newtonianas, a un huerto espiritual, filosófico, a un jardín de las delicias, acaso al huerto de Calixto y Melibea, a una infancia de cuento fluido y musical. Viajero al final o el fondo de la noche, la noche oscura... del alma, como ese Max inmortalizado por el gran Valle-Inclán, don Ramón María. Como le llamara aquel maestro fascista y rural, que provocara auténticos maremotos en sus pupilos. 

Ahora mismo te sientes en paz y en armonía recostado sobre la almohada de tus recuerdos y sueños despiertos. Y sabes que podrías realizar un viaje al día en ochenta mundos. Como el bueno de Cortázar. Y aun la vuelta al mundo en ochenta días, mejor en noventa. Un pasito adelante con respecto a Julio Verne, que no se diga. Mañana, en realidad dentro de unas horas, nomás, viajarás de León a Turienzo, acaso pasando por los montes de Igüeña, hasta llegar al Club Popular, donde presentarás tus Mapas afectivos. Y eso te ilusionará, como te ilusiona el cántico espiritual y amoroso del gallo mañanero. Y cómo te emociona el misticismo en expansión intergaláctica. Y ahora, que ya has tocado con la punta de alguno de tus dedos, quizá el índice del derecho (o el izquierdo, que aunque no seas zurdo, podrías parecerlo) el tiempo de las amapolas, que ilumina tu rostro, podrás dormir tranquilo, con esa serenidad con la que los filósofos estoicos afrontaran la vida. 



Tanto en Turienzo como en Castropodame tuve la ocasión de proyectar, en tiempos no tan lejanos, algún ciclo de cine, así que forma parte de mi memoria, de mi memoria afectiva. Y en Turienzo (Turgentium o zona elevada, según el historiador, amigo y tocayo Manuel Olano) he ejercido, en febrero de 2015, como mantenedor del Botillo que organiza el Club Popular, y que ahora, de la mano de su presidenta Rocío, me volverá a acoger para hablar de viajes y literatura de viajes, para charlar con la gente de Turienzo (y quienes así lo deseen) sobre esta pasión mía por la escritura, y en especial por la literatura de viajes, que en verdad es la madre o la esencia de la literatura, como ya he señalado en alguna ocasión. 
Me alegrará, por tanto, volver a esa tierra familiar, que siempre me ha mostrado su hospitalidad. 

 El Bierzo entero es para uno un gran mapa afectivo. Y Turienzo forma parte del mismo. Es necesario salir de la caverna, del útero, del terruño (en mi caso de Noceda), recorrer mundo, viajar a otros lugares, a otros países... a otros mundos, que a la vez se parecen y al tiempo son diferentes, para darse cuenta de que uno siente (sin ombliguismo ni regionalismo ni chovinismo...) que el Bierzo es su matria y su patria, el mapa afectivo en el que me encuentro a gusto, con familiares y amistades, con todo ese capital humano que es realmente un autentico tesoro, porque lo que importa, en el fondo, son los afectos. 

martes, 24 de enero de 2017

La fragua literaria leonesa: Charo Acera Rojo

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La Fragua Literaria Leonesa

Charo Acera: "El escritor Juan G. Campal es un hombre sabio, paciente y muy crítico a la vez"

Manuel Cuenya | 24/01/2017 - 10:05h.

La polifacética artista Charo Acera Rojo, autora de 'Marzo y Mujer', aparte de sus exposiciones, está ahora buscando la manera de contar la alegría de vivir. Y de vez en cuando escribe algún artículo sobre 'mujeres olvidadas'.

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Él te lleva flores
muchas flores
pero ya estás muerta.
Él te llama alto
a voces
despierto
y
a veces, en sueño
pero ya estás muerta.
Él habla y habla
de tu ausencia
pero ya estás muerta.
Y
Cuando estabas viva
nunca te compró flores
nunca te llamó esposa
nunca te buscó en su vida
nunca se rio contigo
nunca paseó orgulloso
nunca te besó en la boca
nunca agarró tu mano
nunca te amó del todo.
Y
Sin embargo
Ahora
que estás muerta
cubre tu tumba de flores
(Charo Acera, 'Marzo y Mujer')
Escultora, pintora, poeta, artista, en definitiva, ese es el perfil de Charo Acera Rojo, extremeña de Plasencia que lleva veintiséis años en la ciudad de León, donde vive y trabaja, donde está su familia y sus amigos, esto es, el lugar en el que suponemos ha encontrado su temperatura afectiva adecuada y donde reconoce haber pasado sus mejores años. "He ido acostumbrándome poco a poco al carácter de esta tierra, a la forma de ser. Son muchos años que han pasado rápido y a estas alturas la sensación es la de estar en casa. Ya he vivido más años en León que en cualquier otro lugar. Plasencia sólo es el lugar donde nací, donde han vivido siempre mis padres", aclara, convencida de que en León "hay mucho campo creativo, escritores y público, gente que va a las presentaciones y que lee... Curiosamente, casi puedes asistir a presentaciones de libros todos los meses y algunas temporadas todas las semanas. Hay gente con editoriales que vienen al 'dorado' en busca de creativos, con muy buenos resultados. Por alguna razón, se escribe y es una maravilla. Muchos muestran su alma, su saber y da gusto, leer y escuchar".
Como poeta, le interesa mucho la poesía y confiesa que intenta leer todo lo que cae en su mano de autores como Juan Campal, Antonio Merayo, o Marta Muñiz Rueda y "de todos esos amigos que escriben y están tan cerca".
Asimismo, le gustan escritores como Pessoa, Cortázar, César Vallejo, Mario Benedetti, Bukowski, Juan Gelman, Santa Teresa de Jesús, Ángel González o bien Eduardo Galeano..., que le han dejado huella en distintas épocas.
Se siente atraída sobre todo por la poesía contemporánea y la poesía experimental. Y en este sentido le interesa el arte de Juan Carlos Mestre y también de Víctor M. Díez, aparte de lo que están haciendo muchos de los jóvenes escritores que surgen cada poco.
"En León hay mucho campo creativo, escritores y público, gente que va a las presentaciones y que lee... Curiosamente, casi puedes asistir a presentaciones de libros todos los meses y algunas temporadas todas las semanas"
Además de la poesía, también ha leído a novelistas como Mitch Albom, Anna Gavalda, Muriel Barbery o Paul Auster. Y "en el campo de las biografías lo último que he leído es a Fabienne Verdier; en Arte, estoy leyendo biografías; escritos de Julio López, 'Notas a pie de obra'; y para el trabajo leo 'Arte, ciudadanía y espacio público', de Fernando Gómez".
La poesía como el arte de dar voz a quienes no tienen voz
Su afán por aprender y su pasión por el Arte hacen que, como buena observadora y gran lectora, mantenga los ojos abiertos a los cambios, permitiendo, dentro de sus posibilidades y sus tiempos, según ella, que entren en su biblioteca muchos nombres a los que no puede leer de manera inmediata, pero que curiosea y selecciona lentamente, "como el que saborea platos creativos de la nueva cocina. Me dejo aconsejar y aprendo, siempre aprendo", precisa la creadora de 'Marzo y Mujer', un poemario en el que escuchamos la voz de quienes habitualmente no tienen voz, en este caso las mujeres, que siguen sometidas y esclavizadas al poder del machismo, sobre todo en los países islámicos, en China, en México..., en tantos lugares del orbe.
'Marzo y Mujer' es, en su opinión, un diario y una resolución, porque hace años decidió escribir cada día de marzo un poema, unas palabras que saliesen de su alma y que hablasen del mundo de la mujer y su escasa evolución social.
Considera su autora que, a pesar de que hemos avanzado mucho en este país y en otros, a día de hoy seguimos viendo mujeres serviles, mujeres dependientes, mujeres muy niñas que no se sienten libres, que no son individuos únicos, mujeres agredidas de mil formas diferentes, mujeres asesinadas.
"Son problemas mil veces repetidos, denunciados, estereotipos de algo que nadie quiere ver y que no parece que tenga trazas de solucionarse, porque no educamos", declara esta profesora, que escribió su libro, también, para mostrarnos su enfado con la sociedad por su silencio, por la impotencia que genera.
"Leí mucho sobre causas y razones, para intentar comprender y evolucionar, salir de la rabia. Cuesta entender, por qué las mujeres valemos tan poco en el mundo entero. Ponerle voz a este desasosiego, a esta queja sin escucha, a este montón de años de ser nada ni nadie".
Al final, reconoce que escribió poemas que no tenían un carácter tan crítico y sí, en cambio, un carácter más personal hasta darle forma a 'Marzo y Mujer', que surgió después de darle vueltas a su enfado ante la vida de las mujeres en el mundo.
A partir de ese momento, decidió que su mundo cambiaría hacia lo que comprendía que era necesario, "ser y estar, para lo agradable, para la alegría, para la calma, para la belleza. Se dieron unas circunstancias propicias, una primavera, un renacer, nuevos proyectos, muchas ganas de vivir... 'Mujer' es la resolución de un problema estancado", apostilla Charo, que cuenta con el prólogo del escritor Juan G. Campal, al cual agradece, además, que confiara en ella y le ayudara a publicar su ópera prima.
"Me gusta hacer la última fase bajo presión, los resultados son mejores. Todo ese procedimiento me envuelve y me transforma, es catártico, curativo y sobre todo, evolutivo, me ayuda a crecer, caminar y a superar esas etapas de la vida que te enganchan, sobre todo, las duras y tristes...".
"De Don Juanmaría G. Campal solo puedo decir palabras maravillosas y de agradecimiento. Hemos caminado mucho hablando de poesía, de la vida y de todas las cuestiones que surgían con cada poema, por lo que he aprendido de sus palabras. Cada café compartido ha dejado en mí conocimientos y, como tal, implícito el razonamiento y el reconocimiento a un hombre sabio. Es un hombre paciente y muy crítico a la vez", admite esta artista para quien el Arte, con mayúsculas -por lo mucho que ocupa en su vida-, es una manera de vivir desde que era una niña.
...y no se cansa de buscar
no se calma
hasta que aprende
que en el aire
los sueños
no se tocan
no se ven
no se huelen
no se modelan
sólo se dibujan
se escriben
y se sueñan
(Charo Acera, 'Marzo y Mujer')
El Arte como modo de vida
"Soy creativa, pinto, modelo, dibujo, tallo, escribo. Cada una de las exposiciones que monto, están relacionadas con una etapa de mi vida, con un cambio, una evolución, un giro... Siempre es un planteamiento de algo que no he hecho nunca, retos. Búsqueda de ideas nuevas y resolución de las mismas, incluidos todos los procedimientos técnicos que se plantean. Autogestiono y financio todo lo que hago, eso me da muchísima libertad. Cada exposición o proyecto siempre es un sueño", especifica Charo, que se muestra ilusionada con la creación, escribiendo, haciendo exposiciones.
"Una mañana te despiertas y dices: voy a hacer una exposición y buscas el lugar, el material, empiezas a mirar el tema, a dibujar, a hacer bocetos, a obsesionarte con las imágenes y a trabajar. Me gusta hacer la última fase bajo presión, los resultados son mejores. Todo ese procedimiento me envuelve y me transforma, es catártico, curativo y sobre todo, evolutivo, me ayuda a crecer, caminar y a superar esas etapas de la vida que te enganchan, sobre todo, las duras y tristes...".
Como poeta, escultora y pintora, cree que la poesía es exactamente igual que la escultura o la pintura, tiene el mismo proceso y es curativa. En la actualidad, cuenta que está trabajando sobre la cuestión de por qué escribimos más cuando estamos tristes que cuando estamos felices. Y se plantea la posibilidad real de escribir sobre la alegría de vivir, aunque le cueste más, "porque el tiempo desaparece cuando estás bien y cuando estás mal, cunden más las horas y los días. Ahí estoy, generando ideas", se expresa esta apasionada de los gatos, a los que les ha dedicado su tiempo, su arte, porque son, a su juicio, belleza, elegancia e inteligencia.
"Nunca he convivido con ellos, pero les veo caminar, moverse por la casa de los que conviven con amigos, en el campo en libertad, dependientes de nuestra compañía o alimento sin esfuerzo. Creo en su armonía, en su capacidad de comunicación corporal; observarlos es muy agradable, dibujarlos, una pasión. De los gatos de campo, intento no enamorarme porque desaparecen, su libertad se lo permite y, de los caseros, aún no he encontrado al que me ha de elegir, cuando llegue ese momento, tendré que aprender a leer todos los gestos que mirando y modelando he reproducido", matiza Charo, que es una enamorada de los animales de compañía en general, de esos "compañeros de viaje, pacíficos, pacientes y silenciosos", sintetiza la artista, que ha tenido la inquietud de modelar los rostros de diversas personas, entre ellas algunas autoras y algunos autores de León, como Mercedes Rojo, Ana Gaitero, Manuela Bodas, Felipe Zapico, Eduardo Aguirre, Felipe Piñeiro o Juan Campal... "Juanmaría G Campal, Eduardo Aguirre, Mercedes G Rojo, Ana Gaitero, Manuela Bodas, relataron su experiencia y compartieron impresiones y emociones de la acción de posar, que se adjuntaron al proyecto en publicaciones en los medios y en prensa. Hubo mucha magia en los dos años que duró. El tema era captar el gesto y las diferencias tridimensionales en los diferentes rostros".
Este proyecto escultórico 'Posa para mí', en el que participaron escritores, periodistas y otras muchas personas de León -por el atractivo de ver modelar en directo-, fue un medio de contar, un lenguaje, según Charo, que mostró lo que se puede hacer con una materia como el barro y los gestos de los rostros.
"En dos horas y media se construía un busto y surgía una interrelación entre modelo, barro y artista. Muchas palabras, que se intercambiaron en estos ratos, se habrían convertido en literatura o tal vez se hicieron literatura, almacenándose en la memoria de modelo y escultora", concreta esta pintora y escultora, que no pinta o modela sólo lo que ve, sino lo que siente.
En cada uno de sus proyectos hay algo que despierta nuestra atención. Como ocurriera con 'Paraguas rojo' (una metáfora sobre la soledad acompañada, una  mirada nueva acerca del paisaje que se respira después de que haya llovido) o en 'Cinco poemas y un rincón', en el que poesía e imagen hablan de lo que siente con el dibujo y la pintura. "Cinco paredes, cinco palabras, cinco poemas y un rincón donde se encuentra mi alma, mi vida y mi ser... Un camino para leer, para leerme, para contar narrando instantes recordados, encontrados y marcados por una impronta que agarra las ideas".

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martes, 17 de enero de 2017

La fragua literaria leonesa: Carlos Suárez

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La Fragua Literaria Leonesa

Carlos Suárez: "En las series de televisión es donde probablemente más aportaciones se producen a la hora explorar nuevas posibilidades narrativas"

Manuel Cuenya | 17/01/2017 - 10:42h.

El periodista y narrador Carlos Suárez, autor de 'Una mujer en Pigalle', está escribiendo ahora una nueva novela.

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Carlos Suárez.
Periodista y autor de la reciente 'Una mujer en Pigalle', Carlos Suárez, con un nombre homónimo al del director de fotografía y hermano del cineasta Gonzalo, es un leonés que vive en Madrid desde hace años, como tantos leoneses y tantas leonesas que han tenido que emigrar fuera de su terruño en busca de un futuro mejor, o simplemente un futuro, porque León, aun siendo un sitio estupendo para vivir, al menos desde el punto de vista de la tranquilidad, no procura ni genera mucho trabajo, cada vez menos, o esa es al menos mi impresión, habida cuenta de la crisis no sólo económica, sino de valores en que vivimos, cada cual mirándose a su propio ombligo. Y en este plan de planes.
Cabe decir que fue Eugenio Marcos Oteruelo, quien también hace sus pinitos como poeta en el Ágora de poesía de la ciudad del Húmedo, el que me habló de Carlos Suárez. Y es que León, no sólo la ciudad, sino la provincia al completo, sí está dando muchos y buenos creadores literarios, lo que resulta extraordinario.
Aunque confiesa que lleva más de dos tercios de su vida en la capital de España, donde vive y trabaja como editor adjunto en Canal 24 horas,  Carlos se siente de León, porque es su ciudad natal y el lugar en que pasó la infancia y la adolescencia. Y uno es "de donde hace el bachillerato", como dijera el escritor Max Aub, que Carlos recupera. "Creo que la frase de Max Aub viene a resumir lo que marca el territorio en el que surge y se consolida la 'educación sentimental', donde uno se enamora por primera vez o donde despierta la pasión  por la literatura; en definitiva,  el lugar en el que está el origen de lo que  te marcará como persona", matiza este periodista y novelista, que, desde Madrid, ve su tierra con una distancia "ya no tanto geográfica como temporal", porque cada vez que regresa a León descubre que algo ha cambiado: "el nombre o la decoración de un bar o un edificio derribado para construir otro. Tanto es así que hay zonas nuevas de la ciudad que para mí son prácticamente desconocidas. Algo similar sucede con la gente. Apenas reconozco caras por la calle, como si la falta de salidas laborales hubiera enviado al exilio a prácticamente toda mi generación", sintetiza Carlos, quien, a pesar de reconocer que no tiene un conocimiento ni objetivo ni profundo de lo que se está haciendo en León en el ámbito literario, sí en cambio tiene la sensación de que hay mucha actividad, mucha "vida literaria". O al menos esa es la impresión que le llega a través de conocidos y redes sociales, según él, que siente predilección por autores y autoras como Eloísa Otero, Ignacio Fernández Herrero y la revista 'Fake', Elena Soto, entre otros y otras, "pero de nuevo supongo que ese interés está mediatizado en buena parte por razones personales... Mi visión es parcial en un sentido doble, fragmentaria y a la vez  interesada... Y quizá sea de nuevo solo una sensación, pero tengo la impresión de que esa intensa vida literaria se escora claramente hacia el lado de la poesía mucho más que hacia la narrativa".
"'Una mujer en Pigalle' está ambientada en el París de las vanguardias y de la ocupación alemana e incluye personajes reales, como Balthus, Paul Éluard, Picasso, Man Ray, Lee Miller o Dora Maar, pero no es tampoco una novela histórica en sentido estricto".
Aparte de los autores y autoras de León, por los que siente admiración, reconoce la influencia, en su forma de escribir, de escritores de la talla de Proust y sobre todo Stendhal, "entre los clásicos. Sándor Márai o Lawrence Durrell, entre los que merecen claramente serlo. Paul Auster, Patrick Modiano, Ian McEwan, entre los más modernos. Y ya en lengua española García Márquez, Vargas Llosa o Javier Marías", señala el creador de 'La muerte zurda', su ópera prima, que transcurría en un pueblo imaginario, Cuervas, lo que le obligó de alguna forma –asegura–, a crear su propio universo, una geografía personal, "a construir –salvando las distancias– una particular  Región, Macondo o Yoknapatawpha". Asimismo, en esta primera novela trataba de ensayar, "con mayor o menor acierto, la mezcla, el cruce de diferentes planos de realidad dentro de la novela, entreverar ficción dentro de la ficción", un tema que siempre le ha fascinado.
La escritura cinematográfica
Su afición al cine, a las series de televisión ("campo en el que más se está innovando, donde probablemente más aportaciones se producen a la hora explorar nuevas posibilidades narrativas") y por supuesto su trabajo en el mundo audiovisual, lo han llevado a escribir de una forma muy cinematográfica, de modo que Carlos necesita 'ver' la escena antes de empezar a narrarla. Siempre el lenguaje como herramienta de trabajo tanto para el periodismo como para la literatura. "Creo que escribir para televisión 'educa' en un lenguaje más directo,  más conciso, por así decirlo, más eficaz", apostilla Carlos, que está ahora con la promoción de 'Una mujer en Pigalle', que es una novela negra con ambientación histórica, aunque "no es en sí una novela de género". Utiliza elementos evidentes de novela negra, en su opinión, como el hallazgo del cadáver desnudo de una joven que gira colgado del techo al principio del primer capítulo, pero de un modo puramente instrumental, una fórmula para impulsar la trama, para atrapar la atención del lector. "La historia está ambientada en el París de las vanguardias y de la ocupación alemana e incluye personajes reales, como Balthus, Paul Éluard, Picasso, Man Ray, Lee Miller o Dora Maar, pero no es tampoco una novela histórica en sentido estricto". Cree –esa era al menos su pretensión al escribirla– que va más allá, ensaya una reflexión sobre la memoria, la identidad, el deseo, la cobardía o la culpa y pretende ser –no sabe si con éxito o no– Literatura con mayúscula.
Decidió ambientar esta novela de intriga en París, capital ocupada aquel tiempo por los alemanes, porque le pareció desde el principio un buen escenario para ambientar el comienzo de esta historia, que arranca con el hallazgo de un cadáver. "El barrio de Pigalle aportaba además cierta connotación de bajos fondos que enlazaba bien con el pasado oscuro de la protagonista", precisa su autor, quien tenía además interés en incluir en la historia a personajes reales, "algo que creo que le otorga a la trama un plus de verosimilitud", escritores y artistas que se reunían, según Carlos, en torno a Picasso y Paul Éluard en Mougins y Antibes, en la Costa Azul, en la segunda mitad de la década de los años treinta. "Allí coincidieron en los veranos de 1936 a 1939 Picasso, Paul Éluard, Man Ray, Ady Fidelin, Nusch Éluard, Lee Miller, Roland Penrose o Dora Maar... un grupo que se caracterizó en buena medida por trasgredir las convenciones artísticas y morales de la época. Además esos veranos de Mougins y Antibes quedaron reflejados en imágenes (fotografías e incluso grabaciones cinematográficas), realizadas por Lee Miller, Roland Penrose y sobre todo Man Ray. Eso me permitió recrear a los personajes y las escenas más fácilmente pero sobre todo de una forma más fiel", detalla este creador para quien el tiempo es un elemento fundamental en la narrativa. "Creo que hay una diferencia abismal entre, por ejemplo, la historia de un adolescente contada en presente y esa misma historia tamizada por el punto de vista de ese adolescente ya de anciano. El paso del tiempo le otorga a la historia matices, profundidad, incluso un sentido distinto". Y en el caso de 'Una mujer en Pigalle' Carlos quería ir más allá, que la memoria y el olvido se convirtieran casi en protagonistas de la novela: "Narrar los sentimientos de un anciano escritor enfermo de alzhéimer que trata de salvar del olvido los últimos restos de su memoria e intenta dar sentido a los recuerdos que de forma inconsciente y fragmentaria vuelven a su mente".

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