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miércoles, 16 de diciembre de 2015

El aullido del lobo



Este lunes en La Nueva Cónica


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Cuenta mi madre que el invierno nunca lo comió el lobo. Y, aunque el invierno como tal aún no ha llegado, ya empezamos a sentir los latigazos heladores, sobre todo en noches en las que podemos escuchar, con absoluta nitidez, con cercanía pasmosa, el aullido del lobo, el sonido más necesario para comprender la naturaleza salvaje, según el periodista y narrador berciano Toño Criado. El aullido me sobrecogió este verano, en una noche de agosto, ya fresca,  mientras estaba de cháchara con dos buenos amigos en el útero de Gistredo. No recuerdo, en toda mi vida, haber escuchado un sonido tan poderoso e hipnótico. Me quedé sin palabras, al igual que les ocurriera a Ana y Javi, que me miraron como si no dieran crédito a lo que acaban de escuchar. “Es el aullido de un lobo”, acerté a decirles. “Sí, lo es”, debieron responder ellos al unísono. Aquel bramido envolvente nos hizo darle vueltas a la cabeza. ¿Desde dónde lanzaría aquel sonido? ¿Estaría cerca de nosotros? Lo importante es que aquel aullido nos sacó de nuestra conversación. Nos trastocó. Y nos condujo por otros derroteros, acaso por los montes y los bosques de Noceda del Bierzo, donde otrora se contaran muchas historias de lobos, que mi amigo Javi se ha ocupado en relatar en algún número de la revista La Curuja. Y que Toño Criado recoge en un estupendo libro, ‘Lobos por el Bierzo’. El aullido del lobo me hizo recordar asimismo aquellos programas de ‘El Hombre y la Tierra’, que Félix Rodríguez de la Fuente nos obsequiara siendo un niño. El propio Rodríguez de la Fuente, en uno de sus programas dedicado al lobo, asegura que el aullido de este animal “es uno de los sonidos más impresionantes que ha producido criatura viviente alguna… el aullido del lobo debió dominar durante milenios en Euroasia y América… ponía el temor en el corazón de todas las presas… Hoy, apenas sí se escucha el canto del lobo. No se conoce la voz del lobo más que en algunas grabaciones”. 
Con lo cual me emociona aún más el haber tenido el privilegio de escucharlo, de escuchar ese grito doloroso que nos introduce en un mundo espectral. Como el creado por Bram Stoker en ‘Drácula’: “De pronto, todos los lobos comenzaron a aullar como si la luz de la luna produjera un efecto peculiar en ellos”. El aullido del lobo como expresión de la profunda tristeza del corazón de una especie que llegó a dominar el mundo y estuvo al borde de la extinción. Ahora por fortuna aún quedan ejemplares en la montaña leonesa y aun en otros lugares de la península ibérica, si bien los cazadores se quejan de que no hay caza porque las manadas de lobos ‘achagan’ los jabalíes y otros animales. 

1 comentario:

  1. Claro que sí amigo Manuel, para los que vivimos en la ciudad ese aullido no se nos olvidará jamás, sobre todo por lo cercano que sonaba, muy cerca de las casas del pueblo.¡¡Impresionante!!
    Un saludo.
    Javi

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