miércoles, 19 de junio de 2024

Viajar para encontrarse con el Otro

Viajar para encontrarse con el Otro, con lo distinto, que acaso sea nomás un reflejo de uno mismo, porque nada de lo humano nos es ajeno.

Fisterra

Viajar para visitar, una vez más, el último reducto de tierra conocido hasta bien entrada la Edad Media en la Costa da Morte.

Viajar para sentir el antiguo finis terrae, en el poniente mágico, tocado por las meigas, espacio mitológico en el que termina la tierra y comienza el mar, donde el sol desaparece detrás del océano Atlántico, porque entonces, en aquel tiempo, más allá de ese remoto lugar, ya no había nada, creencia que perduró durante siglos. Y que sigue invitándonos a fantasear.
Faro Fisterra

Viajar para echar la vista el puerto de Fisterra a través del ancla para a continuación aproximarse al castillo de San Carlos, alcanzar la iglesia medieval de Nuestra Señora das Areas, la cual custodia la imagen gótica del Santo Cristo de barba dorada, y finalmente encarar la senda que lleva desde esta iglesia románica hasta el faro de Finisterre, donde peregrinos y viajeros celebran el fin de la ruta.
Puerto Fisterra
En esta ocasión el cabo de Fisterra (Finisterre), que es el segundo lugar más visitado de Galicia después de la catedral de Santiago, acoge al viajero en un día espléndido, radiante, cuya sonrisa se asoma al infinito.
A unos treinta kilómetros, nomás (una viajera cuenta que los ha hecho a pie) se halla la población de Mugía o Muxía, donde el viajero pone los pies por vez primera, esperando que no sea la última.
Muxía

Al abrigo del monte Corpiño, Muxía se muestra como un sitio tranquilo, al que también van a parar, como ocurre con Fisterra, peregrinos y tal vez almas errantes, con el deseo de sentir la belleza en todo su esplendor.
Muxía recibe al viajero con una luz marina especial, como de otro mundo, quizá por estar en la llamada Costa da Morte.
Hay algo singular en el paisaje de Muxía que al viajero le hace rememorar la Costa Brava de Cadaqués o Port Lligat.
El olor a mar y misterio empapa al viajero en esta tierra de leyendas como esa que dice que la virgen se acercó por mar en una barca de piedra -de ahí el santuario o ermita de la virgen de la Barca-, y cuentan que lo hizo (la virgen, claro) para darle aliento al apóstol Santiago en su afán evangelizador.
Se trata de una ermita barroca (la virgen de la Barca), que se alza sobre un acantilado rocoso donde el océano Atlántico ha esculpido a lo largo del tiempo formaciones asombrosas, a la que acuden peregrinos y almas de todo el orbe en busca quizá de salvación.

La brisa sopla con fuerza y las olas penetran en el alma del viajero como si éste se hubiera adentrado en una dimensión ignota.
El faro vigila el horizonte, que se tiñe de color poesía cuando el crepúsculo se cierne sobre el océano Atlántico como una alucinación.
El viajero se despide de estos sitios cargados de una energía como de otro mundo para poner rumbo a la ciudad de Santiago de Compostela porque siente la llamada del apóstol.
Lástima que éste no avise al viajero de que chove en Santiago aunque sea mediados de junio, a punto de entrar el verano.
faro de Muxía

Y la lluvia, aunque sea un arte, y tan necesaria para el campo, para la naturaleza, para los seres humanos, en definitiva, resta belleza a la monumentalidad santiaguesa. Eso cree el viajero, a quien además le resulta incómoda para pasear. Para disfrutar precisamente de la belleza milenaria que atesora la ciudad de Santiago, con su plaza del Obradoiro y sus rúas antiguas y su gastronomía (en esta ocasión, extramuros, al viajero le recomiendan el restaurante Don Manuel, mi toca yo, sin el don, donde se come carne exquisita a la parrilla).

Al viajero también le gustan los pimientos de Padrón y la tarta de Santiago.
A pesar de la lluvia, Compostela está a rebosar de peregrinos y visitantes, tanto es así que se forman grandes colas para entrar en la catedral y abrazar al apóstol, que de seguro estará renegando de tanto gentío.
Santiago se ha convertido en una romería, en un gran negocio.
Todo se ha vuelto un gran negocio en este universo hipercapitalizado.

Qué las diosas y el apóstol nos cojan confesados.

Antes de despedirse de Santiago, el viajero no se resiste a adentrarse en la Alameda, donde el genio de la lámpara maravillosa, Don Ramón María del Valle-Inclán, está contemplando, acaso en éxtasis, la panorámica de la catedral.

"Chove en Santiago/ mi dulce amor/camelia blanca del aire/brilla acariciando al Sol". Con estos versos de Lorca (cantados por Luar na lubre), el viajero dice hasta la próxima a la ciudad de Compostela.

jueves, 13 de junio de 2024

As bestas, de Sorogoyen

Vi por primera vez la película As bestas en la Térmica Cultural de Ponferrada el pasado mes de agosto, con la presencia de su director Sorogoyen y la actriz ponferradina Mapi Galán, que ejerció como conductora de la presentación y coloquio posterior de la película, la cual me sacudió las entrañas, porque los personajes son genuinos, muy bien interpretados por un elenco actoral portentoso, como es el caso del actor Zahera (brutal, sobrecogedor, da miedo), que te eriza todos los vellos de la conciencia y la subconsciencia.

Aunque los demás personajes interpretados por Ménochet, Marina Foïs, Marie Colomb y Diego Anido (cual si fuera un discapacitado mental, tarado de mierda, así le dice el personaje encarnado por el actor francés Ménochet) también resultan bien creíbles, aparte de actores no profesionales y figurantes que intervinieron en el rodaje.

El título de la película entraña un significado simbólico, ya que contiene lo que vamos a ver, haciendo referencia a la fiesta popular de A rapa das bestas, que consiste en cortar las crines a los caballos salvajes para desparasitar a estos animales antes de devolverlos al monte. Por tanto, As bestas, que fue premiada con nueve Goyas, entre ellos a la mejor película y mejor director, nos muestra la violencia salvaje de unos seres aferrados a su terruño, con una puesta en escena de la maldad del ser humano-animal, a partir de una historia real acontecida en el concejo de Petín (Ourense), lo cual nos invita a reflexionar una vez más acerca de la condición humana. Todo ello con el trasfondo de los parques eólicos proyectados en los montes donde viven estos caballos salvajes. Energía renovable sí, pero no a cualquiera precio y en cualquier lugar. El hecho de que el francés no firme a favor de los eólicos supone un conflicto. En el Bierzo también sufrimos esta invasión de los parques eólicos, incluso en lugares con un enorme valor ecológico.

Algunas escenas de As bestas nos escalofrían el alma y otras, como el diálogo entre las actrices francesas, madre (Marina Foïs) e hija (interpretada por Marie Colomb), resultan reveladoras, porque ambas tienen sus razones en lo que plantean. Al final, parece triunfar el amor de Olga frente al miedo, el rencor y la venganza.
Todo ello ambientado en unos paisajes que, como berciano, me resultan familiares y cautivadores.
A Mapi Galán, a quien invité a participar en Tardes de cine en Bembibre, hacía tiempo que no la veía.
Por cierto, un milagro que al final pudiera ver As bestas en la Térmica cultural de Ponferrada.
Se trata de una coproducción entre España y Francia. Y está rodada en tres idiomas: francés (familia francesa), gallego (vecinos de la aldea), y castellano. 
Mapi Galán y Rodrigo Sorogoyen














He podido volver a visionar esta película y sigue causándome el mismo impacto que la primera vez, lo que significa que estamos ante una obra maestra, un thriller (como se dice en el argot del cine) que nos sumerge en la violencia y el miedo (además de la desconfianza, el rencor y la venganza), la violencia de los hermanos Anta, Loren y Xan, que nunca han salido de su aldea, hacia el matrimonio francés protagonista y el miedo de este matrimonio, ambientado en la ruralidad gallega -en realidad berciana-, en escenarios naturales, pues gran parte de la película (en cuya primera parte tiene gran peso el personaje de Antoine, y cuya segunda parte el peso recae en su mujer, Olga) está rodada en su mayoría en la aldea de Quintela de Barjas, situada a poco más de cincuenta kilómetros de Ponferrada (también puede reconocerse la estación de autobuses de la capital del Bierzo).
Vega de Valcarce, Villafranca del Bierzo también fueron escenarios de rodaje. Y en concreto en la aldea pontevedresa de Sabucedo se rodaron los primeros minutos de la película, donde asistimos, a cámara lenta, al espectáculo-lucha de A rapa das bestas, que nos anticipa lo que vamos a ver.
Este filme ha sido calificado por la crítica como un western moderno en el sentido de que, como en los desiertos y praderas de las películas del Oeste americano, en este caso en la frondosidad de los bosques, con la inclemencia del invierno como elemento hostil, son reflejo de lo salvaje frente a lo civilizado. 
Desde el inicio se masca una violencia, una tensión que va incrementándose hasta el clímax. 
Conmovido me siento. 

miércoles, 12 de junio de 2024

En memoria de Toño Arias Crespo

 Rescato esta foto del baúl de los recuerdos y, al verla de nuevo, siento sacudidas emocionales porque es una imagen de la infancia, la única patria verdadera, como nos dijera el poeta Rilke, en la que estoy en brazos de Toño Arias Crespo, vecino del útero de Gistredo, que recientemente nos ha dicho adiós para siempre.

Con Toño Arias Crespo, vecino de Noceda del Bierzo. Un recuerdo maravilloso. Me da ternura verme ahí en la foto, tan pequeñín.


En realidad, no sabía que Toño estuviera enfermo. Y su fallecimiento, una vez más, me pilló por sorpresa. La muerte, en todo caso, siempre (casi siempre) nos pilla por sorpresa. Es lo que tiene la vida, el reverso de la muerte. Eros y Tánatos forman parte de una misma realidad. Ojalá el Eros triunfará sobre el Tánatos pero me temo que no es así porque al final, más tarde o temprano (es cuestión de tiempo) acaba por imponerse, guadaña en mano, la muerte, la más cruel de las certezas.

La imagen se me antoja entrañable. Y me hace reflexionar acerca del paso inexorable del tiempo (imposible detenerlo, congelarlo), acerca de la vida y la muerte.

Qué breve y efímera es la vida. Un día eres un rapacín y al día siguiente te despiertas y ya eres un rapazón. Por decirlo de un modo amable.
Descansa en paz, querido Toño.





La poesía es la belleza que engendra amor y luz

 Aunque ha transcurrido algún tiempo desde que se presentara Ágora de la poesía. Diez años, me apetece ahora desempolvar esta colaboración con la misma. 

Gracias al escritor Ramiro Pinto, impulsor de la misma, por invitarme a participar, habida cuenta de que he estado en contadas ocasiones en el Ágora, un espacio donde tienen cabida quienes así lo deseen para leer o recitar sus textos, sus poemas, siempre el último viernes de cada mes en el anfiteatro de San Marcos, en la ciudad de León. 

Larga vida al Ágora, a sus dinamizadores (entre ellos al inolvidable Toño Morala) y a cuantos colaboran con la misma. Y enhorabuena por esta antología en la que participamos más de cien autores y autoras. 

Como dijera el propio Ramiro Pinto, el Ágora de la Poesía ha sido un revulsivo en el ambiente cultural de León permitiendo participar a muchas personas que de otra manera se habrían quedado en casa o irían nada más como espectadoras... Creamos tertulias de gran afluencia en el bar Amélie, donde comenzó Cuento Cuentos Contigo de la mano de Flor Méndez y Nuria Antón, y que continúa con Marcelo Tettamanti en el bar Varsovia. Otros muchos eventos fueron impulsados gracias a un ambiente cultural muy singular y entrañable... 

La poesía sigue su camino. El Ágora es un encuentro sin puertas, donde nadie entra ni sale, ¡está! para recitar todos por igual. Su combustible es la ilusión y este libro nos une en el recuerdo". Pues eso, que nos sentimos unidos en el recuerdo por la poesía. 

Vaya aquí mi aportación.

La poesía es una forma de estar y ser en el mundo, una necesidad y respiración; un modo de nombrar lo innombrable, revelando los secretos de la vida; la poesía es vida, latido que nos conecta con otras realidades, acaso con otros universos. 

La contemplación de la Vía Láctea, un amanecer en el desierto, una puesta de sol, el alumbramiento de un bebé, la ternura brotando como un manantial de agua cristalina, la sonrisa de un niño o una niña en el campo de batalla son poesía en estado puro.

La poesía es ese río-océano en el que nos embarcamos para dejarnos fluir, incluso contracorriente, por cauces y terrenos reinventados, por veredas en ocasiones intransitables, ayudándonos a expulsar la bilis, el veneno que hemos acumulado a lo largo de la vida.

La poesía es la belleza que engendra amor y luz.

martes, 11 de junio de 2024

La ciudad milenaria del faro, una belleza balsámica

 Llegando esta época casi veraniega a uno le entusiasma acercarse a la costa, religarse con el mar, que es hipnótico y procura buenas vibras. Y es que a uno, que es de tierra adentro, o marinero de río, como dice el escritor y periodista Emilio Gancedo, le gusta el mar, también los ríos, los manantiales, los regueros y las reguerinas. Todo aquello que fluye.

Un sitio excelente para darse un garbeo en fin de semana (como este pasado) es la ciudad milenaria del faro. De vez en cuando la brisa marina broncea tus ilusiones y te ayuda a cargar las pilas. La ciudad milenaria del faro es una belleza balsámica.

Me fascinó recorrer sobre todo la zona de la torre de color caramelo, del faro (patrimonio mundial por la Unesco), el más antiguo del mundo en activo, al decir de algunos. Y sentir los menhires como si me hubiera trasladado a otra época, en un viaje en el tiempo. Me gustó, he de decirlo, visitar lugares de costumbre, porque a menudo se hace con una mirada nueva. Volver a ver los lugares bajo otro prisma, ya sea regular o uniforme, recto u oblicuo, porque la mirada nunca es la misma y la emoción con la que se siente tampoco.

Cementerio musulmán

Me gustó aproximarme al conocido como cementerio moro, que fue creado para dar sepultura islámica a los musulmanes muertos durante la Guerra Incivil, pasear por la playa de Riazor y la ensenada de Orzán, dejarme extasiar con sus puestas de sol, con el obelisco del Millenium al fondo, sumergirme en la Marina, entre las galerías acristaladas del siglo XIX y el antiguo puerto, otear la antigua isla del castillo de San Antón, o aspirar la fragancia palmeral, exótica, de los jardines Méndez Núñez, con su kiosco Alfonso y su casino.
Kiosco Alfonso
Me encanta volver una y otra vez a esos lugares que me despiertan emociones, que me invitan también a la reflexión, a sentir la vida en su plenitud, porque la vida es un suspiro, que se nos va en nada, sobre todo cuando la disfrutamos día a día, sorbo a sorbo. Otra cosa bien distinta es cuando la vida muestra el rostro agrio de del dolor, del sufrimiento, entonces todo cambia. Y el suspiro como lapso de tiempo muy breve puede trocarse en llanto.
Como sólo tenemos una vida, y además es tan breve, me apetece vivirla con el carpe diem que procura cada instante, como si fuera una eternidad, La eternidad y un día, como el título de una película de Angelopoulos, donde asistimos a los pocos días de vida que le quedan a un escritor griego, al cual se le plantea el dilema de morir como alguien ajeno a los demás o bien aprender a amarlos y comprometerse con ellos.
El fin de semana largo en la ciudad del faro ha sido estupendo. De vez en cuando apetece viajar a esta tierra tocada por la magia de las meigas y la brisa del mar con aroma a pulpo à feira. Por lo demás, uno siempre puede descubrir algo, como la plaza del humor, que queda al lado del mercado de San Agustín, en pleno casco histórico, próxima a la emblemática plaza de María Pita.
El suelo de esta plaza del humor está decorado con caricaturas y viñetas de grandes pensadores, comediantes y humoristas, entre ellos Woody Allen, o bien Sócrates, Esopo, Aristófanes, Boccaccio...Tono, Mihura... Pepe Isbert, Mafalda... Asimismo, pueden verse monumentos a excelentes escritores gallegos:

Vicente Risco, Wenceslao Fernández Flórez (autor de El bosque animado) y Julio Camba (oriundo de Vilanova de Arousa como Valle-Inclán), aparte de dos bancos donde aparecen sentados Castelao en uno y Cunqueiro en otro. Curiosa plaza.
A propósito de María Pita, Coruña (tanto la ciudad como la provincia al completo) es cuna de grandes mujeres, claves para entender la historia y el arte de España,
Plaza del humor
entre ellas la propia María Pita -heroína que defendió la ciudad asediada en 1589 por la flota inglesa del corsario Drake, cuya estatua preside la majestuosa plaza que lleva su nombre, donde se encuentra el ayuntamiento de esta ciudad-, además de Rosalía de Castro, tal vez la mejor poeta del Romanticismo español, y Emilia Pardo Bazán, escritora enorme y una adelantada a su tiempo.
Cabe recordar que Rosalía y Emilia fueron amigas, sentían admiración la una por la otra, y llegaron a ser vecinas en la ciudad de Coruña, en la Ciudad Vieja.
Rosalía llegó incluso a dedicarle unos versos a su colega Emilia, y ésta ayudó a la autora del poemario Follas novas en asuntos económicos.

¡Adiós!, montes e prados, igrexas e campanas,
¡adiós!, Sar e Sarela, cubertos de enramada,
¡adiós!, Vidán alegre, muiños e hondanadas,
Conxo, o do craustro triste i as soedades prácidas,
San Lourenzo, o escondido, cal un niño antre as ramas,
Belvís, para min sempre o das fondas lembranzas,
Santo Domingo, en onde canto eu quixen descansa,
vidas da miña vida, anacos das entrañas.
E vós tamén, sombrisas paredes solitarias
que me viches chorare soia e desventurada.
¡Adiós!, sombras queridas; ¡Adiós!, sombras odiadas;
...............outra vez os vaivéns da fertuna
...............para lonxe me arrastran.
            (Rosalía de Castro, Follas novas)


Al lado de la plaza de la Constitución está la calle del Príncipe, una rúa antigua y señorial de la Ciudad Vieja en la que vivió Rosalía de Castro con su familia, en concreto en el número 3. Y la condesa Emilia Pardo Bazán en el número 11 de la calle Tabernas, que es en la actualidad sede de la Real Academia Gallega. La propia Emilia Pardo Bazán, que cuenta con una estatua en los jardines de Méndez Núñez de Coruña, fue una de las promotoras de dicha institución. Y ella misma, su espíritu, o sea, me guio hasta Meirás.
Pues sí, Meirás existe en el mapa. No es un territorio mítico, fabuloso, como Macondo, Comala o la Región de Benet.
Meirás existe, sí (un poco de humor siempre viene bien). Y aquí se halla el famoso pazo, cercado por un muro de piedra, que el Caudillo, tan ladino él, se quedó en propiedad, a sabiendas de que este pazo era propiedad de la aristócrata Pardo Bazán, que le sirvió para inspirarse en sus escritos.
Aunque sabía que lo encontraría cerrado -las visitas guiadas son con cita previa, creo que en grupo-, me apetecía aproximarme a sus muros con garitas y troneras en todo su perímetro, los muros de la patria nuestra, acaso para encontrar la inspiración que encontrara esta gran viajera por la Europa adelante, quien fuera una vanguardista, hablo de la creadora de Los pazos de Ulloa
Pazo Meirás
(por cierto, he comenzado a ver la serie que para la televisión española dirigiera el cineasta Gonzalo Suárez, director honorífico que fuera de la escuela de cine de Ponferrada en la que tuviera a bien trabajar desde su puesta a punto, incluso antes, hasta su cierre).
El pazo de Meirás, en realidad un castillo, se halla en una zona boscosa, apartado de la aldea de Meirás, que cuenta con un cruceiro llamativo. Bueno, los cruceiros son todo un símbolo en Galicia.
Cruceiro Meirás
La próxima vez a ver si puedo adentrarme en sus muros. Aunque miedo me da que se me aparezca el Generalísimo con su voz de pito... pito pito gorgorito... pin, pon, fuera.
"Españoles, Franco ha muerto".
Regreso a la milenaria ciudad del faro, que se me antoja una belleza balsámica, para finalizar este recorrido subiendo al monte de San Pedro. Y, aunque para ascender a la cima existe un ascensor acristalado, prefiero hacerlo a pie.

Desde monte de San Pedro


El día está orballante, lo que no es impedimento para que, provisto con chubasquero, pueda alcanzar el objetivo. Con estas panorámicas siento la ciudad en todo su esplendor azotada por la brisa del océano Atlántico.


jueves, 6 de junio de 2024

Invisibles

Me ha gustado participar en esta obra, Invisibles, en este proyecto de Cooperación Bierzo Sur, que ha coordinado y editado la enfermera Carmen Álvarez Vilas, con textos de varios autores y autoras, y la revisión y edición fotográfica correspondiente a Ana María Fernández Barredo, a quien también conozco como excelente fotógrafa-reportera gráfica de Diario de León, agencia Efe y Diario marca. 

Carmen Álvarez Vilas en la presentación del libro en Ponferrada

Estas son mis palabras, incluidas a modo de prólogo en Invisibles. Qué lo invisible se haga visible. Puede que lo esencial sea invisible a los ojos, como bien nos dijera Saint-Exupéry en su libro El principito -un canto al amor y la amistad-, porque el verdadero valor de las cosas no siempre es evidente. 

Dedicado a quienes no tienen voz ni voto


Estas palabras se las dedico a quienes a menudo, casi siempre, permanecen en silencio, arrinconados, aquellas personas que sufren profundamente, aquellas personas que han perdido (nunca los tuvieron en verdad) ningún tipo de derechos. Y, para más inri, son maltratados. 

Por ello, me siento emocionado viendo esas instantáneas que nos ofrece Carmen Álvarez Vilas, así como otras personas implicadas con los discapacitados de Santo Tomé y Príncipe.

Aunque reconozco que nunca he estado en este país africano, me llega con hondura su sentir, porque nada de lo humano me es ajeno. Y sí he podido adentrarme en el norte de África y sentir la sonrisa de este continente tan fascinante como dejado de la mano de dios, en realidad abandonado a su desgracia, sobre todo quienes han nacido con algún tipo de discapacidad o directamente en una familia pobre, sin recursos, esa sonrisa tras las que a menudo se esconde sufrimiento y dolor.  

Me sumo gustoso, ilusionado, también con una sonrisa, a este proyecto, que se me antoja algo maravilloso, como es el dar visibilidad y cobertura a quienes tanto lo necesitan.

Y en algún momento espero, deseo que pueda, de primera mano, involucrarme con esta noble y valiente labor, que tan necesaria es en este mundo que a veces se revela terrible, sobre todo para quienes están marginados, apartados de la sociedad.

miércoles, 5 de junio de 2024

Décimo aniversario de la Nueva Crónica

Se me había quedado en el borrador del blog este Décimo aniversario de La Nueva Crónica (a veces ocurren cosas así), que tuvimos a bien festejar por todo lo alto el pasado año a finales de septiembre. 

Con Miguel Ángel Cercas y David Rubio

Con Cercas y Juan Pablo Valadés y su pareja

En la plaza de toros de la capital leonesa nos dimos cita un buen puñado de paisanos, de paisanas, para esta fiesta del periódico que dirige el periodista y escritor David Rubio, a quien le agradezco la invitación. 

Una fiesta realmente divertida, sin protocolos, como dijera el propio David Rubio, donde lo importante era pasárselo bien comiendo y bebiendo, y por supuesto charlando con amigos, amigas, conocidos, redactores, colaboradores, y aun desconocidos. Incluso hubo actuación musical, toda una verbena. 

Ya estamos esperando la siguiente celebración. Con el deseo de una larga vida al periódico y a quienes contribuyen a que salga cada día, en especial a David Rubio, y también a Fulgencio Fernández y Joaquín Revuelta (estupendos redactores de cultura), a quienes también tuve el placer de saludar. En realidad, saludé y charlé con mucha gente. Me gustó asistir. Hasta la próxima. 

https://www.lanuevacronica.com/actualidad/nueva-cronica-cumple-10-anos-compromiso-con-informacion_144579_102/2077288.html 


Bendita inocencia (La infancia recobrada)

Comparto este breve texto que escribiera para un libro colectivo titulado Bendita inocencia, en el que participan varios autores, autoras, que se presentó en el mes de marzo en la ciudad de León. 

Os dejo asimismo esta reseña del periodista y escritor Eduardo Aguirre acerca de Bendita inocencia

https://www.diariodeleon.es/opinion/240322/1516458/siempre-buen.html

El escritor y dinamizador cultural Gregorio Fernández Castañón me pidió mi colaboración para un volumen en que se daba una foto para escribir algo acerca de ella, un ejercicio que uno también suele hacer con su alumnado de los cursos de escritura. A este respecto me apetece destacar un libro del periodista y escritor Carlos del Amor cuyo título es Emocionarte, en el que el autor escribe sobre sus cuadros pictóricos preferidos. Se trata de un viaje escrito con singularidad y belleza a través del arte, que procura emoción y reflexión, donde cada cuadro nos invita a fantasear con un cuento y/o relato. Y ahora vaya aquí ese mío incluido en Bendita inocencia

La infancia como matria y/o patria de la felicidad y los sueños, acaso el sueño de conocer el mundo.

En sus ojos se intuye, se percibe bienestar, salud, incluso un punto de humor tras esa sonrisa iluminada que a su vez nos ilumina como espectadores en este teatro universal de la vida.

Uno quisiera volverse niño, o niña, como en la imagen, a buen seguro para seguir manteniendo vivas las ilusiones -¡la ilusión, ay, es lo último que se pierde!-. Para seguir volando alto en un cielo azul como una cigüeña.  

Uno quisiera regresar a la infancia para poder contemplar de nuevo la realidad con ojos de asombro, como los que intuimos en la imagen. Y adentrarnos su subconsciente, donde brotan los sueños, para averiguar qué sueña, qué piensa, qué siente.

La infancia como territorio de los juegos y las sonrisas, de las creencias y las ganas de vivir, con su traje infantil y esa su mano señalándonos tal vez un horizonte lírico, acaso infinito y rosa, refulgente y misterioso, con ese su gesto burlón, que nos invita a repensar dónde estamos y quizá quiénes somos, aunque esto resulte harto atrevido.

En el fondo, cada uno de nosotros se siente reflejado en esta imagen de infancia, porque todos tuvimos alguna vez infancia, aunque algunos niños, algunas niñas, más de los que quisiéramos en todo caso, no hayan tenido ni tengan una infancia feliz, porque están sufriendo la historia universal de la infamia, de la crueldad, en el campo de batalla. Por eso esta imagen nos resulta tan hermosa, porque en ella está contenida la vida, la felicidad, los sueños y las ilusiones.

“En la infancia se vive, luego sólo se sobrevive”, como nos dijera el poeta Leopoldo María Panero.


martes, 4 de junio de 2024

El Bierzo en silencio (En un abismo sin fondo)

Un placer haber participado en este libro colectivo, El Bierzo en silencio, editado por Más madera https://editorialmasmadera.com/product/el-bierzo-en-silencio/, bajo la tutela del artista Víctor Ruisánchez Ossorio, quien fuera alumno de los cursos de escritura de extensión universitaria de la Universidad de León que vengo impartiendo desde hace años (ahora también en la UNED). 

El propio Víctor es el que pone imágenes a cada uno de los relatos que componen este volumen. Con mis felicitaciones a los autores que colaboran en el mismo. He aquí el mío. 

    “Desde cada fotografía, nos mira siempre el ojo oscuro y mudo del abismo” (Julio Llamazares, Escenas de cine mudo)

Hace tiempo que no mirabas esta foto con detenimiento, como lo haces ahora que estás quizá en un abismo sin fondo, con los achaques propios de alguien que trabajó durante muchos años en el tajo.

Cada fotografía, y ésta en especial, te provoca emociones que te trasladan a una época de tu vida que giraba en torno a la minería de carbón, un mundo que ya no existe como tal, que ya sólo pertenece a la memoria.

Una foto en blanco y negro, como ésta que tienes delante de ti, te lleva por los derroteros de la fabulación, aunque también te hace ser consciente de la realidad, porque hubo una vez unos vagones, como éstos que lucen en la imagen, cargados de carbón.

Y aquí podría comenzar esta historia, que no es más que un montón de recuerdos e imágenes que te asaltan en momentos como éste.

Te gustaría contar una historia alegre, pero alguien te está diciendo -puedes escucharlo con nitidez-, que la minería de carbón, además de procurar riqueza a algunos -los menos-, causó estragos entre la población que entregó su vida a esta dura profesión.

“La mina es buena para el dueño”, te dice esta voz, que te llega desde algún lugar que tal vez sea un no lugar. Entonces, le das una y mil vueltas a esta frase, que se te antoja reveladora, acaso definitiva, y sientes escalofríos, sumiéndote en una profunda tristeza.

Continúas mirando esta foto como si se te hubiera aparecido algún fantasma. Es probable que en este lugar, en el que está tomada esta imagen, los muertos hablen con los vivos acerca de alguna dimensión extraña que se les escapa al común de los mortales. 

Foto de Víctor Ruisánchez

Y es que los vivos siempre están preguntándose qué hay al otro lado de la muerte, porque no acaban de entender que la vida tiene un principio, pero también un fin. Puede que hasta el propio universo tenga un principio y un fin.

Quizá cabría preguntarse qué hay a este lado de la vida. Y a la vez dejarse llevar por esos vagones a través de las vías “donde el amor inventa su infinito”. Ojalá el amor pudiera inventar el infinito. Al Oeste del Poniente. En busca de otros horizontes perfilados con la textura balsámica de las ilusiones.

El viaje, siempre el viaje como una forma de ser y estar en el mundo.

“La mina es buena para el dueño”, vuelves a escuchar, casi de un modo entrecortado, como si estuvieras en una pesadilla, donde el espacio y el tiempo estuvieran rotos en mil añicos.

Te lo está diciendo una voz que puedes reconocer, aunque no logras ver su rostro.

Miras por la ventana de tu habitación al cielo, que se muestra con una sonrisa blanca. Y en ese momento se te aparece un rostro que en realidad son dos rostros fusionados. Es probable que el reciente visionado de la película Persona, de Bergman, te haya sugestionado de tal modo que estés ante un fundido encadenado. Como dicen en el argot cinematográfico. Y es que el cine siempre ha sido y sigue siendo una de tus grandes pasiones. El cine y la fotografía: sueños hechos realidad. 

Presentación en Ponferrada el pasado abril en el museo de la radio

Sara Rodríguez, Raúl Ochoa, Víctor Ruisánchez, Ruy Vega y Cuenya

¿Y si la mina sólo es buena para el dueño, qué ocurrió con los miles de hombres y mujeres que dejaron sus pulmones, su alma, en los subterráneos de las minas de carbón?

            Con el rostro tiznado de antracita y el cabello cubierto por una boina de color negro, esa voz te llega ahora como una taladradora:

“Algún día, no tardando, sabrás de lo que te hablo… pero por ahora disfruta del momento presente, mientras contemplas esa foto en blanco y negro que te convida a soñar con un viaje al infinito a través de unos vagones tirados por tu propia energía”.

            Sientes de nuevo escalofríos y una profunda tristeza.

            Te gustaría imaginar un mundo donde la vida fuera igualmente dichosa para todos. Pero ese mundo nunca ha existido ni existirá.

            Los obreros -como esos mineros y mineras que quemaron su vida en pozos sin fondo-, seguirán moviendo el mundo a través de los raíles de la esperanza.

Tú también has movido tu propio mundo, eso crees, y esperanza, ay, es lo último que deberían perder los seres humanos, aunque la mina sólo sea buena para el dueño.

https://elbierzo.eldiario.es/cultura-y-ocio/presentan-ponferrada-bierzo-silencio-fotos-victor-ruisanchez-textos-autores_1_11260547.html