miércoles, 29 de febrero de 2012

El Filandón, de Sarmiento


Chema Sarmiento, foto tomada en un filandón en una aldea del Alto Bierzo: Cabanillas de San Justo

Este viernes día 2 de marzo proyectamos El Filandón en la localidad de Matachana, perteneciente al Ayuntamiento de Castropodame, en el Bierzo Alto. No os la perdáis. No tiene desperdicio. 
Chema Sarmiento. Foto: Cuenya
Se trata de una película emblemática, que tuve el gusto de ver por primera vez en el desaparecido Cinema Paz (Cinema Paradiso), hoy reconvertido en Teatro Benevívere, en honor a la villa del Buen Vivir, surcada por el río Boeza. En aquel tiempo, hablo del año 1984 -como la novela de Orwell-, uno era uno rapacín. Y confieso que El Filandón me impactó. Allí estaba su director para presentarla. Un sueño. Cómo alguien de la tierra era capaz de contar algo tan cercano y hermoso, debí preguntarme, y aún hoy, pasados los años, me lo sigo preguntando. Una obra redonda o algo tal que así. Una película curiosa, sorprendente, impregnada de humor, fino erotismo, ruralidad berciana, Láncaras enigmáticas que se aparecen como una pesadilla recurrente, curas-grajos, realismo mágico por todos los entresijos de su alma, que nos invitan a verla con ganas una y otra vez. 
El Filandón, que toma el título de aquellas reuniones al amor sagrado de la lumbre en las frías noches invernales, nos cuenta varias historias, un total de cinco, hilvanadas todas ellas por sutiles y simpáticos guiños al espectador. Relatos lo suficientemente distintos como para no tener la impresión de repetición -asegura su director-, y que tampoco son tan dispares para que la unidad estilística no se resienta. Cuentos escritos ex profeso por grandes de la literatura leonesa (y aun universal), que a su vez ejercen como actores, para esta película inolvidable, que me cautivó en su día, siendo un adolescente, y que me sigue pareciendo extraordinaria casi treinta años después. 


En este caso cine y literatura están íntimamente religados de la mano de Mateo Díez, Merino, Pereira, Pedro Trapiello y Julio Llamazares (pesos pesados de la escritura, y casi todos vivos, salvo el bueno de Pereira, que por fortuna nos sigue hablando desde el más allá, mientras toca el arpa con algún arcángel, mejor dicho arcángela).


Aunque todas las historias me resultan interesantes, confieso mi devoción por la sensualidad y paisajismo impresionista de Las peras de Dios, de Pereira, que Sarmiento ambientó en su tierra natal, Albares de la Ribera, cuna de mi abuelo materno, Antonio Robles, alias el Chulo, a quien nunca conocí, y lugar en que nacieran asimismo al cineasta Gabriel Folgado (Beli).


Calificada de Especial Calidad y Especial Interés Cinematográfico por el ICAA, El Filandón me sigue entusiasmando como si fuera la primera vez. 
La música compuesta por Amancio Prada y la banda sonora de Halffter para ambientar el último relato, Retrato de un bañista, de Llamazares, aderezan, dan colorido y fuerza hipnótica a esta cinta excepcional, divertida, que nos sumerge durante hora y media en un mundo entre real y surreal pero que reconocemos como propio, cercano, entrañable. 


Imposible olvidarse de ese arranque, con el silbido del viento, en el valle de la Campa de Santiago (en el regazo del pico Catoute), en cuyo centro vemos la ermita. Comienza la campana a sonar, comienza el espectáculo: las aguas del río Boeza, que nacen aquí/allí mismo, manan de color sangre. Entre el mito y el logos, la realidad y la surrealidad. 



martes, 21 de febrero de 2012

Escritor y periodista

Recupero este texto, publicado en Diario de León, con leves retoques, porque me parece reseñable. Buen provecho.

http://www.diariodeleon.es/noticias/comarcas/escritor-y-periodista_84947.html 
                                    

Después de echarle una ojeada a El periodismo es un cuento, de Manuel Rivas, uno llega a la conclusión de que también los periodistas, o los que en cierto modo ejercemos de "escribidores" o forjadores de palabras, escribimos cuentos y relatos, pequeñas novelas y algún que otro poema en prosa. 

La diferencia entre periodista y escritor no existe a primera vista. O no debería existir. Aunque la realidad, nuestra realidad hecha de ponzoña y muy mala leche, se empeñe en desmentir esto. “El periodista es un escritor -según Rivas-. Trabaja con palabras. Busca comunicar una historia y lo hace con una voluntad de estilo”. 

Escritor es quien escribe, nomás, y periodista idem de lienzo. Otra cosa es lo que uno escribe, donde lo escribe y cómo lo cuenta. Ahí está la mamá de los pollitos, que diría algún mexica, la gallina de los huevos de oro. “Escritor y periodista. Para mí siempre fueron el mismo oficio”, confiesa el autor de El lápiz del carpintero

El propio Rivas es un magnífico periodista, y sus artículos me resultan ciertamente literarios. Galicia, Galicia, que recomiendo a los lectores y lectoras, es un buen ejemplo de ello. Ni todos los periodistas son unos tuercebotas, como se nos pintan en ocasiones, ni todos los escritores son gloria bendita. No se vayan a creer. Hay de todo en la viña del Señor, que dirían en mi pueblo. Hay de todo como en botica. 

Escritores mediocres y vomitivos los hay a patadas, incluso quienes ganan premios sustanciosos, siempre o casi siempre a dedo. Hablo incluso de escritores que venden muchos libros y aparecen con harta frecuencia en los medios de comunicación. Ya se sabe que en la actualidad quien no aparezca en televisón es como si no existiera de cara al vulgo pensante.  Esto es más o menos los que diría el filósofo Gustavo Bueno, en tiempos mi profe y maestro. 

Como éstos no son tiempos para la lírica, el menos lírico y más capullín suele ser quien pasa a ocupar algún trono de las letras. No hace falta vender mucho ni escribir miles de páginas para ser un buen escritor o un buen periodista. El mejicano/mexicano Juan Rulfo sigue pareciéndome un escritor extraordinario, insuperable, a pesar de sus pocas páginas publicadas. 

A lo largo de la historia también ha habido periodistas ilustres, como Larra, no dejéis de leer sus artículos de costumbres, o Gabriel García Márquez, que con el paso de los años se ha convertido en uno de los mejores escritores de todos los tiempos en lengua española. Me siguen entusiasmando su Crónica de una muerte anunciada, El coronel no tiene quien le escriba, y por supuesto Cien años de soledad o Vivir para contarla

Ejercer el periodismo diario es una buena forma, sin duda, de foguearse como escritor. Ni que decir tiene que a escribir se aprende escribiendo. Otra cosa es el talento que uno tenga. Mucha de la mejor literatura se ha escrito en periódicos, no lo olvidemos. Ahí está el genio Umbral, que aunque nos ha abandonado sigue sorprendiéndonos tanto con sus novelas-diario como con sus artículos poemáticos, o sea, líricos. 

El cualquier caso, el destino del lenguaje, tanto en el escritor como el periodista, es mojarse. Calarse hasta los tuétanos.
         

jueves, 9 de febrero de 2012

Ciclo de cine en Turienzo Castañero

Turienzo Castañero: Nombre pintoresco para un pueblo, perteneciente al Ayuntamiento de Castropodame (otro nombre con resonancias), situado en el Bierzo Alto, ese Bierzo desconocido (incluso para quienes habitan en el Bajo) y en el que comenzamos un ciclo de cine este mismo viernes, dedicado a dos grandes del cine berciano, como son Chema Sarmiento y Gabriel Folgado (en cierto modo discípulo del primero y alumno de la ex Escuela de Cine de Ponferrada, donde uno tuviera a bien ejercer, qué palabro, como profe).
Gabriel (Beli) será además el mantenedor (pregonero) del próximo festival del botillo y carnaval el día 18 de febrero en Turienzo.


Quienes aún no hayáis tenido la ocasión de ver Paisajes interiores, os recomiendo que vayáis a ver este documental sobre la minería del Bierzo. Os encantará, estoy seguro. Y, además, podréis charlar con su artífice, Folgado, que estará presente en la proyección para comentar todos aquellos aspectos técnicos y artísticos acerca de su obra fílmica. 


Un documental hecho con cariño, que logra retratar con sensibilidad artística el alma minera, filmada, por supuesto, en primeros y primerísimos planos. No sólo la dirección se me antoja magnífica, sino que también destacaría su banda sonora, debida a Jorge Pérez, y la llamada dirección artística así como la fotográfica, ésta última realizada por Luis Ángel Pérez, un fenómeno de la imagen. Todos ellos ex alumnos de la Escuela de cine de Ponferrada (Universidad de León), y de los cuales uno se siente muy orgulloso. 


La cita este viernes 10 de febrero será a las 19h en el Club Popular de Turienzo Castañero.


El ciclo continuará, de un modo itinerante por diversas pedanías del Ayuntamiento de Castropodame (Castro), con las proyecciones de algunas pelis de Chema Sarmiento como la mítica El Filandón, Wólfram o Los Montes. Cada una de las cuales requeriría una análisis y comentario, aparte de su visionado, claro está. Algo que tendremos la ocasión de hacer cuando lleguen los momentos de sus pases. 


http://www.diariodeleon.es/noticias/bierzo/paisajes-interiores-abre-en-turienzo-ciclo-de-cineastas-bercianos_666346.html



http://www.radiobierzo.es/web/today_by_today

http://leonoticias.com/frontend/leonoticias/Ciclo-De-Cine-En-Castropodame-vn90979-vst208

http://www.bembibredigital.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2640:gabriel-folgado-y-paisajes-interiores-abren-el-ciclo-itinerante-de-cine-dedicado-a-cineastas-bercianos-en-castropodame&catid=71:bierzoalto&Itemid=166








lunes, 6 de febrero de 2012

De repente un fuego

Palloza en el Alto de San Bartolo
De repente un fuego puede acabar con todas tus ilusiones, y aun el pan de tus hijos. De repente un fuego puede calcinarte la sonrisa, y ya, se acabó lo que se daba. Algo así debieron pensar los propietarios del Alto San Bartolo y los de Villa Femita cuando las llamas engullieron literalmente toda su hacienda. Qué putada. Vaya desgracia. Conocía, por supuesto, ambos sitios, el Alto San Bartolo en el Valle de Finolledo (qué lindo y sugerente nombre) y Villa Femita en Villafranca del Bierzo. 

Valle de Finolledo
Me gustaba ir de vez en cuando al Alto de San Bartolo, con vistas magníficas al valle de Finolledo, sobre todo cuando vivía el gran Hermógenes. Un lugar, el Alto, de singular belleza, donde se comía rico, cantidad y calidad a precios bien asequibles. 

Villa Femita
Por su parte, Villa Femita resultaba todo un icono en la villa del Burbia, con su chimenea y ese su aspecto como de otro tiempo, algo descuidado, al menos a primera vista. Siento decir esto. Pero esta es o era mi impresión al respecto. La chimenea tiene gran parecido con la de Ledo (mas conviene no confundirlas). 

El fuego, que de un modo paradójico es una suerte de vida, no perdona. Y acaba arrasando nuestros montes, nuestro hábitat natural. Como ese "fuego" letal que ahora se ha ensañado con un profe de la ULE. Un tipo joven, de 54 años, que impartía clases de Geografía en la Universidad de León. Se llamaba Antonio Maya. Y era un hombre con rostro de bondad y buenos hechos. Descanse en paz.

Sidonie

Sidonie en La Vaca
Esta es la segunda vez que veo/escucho en directo a los muchachos de Sidonie, una de las mejores bandas, al menos en su estilo, de los últimos tiempos del panorama español, porque sobre gustos y estilos hay mucho escrito, incluso múltiples tratados de estética, y ya se sabe que cada cual tiene los suyos. Hasta ahí podríamos llegar. 


La banda Sidonie 
Me encantó cuando los vi por primera vez en la sala Tararí de Ponferrada (uno de los sitios emblemáticos de la capital del Bierzo) hace ahora tal vez más de diez años, que el tiempo corre que vuela, cuando comenzaban estos rapaces catalanes, cuyos sonidos me devuelven a la psicodelia de  los Beatles tomados por el peyote de la sierra oaxaqueña y los Pink Floyd, dos grupos míticos por los que siento devoción, sobre todo por los Fluido Rosa, uno de mis bandas preferidas de todos los tiempos. Y por quienes sentía auténtica reverencia en mi adolescencia montaraz. 


Creo recordar que fue mi sobrino Pablo, músico él, quien me puso al corriente de este novedoso y engatusador grupo musical. Y para allá que nos fuimos, como lobos, en busca de los Sidonie, concierto memorable y en cierto modo transgresor. 


Marc Ros
El pasado sábado noche, hace unas horas nomás, volví a escucharlos en la sala La Vaca de la Ciudad de la Energía, en tiempos ciudad pimentera. Y me pareció otro acierto. El inicial trío se nos reveló cuarteto en La Vaca. Más serenos y comedidos que aquella primera vez, Sidonie, liderados por el simpático Marc Ros, nos deleitaron con temas de su último disco, Fluido García, que es como un regreso al fluido de partida. Si es que a estos chicos les entusiasma todo lo que fluye, como a uno mismo. Pues eso, amo la música de los Sidonie, y ayer disfruté mucho en su concierto. 


"Amo todo lo que fluye, dijo el gran Milton… Amo todo lo que fluye, lo que contiene el tiempo y el porvenir, que nos devuelve a un comienzo donde nunca hay fin… El gran deseo incestuoso es el de seguir fluyendo, unido al tiempo, el de fundir la gran imagen del más allá con el aquí y ahora. Un deseo fatuo, suicida, estreñido por las palabras y paralizado por el pensamiento” (Henry Miller, Trópico de Cáncer). 

sábado, 4 de febrero de 2012

A Celso

Celso
Después de tanto tiempo, me entero de la muerte de Celso, que un buen día de verano conociera en Paradela de Muces, camino a Ferradillo. Aquel día iba acompañado. Hicimos un alto en la casa de Celso, que nos recibió con hospitalidad. Parecía un ranchero hamacado en su propia soledad, con la señal de la muerte grabada en la frente. Bueno, en realidad, el tipo no daba la impresión de que estuviera tan acabado, a punto de morirse, sólo la soledad lo envolvía en su aura de misterio. Pocos meses más tarde le llegaría la muerte. Permíteme, Miguel, que tome prestados esos versos sobre la huesuda, que tú rescatas del magnífico guionista Tonino Guerra: 


Yo si pienso en la muerte / me muero de miedo / porque al morir se dejan demasiadas cosas / que después ya no vuelves a ver nunca más: / los amigos, los parientes, los árboles / del paseo que tienen ese olor / y toda la gente que has visto / aunque sea una sola vez. / Yo quisiera morirme en el invierno / mientras llueve / en uno de esos días que se hace de noche pronto / y por la calle los zapatos se te llenan de barro / y la gente se encierra en los cafés / alrededor de la estufa.


Uno, la verdad sea dicha, no quisiera morirse nunca, o sí, porque si se te van tus seres más queridos, qué sentido tendría ya la vida. Bueno, cada cual como crea conveniente, porque estando bien, de cualquier manera, aunque sepamos que un día u otro todos y todas desfilaremos por la misma senda. 


Casa de Celso en Paradela de Muces
Celso se nos fue al otro barrio, que suele decirse en lenguaje castizo, y eso ya ocurrió en otoño de 2010, tal y como me cuenta el administrador de Paradelade Muces.com, de lo contrario no me hubiera enterado. Vayan aquí estas palabras de recuerdo para aquel hombre que un buen día de verano, soleado, estupendo, tuve a bien conocer, aunque sólo fuera durante breves momentos, antes de continuar rumbo a Ferradillo, la pequeña Rusia, donde en tiempos se refugiaran los maquis, los perseguidos por los fachorros. Qué curioso. A muchos bercianos y bercianas del Alto ni siquiera les suena el nombre de Ferradillo. ¿Por qué creéis que será? Tal vez porque la historia siempre la escriben quien manejan el cotarro. 


Celso -su figura, su recuerdo- me ha llevado hasta las mismas peñas de Ferradillo, que a lo lejos se asemejan a un hombre dormido, con la panza al sol, o bien a un indio que descansara su soledad como el pobre Celso, que a estas alturas ya estará entonando algún cántico en los cielos azules de los estíos bercianos.

jueves, 2 de febrero de 2012

A Theo Angelopoulos


Existe el cine de prosa y de poesía. Como bien nos anticipara Pasolini. Pues Angelopoulos está, naturalmente, en el cine de la poesía.

La desaparición física del cineasta griego Theo Angelopoulos bien se merece una reseña. Aunque se nos haya ido recientemente, acaso a tocar un arpa, suspendido en el aire, con el arcángel San Gabriel, siempre nos quedarán sus películas, algunas de enorme calidad estética, visual, narrativa, of course, aunque el suyo sea un cine peculiar, alejado de las convenciones y normas clásicas. 
Y algunos y algunas, sobre todos quienes adoran el llamado cine de acción, se sientan aletargados, es un decir, ante las puestas en escena con las que nos obsequia Angelopoulos, más propias de Bergman o el propio Antonioni, el cual sería en cierto sentido como su padre espiritual, o eso le parece a este menda. 
Un cine, el de Theo, con un tempo lento, con unos planos-secuencia larguísimos, que le confieren un característico ritmo pausado, lo que nos remite a los orígenes del cine, cuya prioridad era la de captar el movimiento de las cosas y observar cómo el tiempo fluye a través de éstas. 
Un ritmo especial que nos permite recrearnos en la belleza de las imágenes, en lo que nos cuenta, cuyo afán -compartido por cineastas como Wenders o Erice, entre otros- es su necesidad vital por devolvernos la mirada inocente y primigenia de un niño o niña que mirara por vez primera la realidad. Qué hermoso. Y qué propuesta más arriesgada en este mundo tocado por el vértigo, que camina a toda mecha en busca de dios sabe qué. Como esos niños que deambulan perdidos, en medio de un paisaje descorazonador, con el único propósito de encontrar a su padre. Véase una de sus mejores cintas, Paisaje en la niebla. Marcada, por supuesto, por la poética que se desprende de la niebla y el silencio. 
Estamos, una vez más, ante el deseo por encontrar al progenitor ausente, de religarse con el origen, con el portador del mito. No en vano, su obra cinematográfica está concebida a partir de "espacios abiertos" y estructuras míticas, sobre las que él edifica hechos verídicos, noticias, citas y referencias varias. 
Sus pelis son auténticos viajes... iniciáticos (El viaje de los comediantes, Viaje a Citerea, Paisaje en la niebla, La mirada de Ulises...), en los que sus protas buscan sueños perdidos, rotos, entre ellos figuran los exiliados huyendo de la violencia, la barbarie y la miseria, los refugiados (kurdos, turcos, albaneses...) en tierra de nadie (El paso suspendido de la cigüeña), con una constante y casi obsesiva presencia de las fronteras -jodidos muros infranqueables- las luchas étnicas y religiosas, así como las ruinas de antiguos regímenes: la escisión fratricida de los Balcanes. 
Un paisaje (humano) desolador. 
Un mundo hecho de absurdo y nada. Como El extranjero, de Camus, que fue uno de sus libros de cabecera. O como vemos en otra de sus pelis emblemáticas, bellísimas: La mirada de Ulises, que en realidad es su propia Odisea
Las similitudes entre ambas obras, aunque se manejen en lenguajes diferentes mas complementarios, saltan a la vista y hasta son reconocidas por el director griego, formado al menos durante un curso -pues luego fue expulsado- en el IDHEC de París (hoy la Femis, donde imparte clase nuestro paisano y amigo Chema Sarmiento). 
Sabemos que sus años de formación en París, en un inicio en La Sorbona, después bajo la tutela de profesores de la talla de Sadoul o Mitry, y finalmente en el IDHEC fueron definitivos para que este director y guionista ateniense acabara integrando el cine como forma de vida. Y la capital francesa como la meca mundial del cine. 
Estamos hablando de los años 60, cuando florece la Nouvelle Vague o Nueva Ola (imprescindible para entender el cine moderno y contemporáneo, aunque ésta sea deudora del cine soviético de principios del XX, del realismo poético y el neorrealismo).  
Se nos ha muerto uno de los más grandes cineastas de las últimas décadas, que contó, sobre todo en sus últimas pelis, con fieles colaboradores como el excelente guionista Tonino Guerra o la compositora Eleni Karaindrou. 
Aunque nos haya dicho adiós, seguiremos contemplando con deleite sus películas: la eternidad y un día, sugerente título para quien, como poeta, reflexiona ante la inminente muerte. Y esto le procura tal extrañamiento, que hasta le impide reconocerse a sí mismo, porque acaso la vida es algo que pasa mientras uno está entretenido haciendo otra cosa. 
A decir verdad, tengo pendientes tanto sus primeros como sus últimos trabajos: Eleni y The Dust of Time.

miércoles, 1 de febrero de 2012

A la vinosidad, los pimples y empinamientos

A estas horas en las que debería (o debiera) estar ensabanado, toco la campanilla, entono un gallipavo y me engallo en la gayolesca escritura traspuntada, o algo tal que así, que jugar con los "palabrines" es algo que me encanta. Y acostarme con las palabras, sobre todo si lucen estupendas, ché qué sbornia, es ya un placer de dioses en el Olimpo de las marejadas. ¿O no?
Pues que corra el vino y los temples templados, mientras me aventuro a darle vuelo y rueca a esta fraseología que escribiera hace un montón de años, merito nomás, y que leyera el pasado agosto en el útero de Gistredo, con motivo del Segundo Encuentro Literario en Noceda de mis entretelas, ay, que se me va la santa a dormir. 
En aquella época, hablo de hace más de veinte años, que se dice pronto y mal se entama, uno ya ponía en práctica las Tardes/Noches de Autor y Autora, como me recuerda el amigo Mingo (n'est-ce pas?), y montaba saraos de esta guisa, eso sí, en compañía de amigos y amigas dispuestos todos y todas a dejarse guiar por las veredas de La Solana y La Hidrera. Qué verdes eran, entonces, mis valles. Besitos y buenas noches.



Hubo un tiempo, allá por los fines o confines de los 80 y “encetes” de los 90, que era habitual celebrar ritos vinateros en época de fiestas de guardar, entre otras, el día de Nuestra Señora de Las Chanas y el San Roque de las resecas. Aquellos se me antojan tiempos dichosos, porque éramos jóvenes y atrevidos, y nada o casi nada se nos ponía por delante, o al menos es la impresión que nos ha quedado. Con motivo de estas celebraciones, digamos litúrgicas, nos reuníamos en la bodega, amigos y conocidos, paisanos y devotos del dance y saraos varios, en torno a un vinín y unos pinchines de chorizo y jamón.
A este penitente se le ocurrían fraseologías, como la que a continuación damos vuelo. Dicho sea de paso, y a la buena fe, el texto que sigue lo escribí hace dieciséis años, y lo reescribo ahora para la ocasión curujera, con permiso de lectores, redactores y demás paisanaje. Vaya aquí:

Oratorio en Si Sostenido y templado. Apertura de los tapines.

Dedicado a la cuba de Delft y al lagar de Santiago Teresín, a los venidos con bien y con detalles varios a esta con-cuba bodeguina.

Hallábase su fiel servidor en la holandesa ciudad de Arnhem, cuando a sus mientes afloraron, acaso por influjo etílico, tales y cuales semillas, las cuales, aunque no vayan a “dir” a misa, rezan de este modo y “maneros”:

Salud, alegría y mejores trancas para los aquí con-ceremoniados, tanto para versados en eternos tumbos y/o tajadas, como para novicios y doncellas en corrimientos al tinto.

Pláceme en “com”, y en grado “moña”, que hayáis decidido venir a esta bodega, un año más, a estos muros de la patria/matria “de mío”.

Si el año que nos precediera, nuestras in-maculadas fueron llaga y cruz de algunos, “aesti” año, por las séculas del glorioso mundanismo, las tintas ende derramadas serán, viva la burra de…, vino y bendición de los fados y las madrinas.

Con los cirios encendidos, y las llamas en pie de cruzada, cogemos pluma escritural y pellejos de cabra para puntuar, interrogar y acaso largar algún rezo por vuestras intra-ánimas.

Con el de Loy, el calendario, la de Julio, la “palankana”, y alguna que otra rana, la bocarruei o bien la de Salamanca, este vuestro sirviente intentará convertir esta penumbra en circo ambulante, eso sí, luego de introduciros la vinosidad en vena. ¡Qué vaya pretensión, la nuestra!

Con el verbo embebido, que no encarajado ni encipresado, procuraré desfacer enredos y componer entuertos, no sin antes recordaros que empinarla en exceso es engañarla… la, la, la, que la excita y al tiempo la desinfla, que la persuade y la deja, que la sube y la deja a medias, en definitiva, que en sueños la equivoca y la deja luego desengañada. En cualquier caso, os recomiendo que la empinéis hasta el tercer canto de nuestro “gayo” en La contrapuntístico, puntín va, puntín viene. ¿A vosotros os La engañó esta noche la bebida? ¿Y os La llovió?

PLANO GENERAL: Profanación del Vino Consagrado. Toma primera, picado segundo, barrido tercero.

Máximas convertidas en mínimas:

·        Que los cirios o velamen no nos hagan ver oscuros deseos encendidos.
·        Que no vean nuestros ojos lo que vuesas manos fagan.
·        Como suponemos que estamos hechos de buena madera, y ésta se conserva en mejor vino, bebamos hasta transformar nuestros maderales  en cínicos pasos por el zócalo del saber/beber, porque es bien sabido que la materia ni se crea ni se destruye, y sólo y bien mirado va tomando caretos variopintos.
·        Quienes, por desprecio u otras causas, se abstuvieran de la carne y el vino, excomulgados serían en esta res-pública.
·        Si, luego de estos dichos, estrujáis bien letras y os empapáis entre puntos, comas y bebas, podréis alcanzar el miedro (“u más”) del licor más delicioso, que jamás dieran las viñas de La Solana y La Hidrera. Con este miedro brindaremos por las reinas, reininas, princesas y bufones de la Corte Mayor.
·        ¡Que el vino potens y los elixires ponendi sean con vosotros y os guarde eternamente!
·        ¡Que la guazpayara de la doncella os santifique con sus manantiales!
·        ¡Que los órdenes sucubéticos, incubéticos e hipercubéticos os purifiquen de todo pecado!
Finalizo, alegre y ebrio de plenitud, felicitándoos por asistir a este rito eucarístico. Espero que mis versículos no hayan congelado vuesos Actos puros y recurrentes.

Firmado: El Arcángel de la Archi-poiesis Ja-cobina, a tantos de tantos de muchos más, en Noceda del Bierzo, Barrio de Vega, en La Parada.