miércoles, 31 de marzo de 2010
Antidepresivos
Estimulantes químicos, cocaína, crack, anfetas...
Se usa desde finales del siglo XIX como anestésico en clínicas alemanas, sobre todo en intervenciones oftalmológicas. Y en algunos países se ha usado como anestésico local en varias cirugías, y como ingrediente básico de tónicos y elixires. Ha gozado, y sigue teniendo, gran popularidad, sobre todo entre la población adinerada actual. Sin embargo, no es una droga nueva. Existe desde hace más de 100 años. Se vende en el mercado negro en forma de polvo blanco, fino y cristalino, casi siempre o mejor dicho siempre adulterado, con otros productos como la maicena, talco o azúcar, lo que supone un riesgo para la salud. Y existen dos formas de cocaína: sal de hidroclorato y cristales de cocaína (lo que se conoce como crack o la droga de los pobres).
El consumo regular de cocaína crea sobre todo dependencia psicológica y aumenta el riesgo de sufrir trombosis y derrames cerebrales, al igual que infartos de miocardio. Asimismo, acelera la arterioesclerosis y provoca cuadros psióticos, con sintomatología alucinatoria, en la que destacan las llamadas alucinaciones liliputienses o visión de pequeños individuos. También produce esquizofrenia paranoide y depresión. Su uso continuo, cuando se aspira o esnifa, puede llegar a perforar el tabique nasal. Por otro lado, no están probados sus efectos afrodisícos, como se cree, y si bien puede aumentar el apetito sexual, aunque por lo demás anula la sensación de hambre, sed, frío y fatiga, también puede provocar impotencia.
La inyección intravenosa de cocaína actúa casi instantáneamente. De ahí que, en la mayoría de los casos, quienes se inyectan cocaína, emplean también opiáceos o tranquilizantes.
El "crack" (también llamado piedra, por el ruido peculiar que emiten sus piedras al ser calentadas por una llama) es un derivado de la cocaína, del resultado de hervir clorhidrato de cocaína en una solución de bicarbonato de sodio, que da una pasta amarillenta, que se endurece como “roca” al enfriarse. Posee un alto grado de impurezas. Se suele aspirar, una vez calentado en papel de aluminio, y procura sensaciones de euforia, pánico, insomnio y dependencia psicológica.
Y en cuanto a los trastornos psicológicos, cabe señalar la depresión, así como cuadros psicóticos y esquizofrénicos.
La anfetaminas o anfetas son derivados químicos de la efedrina (alcaloide vegetal) -sintetizadas por primera vez a finales del siglo XIX-, y potentes estimulantes del SNC, que ayudan a mejorar la vigilia, aumentan los niveles de alerta y la capacidad de concentración. Asimismo, favorecen la atención y la memoria. De forma que permiten pasar largas noches y días sin dormir, con el consiguiente cansancio que lleva a ataques de ansiedad y aun a crisis de paranoia. Por esto se habla del síndrome de psicosis anfetamínica, similar a la psicosis cocaínica o a la esquizofrenia paranoide, con cuadros delirantes.
Las anfetas, en definitiva, han sido utilizadas para tratar una gran variedad de trastornos, entre otros, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o la obesidad.
martes, 30 de marzo de 2010
Estimulantes vegetales del SNC, té, café, mate, etc.
Los estimulantes vegetales, como su nombre indica, se encuentran en especies vegetales, algunas de las cuales cuentan con alcaloides (nitrogenados), y a partir de éstos surgen los estimulantes químicos o sintéticos.
Diversas plantas tienen el potencial de desencadenar efectos estimulantes, liberando, normalmente alcaloides, con potencial psicoactivo.
Los estimulantes vegetales más conocidos son el café (surgido hacia el siglo X en la península arábiga), el té, la yerba mate, el cacao, el guaraná, el betel (semilla de un tipo de palmera que se da en India o Indonesia), el cat, la cola y la coca. Salvo el cat y la coca, los demás tienen como principio activo alguna metilxantina (cafeína, teofilina, teobromina), variando la concentración según los casos.
La cafeína, por ejemplo, aumenta los niveles de Noradrenalina y Dopamina, lo que explica buena buena parte de sus efectos favorables sobre la concentración. Se trata de un alcaloide del grupo de las xantinas, que actúa como droga psicoactiva y estimulante del SNC, y se emplea para reducir la fatiga física y ponerse en alerta mental.
La cafeína también forma parte de la guaranina (que está en el guaraná), mateína (en el mate), y teína (en el té), las cuales contienen además algunos alcaloides adicionales como los estimulantes cardíacos teofilina y teobromina.La cafeína, que tiene propiedades diuréticas al menos en dosis suficientes, también se encuentra en el cacao, algunas bebidas no alcohólicas (las gaseosas como refrescos de cola, originariamente preparados a partir de la nuez de cola) y bebidas energéticas como Red Bull.
El guaraná proviene de una trepadora amazónica (Paulina Cupana), cuyas semillas poseen una concentración de cafeína unas cuatro veces mayor que la del café. Es asimismo un ingrediente primario en las bebidas energéticas.
El cacao, por su parte, contiene tanta cafeína como teobromina y fue empleado como estimulante por los aztecas; sin embargo, los chocolates actuales no son tan estimulantes.
El cat es la planta con mayor poder estimulante conocido; porque sus alcaloides (la catina y la catinona) poseen afinidades con las anfetaminas.
Por su parte, la planta de coca, originaria de los Andes amazónicos, es un estimulante menos activo que el cat, aunque posee varios alcaloides, entre otros la cocaína. Los indígenas andinos, sobre todo, tienen por costumbre mascar hojas de coca por sus propiedades nutritivas y para aguantar determinados trabajos.
El té (probablemente de etimología china, Chá) es otra fuente común de cafeína, incluso contiene más cafeína que el propio café, aunque el té se prepara normalmente en una infusión mucho más diluida. El té proviene principalmente de China -donde se considera medicinal-, India, Sri Lanka, Taiwán, Japón, Nepal... Hay muchas variedades: té blanco, té de invierno, té negro; té rojo o el té verde (que se considera como el más beneficioso para la salud humana).
El chocolate, derivado del cacao, contiene una pequeña cantidad de cafeína. El tenue efecto estimulante del chocolate podría deberse a la combinación de teofilina y teobromina tanto como a la cafeína.
En dosis bajas, la nicotina pone en alerta y vigilancia al individuo, y en dosis elevadas produce un efecto reforzador o de recompensa sobre el sistema límbico, mediado por la vía neuronal del placer.
Tranquilizantes Mayores o Neurolépticos, y Grandes Narcóticos
Entre sus conocidos efectos secundarios están el parkinsonismo o incapacidad de estarse quieto, la destrucción de células, anemia, vértigos, visión borrosa, retención urinaria, estreñimiento, irregularidad menstrual, atrofia testicular, arritmias cardíacas, congestión nasal, sequedad de boca, trastornos de peso (desde una marcada obesidad a pérdida de masa muscular), síndrome con hipertermia y aun muerte repentina.
También afectan de un modo negtivo en la potencia sexual, con inhibiciones en la eyaculación y frigidez, y degradación en el deseo erótico, así como una merma en la capacidad afectiva, cuando los tratamientos son prolongados y frecuentes. Se administran tanto por vía oral, sublingual, intramuscular como endovenosa, según el caso y el producto. Y se pueden distinguir entre Neurolépticos Típicos o clásicos (véase por ejemplo el Haloperidol), cuya acción antipsicótica se ejerce al bloquear los receptores dopaminérgicos D2. Y por esto son eficaces sobre los síntomas de la esquizofrenia, aunque tienen muchos efectos adversos. Por otra parte, están los Neurolépticos Atípicos o nuevos, que producen una mínima sedación como la Risperidona. Su acción antipsicótica se ejerce al bloquear los receptores dopaminérgicos D2, como ocurre con los típicos o clásicos, y también por el bloqueo de los receptores serotonérgicos, histamínicos y muscarínicos.
Son más eficaces que los anteriores y producen menos efectos adversos.
Para finalizar este apartado, incuiré los Grandes Narcóticos como el Cloroformo (léase el poema de Valle Inclán dedicado a esta sustancia), que se obtiene por destilación de alcohol con otros compuestos (cloruro de cal, acetona, etc.). Se trata de un potente narcótico por inhalación. Su efecto anestésico es muy breve y entraña el riesgo del llamado colapso primario. Se puede producir muerte, además de intoxicaciones agudas, por la falta de oxígeno en el cerebro y una depresión en la mayoría de los órganos (corazón, hígado, páncreas...). Su abuso produce dolores de estómago y vómitos, pérdida del impulso sexual, irritabilidad, insomnio, debilidad física y mental, incluso delirium tremens, más violento que en los alcohólicos.
Éter. Se obtiene por destilación del alcohol con ácido sulfúrico, y procura una ebriedad similar a la del alcohol. El éter, que también se emplea como disolvente desde hace siglos, ha sustituido al cloroformo como anéstésico de inhalación. Al igual que el cloroformo, provoca en el consumidor un síndrome de abstinencia con un violento delirium tremens, que en ocasiones se resuelve en muerte. En dosis leves procura desinhibición controlable, con una sensación de que se agudizan los sentidos y el intelecto. Y en dosis medias y altas se producen alucinaciones visuales y auditivas. En algunos casos, y en atmósferas impregnadas con vapores de éter, también se dan delirios ninfomaníacos.
Además de otros somníferos y sedantes, como los bromuros, que resultan espantosos, también está el Gas de la risa (óxido nitroso), que aún se utiliza hoy en la cirugía general y odontología. En dosis medias o pequeñas funciona como un analgésico.
Por último el fentanil o fentanilo (Fentanesc en España), de uso más o menos reciente. Está controlado a nivel legislativo, incluso monopolizado, y cuyos efectos son unas cuarenta veces más potentes que los de la heroína. El fentanil se emplea en intervenciones quirúrgicas realizadas sobre todo en clínicas occidentales.
Otras sustancias psicotrópicas depresoras del SNC: Tranquilizantes Menores o Ansiolíticos y barbitúricos
Otro inconveniente de las benzodiacepinas es su larga permanencia en el cuerpo. Por contrapartida, estas drogas suelen ser bastante seguras, aunque también hayan producido casos de intoxicación, incluso de muerte.
Derivados del opio
Sus derivados químicos son la Heroína; Naloxona y Naltrexona (éstos dos últimos empleados para el tratamiento de la intoxicación aguda por opiáceos), etc.
La heroína, que ya se conoce desde finales del siglo XIX, se prepara a partir de la morfina. De ahí que también se le llame diacetilmorfina. Se vende en forma de polvo blanco o marrón, y aun como sustancia negra pegajosa (goma o alquitrán negro). El gigante farmacéutico Bayer registró la marca comercial Heroin (Heroína) por sus cualidades heroícas, para combatir la tos y la tuberculosis, y luego la tuvo que retirar por presiones ejercidas por los defensores del opio. Cuando está sin refinar, la heroína se conoce como “azúcar moreno” y, ya refinada, como “caballo”.
Puede adulterarse -y suele hacerse- con quinina, lactosa, azúcar, así como con otros fármacos depresores del SNC, tales como los barbitúricos y sedantes, incluso se contamina con estricnina y aun otros matarratas, que resultan letales en dosis altas. Cuando se mezcla con cocaína, y aun con anfetas, se conoce como Speedball.
En la actualidad, la metadona se suministra, líquida y aun en pastillas, para desintoxicar a los farmacodependientes de opiáceos, como la heroína.
La Codeína o metilmorfina es otro alcaloide del opio, con sabor amargo, quizá el más vendido por la industria frmacéutica, y descubierto casi a mediados del siglo XIX como resultado de metilizar o metabolizar la morfina.
Se suele tomar en jarabe -casi todos contienen codeína-, para aliviar la tos, o bien inyectada, con efectos analgésicos excelentes en casos de dolores moderados. Y sobre todo tiene mucho menor riesgo que la morfina de provocar dependencia o efectos tóxicos. De efectos parecidos a la codeína es la Buprenorfina, incluso la Pentazocina. También cabe mencionar la Tebaína (que se usa para crear otros derivados sintéticos del opio, como la naloxona); la Papaverina (cuyo efecto es relajante); Noscapina, Narcotina, etc.
lunes, 29 de marzo de 2010
Depresores del SNC, el Opio
Los árabes, a través del Islam, mostraron su rechazo al vino para adherirse al opio y el café. Han utilizado el opio como euforizante -aunque paradójicamente disminuye esta capacidad a medida que se aumenta la dosis y la frecuencia de consumo-, y para el tránsito de la segunda a la tercera edad, con el fin de sobrellevar los sinsabores de ésta última, según Avicena.
Actualmente, resulta difícil encontrar opio salvo en Asia Menor y Oriente, aunque la adormidera sigue creciendo de un modo silvestre en buena parte de Europa. Los principales países cultivadores (a fin de obtener sobre todo codeína) son entre otros India y España.
Hay una abundante literatura acerca del opio, léanse sobre todo Confesiones de un inglés comedor de opio, del siempre genial De Quincey); Opio, el diario de una desintoxicación, de Jean Cocteau, o Los Paraísos artificiales, de Baudelaire.
Sustancias depresoras del Sistema Nervioso Central, el alcohol
Drogas exógenas y endógenas
Yaqui de Sonora |
Chamán huichol |
domingo, 28 de marzo de 2010
Sustancias psicotrópicas y su relación con los trastornos psíquicos
Aroma a primavera
viernes, 26 de marzo de 2010
Gaudí en el Bierzo, en Astorga, en León, en el universo
Si uno se queda contemplando el singular y cinematográfico paraje berciano, desde el mirador de Orellán, te entran ganas de levitar. Es como si flotaras en la inmensidad del espacio, desafiando la ley de la gravitación universal, absorto en un espejismo, aura de embrujo y fantasía, en medio de una onírica y hermosa plasticidad.
El paisaje medular berciano, aunque único, tiene cierto parecido con el “Valle Rojo” de la Capadocia. Y esta región turca, cuya extensión se aproxima a la del Bierzo, también pudo haber servido de inspiración al renombrado arquitecto catalán.
Juan Goytisolo, en su libro “Aproximaciones a Gaudí en Capadocia”, nos cuenta que Gaudí, como el gran Cervantes o el atormentado Goya, buscaba la España profunda, la España negra, y seguramente la llegó a encontrar en las vetas ocultas del mestizaje mudéjar.
El mestizaje como alimento espiritual. El “espíritu” como algo que debemos recuperar en esta época abrasada por un capitalismo salvaje y un consumismo estúpido. La espiritualidad frente al materialismo grosero que nos invade. La sensibilidad y la verdadera inteligencia frente a un pensamiento único, totalitario, ramplón, terrorífico. Incluso el arte se está convirtiendo en un sucedáneo, en una chapuza.
También sabemos que a Gaudí le atraían los templos hindúes y los minaretes de las mezquitas árabes. Le fascinaba, en definitiva, el espacio físco y cultural del Islam. Su único viaje de juventud, al parecer, fue a Marruecos. Y no a la Capadocia, como uno pudiera llegar a creer.
Quien visite el valle de Göreme, en la Capadocia, se percatará de que Gaudí estuvo dándose una vuelta por allí. Y se quedó embebido con el sabor de los hongos y el color de las chimeneas fungiformes en donde habitan los trogloditas -esa estirpe inmortal, como nos dice Borges- y algunos anacoretas fugitivos.
Gaudí, que tenía algo de hombre cavernario y mucho de cenobita, fue capaz de devolver la naturaleza al arte. Y transformar éste en algo sublime.
martes, 23 de marzo de 2010
Goran Bregovic
lunes, 22 de marzo de 2010
Cinco horas con Mario
También le echa en cara que no le comprara un coche Seiscientos. Esto me hace recordar una secuencia, emocionante, cuando el genio Brando vela a su mujer muerta en El último tango en París.
Las citas de marras son brevísimos pasajes que Mario, liberal aunque católico comprometido, supuestamente había subrayado en su Biblia de cabecera (como subrayado tengo el ejemplar que comprara en una librería de viejo en el barrio de Coyoacán de Ciudad de México, editado por el ilustre coruñés Porrúa, que se encargara de editar a Gabo y Cortázar, entre otros muchos grandes).
Y a partir de estas citas, Carmen va hilvanando pensamientos, recuerdos y sobre todo continuos reproches a Mario por no haber sido como ella quería que hubiera sido, más pragmático en la vida, más adaptado al sistema, con aspiraciones de ascenso en la jerarquía social, y sobre todo menos frío con ella.