miércoles, 30 de noviembre de 2016

A la memoria de dos paisanos

Este texto apareció publicado en la revista Losada, que dirige el amigo Xuasús. La edición se hizo este verano, en el mes de agosto, coincidiendo con las fiestas de esta localidad berciana.
La muerte nos rodea, nos tiene literalmente asfixiados. Así es esta vida, cuya cara oculta, cuyo rostro sombrío lo pone la parca.
Es probable que en nuestra cultura occidental, cristiana, apostólica y romana no se nos eduque para soportar los sinsabores de la “dama de la guadaña”, como ocurre acaso en otras sociedades y culturas, véase México, India o Egipto, por poner algunos ejemplos. No hay más que darse una vuelta por ‘La ciudad de los muertos’, situada en El Cairo, donde los vivos ocupan las tumbas de los muertos para hacer su vida diaria, como si el cementerio fuera, que lo es, su propia morada.


En cambio, a nosotros, quienes hemos crecido en Occidente, en el seno de una familia cristiana, la muerte nos sigue pareciendo terrible, sobre todo para quienes no creemos en otras vidas. “Polvo somos y en polvo nos convertiremos”, reza más o menos un dicho popular, que en verdad tiene mucha razón. O al menos uno es la impresión que tiene.
Quizá nos quede el alma, tan cantada por la religión, sí, nos queda el espíritu en forma de recuerdo, ese recuerdo que ahora quiero dedicarle a dos personas originarias de Losada, que tuve el gusto de conocer, con quienes pude compartir algunos momentos, que nunca olvidaré.
Ellos fueron (seguirán siendo, mientras nos quede su recuerdo) Paulino Martínez Cubero y Remigio Villamor. Ambos nos dijeron adiós este año, que para mí ha sido doloroso, porque también falleció mi padre (a él le dedico también estas palabras), quien era además consuegro de Paulino, porque mi hermana Encina está casada con su hijo (también llamado Paulino).

Paulino Martínez Cubero y mi padre fueron asimismo compañeros de trabajo en una época harto difícil, porque les tocó vivir de lleno la posguerra incivil, un tiempo de estrecheces económicas, de penurias.

Paulino, por su parte, después de trabajar como minero,  aparte de las faenas agrícolas propias de la gente que vivía en un ámbito rural (todo el dinero era poco para salir adelante), decidió hacerse empresario minero. Quien ha sido cocinero antes que fraile (un decir, claro) sabe lo que se cuece y cocina, así que él, atrevido y buen conocedor de los entresijos mineros,        montó su propia mina, La Sierra, en los aledaños de Losada, en una zona intermedia entre Losada y Robledo de las Traviesas.

Antes había probado fortuna, creo recordar, con unos cielos abiertos en la zona de Quintana de Fuseros.
Un hombre que supo labrarse un buen porvenir, un hombre que supo hacerse a sí mismo, que acertó de pleno siendo emprendedor, haciendo lo que sabía, aquello que bien conocía, tomando él las riendas. Algo que todos (y todas) deberíamos hacer, manejar las riendas de nuestra vida, no dejarnos llevar por la inercia, por la corriente.
Lo recuerdo, siendo yo un rapacín, como hombre con gran chispa, muy trabajador, al que le entusiasmaba todo lo relacionado con la minería de carbón. Se le veía feliz haciendo lo que le gustaba. Y eso resulta extraordinario, cuando uno encuentra lo que le satisface. Y él parecía contento con su labor.
Lástima que, en los últimos años de su vida, perdiera esa energía, esa potencia, a resultas de ‘trallazos’ varios en el cerebro, hasta la llegada de su muerte.
Tanto trabajo, tanta lucha, para al final acabar así. Si es que, sólo de pensarlo, me entran escalofríos. Qué rápido pasa la vida, aunque dure cien años y aun más.

A Remigio también lo conocía desde hace muchos años porque era el marido de Esmerita (Mery), sobrina carnal de Paulino Martínez Cubero y por ende prima carnal de mi cuñado Paulino y de mi hermana.
La última vez que vi a Remigio fue precisamente en el hospital de La Reina de Ponferrada, poco antes de fallecer Paulino. Siempre sonriente y hablador, aquel día lo noté afectado porque sabía, sabíamos que Paulino, ya en coma, estaba agonizando, se le veía la muerte en el rostro, era cuestión de horas o de días.
Al poco tiempo (yo diría que no habría transcurrido ni un mes y medio desde el fallecimiento de Paulino) alguien de mi familia me comunicó que Remigio se había muerto. ¿Pero cómo es posible? Si hace nada y menos lo vi.

El asunto es que, de la noche a la mañana, comenzó a sentirse mal. Lo llevaron a hacer pruebas médicas; y le detectaron un cáncer fulminante. Cómo para echarse a temblar y no echar ni gota. Asusta, sólo de pensarlo. Y lo peor de esto es que estamos todos y todas en el mismo barco… a la deriva, que nadie crea que está a salvo en este mar tempestuoso, lleno de marejada.
Ahora, cada vez que vaya a Losada, me acordaré de estos dos paisanos, a quienes conociera siendo yo un chavalín, y sentiré nostalgia. Nunca olvidaré a aquel Paulino de genio y figura (en este caso, por desgracia, no podría asegurar que hasta la sepultura), y por supuesto con su risa irónica. Y tampoco me olvidaré de Remigio (losadeño o raposo de la Galicia lucense), que me acogiera, con afecto y hospitalidad, en su casa en alguna ocasión.
Ya lo conté en otro momento, pero ahora quiero rememorarlo: En su casa-jardín tuve la impresión -mientras tomaba café y fruta, en compañía otros familiares-, de estar en el huerto que soñara el filósofo Epicúreo, lugar perfecto para la conversación y la amistad, alejado del mundanal ruido, del bullicio urbano, en ese pueblo entrañable que es y será para mí Losada

                                              



martes, 29 de noviembre de 2016

La fragua literaria leonesa: María del Roxo

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La Fragua Literaria Leonesa

María del Roxo: "En El Bierzo, en Babia, en Laciana me siento como en casa"

Manuel Cuenya | 29/11/2016 - 11:04h.

La narradora, pintora y fotógrafa María del Roxo, autora de 'Maragatería y Astorga', entre otros libros, reconoce que ahora mismo no está escribiendo nada 'publicable'. No obstante, tiene un par de ideas que le rondan por la cabeza desde hace tiempo y algún día empezará a darles forma.

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'Registradora de rostros", porque se fija en esos rostros que le gustaría grabar para la eternidad, habida cuenta de que los rostros son, en su opinión, el reflejo del alma y a ella le encantaría atrapar un alma, "curioseadora de vidas" y  "anotadora de historias", así es como le gusta definirse a María del Roxo.
"No quiero que suene a falsa modestia, pero ni me considero escritora porque escriba, ni fotógrafa porque haga fotos, ni pintora porque pinte... Más que crear, me gusta recoger y dar forma a las vidas ajenas. Eso me encanta", aclara esta artista políglota, capaz de hablar varios idiomas, incluso el holandés, a resultas de su estancia hace años en Países Bajos, esta viajera y ciudadana del mundo que en la actualidad prefiere descubrir lo cercano, porque está convencida de que hay muchos rincones sin explorar en su entorno más o menos inmediato.
Es por esto que ha dedicado tiempo y esfuerzo en recorrer y conocer su tierra y aun otras tierras próximas, que bien pudieran ser "otros mundos y realidades paralelas", sobre los que ha escrito y publicado, como Oviedo, Cangas de Narcea, Somiedo, Allande o bien Ibias, su cuna, su casa, su lugar de referencia, su mapa afectivo, el rincón más suroccidental y remoto de Asturias, de donde es originaria su familia paterna, "El Lejano Oeste", como a ella le gusta decir, "Lejano Oeste en todos los sentidos, un lugar abandonado de la mano de Dios y de los gobiernos, un lugar mágico y recóndito, "salvaje" en lo mejor que este término encierra, una especie de reino del olvido", donde pasaba los veranos con sus abuelos.
"Ni me considero escritora porque escriba, ni fotógrafa porque haga fotos, ni pintora porque pinte... Más que crear, me gusta recoger y dar forma a las vidas ajenas. Eso me encanta"
El mítico Lejano Oeste
"Detrás de 'aquella montaña' sabíamos que estaba León, y detrás de 'aquella otra' estaba Galicia. Ambos territorios estaban más cercanos que el resto de Asturias. A León se iba a por embutidos y a por vino, y a León se iban los ibienses a trabajar a las minas. Ponferrada era la metrópoli, lo más 'cool' de la época", recuerda María, cuyo apellido artístico, "del Roxo", es el nombre con el que se conoce su centenaria casona en el pueblo de Villaoril.
"Roxo hace referencia a una persona con la tez blanca y el pelo y los ojos claros. Vamos, justo lo contrario de mi aspecto, en el que ganan los rasgos oscuros de alguna 'mora de la morería' que se hubiera dejado deslumbrar por tan apuesto caballero norteño", apostilla con humor esta bloguera, que puso en marcha su bitácora: el-lejano-oeste.blogspot.com.es para documentar una realidad y una historia que se estaba perdiendo a pasos agigantados. "Cientos de entradas  y varios años de trabajo después, estoy orgullosa de pensar que hemos logrado poner a Ibias en el mapa. Si ahora buscas Ibias en Google, te aparecen casi 800.000 referencias. Cuando yo empecé, el buscador me respondía: Quizás quiere decir 'Ibiza'", ironiza esta asturiana de nacimiento, cuyos orígenes, por el lado materno, son gallegos, si bien con León tiene la afinidad de la cercanía, de las costumbres, de muchísimos amigos.
"En El Bierzo, en Babia, en Laciana me siento como en casa. Soy de las que piensan que una unión Asturias-León nos beneficiaría a ambas regiones", señala esta autora y coautora de diversos libros de viajes, entre otros, 'Maragatería y Astorga', que incluye diez rutas a pie por esta singular comarca leonesa, una tierra a la que se siente unida de un modo ancestral.
"Siento una fuerza especial en sus colores, en sus paisajes, en sus gentes", precisa esta narradora, fotógrafa y pintora, que recuerda como si fuera hoy la primera vez que hiciera el Camino de Santiago y el trayecto entre Astorga y Manjarín como una especie de "despertar", como si volviera a un lugar muy querido.
"Esa misma sensación la he vuelto a experimentar haciendo el libro. Hay algo fascinante en ese territorio tan despoblado, tan desolado, tan explotado por los romanos... Creo que pocas veces he disfrutado tanto haciendo el trabajo de campo", especifica con entusiasmo María, que confiesa haberse lanzado a La Maragatería -en compañía de su compañero del alma, el también narrador y editor Alberto Álvarez Ruiz-, un poco a tumba abierta y por una corazonada.
En cuanto a la narrativa leonesa actual, María sigue con especial interés a Emilio Gancedo, "sus 'Palabras Mayores' me ha parecido una obra extraordinaria", y a Julio Llamazares, quedándose sobre todo con sus algunas de sus primeras obras, como 'El río del olvido' y 'La lluvia amarilla', que deberían ser de lectura obligada, según ella.
Asimismo, siente admiración por Julio Álvarez Rubio, que le parece un referente en literatura de viajes. "Más que escritor es un hombre del Renacimiento, que sabe de todo y que es capaz de integrarlo en su escritura, pero además —y esto es lo fundamental— es un hombre cercano y generoso y su compañía es todo un privilegio".
Entre los autores leoneses, por los que María siente devoción, también se encuentra el bembibrense Casimiro Martinferre, "que tiene un talento especial para escribir sobre su territorio... su obra nos ha enamorado a Alberto y a mí. Y no solo la literaria, con sus pinceladas de humor socarrón, sus fotos en blanco y negro son magníficas y sus reproducciones en acuarela de las pinturas rupestres me dan una envidia tremenda. Es un artista integral... Seguro que me dejo a muchos en el tintero...", concreta María, quien, en colaboración con Alberto Álvarez Ruiz, dirige la editorial Calecha, una plataforma que les ha permitido, tanto a ella como a su compañero,  poder publicar aquello que escriben sin tener que recurrir a otros editores o intermediarios.
(Puedes seguir leyendo esta fragua en ileon.com)

martes, 22 de noviembre de 2016

Mapas afectivos en México, Por Celeste Ramírez

Mapas afectivos ha arribado a México lindo. Y la periodista mexicana Celeste Ramírez le dedica unas palabras en Milenio.com
Agradezco que se haya tomado la molestia de leer el libro y reseñarlo. Sólo decirte, Celeste, que ya no soy profesor en la Escuela de Cine de Ponferrada, porque desapareció hace unos añitos. Pero eso, en el fondo, es un dato insignificante. 
He aquí esta reseña.


Por norte y sur, Manuel Cuenya siempre va dejando el corazón en cada milla. Hoy da gusto su recién estrenado libro Mapas afectivos (La nueva crónica, 2016), donde sigue cultivando el arte de viajar para aprender, para vivir, para amar. Y para asombrarnos.
En cada trayecto, ya sea en Canadá, México, Turquía, Holanda, Portugal, Marruecos, Alemania, Francia o Inglaterra, Manuel deja algo de sí -suponemos que un trozo de afecto- para traernos como saludable souvenir la cronicidad de sus pasos o la aventura relatada.
Aborda la intimidad de ciudades emblemáticas: Estambul, Londres, Ámsterdam, Marraquech, México o también ciudades de la Europa del Este, de la profundidad africana y aquellas de su país de origen, España.
En cada una de ellas, Manuel delinea y expone, confronta y recrea rutas multiculturales en ese afán permanente de ayudarnos a entender entornos diversos y lejanos.
Es un viajero por el mundo y un reiterado visitante porque a veces Manuel regresa -como en Pedro Paramo, de Juan Rulfo- al lugar donde ha sido feliz. Y sobre esos lugares y sobre esos encuentros y andanzas, también nos escribe.

"Los espacios que me han llegado al corazón y de alguna manera al alma, y que en la mayoría de los casos he visitado en varias ocasiones, llegando a vivir incluso en algunos de ellos, como es el caso de México o Salamanca".
En sus viajes siempre redobla los sentidos: abre los ojos para otear el horizonte que le espera; aguza el oído para escuchar y entender nuevos sonidos y lenguas; también sabe que con las palmas de las manos se conoce a una ciudad. "Hay que viajar con los cinco sentidos, dejarse empapar por lo desconocido, lo sorprendente, por aquello con lo que uno no está del todo familiarizado.
Se aprende mucho en cada viaje, si uno desea abrir su mente al mundo. Recomiendo viajar y leer de un modo intenso, acaso porque viajando y leyendo se orea el alma y se espabila el entendimiento".

Cuenya es profesor en la Escuela de Cine en Ponferrada, Universidad de León. También se ha desarrollado como profesor de cine, teatro, literatura y escritura creativa en México y Francia.
Es autor de Viajes sin mapa, Trasmundo, Guía de Bembibre, el Bierzo y su gastronomía y la fragua de Furil, estos últimos a propósito la cultura de Noceda del Bierzo, comunidad de León y Castilla, España, región de donde es oriundo.
Enhorabuena -y abrazos- para Manuel, amigo.


http://www.milenio.com/firmas/celeste_ramirez/Mapas-afectivos_18_849695101.html

La fragua literaria leonesa: Daniel Higinio López Abella


LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

López Abella: "Me queda mucho por aprender de los grandes maestros"

Manuel Cuenya | 22/11/2016 - 11:56h.

El viajero y contador de historias Daniel Higinio López Abella, autor de 'Pulso al destino' y 'Bajo el cielo verde del Amazonas', está ya con su tercera novela, ambientada en la ciudad asturiana de Avilés.
Daniel Higinio López Abella



Daniel Higinio López Abella
Ocasiones hay en que las reuniones y comidas resultan fructíferas, y eso fue lo que ocurrió hace un tiempo en Santiago Millas, donde coincidiera con Daniel Higinio López Abella, mientras celebrábamos una jornada de convivencia en casa Lucinio, donde el cocido maragato es todo un arte. Allí nos dimos cita un grupo de personas, entre ellas, Daniel Higinio, que se reveló, en el transcurso del yantar, como alguien con una vida apasionante, aventurera, me atrevería a señalar, un autor que ha plasmado por escrito, ya en su dorada edad de jubilación, sus experiencias y vivencias en dos novelas, a saber, 'Pulso al destino (Valerio el ancarés) y 'Bajo el cielo verde del Amazonas'.
Ingeniero de profesión, a Daniel Higinio lo nacieron en los Ancares leoneses, esa tierra situada en los confines de la provincia, emparentada con la Galicia profunda y aun con las Asturias, que nos invitan a soñar despiertos con espacios fantásticos.
"Nací en una palloza, compartida con animales domésticos, que ocupaban la mitad del recinto, separados por unos palos mal entrelazados de la parte destinada a la familia y en una oscura noche de enero, con un metro de nieve sobre los tejados de paja", recuerda este creador o superviviente, habida cuenta del contexto adverso o poco favorable en el que naciera, porque "en esas circunstancias  había que portar en los  genes un gran instinto de supervivencia para ganarle la partida a la muerte que tenía todos los ases en la mano (convivíamos con el abono de los animales y sus parásitos). En el  exterior, el frío, el barro de las callejuelas y la pobre ropa de abrigo, eran bazas perdidas", añade con cierta nostalgia, trayendo a su mente esas imágenes de infancia, cuando era un rapacín de cuatro años, mirando el paisaje afectivo de su memoria, ese en el que rebota su vista cuando se desliza por cimas, vaguadas, montes y más montes de brezos, castaños y prados, dentro de una geografía que le envuelve y de la que se siente formar parte.
"Esos primeros recuerdos pujan por rellenar páginas en blanco y son el origen de lo que yo puedo aportar como escritor", especifica Daniel Higinio, que se siente como el último eslabón de una generación que viviera una especie de Edad Media en la segunda mitad del siglo XX, porque el mundo de su infancia ha desaparecido, según él, arrollado por progreso de los nuevos tiempos.
"Ya no quedan pallozas en el pueblo y las calles están embreadas y pobladas de farolas que alumbran chalets dispuestos a competir con los de Benidorm". Por esta razón, para que las gentes del futuro tuvieran conocimiento de ello, se decidió a contarlo en ese su primer libro titulado 'Pulso al destino (Valerio el ancarés)', en el que se adentra en el terreno literario, tan distante de las formulas matemáticas aplicables a las ciencias físicas, que eran su campo de trabajo.
"Nací en una palloza, compartida con animales domésticos, que ocupaban la mitad del recinto, separados por unos palos mal entrelazados de la parte destinada a la familia y en una oscura noche de enero, con un metro de nieve sobre los tejados de paja"
Cuenta este cosmopolita autor ancarés que se vació o volcó su infancia, "esa parte tan importante de la vida", en su ópera prima, acaso la obra a la que le tiene más cariño, algo que comenzara medio en bromas hasta llegar a escribir trescientas páginas, lo cual le resultó sorprendente. Esta novela, que está agotada, tuvo muy buena acogida en su día. Así que esperamos que pueda reeditarse para que las próximas generaciones podamos disfrutar con su lectura. No obstante, este libro puede encontrarse en las bibliotecas leonesas.
La memoria, esa fuente literaria
Daniel Higinio abandonó muy jovencito su pueblo de los Ancares para irse a estudiar el Bachiller a Asturias, en concreto a Avilés, que, en su opinión, era una villa coqueta y tranquila, convertida, en el transcurso de los años, en una ciudad industrial con la implantación de Ensidesa, algo que pudo ver con sus propios ojos. Avilés es el escenario de su tercera novela, que ya tiene en marcha, esa ciudad en la que viviera su adolescencia y esos bonitos años del despertar a la vida, "llenos de idealismos, proyectos, sueños... de aquel primer amor", que le servirán para componer su próxima obra. "Tengo mucha materia para  contar de aquellos tiempos".
A partir de esa etapa en Asturias, Daniel se hizo trotamundos (aunque durante los veranos, aclara, volviera a su tierra natal) haciendo de su vida una gran novela, con sus viajes y estancias en diversos países de América, como Venezuela, Estados Unidos o Brasil, "un país lleno de luz, con playas inmensas, selvas interminables y con gentes dispuestas a vivir la vida en el presente",  donde ambienta su segunda novela, 'Bajo el cielo verde del Amazonas'.
Recuerda que en el año de 1975 dejó una España profunda, oscura, asustada y oprimida por el Régimen y la Iglesia. Y desembarcó en Brasil, donde pudo realizar algunos de los sueños que había concebido cuando vio la película 'Orfeo Negro'. En este gran país, en todos los sentidos, conoció la selva en su profundidad, a resultas de su trabajo como geólogo en el Amazonas. Allí disfrutó de la locura del  Carnaval y compartió la alegría de sus gentes, que luego contaría en su segundo libro. Una gran sorpresa sintió al verlo publicado.
"Tuve que ejercer varias profesiones y pasar por diversas situaciones sentimentales, económicas y de estado de ánimo. Con todo ese bagaje de experiencias, que marcaron mi vida, hay un montón de folios en blanco que están esperando a ser rellenados y convertirse en libros. Tengo mucho que contar"
Por lo demás, Daniel Higinio está convencido de que cualquier vida es una novela, sobre todo de quienes nacieran en postguerras y asistieran, asombrados, a los cambios tan profundos que viviera la humanidad en los últimos 60 o 70 años.
En su caso, cree que dispone de materia prima para varios libros, por el hecho de vivir en diferentes países y lugares, sorteando momentos de peligro y sobreviviendo a más de una situación en que su vida estaba en juego. "Tuve que ejercer varias profesiones y pasar por diversas situaciones sentimentales, económicas y de estado de ánimo. Con todo ese bagaje de experiencias, que marcaron mi vida, hay un montón de folios en blanco que están esperando a ser rellenados y convertirse en libros. Tengo mucho que contar", precisa este viajero y contador de historias, que sigue viendo a los Estados Unidos como un  país compuesto por mentalidades emprendedoras y orgullosas de su tierra.
"Hace poco recibí un WhatsApp. Decía: USA, con casi diez veces más gente que en España, tiene  algo así como 600 coches oficiales (En España hay 14000 coches oficiales)". Al respecto del nuevo presidente, cree que a los estadounidenses les irá bien con cualquier presidente que tengan.
 

miércoles, 16 de noviembre de 2016

La fragua literaria leonesa: Ignacio Fernández Herrero


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La Fragua Literaria Leonesa

Ignacio Fernández: "Somos muy emocionales y poco reflexivos"

Manuel Cuenya | 15/11/2016 - 17:12h.

El poeta, articulista y editor Ignacio Fernández Herrero, autor de 'Lógica borrosa', tiene previsto, a partir del mes de marzo de 2017, la publicación en formato libro de los artículos que han ido apareciendo durante cuatro años en 'Tam Tam Press' bajo el rótulo 'Poscontemporáneos'. Y un poemario o tal vez un ensayo lírico titulado 'Lingüística'.

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Ignacio Fernández Herrero. Foto: Carlos S. Campillo/Ical
Ignacio Fernández Herrero, que lleva doce años como Secretario General de Comisiones Obreras en León, es un poeta y prosista que se reconoce en los paisajes secos, amarillentos y terrosos de la Tierra de Campos. "A veces digo de mí que soy como un cuadro de Caneja", precisa este creador, que aprendiera a ver y sentir el paisaje con mayor emoción durante los años en que viviera en La Sobarriba. "Esos dos espacios –se refiere a Tierra de Campos y La Sobarriba- me habitan y los habito". Geografías cercanas que lo han seducido.
No obstante, León es la ciudad donde vive y trabaja, "el estímulo y la agonía de mi existir cotidiano", en la actualidad desde el Sindicato, y siempre desde otras organizaciones y otros ámbitos compartidos. En lo referente a lo interno, siente que ha hecho una buena labor en la dirección de este Sindicato, que, según él, era bastante convulso. Y en lo que respecta a lo externo, ha situado al Sindicato en una posición nuclear en el eje social y político, además de haber ganado consideración como organización representativa en la provincia leonesa. Asimismo, "desde un punto de vista totalmente subjetivo y por tanto discutible", cree que ha demostrado una atención al lenguaje, que es producto sin duda de su formación académica. Y de su devoción. Hasta el punto de generar, a resultas de su condición de filólogo,  un cambio sustancial en el lenguaje de los secretarios generales, ya sean sindicales o políticos, lo cual es bastante notorio en el aspecto oral, "el de los discursos públicos, a los que, modestamente, he tratado de dignificar en unos tiempos donde la retórica y el buen hablar son asignaturas que pocos estudian y muchos menos respetan".
En todo caso, está convencido de que la ciudad de León no tiene un gran reflejo en lo que escribe en el plano literario, "sí, en cambio, en lo que se refiere al trabajo en medios de comunicación (columnas en 'La Nueva Crónica', tribunas en el 'Diario de León'...), donde la actualidad y las referencias inmediatas se cuelan inevitablemente".
"Estamos ante una burbuja literaria en un doble sentido: la inflación, que un día acabará por estallar como todas las burbujas y nos dejará desolados, y la endogamia, pues apenas ese esplendor se contagia más allá de los círculos creativos, permaneciendo el resto de la ciudad y de la provincia en un profundo letargo. En esto hay gran responsabilidad de las administraciones públicas que no saben bien cómo aprovechar un don tan extraordinario"
Po otro lado, se asombra de la abundancia creativa de la ciudad y la provincia leonesa. Y en este sentido cree que es inabarcable y, posiblemente, sea el signo de mayor modernidad, casi el único. Sin embargo, tiene la impresión, en cierto modo, de que estamos ante una burbuja literaria en un doble sentido: "la inflación, que un día acabará por estallar como todas las burbujas y nos dejará desolados, y la endogamia, pues apenas ese esplendor se contagia más allá de los círculos creativos, permaneciendo el resto de la ciudad y de la provincia en un profundo letargo. En esto hay gran responsabilidad de las administraciones públicas que no saben bien cómo aprovechar un don tan extraordinario".
JIANG QING (Cuento oriental)
"De todas las palabras
que una mujer ha dicho a un hombre
las más hermosas siguen siendo:
«Déjame ser tu puta»".
José María Álvarez
La puta Jiang Qing -lencería y vino- escondía su enigma tras biombos de bambú y crin de caballo.
Hasta la ciudad proscrita, en la periferia del territorio, bajaban los mineros y los funcionarios, los maestros en fuegos de artificio y los sanguinarios delincuentes, alienados todos por el brillo de esa mujer de mimbre.
Y mientras el camarada Mao se entretenía en las fuentes retiradas del Yang-Tse, oficiaba ella sus artes en la inmensa superficie donde se ajusticiaba y celebraban los ritos nupciales, apartando las ratas y la podredumbre.
En su desnudez de carmín y de rasos azules, la hetaira inolvidable apretaba sus piernas alrededor de la boca de los poetas hasta exprimir el zumo acre que exudan la pasión y la mentira.
Su éxtasis, ora como un galope sobre corcel revestido de oleos y tatuajes, ora como una serpiente afónica y quebrada, fingía un útero viscoso donde se fecundaban los himnos de gloria y las campanas funerales.
Mucho después, cuando el camarada Mao regresaba de los confines ignotos del imperio y se recostaba al lado de la cortesana Jiang Qing -infantil peluche-, felicitábase la grey al admirar esa armonía y las promesas de tan bellísimo vientre.
(Ignacio Fernández Herrero, 'Lógica borrosa')
Efervescencia lírica
En sus facetas como autor y editor, no sólo se muestra interesado por la efervescencia lírica sino que trata de contribuir con la misma, "con tanta modestia como ambición". Si bien es cierto que hay un boom poético y narrativo, Ignacio echa de menos un poco más de pensamiento, "cultivar el ensayo", un género que, en su opinión, no se lleva por estas tierras. "Tal vez es que somos muy emocionales y poco reflexivos", apostilla el autor de 'Lógica borrosa', un poemario publicado en la colección 'Provincia' a través de la Diputación Provincial. Un privilegio, según su creador. Sin embargo, se lamenta de que la Diputación Provincial hace muy pocos esfuerzos por mimar sus publicaciones; "de hecho, parece mentira que una colección de altura como ésta no tenga una mayor resonancia". A su juicio, fue un libro con mala suerte, porque además se publicó en el momento en que él aterrizaba en responsabilidades sindicales, lo que no le permitió prestarle mucha atención a la hora de publicitarlo, de darlo a conocer al público. "De modo que pasó un poco desapercibido, siendo como es, y estoy convencido de ello, un buen libro de poesía".
Su relectura pública, hace ahora varios meses en las citas de 'L'Ékole poétique', le confirmó que es un texto que sigue muy vivo, que apenas ha envejecido ni en lo formal ni en lo en él expresado.
Aparte de 'Lógica borrosa', edita, en colaboración con Carlos Pérez-Alfaro, Marisa del Riego e Irune Vidal, 'Fake', una revista de poesía impresa en papel, que "en estos tiempos es un desafío y una necesidad", porque "en el reinado de lo digital es imprescindible un tamiz que sólo lo da el papel, porque obliga a la mesura y al buen gusto. Al estilo, en definitiva, que es algo que no casa bien con la locura de las redes, con las espontaneidades de las performances y con la fealdad de ciertas vanguardias aparentes", matiza Ignacio, quien también ha colaborado como autor con dos escritos, a saber, con un poema recuperado de 'Lógica borrosa' (algo excepcional) y aun con un texto crítico, consecuencia de su trabajo como coordinador del número 4 dedicado a los vínculos.

(Puedes seguir leyendo esta fragua en el enlace de ileon.com)

sábado, 12 de noviembre de 2016

Mapas afectivos en la mirada de Tomás Álvarez


Agradezco a Astorga Redacción, y en concreto a Eloy Rubio, que haya reseñado esta presentación de Mapas afectivos el pasado jueves en la capital de las mantecadas. Y por supuesto toda mi gratitud y cariño para el periodista y escritor Tomás Álvarez por tomarse con tanto entusiasmo y dedicación, tanto este libro de viajes como mi propia persona. Me alegra mucho, querido Tomás, que tú hayas ejercido de cicerone en La Ergástula, mostrándonos tu saber, tu modo de estar en el mundo, tú que eres gran viajero y contador de viajes. Un honor, un placer y un lujo para mí contar contigo. http://www.tomasalvarez.com/mapas-afectivos-manuel-cuenya.htm
La presentación fue realmente bien, con mucha gente cercana (Armando, Lidia, Gloria, Desi, Joaquín, Abel, Carlos...), con un auditorio inquieto, participativo, que nos habló también de sus espacios afectivos, como hicieran Isidro (con la ciudad de Berlín), Victorina (con Bruselas, en concreto un bosque que existe a las afueras de la capital belga) y el propio Tomás, enseñándonos los contrastes brutales de la ciudad india de Bombay, donde conviven lujosos edificios y adineradas gentes con el submundo de las prostitutas y los desarrapados de la sociedad. 
¡Si es que el mundo llamado Tierra está hecho un asquito!, se mire por donde se quiera. 
Y ahora los Estados Unidos estará bajo la tutela de un psicópata, un descerebrado, un ególatra, dispuesto a cometer cualquier barbaridad. Qué los dioses y las diosas nos cojan... confesados, a nosotros (me gusta este mayestático) que tan poco nos gusta rezar, descreídos y escépticos ante tamaños desaguisados que en el mundo son. 

Astorga Redacción
12/11/2016

El mundo en la mirada de Manuel Cuenya


  
El periodista Tomás Álvarez presentaba este jueves en la Ergástula el libro de Manuel Cuenya, 'Mapas afectivos'. Un libro de viajes a la antigua usanza, a la manera de Wilhelm Meister de Wolfgang Goethe, una historia de maduración, una instrumentalización del viaje para llegar a sí mismo, un si mismo ya de ahora como otro. Proponemos la lectura de la presentación de Tomás por ser una breve pero magnífica introducción afectiva al libro de Cuenya.

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La Ergástula es un espacio que invita al recogimiento, al encuentro con el conocimiento y la historia. Es el punto mágico de la ciudad. Parece hecho para meditar en él y sentir una poderosa energía telúrica.

En este mundo de prisas y estrés, miles de personas buscan ámbitos como este, propicios para encontrarse consigo mismo. Algunos viajan hasta Machu Pichu o a Stonehenge. Hay ciudades que han reservado iglesias para que los paseantes detengan sus pasos y tengan un centro de meditación, sean de las creencias que sean. Recuerdo una capillita en Zurich (Fraumunster) desnuda de decoración interior. Sólo unos bancos y una luz tamizada por las vidrieras, de Marc Chagall. La Ergástula podría ser perfectamente así; un ámbito en el que el recién llegado sólo necesita un banco de madera y una luz tenue que le permita sentirse a sí mismo, el vigor de la piedra y el rumor de la historia.

Este es el clásico espacio cargado de energía e historia de esta ciudad bimilenaria por donde pasan escasos turistas. Estoy seguro que cuando Manuel Cuenya escriba su visión de Astorga no lo hará sin antes meditar en la Ergástula.

Hablando de viajes y mundo, recuerdo a veces una frase, oída de labios de mi madre, pronunciada por una mujer de Cogorderos cuando viajó por primera vez hasta Astorga, en el coche de línea.

Como todos sabéis, el valle del Tuerto avanza entre montes hasta llegar a la altura de Fontoria. Allí se expande, al encontrarse con la corriente del río Porcos, y poco más adelante se empiezan a ver al fondo las torres de la catedral de Astorga.


Pues bien, hace un montón de décadas, cuando la propia catedral estaba aún desmochada por mor del terremoto de Lisboa, la vecina aludida al ver que el valle se expandía a uno y otro lado y que a lo lejos, sobre el horizonte, emergía una torre catedralicia, cuadrada y poderosa, exclamó pasmada: “¡Oh Dios! ¡Oh Dios! ¡Qué grande ye el mundo!”

Y es que –amigos- el mundo no cabe duda es grande, aunque a Manuel Cuenya parece habérsele quedado pequeño por sus ansias de verlo todo, de olerlo todo, oírlo todo, tocarlo todo...

…Y fruto de sus ansias por conocer espacios del mundo es este libro, apasionado, subjetivo, cargado de emoción, en el que el lector recorre los paisajes de diversos continentes y a través de las callejas de las ciudades, descubre olores y sonidos, percibe huellas de Miguel Torga, Dickens, Pessoa o Valle Inclán.

Y lo curioso –y magnífico- es que al final del libro, acabamos descubriendo no sólo a Vancouver, Estambul, Ámsterdam o Berlín, sino el alma nómada y poética del propio viajero.


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Manuel Cuenya no ve, mira.


Mientras que ver viene del latín ‘videre’; mirar viene de ‘mirari’, admirarse. Ver es una capacidad física. Podemos ver un edificio pero no “reparamos en él”. Mirar es algo más, implica atención deliberada. Voluntad.

Quiero recordar aquí la frase de Marcel Proust de que “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino en tener nuevos ojos”. 

Evidentemente, Proust está asociando el verdadero viaje a la mirada.

Cuando Cuenya acude a Pontevedra, a Estambul, Essaouira o Matavenero, no va como un turista normal sino como un explorador, y en esa tarea del explorador no viene provisto de una guía monumental, ni de un callejero. A lo máximo, lleva una descripción de Goytisolo o un texto de Llamazares. Y mira, escudriña y siente. Mira a su entorno, indaga y siente. Siente los olores del taller de los curtidores, las esquilas de los rebaños, los sones de gaitas de algún grupo portugués o la voz cristalina de la griega Eleftheria. 

Cuenya es de Noceda del Bierzo. Es un nómada que ha viajado más cargado de curiosidad que de finanzas, es un buscador de emociones, dedicado a conocer, enseñar y escribir. 

Ha trabajado de profesor en la Escuela de Cine de Ponferrada (Universidad de León), en México y Francia. Imparte clases de teatro y escritura creativa en la Universidad de León. Es editor de la revista ‘la Curuja’ y ha escrito –aparte de este- otra serie de libros como Viajes sin mapa, Trasmundo, Guía de Bembibre, el Bierzo y su gastronomía y la fragua de Furil. Asimismo, ha participado en otros libros colectivos y colabora regularmente en La nueva Crónica e Ileon. También ha hecho alguna cosa bella en Guiarte.com.

Y ahora saca sus ‘Mapas afectivos’ en los que nos descubre paisajes de diversas partes del globo, empezando por Norteamérica. Descomunal su trabajo sobre México.


En la Península Ibérica se ciñe al cuadrante noroeste, a lo que es el antiguo reino de León; la Galicia que decían los romanos y las crónicas árabes. En este cuadrante se incluyen los territorios portugueses del Viejo Reino, con Oporto y Tras os Montes.

Nos lleva Manuel también por ciudades europeas como Ámsterdam, Londres y Berlín… y la increíble Estambul. Por fin, cierra su obra con el norte de África (El Atlas, Marrakech, Fez, Esauira…) un territorio especialmente querido, en el que encuentra destellos medievales y andalusíes y aún del mismo Morredero.

Para el escritor, es fundamental acudir al encuentro de cada ciudad “siempre con los cinco sentidos, en un intento cognoscitivo por degustarla, olerla, tocarla, escuchar su latido, y su temperatura, no sólo ambiental sino afectiva”. Y así lo hace.

Llegados a este punto, no voy desvelar más. Le dejo la palabra a él, no sin antes volver a recomendar su libro, un libro cargado de belleza, poesía y conocimiento. Porque Manuel es un hombre culto que, además, sabe mirar… y contar. Gracias por habernos revelado tus mapas afectivos.

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Una vez finalizada esta presentación, fue el propio autor el encargado de desvelar los afectos sentidos en los viajes que narra en su libro. Para, a continuación, dar cabida a las afectividades viajeras de algunos de los asistentes, quienes se fueron animando a narrar la experiencia emocionada de algunos de sus viajes. Durante la presentación de la obra, se pudo disfrutar así de una amplificación del libro, un libro que se hace plural desde aquel momento en que la autoría se abre a incorporaciones que le vienen de afuera . Una visión de Berlín, una de un bosque umbroso, hasta ahora inapreciado en Bruselas, y una mirada descarnada y solidaria de Bombay en la la India, fueron sumándose a las crónicas viajeras y apasionadas de Manuel Cuenya.


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