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José Luis Gavilanes Laso
Profesor de Lengua y Literatura Portuguesa en la
Universidad de Salamanca, José Luis Gavilanes Laso ha publicado diversos
estudios sobre el país luso y la 'Historia de la Literatura Portuguesa'
(Cátedra, 2000), entre ellos su tesis doctoral, 'Vergílio Ferreira, o
espaço simbólico e metafísico' (Publicações Dom Quixote, 1989), que
dedica a este escritor portugués, de tendencia existencialista y
metafísica, cuya influencia ha sido harto importante en su obra como
escritor, reconociendo también, a resultas de su tarea didáctica, su
deuda con las cantigas de escarnio y maldecir de la escuela trovadoresca
medieval gallego portuguesa, así como su tendencia satírica,
manifestada en distintos artículos de opinión y en 'El pacto de
Perpignan y otras rimas socarronas', un libro escrito bajo el seudónimo
de Gavilaso de León.
"Hijo de urbanos sin casa', fruto de los amores de una
zamorana (de Villamor de los Escuderos) y un salmantino de origen
berciano (de Columbrianos, para más señas), Gavilanes Laso es uno de los
pocos leoneses, según él, que puede presumir de concentrar en sí todas
las esencias del Reino de León. Un enamorado de su tierra, sobre todo de
su paisaje (paisajes) antes que de su paisanaje, aclara. "Y aunque no
puedo decir tan categóricamente aquello de 'que amo a León a pesar de
los leoneses', no rara vez circula por mi mente. Y que me perdonen mis
coterráneos, pero digo lo que siento aunque me cause desaliento", añade
este veterano de las letras, que se puede permitir el lujo de decir lo
que piensa sin tapujos en la actualidad, habida cuenta de que otrora, en
1968 en concreto, fuera detenido e internado en un inmundo calabozo de
la comisaría de la calle Villa Benavente por oponerse de un modo activo
al régimen franquista.
"Aunque no puedo decir tan categóricamente
aquello de 'que amo a León a pesar de los leoneses', no rara vez circula
por mi mente. Y que me perdonen mis coterráneos, pero digo lo que
siento aunque me cause desaliento"
Recuerda que en aquella celda lo vejaron y golpearon bajo la
batuta del famoso Claudio Ramos Tejedor, "otra 'joya' del ajuar
zamorano de Arrabalde, jefe de la Brigada Político Social del Noroeste
de España, especialmente 'amado' por los bolcheviques mineros
asturianos".
Allí, en la actual y desvencijada cárcel del El Parque,
entonces Centro Nacional de Débiles Mentales y Analfabetos, cuenta que
pasó mucho frío durante los meses de invierno. Y todo esto le ocurrió
nomás por reunirse con otros insurgentes en la orilla derecha del río
Bernesga.
Un Consejo de Guerra, en el cuartel de Almansa, lo condenó a
doce años de prisión, aunque al final, después de año y medio en
prisión atenuada, fue sentenciado a seis meses y un día, pero con el
baldón encima y la prohibición de salir de España durante un tiempo.
"¡Ni qué decir tiene lo que hubiera pedido si el conciliábulo hubiera
sido en la orilla izquierda!", señala con humor este investigador y
articulista, devoto de la obra de Quevedo, convencido de que, al
contrario de lo que ocurre con otras profesiones, al cabo de cuyas
carreras universitarias se hace uno médico, ingeniero, físico, químico,
farmacéutico, etc., licenciarse en letras no le hace a uno ser literato,
"aunque es obvio que ayuda", porque lo esencial, además de una buena
formación en el aprendizaje, es tener instinto o cualidad innata para
saber juntar letras con estilo y elegancia, según José Luis, "y eso
depende de otros factores como la psicología, voluntad, etc.".
La influencia de la lectura en la escritura
En todo caso, es consciente de que haber leído mucho supone
una buena base para escribir, "pero la facultad creativa es algo interno
difícil de explicar porque para el espíritu no dos más dos son cuatro.
Otra cosa es la tendencia literaria donde las influencias y las
inclinaciones pueden ser más o menos evidentes. Ocurre como con el
suicidio, hay individuos que superan la peor de las desgracias, dolores y
sufrimientos sin atentar contra sí mismo; sin embargo otros con menores
contratiempos se quitan la vida porque tienen un peor aguante y
predisposición natural para deprimirse acabando por pegarse un tiro,
tirarse a un río o lanzarse al vacío desde un balcón". Así de filosófico
se expresa José Luis, que no concibe, en definitiva, a ningún escritor
que no sea o haya sido aficionado a la lectura. "Por lo general, los
grandes escritores han sido consumados lectores, lo que no quiere decir
lo contrario, que los grandes lectores sean importantes escritores". No
en vano, él ha sido y es un gran lector que, con los años y dependiendo
de la edad, ha ido cambiando de preferencias. Siendo un niño, leía
muchos "tebeos" de la época: 'Roberto Alcázar y Pedrín', 'El espadachín
enmascarado', 'Hazañas bélicas'..., "pero, sobre todos, 'El guerrero del
antifaz', héroe cristiano que no se hartaba de matar moros. Lo cual me
causaba cierta confusión, pues aquella plausible escabechina de la
morisma ficcional no cuadraba con la bondad de otros moros elegantemente
ataviados a la grupa de briosos caballos que escoltaban a Su
Excelencia superlativa en sus salidas de El Pardo".
"Has de procurar que lo que escribes resulte
comprensible y que la forma de captarlo congratule; o sea, no sólo
procurar la fácil asimilación de lo que se dice, sino que resulte
placentera por quien lo percibe. Que no sólo importe el 'qué', sino
también el 'cómo'"
Asimismo, recuerda que el libro que más le impresionó en su
infancia fue un 'Robinson Crusoe' con magníficas ilustraciones. Y que en
su juventud leía muchas novelas del Oeste y del FBI. Aunque se trataba
de una literatura llena de estereotipos –matiza– le ayudaba mucho a
adquirir vocabulario. Su siguiente etapa fue el abordaje de novelas de
más empaque literario, como las de Pío Baroja, que cree haber leído
todas, pues su padre compró los once tomos de las obras completas del
autor de 'El árbol de la ciencia'. Con tanto libro, su abuela le decía
que "se le iban a hacer los sesos agua".
Ya en su etapa adulta, han sido muchos los autores que han
influido en su escritura, desde poetas como Antonio Machado, Lorca,
Miguel Hernández, o clásicos como Cervantes, Camões, Shakespeare y el
propio Quevedo (antes mencionado) hasta hispanoamericanos como Rulfo,
Carpentier, Vargas Llosa o García Márquez, franceses como Saint-Exupéry o
Céline, y portugueses como Torga y Ferreira (el autor al que dedicara
su tesis doctoral), entre otros. "Los ejemplos se podrían multiplicar.
Pero, además de la poesía y de la novela, también el ensayo ha ocupado
una buena parte de mi tiempo de lectura: Ortega, Unamuno, Garaudy,
Camus, etc.", agrega José Luis, convencido de que en León hemos tenido
buenos literatos a lo largo de la Historia. "Si bien, de unos lustros a
esta parte, han proliferado un buen número de escritores leoneses
reconocidos nacional e internacionalmente", como son los casos de
Antonio Pereira, Julio Llamazares o Mateo Díez, por los que siente
admiración. El hecho de que haya buenos narradores y poetas, más allá de
distintas razones que pudieran justificarlo: el clima, la geografía, la
buena instrucción primaria, entre otras, se debe a algo circunstancial,
asegura el ganador del premio literario Ibercaja en la modalidad relato
en 2007. "Pongo como ejemplo el caso del fútbol húngaro. Descolló
fuertemente en futbolistas y en triunfos de selección por los años
cincuenta del pasado siglo, para poco tiempo después caer en una
decadencia que hoy mismo continúa. Y han pasado muchos años. ¡Ojalá! no
nos ocurra lo mismo que a los magiares", reflexiona este investigador,
que ha dado forma a un libro, 'Mi vida en los campos de la muerte nazis'
(Edilesa 2005), en el que esclarece toda la nómina de personajes reales
citados por el leonés Prisciliano García Gaitero (quien lograra
escribir un diario sobrecogedor, después de su paso tormentoso por tres
campos de concentración), así como la labor de contextualizar las
situaciones por él vividas. "Lo fundamental de mi labor en ese libro,
además de una extensa introducción, es el haber dado al texto una
estructura estilística a lo que era una simple componente
autobiográfico... revestir de tejido muscular a algo que sólo estaba
abocetado como esqueleto, pero sin tergiversar los sentires y
situaciones descritas por el propio memorialista. A todo esto se añade
un trabajo suplementario, también de investigación propia, que aparece
como anexo, sobre el resto de los leoneses deportados en Mauthausen,
Gusen y Dachau", precisa este articulista, cuyos escritos le han ayudado
a reflexionar y a conocer, "pues de no haberlo hecho nunca hubiera
sabido muchas cosas que ahora sé". Por otra parte, esa labor, ese
esfuerzo reflexivo –reconoce–, le ha ayudado a ponerse siempre en cada
palabra, en cada frase, en cada párrafo, en el lugar del destinatario,
"porque en estos casos uno no escribe para sí, sino para los otros. Has
de procurar que lo que escribes resulte comprensible y que la forma de
captarlo congratule; o sea, no sólo procurar la fácil asimilación de lo
que se dice, sino que resulte placentera por quien lo percibe. Que no
sólo importe el 'qué', sino también el 'cómo'", sintetiza este narrador,
que, desde que se jubilara como docente en Salamanca, dedica su tiempo,
aparte de escribir, a la Asociación Promonumenta, que a él, como
socio, le resulta muy meritoria y ejemplar en su género. "Sin
prácticamente medios, tan sólo con los propios recursos generados por
las cuotas de sus socios, ha llegado a ser respetada (incluso yo diría
que temida) por todas las instituciones que tienen que ver con el
patrimonio".
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"Promonumenta
me ha permitido alternar con muy buena gente y, por lo general, en
fraternal convivencia con personas de muy distinta profesión e
ideología. Es tremendamente satisfactorio confraternizar con todos
aquellas personas guiadas tan solo por el ánimo de hacer el bien a algo
que por ser piedra o material mostrenco no tiene sensibilidad, pero es
capaz de generarla entrañablemente en lo más profundo del ser humano"
Se lamenta José Luis que la labor defensiva y crítica de
esta Asociación no sea reconocida como se merece, como son las
hacenderas de limpieza de enclaves artísticos, monumentales o de interés
social. "Es tremendamente satisfactorio confraternizar con todos
aquellas personas guiadas tan solo por el ánimo de hacer el bien a algo
que por ser piedra o material mostrenco no tiene sensibilidad, pero es
capaz de generarla entrañablemente en lo más profundo del ser humano",
declara Gavilanes Laso, que se siente muy satisfecho con la reciente
publicación y presentación de un nuevo número de la revista que edita
anualmente esta Asociación, "otro motivo de orgullo sano, por ser
reconocida como una de las mejores en el ámbito nacional...". A este
respecto, Promonumenta le ha permitido alternar con muy buena gente y,
por lo general, en fraternal convivencia con personas de muy distinta
profesión e ideología, según él.
Para septiembre u octubre de este año tiene prevista la
publicación de un libro titulado 'Del alba a las cenizas. Entre cuentos,
relatos y vivencias', "que, como su nombre indica, se trata de una
miscelánea de textos que responden a esos registros de narración y que
se han ido gestando paulatinamente a lo largo de mi vida", concluye.